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Ezequiel Zamora no está en el Panteón Nacional

 

Para que en las tropas liberales que sitiaban a San Carlos aquel fatídico 10 de enero de 1860 no cundiera el desaliento por la muerte de Ezequiel Zamora, la mala noticia se guardó en el mayor secreto.


Aque­l­la muerte sor­pre­si­va tuvo dis­tin­tas ver­siones escribió en su “His­to­ria Con­sti­tu­cional de Venezuela” el his­to­ri­ador bar­quisimetano José Gil For­toul: “Para unos la bala par­tió del cam­po fed­er­al y has­ta citan como vic­ti­mario a un ofi­cial lla­ma­do Morón, acusán­do­lo de haber obe­de­ci­do a órdenes de Fal­cón y Guzmán Blan­co, para evi­tar que Zamo­ra se alzase con el Gob­ier­no después del tri­un­fo defin­i­ti­vo. Para otros, y son los más, no cabe duda que la bala sal­ió del cam­po enemigo”.

En “Tiem­po de Zamo­ra”, según el his­to­ri­ador Fed­eri­co Brito Figueroa en la torre de la igle­sia de San Juan de la ciu­dad de San Car­los, ocu­pa­da por los fed­er­al­is­tas, se apos­tó el sar­gen­to Morón, espaldero de Fal­cón, quien con un rifle de su jefe fue el autor del disparo.

Eze­quiel Zamo­ra, mil­i­tar y políti­co vene­zolano. (ARCHIVO EL NACIONAL)

El his­to­ri­ador bar­inés José León Tapia, autor de “Por aquí pasó Zamo­ra”, cuen­ta que el gen­er­al Anto­nio Guzmán Blan­co recibió en sus bra­zos el cadáver de Zamo­ra, lo envolvieron en una chamar­ra de su uso y ocul­taron la noti­cia para no desmor­alizar a las tropas. Guzmán colocó el cadáver en la mesa del come­dor de la famil­ia Acuña y cor­rió a infor­mar­le a su cuña­do, el gen­er­al Juan Crisós­to­mo Fal­cón quien había excla­ma­do ¡San­to Dios!

A la una de la madru­ga­da del 11 de enero, Guzmán volvió con cua­tro sol­da­dos y enter­raron los restos de Zamo­ra envuel­to en su chamar­ra y cubier­to con una hamaca, en el patio de la casa de los Acuña y bor­ró todo ves­ti­gio del lugar, aunque allí fueron sepul­ta­dos otros muertos.

La guer­ra final­izó con la fir­ma del Trata­do de Coche en abril de 1863. El gen­er­al José Anto­nio Páez recono­ció la vic­to­ria de los fed­er­al­is­tas y el vence­dor gen­er­al Fal­cón es el nue­vo caudillo.

Los restos desaparecieron

En sep­tiem­bre de 1868, los gen­erales Deside­rio Esco­bar –edecán de Zamo­ra– y Ramón Gar­cía declararon haber exhuma­do los restos de Zamo­ra y vela­dos en capil­la ardi­ente en el cuar­tel de artillería de Valen­cia, luego lle­va­dos a la igle­sia de La Vic­to­ria por el gen­er­al Rafael Carabaño has­ta su trasla­do el 19 de abril de 1869 a la sac­ristía de la igle­sia de Los Teques por el sac­er­dote Ger­ar­do Lar­rain. Según el his­to­ri­ador Manuel Lan­dae­ta Ros­ales, desa­parecieron des­de 1894

En 1870 Guzmán Blan­co pasó por San Car­los y sin apearse del cabal­lo señaló con su espa­da dónde enter­ró a Zamo­ra y ordenó su trasla­do a Cara­cas. Poco tiem­po después el 4 de abril de 1870 fueron exhuma­dos unos restos por el gen­er­al Luis Caspers Zamo­ra, sobri­no del caudil­lo. Deposi­ta­dos pro­vi­sion­al­mente en la igle­sia de San Juan, los lle­varon a Valen­cia y en sep­tiem­bre por Puer­to Cabel­lo embar­ca­dos a La Guaira, quedan­do deposi­ta­dos en la igle­sia par­ro­quial. El 13 de noviem­bre de 1872 los supuestos restos de Zamo­ra fueron inhu­ma­dos en la igle­sia de la San­tísi­ma Trinidad, declar­a­da Pan­teón Nacional por Guzmán Blan­co el 11 de febrero de 1876. El his­to­ri­ador Gil For­toul lo advir­tió: “Respec­to de los restos lle­va­dos al pan­teón, puede ya afir­marse rotun­da­mente que son falsos”.

Juan José Peralta
Periodista

CorreodeLara

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