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San Francisco fue catedral de Barquisimeto por tres siglos

 

Des­de 1636, por 314 años la igle­sia San Fran­cis­co de Asís ubi­ca­da en el corazón de la ciu­dad frente a la actu­al plaza Lara, fue la cat­e­dral de Bar­quisime­to, siem­pre bajo el ase­dio de los ter­re­mo­tos que algu­nas veces inter­rumpieron su fun­ción canóni­ca, a la larga moti­vo para bus­car­le sustituto.

El ter­re­mo­to de 1812 que hizo excla­mar en Cara­cas a Simón Bolí­var “si la nat­u­raleza se opone, luchare­mos con­tra ella y hare­mos que nos obe­dez­ca”, tam­bién destruyó la cat­e­dral bar­quisimetana, con­struc­ción que data de unos 380 años, cuan­do se ini­ció con per­miso del gob­er­nador Fran­cis­co Núñez Mele­na, des­de su res­i­den­cia en Puer­to Rico.

Lle­ga­dos al vir­reina­to de Nue­va Grana­da en 1519, al de Nue­va España en 1524 y al del Perú en 1532, los fran­cis­canos fueron los primeros en evan­ge­lizar en el Nue­vo Mun­do y fun­dadores de igle­sias y con­ven­tos, muchos de ellos con el nom­bre de San Fran­cis­co, como este de Bar­quisime­to ofren­da­do a su men­tor San Fran­cis­co de Asís.

El santo patrono

Ima­gen de San Fran­cis­co de Asís de la antigua cat­e­dral de Barquisimeto

Hijo del rico com­er­ciante Gio­van­ni di Pietro Bernar­done y de su esposa Pica en la local­i­dad de Asís, donde nació entre 1181 y 1182, Fran­cis­co de Asís o Francesco d’Assisi fue un san­to ital­iano, diá­cono, fun­dador en la Edad Media de la recono­ci­da Orden Fran­cis­cana, de una segun­da orden de las Her­manas Clar­isas y una ter­cera orden seglar, todas bajo la autori­dad de la igle­sia católica. 

Joven soñador enam­ora­do de la poesía, tras años de vida ale­gre y mun­dana vivió una cri­sis espir­i­tu­al, después de haber caí­do pri­sionero de guer­ra y haber pade­ci­do una grave enfer­medad renun­ció a su heren­cia pater­na y a sí mis­mo. En este momen­to com­prendió el lla­ma­do espir­i­tu­al y la labor que debía empren­der. Luego de su lib­eración, sin­tió gran necesi­dad de seguir a Cristo en esta­do de pobreza. Ven­er­a­do en todo el mun­do, no en balde el actu­al Papa lle­va su nombre.

Se vino al suelo

En 1812 la igle­sia de San Fran­cis­co quedó reduci­da a escom­bros por el ter­re­mo­to que tam­bién dejó en el sue­lo las casas colo­niales de Bar­quisime­to. En 1865 fue recon­stru­i­do pero en agos­to de 1950 otro sis­mo, el ter­re­mo­to de El Tocuyo, de nue­vo causó serios daños al tem­p­lo fran­cis­cano, quedan­do en pie sólo la torre del cam­pa­nario con­stru­i­do en 1865 y el reloj que data de 1888.

Debido a los daños el Min­is­te­rio de Obras Públi­cas decidió demol­er la antigua edi­fi­cación y ante la oposi­ción de la ciu­dad, al final el viejo tem­p­lo fue de nue­vo recon­stru­i­do aunque ya se había deci­di­do lev­an­tar una nue­va catedral.

Mien­tras repara­ban a San Fran­cis­co y con­struían la nue­va igle­sia, por poco tiem­po sus respon­s­abil­i­dades litúr­gi­cas pasaron al tem­p­lo de la Inmac­u­la­da Con­cep­ción, frente a la plaza Bolí­var, según tradi­ciones la primera edi­fi­cación reli­giosa con­stru­i­da en Bar­quisime­to y de larga his­to­ria como humilde capil­la de bahareque con techo de paja que poco a poco se fue trans­for­man­do en una estruc­tura más sól­i­da y llegó a ten­er una torre de cua­tro cuer­pos has­ta 1736, cuan­do quedó en ruinas por un nue­vo movimien­to sísmico.

La igle­sia de la Inmac­u­la­da Con­cep­ción fue recon­stru­i­da pero destru­i­da de nue­vo por el ter­re­mo­to de 1812 y gra­cias a los esfuer­zos y la tenaci­dad del cura Macario Yépez –cuyos restos reposan allí– se logró su recon­struc­ción y el actu­al tem­p­lo fue rein­au­gu­ra­do en 1853. Allí tam­bién estu­vieron sepul­ta­dos los restos del prócer y héroe epón­i­mo Juan Jac­in­to Lara, has­ta ser traslada­dos al Pan­teón Nacional en 1911. Al igual que los de José Espir­i­tu­san­to Gil Gar­cía, el Pelón Gil, héroe de la Guer­ra Fed­er­al y gob­er­nador de Bar­quisime­to. En el tem­p­lo están enter­ra­dos los obis­pos Ague­do Felipe Alvara­do y Enrique Amburg.

Una nueva catedral

El auge cada vez may­or de asis­tentes a la pro­ce­sión que todos los 14 de enero nos con­vo­ca en la advo­cación mar­i­ana de la Div­ina Pas­to­ra, hizo nece­saria la con­struc­ción de la nue­va cat­e­dral. Las dimen­siones de la pere­gri­nación de man­era defin­i­ti­va obligarían desplazarla a espa­cios más amplios como ha sucedido.

En 1953 se ini­ció la actu­al Cat­e­dral Met­ro­pol­i­tana de Bar­quisime­to, ubi­ca­da en la aveni­da Venezuela entre Simón Rodríguez y calle 30 bajo dis­eño del arqui­tec­to Jahn Bergkamp, una de las estruc­turas de la ciu­dad que más lla­ma la aten­ción. Se con­cluyó en 1968, un con­traste de sim­pli­ci­dad, una de las más orig­i­nales del continente.

El techo de la Cat­e­dral Met­ro­pol­i­tana de Bar­quisime­to está for­ma­do por pan­e­les de acríli­co, sostenidos por una red de nervios hechos con cables de acero recu­bier­tos de con­cre­to y tiene dos alas unidas a través de una torre cen­tral tam­bién muy orig­i­nal y según su creador, se requir­ió de exten­sos cál­cu­los estruc­turales así como extremo cuida­do y pre­cisión en la construcción.

Con­trario a las tradi­cionales igle­sias católi­cas, su cam­pa­nario es exter­no. Vista des­de arri­ba su for­ma exte­ri­or es de una flor boca aba­jo. Otra flor. Aho­ra ten­emos dos flo­res en la arqui­tec­tura de la ciu­dad. Dos flo­res entre los íconos bar­quisimetanos, con la Flor de Han­nover cono­ci­da como la Flor de Venezuela.

Para los enam­ora­dos de la ciu­dad, de los val­ores del pat­ri­mo­nio edi­fi­ca­do, de la bar­quisimetanei­dad, la igle­sia de San Fran­cis­co sigue sien­do una especie de cat­e­dral sen­ti­men­tal y aún se recuer­da con sus bar­bas a los capuchi­nos de hábito col­or mar­rón, ceñi­do a la cin­tu­ra el cordón fran­cis­cano de tres o cin­co nudos, cam­i­nar por la plaza del tem­p­lo al con­ven­to, las­ti­mosa­mente desaparecido.

POR Juan José Peralta
Periodista

Imá­genes CorreodeLara.com

CorreodeLara

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