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Guzmán Blanco expulsó de Venezuela al arzobispo Guevara y Lira

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisalbertoperozopadua@gmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

Después de seis horas de fiero com­bate, aquel 21 de sep­tiem­bre de 1870, en la sabana de Gua­ma, Yaracuy, el tri­un­fo recayó sobre las armas del Gob­ier­no de Anto­nio Guzmán Blan­co, al man­do de Matías Salazar que, sin perder tiem­po, per­sigu­ió a José María Hernán­dez has­ta Bar­quisime­to, donde unos fueron acribil­la­dos, y los que cor­rieron mejor suerte, se atrincher­aron en Tru­jil­lo. Los ven­ci­dos perdieron 800 hom­bres y más de 200 fueron hechos prisioneros.

La vic­to­ria obteni­da por las tropas de Guzmán Blan­co en Gua­ma, con­solidó la esta­bil­i­dad del gob­ier­no, frente a los con­tin­u­os alza­mien­tos y escara­muzas de los Conservadores.

 

 


Sil­vestre Gue­vara y Lira, naci­do en Chamariapa 
(hoy Can­tau­ra, esta­do Anzoátegui) en 1814

 

 

 

 

 

 

Obvi­a­mente el pres­i­dente de la Repúbli­ca aprovechó la coyun­tu­ra a su favor, y para max­i­mizar su men­saje de poder, instruyó que se realizara un Tedeum en la Cat­e­dral de Cara­cas, para cel­e­brar la victoria.

Para tal fin, el 26 de sep­tiem­bre de 1870, el min­istro del Inte­ri­or y Jus­ti­cia, Diego Bautista Urbane­ja, se dirigió al arzo­bis­po Dr. Sil­vestre Gue­vara y Lira, en nom­bre del Ejec­u­ti­vo Nacional, solic­itán­dole la real­ización «de la festividad».

Un clérigo disidente

Gue­vara y Lira, máx­i­mo jer­ar­ca de la Igle­sia católi­ca vene­zolana, que ocu­pa­ba el car­go des­de el 28 de abril de 1852, des­ig­na­do por el Con­gre­so Nacional, respondió a la cor­re­spon­den­cia ofi­cial en tér­mi­nos que fueron juz­ga­dos como irre­spetu­osos y disidentes:

«No podemos menos que sig­nificar a ust­ed, que sen­tiríamos pun­zantes remordimien­tos en nues­tra con­cien­cia epis­co­pal, y sufriríamos hor­ri­bles tor­turas en nues­tra condi­ción de pas­tor, si nos resolviéramos a ordenar en nues­tra san­ta Igle­sia cat­e­dral una man­i­festación solemne de rego­ci­jo, a la hora mis­ma en que se encuen­tran en las cárce­les muchos de nue­stros dioce­sanos, y en que der­ra­man por eso mis­mo lágri­mas amar­gas tan­tas madres des­o­ladas, tan­tas esposas, tan­tas hijas y her­manas con­ster­nadas. Padre Espir­i­tu­al y pas­tor de vence­dores y ven­ci­dos, no es jus­to, car­i­ta­ti­vo, ni deco­roso que nos con­grat­ule­mos, mien­tras otros gimen, que nos ale­gre­mos con aque­l­los, mien­tras estos lloran».

Cat­e­dral de Caracas

El his­to­ri­ador Rafael Simón Jiménez, señala que esta car­ta, no solo era desafi­ante, sino que jun­to a la prop­ues­ta de difer­im­ien­to de la cel­e­bración reli­giosa, mon­señor Gue­vara y Lira demand­a­ba al gob­ier­no medi­das mag­nán­i­mas de perdón y rec­on­cil­iación para que el Tedeum pudiera lle­varse a cabo, instan­do al Ejec­u­ti­vo: «… la adop­ción de unas medi­das de mag­na­n­im­i­dad y sabiduría políti­ca, que nos hemos per­mi­ti­do indicar y que todo vene­zolano que sien­ta latir en su pecho un corazón cris­tiano desea ver real­iza­da, medi­da que si no nos equiv­o­camos armo­nizaría per­fec­ta­mente con los sen­timien­tos del ciu­dadano Pres­i­dente en Campaña…».

Pero Guzmán Blan­co, pese de sen­tir admiración por los dotes humanos y pas­torales de mon­señor Gue­vara y Lira, se dejó envolver en las tene­brosas ciza­ñas del min­istro Urbane­ja, quien sí tenía serias desave­nen­cias per­son­ales con el prela­do cuan­do éste le había nega­do una dis­pen­sa que había solic­i­ta­do para poder­se desposar con su hijastra.

Entonces el Pres­i­dente respondió ofen­di­do, al tiem­po que giró instruc­ciones «… la posi­ción del gob­ier­no es ter­mi­nante, el arzo­bis­po debe salir expul­sa­do del ter­ri­to­rio nacional en un pla­zo per­en­to­rio de 24 horas, de no recon­sid­er­ar su posi­ción», además lo culpó de «desaca­to a la autori­dad fed­er­al y usurpación de fun­ciones, potes­ta­ti­vas del poder Ejecutivo».

Anto­nio Guzmán Blanco

No se doblegó

Mon­señor Gue­vara y Lira acep­tó ‑sin doble­garse, ni pedir perdón‑, la con­de­na imputa­da, respondién­dole al min­istro Urbane­ja: «Tomare­mos pues el bácu­lo de la expa­triación, prote­s­tando pre­vi­a­mente, ante Dios, sus ánge­les y su Igle­sia, y delante de esta des­gra­ci­a­da sociedad, con­tra la vio­lación que el gob­ier­no nacional, hace en nues­tra per­sona de todo dere­cho divi­no y humano, ecle­siás­ti­co y civil».

Jiménez apun­ta que sobre mon­señor Gue­vara y Lira, el guz­ma­to fab­ricó toda una serie de acusa­ciones y calum­nias, para desa­cred­i­tar­lo, sin con­tar que todos los obis­pos del país, se sol­i­darizaron con el jer­ar­ca expa­tri­a­do frente a una medi­da injus­ta y despro­por­ciona­da, dán­dose ini­cio al may­or con­flic­to entre la Igle­sia y el Esta­do, por cuan­to Guzmán Blan­co, desafi­a­do en su poder, adop­tó en seguidil­la una serie de medi­das des­ti­nadas a doble­gar y dis­minuir la influ­en­cia y los intere­ses de la Igle­sia, entre ellos la Ley de Cen­sos, el cierre de sem­i­nar­ios, la Ley de Mat­ri­mo­nio Civ­il, la Ley de Reg­istro de Esta­do Civ­il, supre­sión de las prim­i­cias, expul­sión del obis­po de Méri­da y el vic­ario de Cara­cas, extin­ción de con­ven­tos femeni­nos, en una escal­a­da donde el denom­i­na­do por sus adu­ladores como “Ilus­tre Amer­i­cano” pro­pu­so un decre­to para crear una igle­sia cis­máti­ca Vene­zolana, que rompiera sus ataduras con El Vaticano.

Gue­vara y Lira fue expul­sa­do por el puer­to de La Guaira, el 28 de sep­tiem­bre de 1870, rum­bo a la isla de Trinidad, pero casi un año después, en julio de 1871, medi­ante un decre­to pres­i­den­cial, se autor­izó su regre­so, medi­da que fue ini­cial­mente rec­haz­a­da por el pro­pio arzo­bis­po y por el grupo de sac­er­dotes que lo rode­a­ba en Trinidad.

Renuncia del proscrito

No obstante, el 31 de agos­to de 1872, el pro­scrito prela­do decidió regre­sar, pre­sen­tán­dose frente a La Guaira; pero en esa opor­tu­nidad no pudo desem­bar­car. El 3 de sep­tiem­bre se pub­licó en la pren­sa cap­i­tali­na una car­ta de los min­istros del gabi­nete — que encabez­a­ba Urbaneja‑, dirigi­da al pres­i­dente Guzmán Blan­co, donde se acus­a­ba al prela­do de ser ele­men­to de dis­cor­dia y ene­mi­go de la paz. 

Para per­mi­tir su desem­bar­co, el pres­i­dente le exigió entonces, que explicara públi­ca­mente sus propósi­tos para con la causa lib­er­al y su gob­ier­no. Al no asen­tir «las infun­dadas acusa­ciones», Gue­vara y Lira regresó a Trinidad.

Evi­tan­do un cis­ma, la San­ta Sede le sugir­ió a Gue­vara y Lira, por inter­me­dio de un del­e­ga­do pon­tif­i­cio, fray Roque Coc­chia, que renun­cia­ra al arzo­bis­pa­do; acto que se con­sumó el 17 de mayo de 1876.

Recibido con honores

Sería durante el gob­ier­no de Fran­cis­co Linares Alcán­tara, cuan­do mon­señor Gue­vara y Lira pudo regre­sar del exilio, y fue recibido con hon­ores el 8 de agos­to de 1877, en donde se ofrecieron dis­cur­sos en un emo­ti­vo acto orga­ni­za­do por la Igle­sia y la Pres­i­den­cia de la Repúbli­ca. Días pos­te­ri­ores, vis­i­taría Chamari­a­pa (hoy Can­tau­ra, esta­do Anzoátegui) su pueblo natal, en donde lle­gará al mun­do en el ter­ri­ble año de 1814, en ple­na Guer­ra a Muerte.

Gue­vara y Lira había sido senador de la Repúbli­ca para los perío­dos 1848–1851 y 1851–1854, y le tocó fir­mar el Decre­to de Abol­i­ción de la Esclav­i­tud, como pres­i­dente del Con­gre­so Nacional, el 25 de mar­zo de 1854. Igual­mente inte­gró el Con­se­jo de Esta­do durante la dic­tadu­ra paecista, en enero 1862.

El Papa le con­fir­ió el títu­lo de arzo­bis­po de Ama­sia; además, lo elevó a prela­do asis­tente del Sacro Solio Pon­tif­i­cio y a noble caballero romano. Fal­l­e­cerá en la quin­ta San Ramón, en El Rincón del Valle (Dis­tri­to Fed­er­al) el 20 de febrero de 1882. Siete años más tarde, sus restos fueron traslada­dos a la igle­sia Cat­e­dral de Caracas.


Fuente: Rafael Simón Jiménez. Rela­ciones de la San­ta Igle­sia católi­ca y el Esta­do en el siglo XIX. www.eneltapete. Con­sul­ta en línea
Leopol­do Zam­bra­no Tor­rens. Sil­vestre Gue­vara y Lira. Dic­cionario de His­to­ria de Venezuela. Fun­dación Polar. 1998

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