Expediciones de Francisco de Miranda (1806)
Ángel Rafael Lombardi Boscán
Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ
@Lombardiboscan
“Los primeros movimientos o insurrecciones, y en particular la conspiración de Gual y España, tuvieron repercusiones no solamente en las esferas revolucionarias de América Latina y el Caribe, sino también en los medios de exiliados hispanoamericanos establecidos en Europa. En esos grupos de patriotas, jesuitas, políticos escapados de las cárceles de España o de América, criollos liberales y sus representantes en Londres, París y aun en Cádiz, que preparan la emancipación hispanoamericana, se destaca en primer plano la figura de Francisco de Miranda, verdadero Precursor de la Independencia de Venezuela e Hispanoamérica. Londres, desde 1784, se convirtió en el centro de sus primeras actividades patrióticas buscando el apoyo y ayuda necesarios para liberar a América que llama Colombia. De 1785 a 1789 recorre Europa buscando el respaldo a sus ideas; se alista en el ejército de la Revolución Francesa persiguiendo el mismo fin, pero no es sino en 1805 cuando podrá ejecutar su primera acción bélica. Va a Estados Unidos donde organiza, con la ayuda de amigos norteamericanos, su primera expedición hacia Venezuela. Está en Haití en 1806 donde el 12 de marzo crea e iza en su buque anclado en Jacmel, la primera bandera de Venezuela. Pensaba que el pueblo estaba preparado ya para apoyarlo. Había sido el más grande proselitista de la revolución. Ya circulaba mandada a traducir por él, la famosa Carta a los Españoles Americanos de Juan Pablo Viscardo y Guzmán: “…la primera proclama de la revolución americana…” en palabras de Mariano picón Salas. El 27 de abril de 1806 se presentó frente a Ocumare de la Costa con sus 3 goletas “Leander”, “Bee” y “Bacchus”. Miranda tenía entonces 56 años con 35 de residencia en Europa y Estados Unidos. Su expedición traía 200 hombres, mercenarios la mayor parte, norteamericanos, ingleses y antillanos. Atacados sus barcos por fuerzas mayores, y capturadas 2 de sus goletas, se retiró a Barbados y Trinidad. Pero vuelve al ataque, y el 3 de agosto de 1806, acompañado esa vez por más de 400 hombres, desembarca en La Vela de Coro. Por primera vez ondeaba su bandera en tierra venezolana, en su continente Colombiano. Aunque la población de Coro no lo apoya. Miranda aprovecha su estancia para hacer circular una proclama de liberación así como otros documentos patrióticos. Las fuerzas que llegan para oponerse a él lo obligan a abandonar Coro pocos días después. No recibió el apoyo que esperaba y en Caracas, mantuanos y vecinos notables demuestran su más completa lealtad a la Corona, y cuando ponen precio a su cabeza y lo queman en efigie, el Cabildo de la capital lo califica de “monstruo abominable”, de “traidor”. Pero de regreso a Londres, sigue su infatigable obra propagandística a favor de la Independencia hasta su regreso a Venezuela en 1810”. Diccionario de Historia de Venezuela, Fundación Polar, 1988.

Las expediciones de Miranda han querido ser vistas por la historiografía española como proyectos financiados y auspiciados por Inglaterra dentro del conflicto de guerra colonial entre las potencias europeas. En la geopolítica de poderes de la época el más formidable enemigo de España fue Inglaterra, y el Mar Caribe el escenario de la confrontación. Desde el ascenso de Isabel al trono de Inglaterra en el siglo XVI, toda la geopolítica europea de los próximos tres siglos será dirimida por España, Inglaterra y Francia.
Inglaterra cuna de la revolución industrial y de un proceso de desarrollo capitalista acelerado, intentó de la mano de su poderío marítimo y mediante el contrabando y la piratería, hostilizar los territorios españoles en América con una gran persistencia. Luego de Trafalgar (1805) y a pesar de su alianza con España en contra de Napoleón, colaboró activamente con los esfuerzos de los insurgentes criollos en América.
Francisco de Miranda (1750–1816) es la figura histórica más importante de la Pre-Independencia venezolana. Su vida fue prácticamente una aventura. Hombre de su tiempo, hizo de la paradoja su verdad. De pensamiento liberal pero con actitudes aristocráticas y conservadoras, empeñó sus principales esfuerzos en intentar acabar con el dominio español en Hispanoamérica. Para los venezolanos es el “precursor” de la Patria, mientras que para los españoles de su tiempo fue un vil traidor.
Nació en Caracas en 1750 y luego de un breve paso por las aulas universitarias decide marcharse a España ya que se siente español. En 1772 es ya capitán de un batallón de infantería del regimiento de la Princesa. Sirve y lucha en el norte de África para luego ser trasladado en 1780 a las Antillas bajo el mando del General Cagigal. Participó en la Independencia de los Estados Unidos como oficial español y destacó en el sitio y toma de Pensacola, por lo cual ascendió a Teniente Coronel.
En La Habana se le abre una causa judicial por contrabando y ante la sospecha de haber ofrecido información confidencial a los ingleses en una misión que le fue encomendada en la isla de Jamaica; acusaciones todas ellas que posteriormente se demostraron como infundadas. Miranda intentó por todos los medios a su alcance en demostrar su inocencia, pero fue desoído. A partir de éste incidente decide abandonar el ejército español.
En 1783 empezaría su condición de viajero errante e infatigable por los Estados Unidos y Europa. Fue recibido y atendido por reyes, princesas, presidentes, primeros ministros, militares, diplomáticos, aristócratas, artistas y filósofos. Todo le interesa, su curiosidad fue insaciable como lo evidencia sus voluminosas “Memorias”. Hombre culto, amante de los libros y con dominio de varias lenguas, hizo de su biblioteca personal una fuente de orgullo.
Individualista exacerbado tuvo odio por las multitudes, amó la libertad más no el desorden y la violencia. Encarnó al Don Juan pero también a Don Quijote. Sirvió bajo la causa de la Revolución Francesa a partir de 1792 reafirmando sus ideales republicanos y asumiendo la identidad americana.
Fue ascendido a general en Francia y se le asoció con los girondinos; sufrió cárcel y persecución. Cuando le dejaron libre se instaló en Inglaterra y desde entonces trató de obtener el apoyo del gobierno de la isla para libertar Hispanoamérica. Las dos expediciones de 1806 sobre las costas venezolanas a la edad de 56 años representaron la coronación de todos sus esfuerzos.
Sobre Miranda se ha escrito mucho y de todo, tanto para exaltarlo como vilipendiarlo. Existen dos obras clásicas de obligada consulta: la del Profesor estadounidense William Spencer Robertson, “The Life of Miranda” publicada en 1929; y “Miranda et la Revolution Francaise” del historiador venezolano Caracciolo Parra Péréz en 1924; de ambas existen ediciones mucho más recientes y traducidas al español. Pero el mejor medio para conocer la fascinante personalidad de éste gran observador de la realidad, son sus propias “Memorias” o Archivo, en 24 voluminosos tomos.
Hay autores que encuentran en la personalidad de Miranda los rasgos del americano en conflicto con su propia identidad. No hay que olvidar que Miranda vivió una transición entre su condición de súbdito español hasta la de reconocerse en americano enfrentado con la Monarquía. Miranda fue un romántico ilustrado formado en el exterior incapaz de comprender la compleja situación de la sociedad colonial y sus grupos, indudablemente, asociados a la tradición.
Al entrar en contacto con el medio americano sufrió el conflicto de lo civilizado con lo bárbaro. Su imagen ideal del mundo no encajaba con las situaciones de desorden e indisciplina social en las cuales se involucró como revolucionario. Abominó de la Revolución Francesa mientras admiraba el modelo político inglés y el norteamericano.
Políticamente fue excesivamente ingenuo y no cabe la menor duda que fue utilizado por el Foreing Office y el Almirantazgo inglés. Sus esfuerzos revolucionarios nunca tuvieron una plataforma social dentro de las colonias que pretendió liberar. Su quijotismo fue evidente.
Miranda con “El Leander” y la bandera tricolor nacional es una figura histórica consagrada y exaltada por la historiografía nacionalista venezolana. Ha sido asumido como “el Precursor”, el que abrió el camino a Bolívar y la ilustre generación de los libertadores. Nadie, ni siquiera sus más acérrimos enemigos, han sido capaces de negarle su constancia y compromiso en sus luchas por lograr la libertad de Hispanoamérica.
No obstante, la principal sombra sobre las acciones de Miranda, y que la historiografía nacionalista ni se preocupa en abordar por considerar que hace mengua a la memoria del héroe, ha sido cuando se ha afirmado que Miranda fue un agente al servicio de Su Majestad Británica, mantenido y financiado a cambio de sus acciones conspirativas.
Esto es una polémica delicada que no se resuelve con un sí o un no, dicho tajantemente. Para quienes se resisten a percibir una mácula en el comportamiento de Miranda en su lucha por la libertad, esto es un invento y blasfemia; mientras existen los que se alegran por éste supuesto traspié que comprueba la debilidad humana y reivindican al hombre histórico junto a sus contradicciones.
Para nosotros la situación no es tan sencilla. Caracciolo Parra Pérez considera legítimo que Miranda haya buscado el apoyo inglés para poder concretar sus proyectos revolucionarios y obtener dinero para vivir. El caraqueño nunca pretendió traspasar la soberanía de los americanos libres a Inglaterra. Quién desarrolló un juicio contrario a la tesis apologética es José Gil Fortoul.

Para éste historiador positivista, no hay ninguna duda que Francisco de Miranda organizó su expedición con la protección material del gobierno inglés. Los documentos que revisó en los Archivos del Gobierno de Inglaterra evidencian éste hecho sin ninguna duda.
“¿Resulta acaso manchada la honra de Miranda con la revelación de estos documentos? Sería injusto e inicuo decirlo. (…) En Inglaterra halló esos medios y no vaciló en un momento en aceptarlos. Dinero había que buscarlo en cualquier parte –como lo hará también Bolívar desde 1817, precisamente en Inglaterra-. Y al igual de Bolívar ofreció Miranda reembolsarlo”.
Que Miranda haya contado con el apoyo inglés para sus proyectos, no reviste la menor sospecha tanto para los funcionarios españoles que tuvieron que combatirle como por parte de la historiografía española actual. La documentación española de carácter oficial y diplomático en el tiempo en que Miranda desarrolló su actividad revolucionaria, lo presenta como un peligroso hombre de acción.
Las autoridades españolas siguieron atentamente sus pasos por toda Europa y en varias oportunidades intentaron apresarlo. A Miranda se le calificó como aventurero, rebelde, sedicioso, pero muy especialmente, como traidor. Todas sus iniciativas fueron consideradas bajo el apoyo de Inglaterra.
A pesar del fracaso en el año de 1806 de sus dos expediciones sobre la costa venezolana, los funcionarios españoles siempre se mostraron atentos y cautelosos ante un posible nuevo intento del caraqueño.
Concentremos nuestra atención en cómo fue percibida la invasión sobre Coro, ya que revela claramente los estados de ánimo del momento y las medidas llevadas a cabo por parte de las autoridades españolas que le hicieron frente.

“La V.E. tendrá idea de la expedición sediciosa tramada por el traidor Francisco de Miranda contra estas Provincias, y ya también habrá conocido por los datos y noticias relativa a éste negocio que los Norte Americanos e Ingleses le toleran y aun fomentan su vil proyecto, aunque el día no aparece con fuerzas que puedan causar cuidado notable ni con el grueso partido que ha publicado entre estos habitantes.
Él ha subsistido sin embargo esparciendo máximas de alucinación y amenazando desembarco por varias partes, tal vez, porque en mi concepto es el modo con que sostiene el corto favor que hasta ahora le han dispensado aquellos, y por último se resolvió hacerlo en Coro…”.
El Cabo Subalterno Capitán General Interino de Caracas Juan de Casas reitera una vez más el apoyo inglés y norteamericano que contó Miranda para sus actividades revolucionarias tanto en el ámbito propagandístico como en la preparación de una expedición invasora.
En realidad Miranda tuvo que actuar en dos frentes y conciliar su propia actividad revolucionaria dentro del esquema general de la geopolítica inglesa. Muchas veces sufrió el desconcierto de las cambiantes alianzas inglesas en el continente, en especial, cuando Inglaterra hizo frente común con España para detener la amenaza napoleónica.
El 2 de febrero de 1806 la expedición de Miranda partió del puerto de Nueva York teniendo al “Leander” como buque insignia. El primer intento de invasión fue sobre las costas de Ocumare, muy cerca del estratégico sector central donde los puertos de La Guaira y Puerto Cabello, luego de ser controlados, garantizarían el control del país a través de la ayuda extranjera.
Las autoridades diplomáticas y consulares españolas en los Estados Unidos advirtieron al Capitán General de Venezuela la salida de la expedición invasora, lo cual permitió poner en estado de alerta a todo el territorio y redoblar la vigilancia sobre la larga costa.

El 28 de abril de 1806 Miranda intentó invadir sobre Ocumare pero tuvo que hacer frente a los barcos españoles ya prevenidos de su llegada; la refriega fue corta y favorable a las embarcaciones del Rey. El balance: la derrota y la toma de cincuenta y siete prisioneros que en su mayoría fueron ejecutados, además de la estrepitosa retirada a posesiones inglesas en el Caribe.
Luego de haberse recuperado del descalabro sufrido y de lograr apertrecharse nuevamente tanto en Trinidad como en Barbados, Miranda desembarca el 2 de agosto frente a la Vela de Coro en el occidente venezolano. Luego se dirige hacia la ciudad de Coro y la ocupa sin resistencia el 4 de agosto.
El Comandante español de las fuerzas locales, Don Juan de Salas, consideró que era innecesario un enfrentamiento debido a las escasas fuerzas con las que contaba en ese momento. De acuerdo a las fuentes españolas las tropas de Miranda en Coro no pasaban de 500 hombres.
Lo cierto del caso es que la invasión sobre Coro no se tradujo en un éxito, casi nadie apoyó a los expedicionarios ya que la población huyó hacia las inmediaciones vecinas. Desde Caracas se hicieron prontos esfuerzos por reunir una fuerza para repelerlos. Los criollos caraqueños colaboraron activamente con sus caudales, los cuáles pusieron a disposición del Capitán General Guevara Vasconcelos para contribuir a prender al traidor Miranda.
Ese mismo sector social, en los próximos cuatro años, liderará la Independencia contra España y solicitará en un momento de desesperación, la experiencia política y militar de Miranda para hacer frente a la reacción realista de 1812.

Miranda se retiró de Coro el día 8 de agosto ante la falta de apoyo popular y sin ser hostilizado por fuerza enemiga, pero antes había dejado su Proclama y el libro o Carta del Abate Viscardo. Miranda sobreestimó las fuerzas militares españolas que le iban a contraatacar y pensó ingenuamente que desde Jamaica o Trinidad el gobierno inglés le daría la ayuda militar decisiva que le había solicitado.
A diferencia de la acción sobre Ocumare, las armas del Rey no se llenaron de gloria. La descalificación del invasor impune tuvo que hacerse. Hay un estado de desaliento entre las autoridades españolas ante la amenaza exterior y el aislamiento con la Metrópoli.
El acoso permanente de los revolucionarios exiliados en las islas británicas, los poderosos navíos de guerra de los enemigos; el cada vez mayor e impune contrabando colocaron a la sociedad venezolana en una situación de precariedad.
La fama de Francisco de Miranda como hombre revolucionario abanderado de la libertad fue creciendo paulatinamente. Hasta el final de sus días el gobierno español se preocupó en vigilar todos sus pasos. Apodaca, Ministro Plenipotenciario español en Londres le organizó toda una operación de seguimiento y que podemos decir que acabó finalmente cuando fue remitido como prisionero a la cárcel de La Carraca en Cádiz, donde morirá abandonado por todos en el año 1816.
