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Rafael Cadenas: “En Venezuela nos urge instaurar la normalidad, que sólo puede ser democrática”

 

El poeta bar­quisimetano Rafael Cade­nas recibió este 23 de octubre de manos de la reina Sofía el XXVII Pre­mio Reina Sofía de Poesía Iberoamer­i­cana en la Uni­ver­si­dad de Sala­man­ca y pro­nun­ció un dis­cur­so en el que defendió la lib­er­tad y reivin­dicó la democ­ra­cia como úni­ca for­ma de instau­rar la nor­mal­i­dad en Venezuela. Cade­nas describió sus vín­cu­los con España a través de la lit­er­atu­ra, primero con la Gen­eración del 27, Alber­ti, Gar­cía Lor­ca, Sali­nas, Miguel Hernán­dez, Guil­lén, Luis Cer­nu­da y León Felipe, después con los autores del 98, Una­muno, Macha­do, Juan Ramón Jiménez y Azorín y con­cluyó con los aportes de los exil­i­a­dos lle­ga­dos a Venezuela durante o después de la guer­ra civ­il, como Gar­cía Bac­ca, Gras­es, Gar­cía Pelayo, Mar­co Aure­lio Vila, Juan Niño, Fed­eri­co Riu, Manuel Granel, Mateo Alon­so y San­ti­a­go Mag­a­r­iños, entre otros. Este es el tex­to del discurso:

Seño­ra, señor Rec­tor, señor Pres­i­dente del Pat­ri­mo­nio Nacional, autori­dades, famil­iares y ami­gos. Este es un inmen­so honor. 

Debo decir, una vez más, gra­cias. Esta pal­abra es muy impor­tante. Se usa para agrade­cer, como en este momen­to, un bien recibido que además viene de la mano de la Reina Sofía y de las autori­dades de la más antigua uni­ver­si­dad españo­la, por aña­didu­ra, en la con­mem­o­ración de los ochocien­tos años de su creación. Este cumpleaños la desta­ca entre las de más en edad en el mundo. 

Poeta bar­quisimetano Rafael Cadenas

En otro ámbito, el de la políti­ca, per­mí­taseme una ref­er­en­cia difer­ente al moti­vo que nos reúne. Hay pal­abras tan prin­ci­pales como aquél­la, por ejem­p­lo, lib­er­tad, jus­ti­cia, democ­ra­cia, civis­mo, hon­esti­dad; las cuales cuan­do se ausen­tan de un país tor­nan muy difí­cil para sus ciu­dadanos el hecho de vivir realmente. 

Esas pal­abras, además, deben cor­re­spon­der a lo que des­ig­nan, si no habría que recur­rir a lo que Con­fu­cio llam­a­ba rec­ti­fi­cación de los nom­bres, que se ase­me­ja a nues­tra ade­quat. Es que en Venezuela nos urge instau­rar la nor­mal­i­dad, que sólo puede ser democráti­ca. Pero no voy a aden­trarme en este pun­to porque no es la ocasión de hacerlo.

Quisiera sí señalar la impor­tan­cia del lengua­je en el ejer­ci­cio de la políti­ca. Tiene la enorme tarea de enfrentarse a la neolen­gua de todo total­i­taris­mo, un peli­gro para los seres humanos porque los vuelve abso­lu­ta­mente depen­di­entes del Esta­do. Aho­ra, voy a decir­les mis vín­cu­los con España. A ella me une pro­fun­da­mente la lengua. Sobre esta relación no es nece­sario insi­s­tir. Menos evi­dente es la que he tenido con su lit­er­atu­ra. Comencé a leer­la sien­do muy joven, creo que a los catorce años, y me cautivó. 

El des­file empezó con la Gen­eración del 27. Rafael Alber­ti, Fed­eri­co Gar­cía Lor­ca y Pedro Sali­nas fueron los primeros con quienes estuve. Debo men­cionar tam­bién a Miguel Hernán­dez, cuya poesía se adhiere tan­to a la memo­ria, y a León Felipe, que pere­grinó por His­panoaméri­ca dicien­do sus poe­mas y quien, a su vez, se ade­lan­tó en España, como Walt Whit­man en Norteaméri­ca, a la ampliación del poe­ma, la cual lo her­mana con la prosa. Recordemos que ya Lor­ca llam­a­ba prosía a los poe­mas de Sali­nas. Más tarde, leí a Jorge Guil­lén y a Luis Cer­nu­da. Luego pasé a los autores del 98. Anto­nio Macha­do, Juan Ramón Jiménez, Azorín, y a Miguel de Una­muno, nom­bre insep­a­ra­ble de esta uni­ver­si­dad. Este des­per­ta­dor de almas llegó tem­pra­no a Venezuela a través de las edi­ciones argenti­nas. De ellas ten­go casi toda su obra. 

De Una­muno me intere­sa, además de su esti­lo, lo que él llam­a­ba instin­to de char­la, su lib­er­al­is­mo y la idea de intrahis­to­ria que realza a la gente del común, que no entra en la his­to­ria pero sostiene todo. En cuan­to a la riña con Orte­ga y Gas­set sobre lo de españolizar a Europa o europeizar a España creo que lo resolvió la creación de la Unión Euro­pea. Como soy un gus­ta­dor de la prosa, ¿qué amante del idioma no lo es?, dis­fruté la de todos los mencionados.

La pal­abra cri­sis apli­ca­da a Venezuela es un eufemis­mo. Nues­tra situación es algo que va más allá de la cri­sis. Es de sal­i­da muy difícil.

A mi regre­so de Trinidad, a donde me exil­ió una de nues­tras habit­uales dic­taduras, que fue der­ro­ca­da por un sec­tor del pueblo y del ejérci­to, la vida me llevó de la mano a estu­di­ar en la Escuela de Letras de la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela. Después di clases por más de trein­ta años, y en esa época una de las prin­ci­pales mate­rias a mi car­go fue la de poesía españo­la. Con­tinúo este recuen­to. Con mi esposa, y gra­cias a ella, recor­ri­mos mucho España. Ini­cial­mente por ini­cia­ti­va propia, después por invita­ciones de la Res­i­den­cia de Estu­di­antes, lugar sagra­do para mí, Casa de Améri­ca, o fes­ti­vales como Poe­mat; a cada paso encon­trábamos ras­gos de nues­tra filiación.

Aho­ra me referiré a un hecho cap­i­tal de nues­tra his­to­ria que a menudo se olvi­da: la lle­ga­da a Venezuela de los exil­i­a­dos españoles durante o después de la guer­ra civ­il. Fueron miles y entre ellos vinieron pro­fe­sores, cien­tí­fi­cos, escritores, que con­tribuyeron deci­si­va­mente con nues­tra cul­tura. Como Juan David Gar­cía Bac­ca, Pedro Gras­es, Manuel Gar­cía Pelayo, Mar­co Aure­lio Vila, Juan Niño, Fed­eri­co Riu, Manuel Granel, Guiller­mo Pérez Enciso, Mateo Alon­so, San­ti­a­go Mag­a­r­iño y muchos otros. Todos dejaron su impronta per­durable en nosotros. Quisiera nom­brar a otros, pero en razón de su can­ti­dad no puedo. En real­i­dad vinieron españoles de todas las profesiones.

Hace años se pub­licó en Cara­cas un libro de dos tomos con biografías breves de ellos, aunque no de todos, y en 2015 apare­ció el libro Human­istas españoles en Venezuela, com­pi­la­do por el escritor Tulio Hernán­dez, hoy exil­i­a­do de Venezuela. Les daré una idea de lo dicho. Yo hice el bachiller­a­to en una ciu­dad del inte­ri­or, Bar­quisime­to, que orig­i­nar­i­a­mente se llamó Nue­va Segovia de Bar­quisime­to, y recibí clases de tres pro­fe­sores españoles. Es decir, no sólo tra­ba­jaron en las uni­ver­si­dades, sino tam­bién en el Insti­tu­to Pedagógi­co, en los liceos de Cara­cas y de otras ciudades.

Antes de con­cluir, debo agrade­cer­le a la pro­fe­so­ra Car­men Ruiz Bar­rionue­vo lo que a su vez ha hecho aquí por nosotros con el apoyo de la Uni­ver­si­dad de Sala­man­ca. Ella fundó hace años la cát­e­dra que lle­va el nom­bre de un gran poeta vene­zolano, José Anto­nio Ramos Sucre, a fin de cono­cer la poesía vene­zolana. Merece un gran reconocimien­to de parte nuestra.

En una entre­vista dije que la pal­abra cri­sis apli­ca­da a Venezuela es un eufemis­mo. Nues­tra situación es algo que va más allá de la cri­sis. Es de sal­i­da muy difí­cil. Ter­mi­no con una obser­vación tal vez opor­tu­na. Creo que los nacional­is­mos son abom­inables. Traen odios, con­flic­to, guer­ra. Ojalá apren­damos y opte­mos por la amis­tad entre las naciones; por eso he evo­ca­do la que existe entre Venezuela y España, no sin recor­dar­les a los que ata­can este país que lo hacen en español.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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