Café: aroma del progreso económico y cultural de Lara
Carlos Giménez Lizarzado
Historiador
La caficultura con una frontera abierta incorporó la realidad venezolana en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX a la onda expansiva de la economía mundial capitalista. Las implicaciones de este proceso fueron significativas en la estructura económica de un país devastado en la producción y en lo social después del huracán de la Guerra Federal. A partir del pacto de Coche (1863), triunfo del acuerdo político liberal, la dinámica nacional experimentó un eventual crecimiento económico levantado sobre la exportación del café, que en el mercado europeo registró una importante demanda en el tiempo cronológico 1870 a 1925 aproximadamente.
Este producto como rubro fundamental en el comercio exterior en el periodo mencionado, generó una acumulación de capital que a su vez permitió algunos cambios en la estructura económica, social y cultural venezolana, que se conoce en nuestra historia como “modernidad guzmancista” y luego, la prosperidad en las primeras décadas del gomecismo, como “progreso social”. Estas afirmaciones con una dosis de verdad, encierran un proceso más complejo, ya que pese al aclamado progreso, se evidenció con el auge cafetalero, estancamiento y regresiones en la realidad social de Venezuela.
Sin embargo, es posible resaltar los grupos sociales que se beneficiaron con la renta del cafeto y sus implicaciones en el país para el periodo del auge. En este sentido, por un lado se acentuó el latifundio y sus derivados con la pequeña propiedad y por el otro, se evidencia la consolidación del capital comercial promovido por factores foráneos y nacionales. La pirámide social se diversificó, pues el sector comerciante y al amo del suelo le siguieron pequeños productores y comerciantes – productores, que de acuerdos a las realidades locales y regionales, lograron insertarse en el circuito internacional del café.
En este contexto es importante conocer que no sólo los espacios andinos participaron en el desarrollo agroexportador venezolano, son que en el caso del Estado Lara, hubo una significativa producción cafetalera llegando a ocupar el segundo y cuarto lugar en el mercado nacional e igualmente, con el café de Duaca, el primer lugar por el peso y el aroma, atributos que para los años 1870 – 1925, eran indicadores de un buen grano.
Ya en los “Apuntes Estadísticos del Estado Barquisimeto” (Caracas, 1876), se reseña la importancia del cultivo en nuestra región: “El departamento en Barquisimeto está expedito a todo movimiento industrial, pues terreno y topografía se allanan ventajosamente al desarrollo de la agricultura, comercio, artes y cría de ganado vacuno, cabrío y lanar. El cultivo del café prevalece en los Distritos de Duaca y Bobare y según informes de personas competentes, los productos de este artículo no bajan de 1.386.272 kgs. En el año”.
Este antecedente colocará a la región como importante productor a finales dl siglo XIX y comienzos del XX. En el censo cafetalero de 1940 posterior al auge, los entonces distrito Morán, Jiménez, Palavecino, Iribarren, Urdaneta, Crespo y Torres figuran como productores de grano. Así encontramos casi todo el territorio de la actual entidad larense como exportador de café, alcanzando 43,5 % de la producción agrícola que salía de Barquisimeto a Puerto Cabello.
El proceso de crecimiento se complementaría por la instalación del Ferrocarril Bolívar en 1891, medio de transporte que comunicaría al espacio barquisimetano con el occidente venezolano, cristalizando el perfil comercial de la capital larense. El impacto es directo, además de agilizarse el intercambio de mercancías y estímulo al cultivo del café, nuestra ciudad y sus alrededores experimentaron un aumento demográfico significativo.
De acuerdo a investigaciones de Reinaldo Rojas (“La economía de Lara en cinco siglos”,1996): “el mayor incremento poblacional (…) se concentra en la jurisdicción barquisimetana, incluyendo a Crespo que para 1891 formaba parte de ella. El crecimiento porcentual del 1,83%, mientras que Morán incrementa su población en un 31,2% y Torres en un 32,5%, para una tasa anual interanual de 0,92% y 0,95% respectivamente”.
Estos indicadores señalan el rápido crecimiento de la región, pero un aspecto de indiscutible transcendencia es el desarrollo de lo que hemos denominado la Cultura del Café (C.G.L. “El café en la Historia Económica y Social de Duaca 1870–1930”, Trabajo de Grado. Caracas. 1996), pues en el tiempo que va de 1870 a 1935, Barquisimeto, El Tocuyo, Duaca, Quibor y Carora, recibieron un importante flujo de inmigrantes italianos, canarios, españoles, alemanes y franceses, en cierta forma un segundo mestizaje que creó una red social impulsando el crecimiento cultural de la región; es la época de la promoción y organización, se fundan clubes, periódicos, revistas, tertulias, escuelas, colegios y bibliotecas, dirigidos por los hombres que vieron en la cultura literaria una palanca para el progreso; eran iniciativas públicas y privadas cuyo espíritu de trabajo colocaba como proyecto central a la nación. El cultivo de la tierra y los beneficios que ella garantizaba también estimuló una empresa de desarrollo intelectual y cultura de los habitantes.
En nuestra región entre 1890 y 1930, llegaron a circular más de 400 periódicos; cada Distrito expresaba un dinamismo de ideas a través de los órganos de divulgación de los clubes o de edición semanal y quincenal, se insertaban en el “espíritu de progreso” a través de las redes literarias. Era el impulso de las sociedades del saber.
Del contexto cafetalero hay que recordar a figuras de la ciencia y de las letras como Pablo Acosta Ortiz, Antonio María Pineda, Héctor Rojas Meza, Antonio Álamo, Juan Manuel Álamo, Juan Manuel Álamo Dávila, Aguedo Felipe Alvarado, Luis José Alvarado, Juan Alvarado Ruiz, Rafael Ángel Arráiz, Luis María Castillo, Luis Castillo Amengual, Lisandro Alvarado, José Gil Fortoul y Egidio Montesinos, para citar los más conocidos y cuyas obras aún constituyen en patrimonio espiritual de la cultura larense.
De la época cafetalera también tenemos grandes instituciones educativas: el Colegio La Esperanza, el Colegio Federal, ambos de Carora, y el de la Concordia, de El Tocuyo; de estas instituciones sabemos hoy cosas importantes y su proyección científica, gracias a las investigaciones del profesor Luis E. Cortés R: “ Del Colegio La Esperanza al Colegio Federal, Carora 1890–1937” (Carora, 1997) y de Carmen Morales de Pérez “El Colegio de la Concordia del El Tocuyo y el Magisterio de Don Egidio Montesinos (1863–1913)”, (Barquisimeto, 1998). Numerosos testimonios del alcance cultural de la sociedad del café en el Estado Lara, están recogidos en la “Enciclopedia Larense” (1981) 2 tomos, monumental obra de R.D. Silva Uzcátegui.
Es oportuno recordar que el café generó una percepción del trabajo que involucró el mayor número de brazos y una visión de progreso sustentado en la explotación de la tierra con la dedicación cotidiana del hombre, muy distante de la cultura rentística del petróleo. De manera que el café al igual que la caña de azúcar, el sisal y el maíz constituyen símbolos de una identidad económica regional y que en el caso del café constituyó la base del desarrollo de Lara antes de la renta petrolera. El café no solo es pasado sino presente y futuro de la economía larense.