Liubalena González fue la primera mujer en dirigir a la centenaria Orquesta Mavare
Juan José Peralta
Periodista
En el historial de Barquisimeto quedará plasmado para siempre que la concertista de violín y educadora barquisimetana Liubalena González fue la primera mujer en romper la tradición machista de la Mavare después de 118 años de su fundación: ganó por concurso la dirección de la orquesta y allí estuvo desde el primero de diciembre de 2015 hasta mayo de 2018 cuando por razones personales renunció a la Universidad Centro Occidental “Lisandro Alvarado”, propietaria de la banda.
En este tiempo, González dirigió a la orquesta en las tres últimas serenatas a la Divina Pastora en la plaza Bolívar de Santa Rosa, previas a la peregrinación del 14 de enero a Barquisimeto y similar número de conciertos de bienvenida a la venerada imagen a la ciudad, en la plaza Macario Yépez.
La reconocida concertista barquisimetana del violín, este año no estará con su batuta al frente de la agrupación en ambos tradicionales actos, pero dice sentirse “satisfecha de haber cumplido la inmensa responsabilidad y el gran honor de dirigir a la emblemática orquesta y encabezar en su gestión las ofrendas musicales a la patrona sentimental de los larenses”.
De amplio y vasto currículo que no cabe en esta crónica, profesora egresada Summa Cum Laude de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Liubalena González, ingresó a la Universidad Centro Occidental “Lisandro Alvarado” por concurso en 2001 como instrumentista académico de la orquesta de cámara y desde enero de 2002 a la Mavare y en 2007 ganó en concurso de oposición el cargo de concertino de las orquestas de Cámara y Mavare y desde enero de 2009 dirigió al Ensamble de Cuerdas de la Ucla. Fueron quince años y medio en los atriles de una orquesta que es símbolo de un sello musical de la región, comentó. Desde instrumentista hasta la dirección.
Esta tradicional orquesta larense, la más antigua de Venezuela y patrimonio cultural de la región, desde 2001 también es patrimonio de la Ucla por iniciativa del entonces rector Luis Bethelmy y gestión del director de cultura Marco Tulio Mendoza
La fundación
Cuando las montoneras de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez pasaron por Barquisimeto a fines del siglo XIX a tomar el poder en Caracas, dos años antes, ya el joven clarinetista yaracuyano Miguel Antonio Guerra había fundado a la banda considerada hoy la orquesta más antigua de Venezuela, con 121 años de historia musical en la ciudad.
La Mavare nació cuando a mediados de 1897 el talentoso Guerra formó una banda de pueblo llamada a convertirse en uno de los más destacados grupos musicales de la ciudad y del estado, como señalan Héctor Gutiérrez Cortinas y Romel José Escalona Pérez en el libro “Orquesta Mavare. Más de ciento diez años de Música”, ediciones del rectorado de la Universidad Centro Occidental “Lisandro Alvarado”.
Creada como banda para amenizar fiestas, nunca imaginó Guerrita, como cariñosamente lo llamaban, que aquel pequeño grupo de ocho intérpretes de varios instrumentos de vientos y cuerdas habría de ser en el tiempo la más importante referencia de la hoy llamada capital musical de Venezuela.
Guerra dirigió al grupo en su debut el 31 de diciembre de 1897 en esa primera presentación cuando no tenían nombre señalan documentos y testimonios de la época, según el cronista de Barquisimeto, Antonio Álamo. La banda amenizó un baile en la casa de don Aurelio Manzano, organizado por el médico Martín Alvizu para lo más connotado de la sociedad barquisimetana de entonces, sarao que comenzó a las nueve de la noche. ¡Y se danzó hasta altas horas de la madrugada!
En agosto del año siguiente, aunque Mavare nunca formó parte de la agrupación, en un gesto de rebeldía Guerra bautizó a la banda con el apellido del apreciado músico falconiano, Ramón Mavare, compositor y ejecutante del cornetín, quien murió a los 38 años por esos días debido a las torturas a que fuera sometido en la cárcel, como acostumbran las dictaduras. Cuentan que pasado de tragos, Mavare habría faltado el respeto al Secretario de Gobierno y fue arrestado y enviado a la cárcel de las tres torres.
Guerra entrega a Lucena
En 1915, cuando la banda estaba en plena efervescencia murió el padre de Miguel Antonio Guerra, quien afectado anímicamente por este deceso, renunció en su luto a la dirección de la agrupación fundada por él y entregó la batuta al clarinetista tocuyano Napoleón Lucena, quien la dirigió hasta 1966, a lo largo de 51 años, medio siglo.
La orquesta y su nuevo director desde entonces hicieron suya la devota tradición de tocar públicamente los 14 de enero un concierto de bienvenida a la ciudad a la imagen de la Divina Pastora en su peregrinación anual desde Santa Rosa.
Además de retretas, fiestas y bailes, la banda acompañaba los juegos de beisbol y unos de sus mejores ingresos fue el acompañamiento del cine silente, que dio gran impulso a la composición y estabilidad a la agrupación.
El repertorio de la banda en su primera época lo constituían piezas en su mayoría de sus integrantes y músicos de la región. Excelentes instrumentistas, muy buenos compositores estaban en los atriles de la banda que incursionaba con valses, bambucos, joropos, pasodobles, cuadrillas, polcas y mazurcas.
Endrina
El 31 de diciembre de 1932, Lucena estrenó en el teatro Juares Endrina, pieza recibida con gran afecto por el público que habría de traer una escandalosa anécdota en la ciudad, además de descubrir una debilidad amorosa del autor. Lucena enseñaba los secretos de la mandolina a la bella rubia de ojos azules Ana María Hendrina Hage, cuya belleza le alborotó el corazón y por intrigas entre músicos se atribuyó al compañero de la Mavare, también tremendo compositor Ángel María Abarca, ser el autor de la pieza.
Llamado Sansón por sus amigos, Abarca puso fin a la controversia en carta a la revista Notas del 8 de abril de 1934 donde aclaró que “no será la mano torpe de mi propia insidia, la Dalila sacrílega que me tronche este tesoro, al amparar yo con mi asentimiento, la falsa imputación del delito de fraude artístico con que resultaría manchada la frente luminosa de mi genial amigo, el Profesor Napoleón Lucena, verdadero autor del bambuco Endrina”.
Juancho Lucena
Lucena estuvo al frente de la Mavare hasta 1966 y murió el 1º de enero de 1970, pero ya había entregado la batuta a su hermano menor Juancho, quien también escribió interesantes páginas en la historia de la agrupación. Muy niño. Juancho tenía que subirse a un cajón para tocar el contrabajo, instrumento que a los 14 años dominada. “A duras penas lograba alcanzar el empinado cordaje del instrumento”, relató Raúl Azparren.
La pequeña Mavare
En 1930 Juancho se fue a Caracas a perfeccionarse con los grandes maestros y formó parte de la Orquesta Sinfónica Venezuela y en 1947, funda la Pequeña Mavare, contó Pascual Venegas Filardo. El Ateneo de Caracas auspició un ciclo de conferencias venezolanistas y para amenizar el tema “Lara, Tierra de Contrastes Geográficos”, bajo la conducción de Juancho Lucena se improvisó una orquesta de larenses que poco después tocó en la Asociación de Escritores Venezolanos y otras charlas. Así nació la Pequeña Mavare. Años después, Lucena confesaría con cierta picardía que la fundó “debido a que los instrumentistas de la orquesta grande se le estaban muriendo”.
La Pequeña Mavare también llenó un vacío por la música larense en la nostalgia caraqueña del contrabajista tocuyano. Otros llamaron a la agrupación de Juancho, la Sucursal de la Mavare en Caracas, de gran éxito y única en su género, escribió el periodista Carlos Ortega quien refería las presentaciones, serenatas, conciertos y retretas en la plaza Bolívar de Caracas y los conciertos dominicales por Radio Continente.
Huella y legado
Juancho cultivó con fervor a prueba de adversidades la música más refinada y contagiosa de una Venezuela distinta, la de los saraos y retretas de principios de siglo XX, época de mejillas sonrojadas y sentimentales arrebatos, además de mantener muy alto la huella del fundador Miguel Antonio Guerra y el legado de su hermano Napoleón, según Ortega. Con la Mavare caraqueña dio a conocer la música larense en los escenarios capitalinos y realizó una continua promoción de música instrumental venezolana por más de cuarenta años, celebrando como un acontecimiento capitalino las bodas de plata de la Pequeña Mavare e inspirando la fundación de la Orquesta Típica Nacional.
El 5 de diciembre de 1989, Juancho murió luego de cumplir la hermosa tarea de mantener el brillo y la sabrosura de nuestra música. Casi tres cuartos de siglo estuvieron los hermanos Lucena al frente de la Mavare, desde 1915 cuando Napoleón sustituyó en la dirección al fundador Miguel Antonio Guerra, hasta 1989 cuando la dejó Juancho Lucena, el hermano menor.
Posteriormente tomaron la batuta de la Mavare otros directores, Mario Armando Cordero, Arturo Marrero, Gilberto Giménez, Luis O. Giménez, José Elías Rivera, Valmore Fréitez y Ángel Eduardo Montesinos, quien la dirigió los últimos 14 años anteriores tras veinte años más como violinista, quien entregó la conducción a Liubalena González, primera mujer en dirigir a la emblemática Mavare. Y la única, hasta ahora.
Esperábamos tenerla mucho tiempo al frente de la orquesta por razones de estabilidad institucional y se ha dicho de ciertos choques con el rectorado por el repertorio, por cambios inesperados, por interferencias en la conducción de la orquesta, razones para que la experimentada educadora renunciara a la Ucla. También se comenta de envidias y mezquindades porque Liubalena González se había convertido en bella imagen de la orquesta, tema para una nueva crónica.
Entrevista cortesía diario El Informador