CrónicasTodas Las Entradas

Guzmán Blanco planificó la Batalla de Barquisimeto

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisperozop@hotmail.com
@LuisPerozoPadua

El 20 de octubre de 1874 estal­ló la insur­rec­ción donde una Jun­ta Rev­olu­cionar­ia de Coro, declaró la guer­ra al pres­i­dente de la Repúbli­ca, gen­er­al Anto­nio Guzmán Blan­co, con el ale­ga­to que ejer­cía un gob­ier­no “tiráni­co, déspota y usurpador”.

La jun­ta designó a León Col­i­na ‑quien era para el momen­to pres­i­dente del esta­do Coro, gen­er­al en jefe del Ejérci­to Rev­olu­cionario. Este caudil­lo además de héroe de la Guer­ra Fed­er­al se había encar­ga­do de la Pres­i­den­cia de la Repúbli­ca entre el 14 de sep­tiem­bre de 1866 al 4 de mar­zo de 1867.

Enter­a­do Guzmán Blan­co de la revuelta a través del telé­grafo, se apresuró a for­mar dis­tin­tos cuer­pos del ejérci­to para hac­er­le frente a su antiguo com­pañero de armas, envian­do a Bar­quisime­to un con­tin­gente de 3.000 hom­bres coman­da­dos por el gen­er­al Rafael Márquez, que sin pér­di­da de tiem­po sitió la ciu­dad y estable­ció allí su cuar­tel general.

Era 27 de noviem­bre. Ya el gen­er­al Col­i­na en su avance hacia Bar­quisime­to había reclu­ta­do 4.000 sol­da­dos y se encon­tra­ba acan­ton­a­do en el camino hacia Bobare.

Por su parte, la División Yaracuy, al man­do de Márquez esta­ban for­madas hacia el norte de Bar­quisime­to, en donde hoy se asien­ta el Esta­dio de Beis­bol Anto­nio Her­rera Gutiérrez.

Otro batal­lón man­da­do por el temi­ble gen­er­al Pilar Bra­vo, se desplegó en el extremo occi­den­tal de la calle del Lib­er­ta­dor (hoy la con­cur­ri­da car­rera 17). De igual modo, el gen­er­al Manuel Vicente Jiménez, leal al gob­ier­no, situó su tropa entre las plazas Nues­tra Seño­ra de La Paz y San Juan.

No obstante, los rev­olu­cionar­ios se escur­rían entre los impen­e­tra­bles cujisales, avan­zan­do ráp­i­da­mente por los caminos ser­pen­teantes de Caro­ra y Quí­bor que van a Barquisimeto.

Tres días de fuego cruzado

Las tropas del gob­ier­no acan­ton­adas en pun­tos estratégi­cos de la ciu­dad esper­an sig­ilosa­mente la orden de atacar: “Ape­nas vean a los traidores, a los con­spir­adores, no se les ten­gan clemen­cia, y, dis­paren sin vac­ilar”, fue la orden general.

El cro­nista Rafael Domin­go Sil­va Uzcátegui, reseña que a las 12:45 las tropas del gob­ier­no ini­cian­do lo que la his­to­ria cono­cerá como la Batal­la de Bar­quisime­to, vio­len­to encuen­tro que se desplegó hacia el sur de la ciu­dad, pero que pron­to se pro­ducirán escara­muzas en var­ios pun­tos con car­gas de cañón y com­bat­es con bayoneta.

El com­bate duró 3 días, donde con­sum­i­dos todos los pertre­chos, los rev­olu­cionar­ios aprovecharon la penum­bra de la noche del 30 para reple­garse hacia Coro por el camino de Quí­bor con ape­nas 1.200 hom­bres, dejan­do el cam­po de batal­la ‑se lee en el parte oficial‑, cubier­to de un número con­sid­er­able de heri­dos que no pudieron con­tin­uar la mar­cha y de un número may­or de muer­tos. Y para may­or des­gra­cia, ya en Coro, León Col­i­na tuvo que com­bat­ir una sub­l­e­vación a favor del gobierno.

El presidente en campaña

Guzmán Blan­co, ani­ma­do por la res­o­nante vic­to­ria, resuelve salir en cam­paña al frente de un cuer­po nutri­do de su ejérci­to, salien­do en la tarde del 8 de diciem­bre, de Cara­cas para La Guaira, en donde se embar­có en el vapor Larne con des­ti­no a Puer­to Cabel­lo. De ahí prosigu­ió la mar­cha hacia Valen­cia para luego tomar la vía de Nir­gua, para arrib­ar a Bar­quisime­to el 19 de diciem­bre. Los pocos que se aven­tu­raron a salir, le dis­pen­saron una calurosa bien­veni­da a una ciu­dad devastada.

Al poco, las tropas del Gob­ier­no reforzaron Bar­quisime­to, Cabu­dare, Quí­bor y Caro­ra, insta­lan­do par­ques de armas y lle­van­do reses a cada uno de estos sitios para ali­men­tar a la ham­bri­en­ta población y a los raquíti­cos reclu­tas. Así lo escribe Guzmán Blan­co en su parte al pres­i­dente encar­ga­do, exageran­do ‑como de cos­tum­bre- el escenario.

Para fes­te­jar el tri­un­fo del gob­ier­no, decidió efec­tu­ar una gran para­da mil­i­tar en Cau­jarao (tier­ras cori­anas) el 17 de febrero de 1875, con la par­tic­i­pación de 16.000 sol­da­dos, coman­da­dos por el gen­er­al Márquez y los vence­dores de la Batal­la de Barquisimeto.

No fue Guzmán Blan­co un hábil guer­rero, pero si un políti­co astu­to; ano­ta la peri­odista Mila­gros Socor­ro, “que la con­se­ja lo recuer­da como un indi­vid­uo de dedos hábiles y voraces”. Tan­to fue así que, en 1863 nego­ció a nom­bre de Venezuela un emprésti­to en Lon­dres que le dejó una jugosa comisión. El Ilus­tre Amer­i­cano, como se hizo lla­mar, llegó a poseer una inmen­sa fortuna.

En el exilio, con la investidu­ra de min­istro plenipo­ten­cia­rio de Venezuela en var­ios país­es de Europa y tam­bién de agente con­fi­den­cial en Inglater­ra, según dato del Dic­cionario de His­to­ria de Venezuela de la Fun­dación Polar, “hacia 1888 su for­tu­na era cal­cu­la­da en unos 100.000.000 de fran­cos”. Las postrimerías las vivió en su domi­cilio parisi­no del 25, rue La Pérouse, donde había pasa­do los últi­mos doce años de su vida, fal­l­e­cien­do el 28 de julio de 1899, a los seten­ta años.

Fue sepul­ta­do en el Cemente­rio de Passy, pese a que en su primer gob­ier­no había dec­re­ta­do que todos los pres­i­dentes de Venezuela fuer­an enter­ra­dos en el Pan­teón Nacional. Final­mente, cuan­do se cumplían cien años de su muerte, el 8 de agos­to de 1999 sus restos fueron inhu­ma­dos en la últi­ma mora­da de los ilus­tres pro­hom­bres de nues­tra historia.


Fuente: Rafael Domin­go Sil­va Uzcátegui. Enci­clo­pe­dia Larense. Tomo I. Ter­cera Edi­ción. Cara­cas 1981.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *