Juan Ramón, Pablera y su fiel lazarillo
El año 2014 se cumplió un siglo del nacimiento de Juan Ramón Barrios, músico, poeta, pintor, locutor y médico veterinario y cómo es natural en estas tierras de amnesia colectiva, su fecha pasó en el olvido acompañada del desinterés, la desidia y hasta la ignorancia de quienes se dicen dirigentes de la cultura.
Esta entrada escribí en aquella oportunidad en mi columna Cronicario: “lentamente se va 2014, poco a poco las hojas del calendario caen y duele que el año se va y la organización cultural pasa por alto, que se desvanece el centenario del natalicio de Juan Ramón Barrios, uno de los compositores más representativo del sentir regional, creador de Noches Larenses, emblemática de las obras de Barquisimeto.

Vivimos sumergidos en el marasmo del desastre, el país rueda cuesta abajo como canta el tango y parece insensibilizarnos ante los valores. El populismo se pelea con el militarismo, enseñoreados en este pobre país rico. La riqueza de las tradiciones es borrada por funcionarios de todos los bandos ocupados de las baratijas dejadas por la decadencia desenfrenada que sufrimos. Íconos de la regionalidad van al desván de los corotos viejos, apartados de la frágil memoria del larense. No hay tiempo para el recuerdo valioso, no hay espacio para reconocer nuestra herencia social y cultural, ocupados como estamos en lo banal.
Ni siquiera a las agrupaciones musicales de la región se les ha ocurrido hacer un concierto con algunas de las ochocientas y pico de composiciones dejadas por este gran artista de obra destacada, nacido hace un siglo en la barquisimetana Cuesta Lara, así ratificado por su hijo Ariel Barrios, quien lo acompañó en sus presentaciones con el trío Curarí.
Lo cierto es que los mismos que corren a rendir honores a forasteros que quizás les dan más prestigio y hasta algunos “realitos” por reconocimientos injustificables, como el otorgado al salsero Oscar De León cuyo nombre puso el alcalde Alfredo Ramos a un bulevar barquisimetano obviando a los nuestros, como el mismo Juan Ramón. O como la estatua pedestre levantada a Billo Frómeta cuyo mérito fue cantar una canción a Barquisimeto que le vendió un larense por unos dólares, según el corrillo y lo creo ¿qué va a conocer el maestro el mercado el Manteco, el Parque Ayacucho o el río Turbio?
Juan Ramón nació en Barquisimeto el 6 de enero de 1914, (día de reyes tenía que ser) hijo de Leonardo Stulme y de Catalina Barrios. Compartió los estudios formales con su sentir por la música, formación comenzada con los maestros Doralisa y Franco Medina y Antonio Carrillo, con quienes avanzó en teoría, solfeo, armonía y composición y piano además de su inseparable guitarra serenatera.

En el Liceo Lisandro Alvarado conformó el Trío Alegría, con Nelson José Aguilar y Jesús Morillo Gómez. Se va a Maracay donde crea el Trío Universitario con Miguel Dorante y Adolfo Alayón, precursor del Trío Curarí”. Lo han llamado el cronista musical de Venezuela pues a cada capital de estado le compuso una canción, cada una cual más bella. Y otra espectacular a nuestro río Orinoco, algunas de ellas en Internet.
Contaba Miguel Azpúrua que Barrios supo cantar a los más populares personajes del Barquisimeto de mediados del siglo pasado, evidencia de su sensibilidad hacia los menos favorecidos: Pablera, el ciego; Richardi, el canapial cuentero; Isidra La veragacha, la loca y Lolita, la enanita.
Contaba Irma Yajure que una tarde cantaba Juan Ramón Barrios con sus amigos en el bar Cambural en la calle 31 y su inseparable guitarra serenatera algunas de sus tantas canciones legadas por este trovador al repertorio musical larense, cuando al terminar de interpretar Pablera, un joven solitario que se hallaba en una mesa se acercó para pedirle repitiera esta canción. Con gusto, respondió sonriente el artista barquisimetano que no aguantaba dos pedidas.
Al concluir, el agradecido joven le dijo, “aquel fiel lazarillo/ que fue su compañero/ que oye siempre en las noches/ el silbido del cielo”, de su canción era yo, quien lo llevaba por la ciudad siendo un niño. Mientras Barrios lo escuchaba con atención, el joven prosiguió. Es verdad, “su cuatrico se queja/ colgado allá en la choza/ y en las noches solloza/ porque murió Pablera”.
Conmovidos, ambos se abrazaron y juntos lloraron por la memoria de aquel ciego que recorría las viejas calles barquisimetanas con su cuatro “silbando en cada puerta/ con su sonrisa buena/ de músico y poeta”.
Es uno de los grandes musicos que pario esta tierra, la verdad se merece un sitio de honor en BARQUISIMETO, para que sea un legado a las nuevas generaciones.