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VIDEO | Dónde están los restos mortales de Simón Bolívar

 

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista


Es mi voluntad —dijo Simón Bolívar en su testamento— que después de mi fallecimiento mis restos sean depositados en la ciudad de Caracas, mi país natal”. Pues en cumplimiento de ese deseo, el Congreso Nacional aprobó el 29 de abril de 1842 un decreto, que firmó también el presidente José Antonio Páez, en donde ordenaban traer de Santa Marta, Colombia, los restos del Libertador. Se conformó una comisión de la cual hizo parte el geógrafo Agustín Codazzi, quien finalmente no viajó.

Sin embar­go, hay que ano­tar que Bolí­var fal­l­e­ció en 1830 y doce años después las pasiones políti­cas en favor y en con­tra del Padre dela Patria, comen­zaron a mer­mar, per­mi­tien­do el retorno de los restos a su país de ori­gen, pero muerto. 

En las cróni­cas encon­tramos que para el arri­bo de los vene­zolanos comi­sion­a­dos para repa­tri­ar los restos de Bolí­var, las gentes de San­ta Mar­ta embel­lecieron la local­i­dad, la asearon, las pare­des de las casas fueron blan­queadas; sus puer­tas, bal­cones y ven­tanas, pin­ta­dos; la cat­e­dral adereza­da con esmero en sus altares, efi­gies, frontales, col­gaduras, velos. Impo­nente estu­vo la ciu­dad, tan­to que has­ta el mar se puso de leva.

Los restos esta­ban en la Cat­e­dral Basíli­ca, orig­i­nal­mente en la bóve­da de la famil­ia Díaz Grana­dos. En 1834 hubo un ter­re­mo­to en la ciu­dad. Para evi­tar des­gra­cias futuras los restos del Lib­er­ta­dor se deposi­taron en un sitio más seguro, deba­jo de una láp­i­da o losa de már­mol que se tra­jo de Esta­dos Unidos.

El 20 de noviem­bre de 1842 se hizo una cer­e­mo­nia espe­cial para la aper­tu­ra de la bóve­da, en donde estu­vieron, además de la del­e­gación vene­zolana, autori­dades nacionales y regionales del país. Al des­cubrirse la caja de madera que encerra­ba una de plo­mo, la primera esta­ba hecha peda­zos, pero la otra se encon­tró entera. Quienes se hal­la­ban allí, todos, quisieron ver los restos des­cu­bier­tos y además pedían que se les diera parte de los mis­mos, para ten­er un recuerdo.

Con­clu­i­da la cer­e­mo­nia, la comisión granad­i­na pidió a la vene­zolana que la pequeña urna que con­tenía el corazón y demás entrañas del Lib­er­ta­dor se dejara en la bóve­da en donde esta­ba, para que la Nue­va Grana­da con­ser­vara algo de sus restos.

La correspondencia cruzada

“San­ta Mar­ta, noviem­bre 20 de 1842: El infra­scrito tiene el hon­or de diri­girse a los exce­len­tísi­mos señores comi­sion­a­dos de Venezuela para decir a sus exce­len­cias que la Comisión granad­i­na que pre­side (sic) ha acor­da­do pedir que se deje la pequeña urna que con­tenía el corazón del Lib­er­ta­dor, pues desean que la Nue­va Grana­da con­serve algo de tan pre­ciosos restos, y si su peti­ción es ase­quible harán que dicha urna quede colo­ca­da en el mis­mo sepul­cro que la con­tenía. El infra­scrito reit­era a los exce­len­tísi­mos señores comi­sion­a­dos de Venezuela los sen­timien­tos de respeto y con­sid­eración con que se suscribe de sus exce­len­cias, muy obe­di­ente servi­dor, Joaquín Posa­da Gutiérrez.

Posa­da Gutiér­rez, quien era el gob­er­nador, recibió una con­testación favor­able, que decía: “Los infra­scritos comi­sion­a­dos por el Gob­ier­no de Venezuela para recibir y trasladar los restos del Lib­er­ta­dor, se han impuesto del con­tenido de la nota de V. E. con fecha de hoy, pidi­en­do a nom­bre de la Comisión granad­i­na que pre­side, la urna pequeña que con­tiene el corazón y demás entrañas del Lib­er­ta­dor; y han acor­da­do con la may­or sat­is­fac­ción con­ced­er­la des­de luego, con la entera con­fi­an­za de que su Gob­ier­no no sólo apro­bará sino aplaudirá esta medi­da. Ellos repiten a V. E. la expre­sión de sus sen­timien­tos de con­sid­eración y apre­cio con que son de V. E., muy aten­tos servi­dores. José Var­gas, José María Car­reño, Mar­i­ano Uztariz”.

Trasla­do de los restos mor­tales del Lib­er­ta­dor Simón Bolí­var des­de Colom­bia a Venezuela

Sólo polvo

“Abier­ta la urna —dice el gen­er­al Posa­da Gutiér­rez en sus Memo­rias— sólo con­tenía tier­ra, esa tier­ra o pol­vo en que todos nos hemos de con­ver­tir. En la Cat­e­dral de San­ta Mar­ta quedó y allí debe quedar: San­ta Mar­ta merece con­ser­var­las”. El Con­gre­so granadi­no de 1843 dis­pu­so que se erigiera un mon­u­men­to en Bogotá donde fuera deposi­ta­da la urna, que nun­ca se llevó, y en San­ta Mar­ta nadie sabe dónde está.

Pero el triste des­ti­no del corazón del Lib­er­ta­dor en San­ta Mar­ta, con­tin­uó tan­to que fue víc­ti­ma de otra trage­dia. Durante la guer­ra que dirigió el gen­er­al Tomás Cipri­ano de Mos­quera con­tra el pres­i­dente Mar­i­ano Ospina Rodríguez, en diciem­bre de 1860, la cat­e­dral de la ciu­dad fue prác­ti­ca­mente destru­i­da y el corazón tam­bién se espar­ció por el altar mayor.

Foto de por­ta­da: Restos mor­tales de su exce­len­cia El Lib­er­ta­dor Simón Bolí­var expuestos durante el pro­ce­so de exhumación el 16 de Julio de 2010. El acto se pro­du­jo de man­era sor­pre­si­va por instruc­ciones del entonces pres­i­dente Hugo Chávez
 

CorreodeLara

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