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San Valentín, nada que ver con Cupido

 

Juan José Peralta
Periodista


No son pocos quienes creen al Día de los Enamorados como un reciente invento de los comerciantes y de los centros comerciales para incrementar sus ventas, asunto de negocios y ganancias. Al contrario es una celebración muy antigua, que data del Imperio Romano.

Valen­tín era un sac­er­dote que ejer­cía en Roma hacia el siglo III, cuan­do gob­ern­a­ba el emper­ador Clau­dio II, quien decidió pro­hibir los mat­ri­mo­nios de los jóvenes porque a su juicio los solteros sin famil­ia eran mejores sol­da­dos, por ten­er  menos com­pro­misos. Los nece­sita­ba sin ataduras para sus ejérci­tos. Valen­tín con­sid­eró injus­to el decre­to y desafian­do al emper­ador, cel­e­bra­ba mat­ri­mo­nios en secreto.

Intrigas y martirio

 
El emper­ador Clau­dio II se enteró de las bodas a escon­di­das y como Valen­tín goz­a­ba de gran pres­ti­gio en Roma, lo llamó a pala­cio. El sac­er­dote aprovechó la ocasión para hablar­le del cris­tian­is­mo. Aunque en un prin­ci­pio Clau­dio II mostró interés, Calpurnio, el gob­er­nador de Roma y el ejérci­to lo per­suadieron para quitárse­lo de la cabeza.
 

Intri­garon con­tra Valen­tín y el emper­ador Clau­dio II ordenó encar­ce­lar­lo. Aster­ius, el ofi­cial encar­ga­do de apre­sar­lo y lle­var­lo a prisión quiso ridi­culizar­lo y pon­er­lo a prue­ba. Lo retó a devolver­le la vista a su hija Julia, cie­ga de nacimien­to. El cura acep­tó y en nom­bre de Dios le devolvió la vista a la muchacha.

El mila­gro de Valen­tín al dar­le la vista a su hija Julia, con­movió a Aster­ius y su famil­ia, quienes se con­virtieron al cris­tian­is­mo. Valen­tín sigu­ió pre­so y el débil emper­ador Clau­dio II final­mente ordenó que lo mar­t­i­rizaran y lo eje­cu­taran el 14 de febrero del año 270.

Agrade­ci­da al san­to, la joven Julia plan­tó un almen­dro de flo­res rosadas jun­to a su tum­ba y des­de entonces el almen­dro tam­bién es sím­bo­lo de amor y amis­tad duraderos.

Patrono de los enamorados 

Por esa labor de cel­e­brar mat­ri­mo­nios a escon­di­das San Valen­tín es recono­ci­do como el patrono de los enam­ora­dos y des­de hace bas­tante tiem­po es tradi­ción en muchos país­es, inclu­i­dos los anglosajones, y se ha implan­ta­do el día de su onomás­ti­co los 14 de febrero como Día de los Enam­ora­dos y en algu­nas partes Día del Amor y la Amistad.

Las flechas de Cupido

 
A San Valen­tín se le aso­cia con Cupi­do pero esa es otra his­to­ria. Rep­re­sen­ta­do por un niño con alas, con los ojos ven­da­dos y arma­do de arco y fle­chas, Cupi­do es un per­son­aje de la mitología romana y sim­boliza el deseo amoroso. No tiene que ver con San Valen­tín, aunque ambos son sím­bo­los del amor.La ver­sión más difun­di­da cuen­ta que Cupi­do es hijo de Venus, diosa del amor, la belleza y la fer­til­i­dad y de Marte, el dios de la guer­ra. ¡Por eso debe ser que el amor es tan complicado!
 

Según la mitología romana, Venus, su madre, no lo tenía con ella por temor a Júpiter, quien pre­vien­do el mal que el niño podía causar al uni­ver­so, quiso ful­mi­narlo al nac­er. Escondía a Cupi­do en los bosques donde fue ama­man­ta­do por fieras. Allí en el bosque, Cupi­do fab­ricó un arco con madera de fres­no y fle­chas de ciprés. Las fle­chas eran de dos especies: unas tenían pun­ta de oro, para con­ced­er el amor, las otras la tenían de plo­mo, para sem­brar el olvi­do y la ingrat­i­tud en los corazones.

Con­te­mos esta his­to­ria a la oril­la de una copa de vino (o de cocuy) por la belleza y sen­ti­do del amor y brindemos ¡Feli­ci­dades en el Día del Amor y la Amistad!

Con Alfre­do Sadel, el tenor de Venezuela Fre­nesí, de Alber­to Domínguez

CorreodeLara

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