Historia del Cine Barquisimeto, el más moderno de la época
Carlos Guerra Brandt
Cronista de la fotografía
El ambicioso Cine Barquisimeto se inauguró el 4 de noviembre de 1954. Estuvo ubicado en la Avenida 20 con calle 17 de Barquisimeto, estado Lara, proyectado para el empresario Luis Gallardo por el reconocido y apreciado arquitecto larense Iván Faroh (1929–2005) y edificado bajo su supervisión por la empresa constructora de su propiedad FARCAR (Iván Faroh y Humberto Carrasco).
No obstante, recalca el cronista y fotógrafo Luis Pascual Suárez, que en un aviso de prensa del Diario Última Hora del día 19 de agosto del año 1954, da cuenta de la apertura de un concurso popular para escoger el nombre del novedoso teatro. «En éste aparece como propietaria, la empresa Macías y Bartolomé y no el señor Luis Gallardo».
La nueva y moderna sala de cine fue provista por su diseñador con una cubierta mecánica móvil como recurso de ventilación nocturna, que se retraía para quedar la sala desprovista del techo. También contaba con un sistema de sonido de última generación para el momento, una muy llamativa iluminación exterior que realzaba la fachada del edificio en esa importante esquina de la ciudad a poca distancia de la también recién inaugurada Avenida Vargas, así como un amplio estacionamiento, el primero ofrecido por un cine en la capital larense.
El edificio contaba adicionalmente con una serie de locales comerciales, tanto en la avenida 20 como en la Calle 17. Don Luis Gallardo (1917–2013) dueño del Cine Barquisimeto, como empresario llegó a manejar una gran cadena de cines que cubrían las necesidades del público de Lara, Portuguesa, Yaracuy y Barinas.
En los años 60, época dorada del cine mexicano, Gallardo reforzó su exitoso programa de proyecciones presentando en sus cines a figuras como Pedro Infante, Tony Aguilar, Yolanda Montes, El Chicote”, Rosa de Castilla, Luis Aguilar, Los Panchos, la Tongolele, Arturo Soto de la Marina y otros artistas, todos a sala llena.
El esplendoroso Cine Barquisimeto permaneció funcionando hasta finales del siglo pasado, cerrando sus puertas, al igual que fue el caso de muchos otros cines y teatros al ir mermando su público, en parte porque los distribuidores no les facilitaban películas de estrenos, o por los avances de la TV y las facilidades de proyección de film en casa. Mientras que otros fueron convertidos en templos de las más variadas sectas y religiones.
El edificio fue demolido unos años después de la muerte del empresario Gallardo, dejando vacía la importante esquina que ocupó.