Crónicas

Diáspora de los caraqueños en 1814: La emigración forzosa a oriente

 

Para la causa independentista 1814 fue un año de verdadera tragedia, una etapa sangrienta que provocó la calamitosa huida de los caraqueños hacia el oriente venezolano e islas vecinas ante el temor a las vejaciones y crueldades de las hordas del caudillo español José Tomas Boves quien en Valencia cometió toda suerte de villanías y crímenes al frente de las tropas leales al reino de España.

La actu­al sal­i­da intem­pes­ti­va y masi­va de vene­zolanos por las fron­teras de Brasil y Colom­bia y por los aerop­uer­tos a difer­entes des­ti­nos por mejores opor­tu­nidades, cal­i­dad de vida, seguri­dad y recur­sos para su gente nos recuer­da la sal­i­da de los caraque­ños en julio de 1814 ante el anun­cio de la lle­ga­da del temi­do jefe realista.

Con­fi­na­do a la Cap­i­tanía Gen­er­al de Venezuela, este asturi­ano se instaló en los llanos donde aprendió a con­vivir con negros, mulatos, mes­ti­zos e indios a quienes trata­ba como iguales y ellos a lla­mar­lo tai­ta (papá) y recono­cer­le su lid­er­az­go que más tarde lo con­ver­tirían en caudil­lo de sus tropas de llaneros.

Al estal­lar la guer­ra de inde­pen­den­cia el asturi­ano quiso apo­yar la causa lib­er­taria pero su expe­ri­en­cia mil­i­tar y habil­i­dades de jinete fueron des­pre­ci­a­dos por los criol­los de Cara­cas y acu­sa­do de traidor lo sen­ten­cia­ron a muerte en San Car­los, su pulpería saque­a­da y que­ma­da y su mujer la mula­ta María Trinidad Bolí­var, asesina­da frente a su hijo José Trinidad Bolívar.

Simón Bolí­var encabezó la mar­cha de los caraque­ños a ori­ente en 1814

Lib­er­a­do por los real­is­tas al tomar Cal­abo­zo en 1812 se unió al ejérci­to de Domin­go Mon­teverde y así ini­ció su cor­ta pero san­gri­en­ta vida mil­i­tar al par­tic­i­par en la toma y saqueo de San Juan de los Mor­ros donde por su val­or fue des­ig­na­do coman­dante de la caballería de Calabozo.

En 1813 des­de Colom­bia los ofi­ciales vene­zolanos al man­do de Simón Bolí­var comen­zaron su Cam­paña Admirable bajo el temi­ble Decre­to de Guer­ra a Muerte dic­ta­do el 15 de junio en Tru­jil­lo y  des­de ori­ente San­ti­a­go Mar­iño, José Fran­cis­co Bermúdez y Manuel Piar insta­laron la resisten­cia des­de Barcelona.

Ante el avance tri­un­fante de Bolí­var, Caji­gal se unió a Mon­teverde y ordenó a Boves reclu­tar jinetes para su ejérci­to quien lo hizo con las prome­sas de botín y revan­cha con un gri­to demagógi­co, pop­ulista y cla­sista: ¡Guer­ra a los blan­cos explota­dores del par­do y del indio! ¡Las tier­ras de los blan­cos para los par­dos!,

El 6 de agos­to Bolí­var entró a Cara­cas y proclamó la Segun­da Repúbli­ca, mien­tras el caudil­lo asturi­ano al frente de sus mon­ton­eras respondió en los llanos con su ban­do de Guaya­bal, lla­man­do a las clases pop­u­lares a tomar las armas con­tra los man­tu­anos en nom­bre “del Rey, la Religión y la San­ta Causa” desa­tan­do el más bru­tal peri­o­do de la guer­ra venezolana.

Per­di­da la Segun­da Repúbli­ca en la batal­la de La Puer­ta, Boves asedió a Valen­cia el 19 de junio brava­mente defen­di­da por la ciu­dad que durante 21 días aguan­tó la arremeti­da has­ta capit­u­lar ante el ofrec­imien­to de respeto a la vida y bienes de los valen­cianos. Ese mis­mo día Boves ordenó a su lugarte­niente José Tomás Morales una degol­li­na y la segun­da noche –relató el his­to­ri­ador Augus­to Mijares– reunió a las mujeres en una fies­ta en la casa de Miguel Malpi­ca y mien­tras a latiga­zos las hacía bailar el “piquiri­co”, afuera los hom­bres eran lancea­d­os como ani­males en una orgía de san­gre pro­lon­ga­da por var­ios días.

La noti­cia de los ter­ri­bles asesinatos llegó a Cara­cas con el anun­cio del avance de Boves y Bolí­var solo tenía 1200 sol­da­dos para la defen­sa de la ciu­dad, muchos de ellos heri­dos. Por temor a que los esclavos se sumaran a las huestes del san­guinario asturi­ano decidió aban­donar la ciu­dad de unos 30 mil habitantes.

Luisa Cáceres de Aris­men­di, fue una de las heroí­nas en el éxo­do a ori­ente en 1814

Antes de la reti­ra­da los patri­o­tas saque­aron las reliquias de pla­ta y oro de las igle­sias para evi­tar su usurpación por los real­is­tas, tesoro embar­ca­do por Mar­iño en la flota del cor­sario Gio­van­ni Bianchi quien ter­minó robándoselo.

El 6 de julio de 1814 Bolí­var ini­ció la reti­ra­da hacia ori­ente con esca­sos sol­da­dos para pro­te­ger a unos veinte mil civiles deci­di­dos a sal­varse de las cru­el­dades de Boves quien despo­jó de sus car­gos a Caji­gal y se autonom­bró capitán gen­er­al, gob­er­nador de la provin­cia, pres­i­dente de la Real Audi­en­cia, jefe políti­co de Venezuela y coman­dante en jefe del ejérci­to español.

Al atarde­cer del 16 de julio Boves entró a Cara­cas procla­man­do degüel­lo gen­er­al con­tra los blan­cos, pero al no encon­trar resisten­cia pub­licó un indul­to y sólo fueron ajus­ti­ci­a­dos los señal­a­dos de actu­ar con­tra los españoles. A esa mis­ma hora los emi­gra­dos per­nocta­ban en Guare­nas para seguir al día sigu­iente por Araira hacia Barloven­to por las mon­tañas de Capaya donde tomaron por dos vías: un sendero salía a Río Chico y por la oril­la del mar hacia a Píritu tocan­do Boca de Uchire, lla­ma­do “el camino de la cos­ta” y “el camino de afuera” por Cúpi­ra a Sabana de Uchire rum­bo a Clar­ines por Guanape.

Los emi­gra­dos lle­garon a Barcelona a fines de julio pero en el trayec­to murieron unas doce mil per­sonas víc­ti­mas de la inclemen­cia, de las fieras y mord­e­duras de ser­pi­entes, por ham­bre y los ataques de los llaneros que los ase­di­aron durante la “Emi­gración a Ori­ente”, pin­ta­da por Tito Salas (ima­gen). Algunos sobre­vivientes se embar­caron hacia las Antil­las mien­tras la guer­ra se inten­si­fi­ca­ba a Barcelona, Cumaná, Carú­pano, Maturín y Mar­gari­ta con su baño de san­gre y desolación.

Entre los per­son­ajes ilus­tres de la emi­gración dirigi­da por Bolí­var iban dos damas de pos­te­ri­or fig­u­ración en la guer­ra, Eulalia Buroz y Luisa Cáceres de Aris­men­di quien durante la trav­es­ía perdió cua­tro famil­iares y sólo quedaron ella, su madre y un her­mano menor. 

El 5 de diciem­bre en el cam­po de Uri­ca el san­guinario asturi­ano fue lancea­do por el patri­o­ta Pedro Zaraza y de 32 años José Tomás Boves con toda seguri­dad tomó camino al infierno.

POR Juan José Peralta

CorreodeLara

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