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Fraguó una invasión a Venezuela desde Estados Unidos

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
TW / IG @LuisPerozoPadua

Una vez ini­ci­a­do el gob­ier­no de José Tadeo Mon­a­gas en 1849, el gen­er­al José Anto­nio Páez, se opu­so y se alzó en armas aducien­do que se había vio­len­ta­do la Con­sti­tu­ción al asaltar el Con­gre­so Nacional. Fue der­ro­ta­do en Los Araguatos por las fuerzas del gen­er­al San­ti­a­go Mar­iño, y reduci­do a prisión, en donde estu­vo un tiem­po has­ta su expa­triación con des­ti­no a Esta­dos Unidos.

 

 


José Anto­nio Páez 681 Broad­way, Nue­va York

 

 

 

 

 

 

 

Aque­l­la mañana del 23 de mayo de 1850, un poco ape­sad­um­bra­do, el gen­er­al Páez abor­dó el vapor “El Lib­er­ta­dor”, sí, un nom­bre iróni­co, y más para Páez. Así se con­cretó la expa­triación por decre­to del pres­i­dente Mon­a­gas, el mis­mo a quién el cen­tau­ro llanero ayu­daría con sus fuerzas y su pres­ti­gio para que escalara el poder.

Mil­lard Fill­more Pres­i­dent. Col­lec­tion Library of Congress

Páez llegó al Puer­to de Nue­va York en julio de 1850, como exil­i­a­do políti­co, y las cróni­cas apun­tan que «…fue tan bien recibido en todos los sitios en donde estu­vo que inclu­so llegó, en febrero de 1851, a vis­i­tar en la Casa Blan­ca al pres­i­dente Mil­lard Fillmore».

El ser­vi­cio de espi­ona­je de Mon­a­gas dejó entr­ev­er que Páez esta­ba preparan­do, tan­to en Nue­va York como en Bal­ti­more, una nue­va incur­sión con dos vapores «para hos­tilizar el com­er­cio inglés, pero cuyo ver­dadero obje­ti­vo era invadir nue­va­mente Venezuela», por lo que dis­pusieron vig­i­lar al León de Payara.

Para tal fin, en sep­tiem­bre de 1854, Mon­a­gas designó como encar­ga­do de nego­cios en Wash­ing­ton a Ramón Azpurúa*, un hom­bre de amplio per­fil políti­co que había sido elec­to en 1842 como diputa­do desar­rol­lan­do una inten­sa activi­dad par­la­men­taria has­ta 1847. Su mis­ión, aparte de ser la som­bra de Páez, era proveer de buques a la Mari­na de Guerra.

José Tadeo Mon­a­gas por Martín Tovar y Tovar. Pala­cio Munic­i­pal de Caracas

Azpurúa era un hom­bre cul­to y per­spi­caz. Con­forme a las instruc­ciones de su gob­ier­no infor­mó a la Casa Blan­ca sobre las acciones empren­di­das por el gen­er­al Páez en sue­lo norteam­er­i­cano, solic­i­tan­do medi­das oportunas.

La mis­ión era atacar a Venezuela

A par­tir de la adver­ten­cia del diplomáti­co vene­zolano derivadas de noti­cias con­fusas de los espías de Mon­a­gas, pro­du­jo inqui­etud entre las rela­ciones de ambos país­es, pues en Cara­cas mane­ja­ban la teoría que en el puer­to de Nue­va York esta­ba lis­to el bar­co Ben­jamin Franklin, de propiedad pri­va­da y que esta­ba poderosa­mente arma­do para una acción naval, noti­cia que se había hecho públi­ca en sep­tiem­bre de 1854.

Esta embar­cación esta­ba des­ti­na­da al Gob­ier­no de Méx­i­co, pero Azpurúa, exigió al Gob­ier­no de Wash­ing­ton se embar­gara el navío ale­gan­do que su ver­dadera mis­ión era atacar a Venezuela.

Asimis­mo, Azpurúa giró instruc­ciones al cón­sul de Venezuela en Saint Thomas, que solic­i­tara la deten­ción del Cather­ine Augus­ta, bar­co que había par­tido de Nue­va York a finales de agos­to de ese año cin­cuen­ta y cuatro.

Wash­ing­ton atendió inmedi­ata­mente el lla­ma­do del Encar­ga­do de Nego­cios de Venezuela e inspec­cionó rig­urosa­mente el Ben­jamin Franklin, y al no hal­lar prue­bas incrim­i­na­to­rias, autor­izó levaran anclas. La nave zarpó el 19 de sep­tiem­bre, pero una vez estando ambos navíos en Saint Thomas, las autori­dades por­tu­ar­ias impi­dieron con­tin­uar el via­je y ordenaron el regre­so a Nue­va York.

«Una ame­naza con­stante e inmediata»

Tan­to el Ben­jamin Franklin como el Cather­ine Augus­ta, per­manecieron en el puer­to de Saint Thomas, has­ta que en diciem­bre de 1854, fueron con­trata­dos por una empre­sa ingle­sa para el trans­porte de pasajeros y ser­vi­cio de correo.

Por su parte, en agos­to de 1854, el diplomáti­co vene­zolano explicó en detalle al Gob­ier­no norteam­er­i­cano, «la situación de alar­ma per­son­al que enfrenta­ba, por los esfuer­zos de Páez y sus com­pañeros para obten­er la posi­bil­i­dad de ir a Venezuela con ele­men­tos de guer­ra y recur­sos», y su temor «de que los acon­tec­imien­tos de Venezuela hagan cam­biar aquí la posi­ción de Páez».

Y mien­tras eso ocur­ría, en noviem­bre de ese mis­mo año, Mon­a­gas envió cor­re­spon­den­cia al min­istro res­i­dente de Esta­dos Unidos en Cara­cas, que­ján­dose que «su gob­ier­no hubiese deja­do par­tir de Nue­va York el Ben­jamin Franklin con ele­men­tos de guer­ra pertenecientes al Gen­er­al Páez», y que esa embar­cación, jun­to a la Cather­ine Augus­ta, «se han aprox­i­ma­do al ter­ri­to­rio nacional y son una ame­naza con­stante e inmedi­a­ta a la tran­quil­i­dad de la Repúbli­ca».

New York Port. Pho­to­graph by Net­tle­ton c1861

La misi­va fue envi­a­da pese a que ya el gob­ier­no de Mon­a­gas esta­ba enter­a­do que en la inspec­ción al Ben­jamin Franklin en Nue­va York, no se encon­traron evi­den­cias que cor­rob­o­raran algu­na relación de Páez con el bar­co, además el Cather­ine Augus­ta esta­ba imposi­bil­i­ta­do de nave­g­ar por daños severos por lo que per­manecía atra­ca­do en Saint Thomas.

La respues­ta de Wash­ing­ton no se hizo esper­ar, respon­di­en­do al gob­ier­no del gen­er­al José Tadeo Mon­a­gas, que a peti­ción del Encar­ga­do de Nego­cios de Venezuela, todos los recur­sos exigi­dos se cumpli­eron, y que Esta­dos Unidos nada tenía que ver con un bar­co detenido y otro en mal esta­do, ambos fuera de juris­dic­ción norteamericana.

En cuan­to a Páez, los hechos no per­miten con­cluir que el cen­tau­ro llanero hubiera fragua­do una invasión a Venezuela con los bar­cos detenidos en Saint Thomas

En diciem­bre de 1857, el gob­ier­no de José Tadeo Mon­a­gas fue der­ro­ca­do por un golpe de Esta­do lid­er­a­do por el gen­er­al Julián Cas­tro quien lla­ma a una Con­ven­ción en donde surge un nue­vo sis­tema políti­co que pres­i­den Manuel Felipe Tovar y Pedro Gual.

Páez acude al lla­ma­do de la Con­ven­ción de Valen­cia, y retor­na a Venezuela, lle­gan­do en diciem­bre de 1858 a Cumaná para diri­girse en bar­co a Puer­to Cabel­lo y luego a Valencia.

Con una ovación pro­lon­ga­da de estru­en­dosos aplau­sos, el 6 de enero de 1859, Páez fue recibido por la Con­ven­ción. Los hon­ores que se le prodi­garon fueron con­tun­dentes y su nom­bre volverá a pal­pi­tar. Des­de aquel día, inevitable­mente comen­zará una cru­en­ta y san­gri­en­ta eta­pa para Venezuela.


Fuente: Venezuela y Estados Unidos a través de dos siglos. Tomás Polanco Alcántara, Simón Alberto Consalvi y Edgardo Mondolfi Gudat. VenAmCham. Caracas, 2000
Diccionario de Historia de Venezuela. Ediciones Fundación Empresas Polar. Consulta en línea: 10/27/2021

*Ramón Azpurúa regresó a Venezuela en 1855 y se dis­pu­so a preparar la colec­ción ini­ci­a­da por José Félix Blan­co, Doc­u­men­tos para la vida públi­ca del Lib­er­ta­dor, que será pub­li­ca­da en la Pres­i­den­cia de Guzmán Blan­co. Más tarde, fue varías veces min­istro de dis­tin­tos gob­ier­nos en Venezuela. Igual­mente estu­vo lig­a­do a la creación del Fer­ro­car­ril Cara­cas-La Guaira, la con­struc­ción de la igle­sia de la San­ta Capil­la, la insta­lación de telé­fonos en Cara­cas, y es autor de una colec­ción Biografías de hom­bres nota­bles de Hispanoamérica

CorreodeLara

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