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La accidentada historia del Teatro Juares

 

Omar Garmendia
Cronista


La idea de construir un teatro en Barquisimeto ya era un deseo que se remontaba desde hacía muchos años atrás. Antes de existir el teatro Juares se hacían representaciones teatrales en la ciudad e incluso se formaban grupos de teatro compuestos por artistas aficionados y los espectáculos dramáticos, musicales, variedades y hasta títeres y circos se escenificaban en lugares improvisados, bien sea en el interior de las casas de familia durante alguna reunión social o velada, o también en solares y corrales de esas mismas casas o en terrenos vacíos. Muchos teatros ambulantes o espontáneos se presentaban en esos lugares que eran varios en la ciudad.

 En el ter­reno donde más tarde se con­stru­iría el teatro Juares existía una pequeña casa de bahareque y un cor­ral de chivos, propiedad de don Juan Manuel Álamo, quien la vendió por 10.000 bolí­vares a la Jun­ta de Fomen­to de Teatro de Bar­quisime­to en 1891. En esa casa había fun­ciona­do la tipografía de los Her­manos Álamo y donde se editó El Mon­i­tor, primer per­iódi­co diario que cir­culó en nues­tra ciu­dad. El teatro no se con­struyó inmedi­ata­mente luego de esta ven­ta, tal vez porque no tuvieron éxi­to las ges­tiones real­izadas por el pres­i­dente del esta­do para recu­per­ar los fon­dos que serían nece­sar­ios para empren­der la obra de con­struc­ción del edi­fi­cio para el teatro.

Antiguas cróni­cas refieren que el sitio, el cual era el “cen­tro físi­co” de la ciu­dad ya había asum­i­do des­de ese entonces una vocación artís­ti­ca, pues para 1894, dis­tin­tos gru­pos actu­a­ban en él y allí se acos­tum­bra­ba a escenificar obras de man­era impro­visa­da. Com­pañías de zarzue­las se pre­senta­ban en un local con esce­nario, pal­cos y galería. El patio tenía asien­tos de tablas y la galería con gradas de madera a ima­gen de las cono­ci­das galleras. Si se iba al pal­co, las famil­ias debían lle­var su pro­pio asien­to. En esa fecha (1894) se pre­sen­tó una com­pañía españo­la de zarzue­las por parte de un empre­sario de apel­li­do Navar­ro. El públi­co com­puesto de hom­bres y mujeres de ese entonces se colocó sus mejores atuen­dos para deleitarse con las obras que se escenifi­caron por esos días deba­jo del cielo estrel­la­do de la fría noche bar­quisimetana: El rey que rabió, El reloj de Lucer­na, el Sac­ristán de San Jus­to y La tempestad.


 

Facha­da del Teatro Munic­i­pal de Bar­quisime­to en 1928      

PARTE 2

En 1896 se exhibe el vitas­cope, el inven­to de Édi­son pre­de­ce­sor del cin­e­mató­grafo. El diario El Escu­do del 30 de octubre de 1896 lo llamó “bru­jería de la mecáni­ca”. En ese año de 1896 el gen­er­al Aquili­no Juares en Men­saje a la Asam­blea Leg­isla­ti­va infor­ma que el ter­reno donde se va a con­stru­ir el teatro ha sido cedi­do a la munic­i­pal­i­dad y se pide la des­ocu­pación del solar para empren­der cuan­to antes los tra­ba­jos. Para tales efec­tos, el propi­etario Juan Manuel Álamo pro­cede a des­ocu­par y ofrece la casa edi­fi­ca­da para que sirviera de depósi­to de her­ramien­tas y mate­ri­ales de con­struc­ción. El 20 de enero de 1897 la Asam­blea Leg­isla­ti­va del esta­do Lara dec­re­ta la con­struc­ción del teatro y se des­ti­na la can­ti­dad de 200.000 bolí­vares ero­ga­da por parte de las Rentas Gen­erales del Esta­do. El gen­er­al Aquili­no Juares, en cumplim­ien­to de ese decre­to, a su vez pro­cede a la con­struc­ción del teatro en el solar des­ti­na­do, en con­formi­dad con los planos pre­sen­ta­dos por el Inge­niero Civ­il del Esta­do Doc­tor Luis Muñoz Tébar.

Antes de entre­gar Aquili­no Juares su manda­to de la pres­i­den­cia del esta­do Lara a manos del gen­er­al Elías Tor­res Aular y en men­saje a la Asam­blea Leg­isla­ti­va el 1 de enero de 1998, afir­ma: “Ten­emos un teatro para ter­mi­nar el cual, si bien es infe­ri­or en tamaño a los prin­ci­pales del Cen­tro, en solidez de con­struc­ción y la for­ma arqui­tec­tóni­ca, con las mod­ela­ciones propias del buen gus­to artís­ti­co del inge­niero, casi estoy seguro que es el más sobre­saliente del país”. Se le da el nom­bre de Teatro Munic­i­pal. Al mes sigu­iente el Ejec­u­ti­vo region­al orde­na can­ce­lar Bs. 476,oo a la Com­pañía de Fer­ro­car­ril S.O. como flete por 23 bul­tos traí­dos para el teatro.

Para ese año de 1898 se par­al­iza la con­tin­uación de los tra­ba­jos de con­struc­ción y se pre­cisa vender el cemen­to des­ti­na­do para ello por moti­vo de orden públi­co, es decir por la situación de guer­ra civ­il que se vivía en el país para ese entonces, entre fuerzas del gen­er­al José Manuel Hernán­dez y el gob­ier­no del gen­er­al Cipri­ano Cas­tro. Se orde­na pagar Bs. 200,oo para la reparación del techo. El 21 de sep­tiem­bre de 1899 las fuerzas nacional­is­tas al man­do del gen­er­al Bar­to­lo Yépez lle­gan a Caja de Agua y el 27, 28 y 29 com­bat­en con­tra las fuerzas del gen­er­al Napoleón Fer­nán­dez. Para el día 30 com­bat­en en Macu­to, para luego lle­gar a la ciu­dad, toman­do el teatro, el mer­ca­do y la cár­cel vie­ja como bas­tiones, ocu­pa­dos por la rev­olu­ción a las 3 de la tarde.

En 1900 se pre­sen­ta a casa llena en el Teatro Munic­i­pal, luego de un respiro de paz, la zarzuela Juan José de la com­pañía operáti­ca de los her­manos Car­los y Adol­fo Ruiz Chapel­lín, con la actuación de Rafael Guinand y el músi­co Pedro Elías Gutiér­rez con 44 artis­tas en esce­na. Se insta­la en el teatro para esa opor­tu­nidad la luz de acetileno, novedad para la época. Tam­bién en ese año se pre­sen­ta, jun­to con otros artis­tas, María Pacheco, tiple de una com­pañía de zarzue­las que había lle­ga­do a la ciu­dad. En comu­ni­cación al Con­ce­jo Munic­i­pal el señor J.S. Hauser recla­ma le sean entre­gadas unas maderas de su propiedad que esta­ban deposi­tadas en el teatro. El ciu­dadano Ser­gio Her­rera pro­pone vender por Bs. 2.000 las dec­o­ra­ciones de su propiedad exis­tentes en el teatro.


 

Antiguo Teatro Munic­i­pal de Barquisimeto

 

PARTE 3

La gente se apres­ta para asi­s­tir a la novedad del momen­to. Se pre­sen­tan muy con­cur­ri­das las fun­ciones del cin­e­mató­grafo Lumiére en el Teatro Munic­i­pal. El Eco Indus­tri­al del 13 de abril de 1901 anun­cia la proyec­ción de la pelícu­la “Una cor­ri­da de Toros” a ben­efi­cio del tem­p­lo de La Paz. En los meses sigu­ientes se pre­sen­ta el Cir­co Chileno y su Com­pañía Acrobáti­ca a instan­cias de la Sociedad de Camar­eras de Nues­tra Seño­ra de Guadalupe para ben­efi­cio de la ima­gen. En 1903, en Res­olu­ción del gen­er­al Rafael González Pacheco se con­fir­ma que “el edi­fi­cio del teatro quedó en com­ple­to esta­do de dete­ri­oro por el acuar­te­lamien­to de fuerzas ver­i­fi­ca­do durante la pasa­da guer­ra”. Se des­ti­nan gas­tos de repara­ciones para sal­var el edi­fi­cio de may­ores ruinas.

Un inci­dente trági­co sucedió en el teatro por parte de un sol­da­do que esta­ba de cen­tinela al pie de la escalera que sube al gallinero, cuan­do se le escapa un tiro de máuser y causa la muerte de un sol­da­do en el primer piso. En 1904 otro inci­dente se pre­sen­tó en la obra “Divor­cié­monos” de Sar­dou, cuan­do la policía inter­vi­no para desa­lo­jar de los asien­tos ven­di­dos a la gente que entró cuan­do dieron puer­ta fran­ca. En otra opor­tu­nidad la Com­pañía Martínez Casa­do puso en esce­na la obra “Malas Heren­cias”, de Echegaray, a ben­efi­cio del Asi­lo de Huér­fanos de las Her­man­i­tas de la Cari­dad, debi­en­do otra vez inter­venir la policía porque al dar puer­ta fran­ca la gente cor­rió a ocu­par asien­tos que ya esta­ban vendidos.

Se pre­sen­ta la bur­ri­ta Yili, pro­fe­so­ra de arit­méti­ca y gramáti­ca, que deleitó al públi­co bar­quisimetano y espe­cial­mente a los niños. Sor­prendió la bur­ri­ta Yili con la colo­cación de las letras del alfa­beto para for­mar el nom­bre de Rafael González Pacheco, pres­i­dente del esta­do, pre­sente en el teatro, lo que orig­inó estrepi­tosos aplau­sos, como prue­ba evi­dente de la inteligen­cia ani­mal, “mucho menos ani­mal que muchos inteligentes”, como lo reseñó el Eco Indus­tri­al del 20 de abril de 1904. En 1905 se pre­sen­tan las obras “Chateaux Mar­gaux” y “El san­to de Isidra”, con el debut del artista larense Rafal Garrido.

Hay que saber com­por­tarse en el teatro. El Eco Indus­tri­al en la voz del cro­nista teatral apun­ta algu­nas obser­va­ciones de las fun­ciones y el com­por­tamien­to del públi­co: “… Ojalá la empre­sa pudiera con­seguir un aumen­to más de sil­las para el patio y no verse en el caso de anoche en que hubo muchos indi­vid­u­os que no encon­tra­ban donde sen­tarse”. “… Es notación de cul­tura no fumar en el patio ni quedar con el som­brero encas­que­ta­do lo que hacen de gra­cia algunos, porque tam­bién es deber de la policía dar­les acción de bue­na edu­cación, y aún más pési­ma esa for­ma en que expre­san su entu­si­as­mo algunos, al pro­ferir gri­tos escan­dalosos, más pro­pio para cir­co de loros que para aquel tem­p­lo del arte”. (Eco Indus­tri­al, 25–5‑1905).


El 20 de enero de 1897 la Asam­blea Leg­isla­ti­va del esta­do Lara dec­re­ta la con­struc­ción del teatro y se des­ti­na la can­ti­dad de 200.000 bolívares

 

PARTE 4

El per­iódi­co El Escenó­grafo del 10 de julio de 1907 reseña lo sigu­iente: “Sea por dis­min­u­ción del situ­a­do, sea por la guer­ra que estal­ló entonces, lo cier­to es que los tra­ba­jos se par­alizaron y día por día ha venido des­per­fec­cionán­dose la obra que hoy seme­ja un cas­carón, donde se han dado cita las matan­zas en las tomas y retomas de esta plaza, los mal­os cin­e­mató­grafos, los maromeros cur­sis, las com­pañías de zarzue­las y dramáti­cas que han lle­ga­do a la ciu­dad y tan­tas cosas que no recor­damos por momen­tos”. El Eco Indus­tri­al del 26 de julio de 1907 dice: “Esta­mos todavía que nos maromeen, ya que no hay esper­an­zas de que nos sigan zarzuelian­do, y mala­mente como no lo han hecho con la esper­an­za de que en estos primeros quince años esté ter­mi­na­do nue­stro gran teatro y entonces sí podremos ten­er la esper­an­za de que mejo­raremos de suerte”.

 En 1909 se hicieron refor­mas en el cam­bio del telón y la pren­sa solici­ta el enladrilla­do del patio de tier­ra del teatro, todavía en con­struc­ción.  El 14 de enero de 1910 el Con­ce­jo Munic­i­pal nom­bra por Decre­to una Jun­ta de Fomen­to encar­gán­dole tomar medi­das para que pon­ga a sal­vo el edi­fi­cio del Teatro Munic­i­pal y evi­tar su com­ple­ta destruc­ción. Se nom­bra un Con­ser­je con Bs. 40 men­su­ales de sueldo.


Teatro Juares Déca­da del 40.

Colec­ción José Fran­cis­co Chávez

PARTE 5

La Tesor­ería Gen­er­al, por dis­posi­ción del Ejec­u­ti­vo, ero­ga la can­ti­dad de Bs. 600,oo para la com­pra de tres por­tones para el teatro, can­ti­dad esta entre­ga­da a la Jun­ta de Fomen­to.  En agos­to de 1910 se solici­ta al Con­ce­jo Munic­i­pal un salón en arren­damien­to para insta­lar un botiquín. ~ Ero­gación de Bs. 275,oo por el alum­bra­do del Teatro Munic­i­pal en once fun­ciones de la Com­pañía de Zarzue­las His­pano-Amer­i­cana, así como Bs. 382,40 por pasajes de Tuca­cas a Bar­quisime­to por el fer­ro­car­ril Bolí­var.  El 9 de octubre de 1911 se emite un acuer­do de Con­ce­jo Munic­i­pal para repara­ciones del teatro, pues ame­naza total ruina por acción de la llu­via.  El 27 de junio de 1912 el Con­ce­jo Munic­i­pal acuer­da bau­ti­zar el teatro con el nom­bre de Aquili­no Juares. Quienes fir­man el acuer­do son el primer vicepres­i­dente del Con­ce­jo Pablo Cortés y el sec­re­tario Sin­fo­ri­ano Mos­quera Suárez. El 4 de noviem­bre de 1912 se obse­quia una fun­ción de gala a Mr. Frank Boland, avi­ador norteam­er­i­cano que sobrevoló por primera vez los cie­los bar­quisimetanos en un biplano de su propiedad. El pres­i­dente de la Jun­ta de Fomen­to del Teatro, Sin­fo­ri­ano Mos­quera Suárez, man­i­fi­es­ta en El Occi­den­tal del 17 de agos­to de 1912 que el teatro no está con­clu­i­do ni hábil para pre­sen­tar zarzue­las, come­dias o var­iedades porque carece de lo impre­scindible para ello.


Teatro Juares en una vista de 1956

Foto: Ner­io Navarro 

PARTE 6

 En 1914 se emite decre­to fir­ma­do por Wal­te­rio Pérez, pres­i­dente del Con­ce­jo Munic­i­pal, por la com­pra del solar ubi­ca­do al oeste del teatro por Bs. 4.400, para la con­struc­ción del boule­vard hoy lla­ma­do Taormi­na Gue­vara. El 28 de octubre de 1914 se pre­sen­ta el recital de piano de Emma Sil­veira y dis­cur­so del doc­tor Anto­nio Álamo desta­can­do los tri­un­fos artís­ti­cos y las prodi­giosas manos de Emma y su dominio del tecla­do. En El Nue­vo Diario de Bar­quisime­to se pub­li­ca la noti­cia del sui­cidio de Vir­gilio Rivero, tocador de mara­cas en la pre­sentación de Alma Llan­era. En sus bol­sil­los se encon­traron ver­sos que por lo macabros se cree que eran del poeta Julio Flo­res. Rivero se sui­cidó a causa de haberse enam­ora­do de la artista Matilde Rue­da, con quien se pre­sen­tó días antes en el teatro.

El 31 de agos­to de 1915 a la una de la tarde un ven­tar­rón voló parte del techo de cinc del teatro Juares. En 1916 los pre­cios de las entradas al teatro eran, de acuer­do a El Her­al­do: Asien­to pal­co caballeros Bs. 2 Asien­to pal­co damas Bs. 1,50 Asien­to rojo caballeros Bs. 1,50 Asien­to rojo damas Bs. 1 Entra­da gen­er­al Bs. 0,75 Galería Bs. 0,25. El 16 de junio de 1916 infor­ma que gra­cias a la Jun­ta de Fomen­to pre­si­di­da por Sin­fo­ri­ano Mos­quera Suárez, se ha logra­do reunir Bs. 97.270 para la reparación del teatro, fal­tan­do igual can­ti­dad para la ter­mi­nación del mis­mo.  El 20 de junio de 1916, con moti­vo del “onomás­ti­co del ilus­tre Jefe del País, Fun­dador de la Paz y con­duc­tor de la Causa de Diciem­bre: Gen­er­al Juan Vicente Gómez”, el Con­ce­jo munic­i­pal acuer­da la com­pra del solar ubi­ca­do al sur del teatro Juares en con­struc­ción, pagán­dole a su dueño F.A. Bolaños la can­ti­dad de Bs. 3.600.

 En 1916 se repor­ta fal­ta de luz eléc­tri­ca en Bar­quisime­to, lo que impidió la pre­sentación anun­ci­a­da de los esposos Men­do. Entre los bar­quisimetanos de espíritu jocoso se difun­den unos ver­sos que decían:

Ni la luz de kerosén

Ni la del aceite de coco

Nos cau­san tan­tos pesares

Como nos cau­san los focos

El 13 de mayo de 1915 infor­ma El Her­al­do que por cul­pa de una mari­posa se incendió la cin­ta de pelícu­la que se proyecta­ba en el Juares. Resul­taron heri­das dos per­sonas al inten­tar con­tro­lar las lla­mas. El 17 del mis­mo mes se proyec­tó la parte de la pelícu­la que no se pudo ver por causa del incen­dio del domin­go 13. El 11 de junio de 1917 El Her­al­do se lamen­ta de “esa infer­nal y voraz gritería del públi­co de Galería, con la cual se fal­ta el respeto a las famil­ias y esto fue mucho más nota­do anoche, al que con­cur­ri­era al teatro tan­tas y tan dis­tin­guidas damas de nues­tra sociedad”.

El 23 de noviem­bre de 1917 un cro­nista de El Her­al­do pre­gun­ta por qué se elim­inó el estanque sub­ter­rá­neo que servía de caja armóni­ca o artilu­gio acús­ti­co en el teatro Juares. Al día sigu­iente, 24 de noviem­bre, un guasón responde a la pre­gun­ta afir­man­do que fue “por la desviación fecun­da de la gen­eración del cor­ri­do por medio de lo super­fluo porque la atrac­ción atmos­féri­ca era la con­sue­tu­di­nar­ia afil­iación de cer­tidum­bre lóg­i­ca de los ecos rít­mi­cos”. El 16 de diciem­bre de 1917 se pre­sen­taron en el Juares las her­manas Bassig­nana jun­to con una fun­ción de cine a ben­efi­cio del avión que el señor Manuel Anzo­la esta­ba con­struyen­do en el solar de su casa.

De acuer­do con R. D. Sil­va Uzcátegui (Bar­quisime­to, 1959, p. 146) en 1917 el gob­ier­no del esta­do no per­mi­tió la actuación de la baila­r­i­na france­sa Denisse Dal­taine en el teatro Juares. Esto se debió a que la cita­da artista se pre­senta­ba desnu­da a la usan­za de cier­tos locales de espec­tácu­los de París, por lo que varias per­sonas reunieron la can­ti­dad de 500 bolí­vares para que Denisse diera una fun­ción pri­va­da, la cual se efec­tuó en los altos de botiquín La Fran­cia, frente al teatro Juares. En 1919 la gripe españo­la azo­ta a Bar­quisime­to y por esta causa el teatro Juares per­maneció cer­ra­do des­de el 9 de mar­zo has­ta su reaper­tu­ra el 27 de ese mes con la proyec­ción de la pelícu­la El fer­ro­car­ril de la muerte.

El 24 de diciem­bre de 1919 el per­iódi­co Notas pub­li­ca un curioso escrito: “El que saque esta noche la rifa en la fun­ción del teatro Juares, se pon­drá como mar­ran­i­to de diez pesos, con la bar­rig­o­ta”. El 28 se rifó un jamón plan­cha­do de 4 kilos y pico. En sep­tiem­bre de 1936 se pavi­men­ta la pla­zo­le­ta oeste del teatro Juares por parte de la Ofic­i­na Téc­ni­ca Admin­is­tra­ti­va de Obras Públi­cas. El cos­to de la obra fue de Bs. 38.164, 60. El 22 de ese mes el Con­ce­jo Munic­i­pal emite un decre­to des­ti­nan­do los bule­vares sur y oeste como sitios de esta­cionamien­to de vehícu­los de alquil­er. En 1938 se real­izan en las insta­la­ciones del teatro Juares los escru­ti­n­ios de las elec­ciones en el dis­tri­to Irib­ar­ren, des­de el día 26 de sep­tiem­bre a las 3 de la madru­ga­da has­ta el 30 del mis­mo mes a las 8 y media de noche, duran­do en total 113 horas y media (I. Lame­da Acosta).

El per­iódi­co El Faro describe el día 20 de noviem­bre de 1939 al teatro Juares como “una arqui­tec­tura ide­al y sun­tu­osa en lo exte­ri­or, pero con una estruc­tura fatal en su inte­ri­or”. Se recomien­dan algu­nas medi­das como recor­tar el esce­nario por ser casi el doble de la local­i­dad de patio y con­stru­ir pal­cos y galería de con­cre­to. Esto cor­rob­o­ra lo que años más tarde pub­licara El Impul­so en 1944 al remem­o­rar tiem­pos pasa­dos del teatro: “Entonces el teatro esta­ba hábil. El madera­men de los pal­cos y la galería no se hal­la­ba car­co­mi­da y el cine bril­l­a­ba por su ausen­cia” (El Impul­so, 6–11-944). (Aquí vale la pena hac­er una acotación den­tro de un gran parén­te­sis, sobre el tes­ti­mo­nio oral escucha­do por el doc­tor Alexan­der Moreno acer­ca del esta­do del teatro Juares por los años 39–40: “el inte­ri­or del teatro Juares esta­ba en tan mal esta­do que el olor a “miaos” y excre­men­tos eran inso­porta­bles, al pun­to que todo aquel que entrara debía lle­varse un pañue­lo a la nariz”).


Teatro Juares 1960 

 

PARTE 8

En suce­si­vas edi­ciones del diario El impul­so en 1945 se man­i­fi­es­ta que el teatro Juares es una necesi­dad social por lo que debe ser habil­i­ta­do para que cumpla las fun­ciones para las cuales fue crea­do y ser real­mente un edi­fi­cio de util­i­dad públi­ca. Dis­tin­tas per­son­al­i­dades de la ciu­dad declar­an para el diario y se sol­i­darizan con la cam­paña de El Impul­so para el rescate del teatro, habi­da cuen­ta del mal esta­do y el dete­ri­oro del inte­ri­or del local. Se expo­nen comen­tar­ios que cir­cu­lan en la ciu­dad sobre el proyec­to de par­tic­u­lares ante el Con­ce­jo Munic­i­pal para la eje­cu­ción de una mod­er­na refor­ma del inte­ri­or del edificio.

El 1 de agos­to de 1945 José Ramón Brito escribe en El Impul­so respec­to al teatro Juares que “el Ejec­u­ti­vo Region­al debiera adquirir­lo para pat­ri­mo­nio del esta­do, hac­er­le algu­nas mod­i­fi­ca­ciones inte­ri­ores y des­ti­narlo a Pala­cio Leg­isla­ti­vo”. Además de ello hace la pre­gun­ta de que ¿no sería mejor esto que dejar­lo aban­don­a­do a merced del tiem­po? Don Raúl Azpar­ren, el doc­tor Guiller­mo Morón y otras per­son­al­i­dades, des­de las pági­nas de El Impul­so y en ref­er­en­cia al artícu­lo de José Ramón Brito, expre­san su oposi­ción a la prop­ues­ta de este, aunque admiten que se podrían hac­er refac­ciones respetan­do la facha­da del teatro y que sería erró­neo cam­biar el des­ti­no de dicha sala de espec­tácu­los. Se pro­pone ensan­char la sala teatral, dotar­la de con­fort­a­bles buta­cas y mobil­iario y que se inau­gure el 5 de enero de 1946, cen­te­nario nata­l­i­cio del gen­er­al Aquili­no Juares y cin­cuente­nario de la inau­gu­ración del teatro.

El 18 de octubre de 1947, el gob­er­nador del esta­do Lara doc­tor Eli­gio Anzo­la Anzo­la dec­re­ta “la refac­ción total del teatro Juares, respetan­do la armonía exter­na del edi­fi­cio, de acuer­do con los planos orig­i­nales del inge­niero con­struc­tor, doc­tor Luis Muñoz Tébar”. El 18 de enero de 1948, des­de su colum­na El Relám­pa­go en el diario El Impul­so, escribe Eli­gio Macías Muji­ca que des­de una hoja ofi­cial se dice que se ha ini­ci­a­do la demoli­ción del teatro Juares, pero que “No puede ser una demoli­ción de la obra del Juares pues aunque así fuera, difí­cil­mente podrá susti­tuirse la facha­da prim­i­ti­va por otra de may­or ran­go artís­ti­co y de tan pul­cra eje­cu­ción, la cual es una com­bi­nación tri­for­mal del Teatro de la Ópera de París, de la Scala de Milán y el Met­ro­pol­i­tano de Nue­va York”.

En un artícu­lo del doc­tor Car­los Felice Car­dot pub­li­ca­do en El Impul­so el 3 de junio de 1966, este record­a­ba que “Mucho antes de 1948 el teatro esta­ba com­ple­ta­mente inservi­ble. Su esta­do ruinoso impedía toda clase de activi­dades, y por eso el gob­ier­no estadal, con fecha 30 de enero del cita­do año, decidió su restau­ración. Demoli­do casi en su total­i­dad sólo se le man­tu­vo sus muros del este y oeste y parte de la facha­da prin­ci­pal…”. En Edi­to­r­i­al de El Impul­so del 3 de febrero de 1950, se comen­ta sobre la destruc­ción del teatro Juares y se dice que inte­ri­or­mente los planos orig­i­nales de Muñoz Tébar fueron alter­ados. Asimis­mo se man­i­festa­ba que en la facha­da orig­i­nal Muñoz Tébar tra­ba­jó con mate­ri­ales defec­tu­osos, cuya debil­i­dad ha sido causa de su reparación. La platafor­ma del teatro, de 60 met­ros cúbi­cos y otros ambi­entes quedaron ter­mi­na­dos la madru­ga­da del día 17 de febrero de ese año y se anun­cia que el teatro estará total­mente ter­mi­na­do antes del Cua­tri­cen­te­nario de Barquisimeto.

El 2 de enero de 1952 El Impul­so anun­cia la inau­gu­ración del teatro luego de su total recon­struc­ción. *El 16 de noviem­bre de 1951, en declara­ciones del gob­er­nador Car­los Felice Car­dot, este rat­i­fi­ca que el edi­fi­cio del teatro es una con­struc­ción total­mente nue­va pues de la antigua edi­fi­cación sólo se con­ser­van los dos muros lat­erales y aun esos se alter­aron pues hubo que aumen­tar su alti­tud y reforzar sus bases con con­cre­to y hier­ro pues las fun­da­ciones antiguas resulta­ban insu­fi­cientes para el may­or peso de dichos muros.


Con­struc­ción del nue­vo Teatro Juares

PARTE 9

Después de seis meses de tra­ba­jo, luego de la demoli­ción total del antiguo edi­fi­cio a excep­ción de los dos muros lat­erales, que fue lo úni­co que quedaría de la con­struc­ción orig­i­nal de la antigua edi­fi­cación de fines del siglo XIX, los pal­cos, bal­cones, foy­er, escaleras, cameri­nos, muros del esce­nario, el gran hall, gran salón, facha­da, vestíbu­los y techos ya esta­ban lis­tos. Se anun­cia que el teatro estará com­ple­ta­mente ter­mi­na­do antes del Cua­tri­cen­te­nario de Bar­quisime­to. El 24 de agos­to de 1951 el diario El Impul­so reseña la visi­ta del gob­er­nador y este infor­ma que el nue­vo teatro ten­drá una capaci­dad de 1.110 espec­ta­dores y que se invir­tió la can­ti­dad de Bs. 1.200.000 por los tra­ba­jos de recon­struc­ción. El 8-11-1951 el doc­tor Manuel Rodríguez Cár­de­nas visi­ta al teatro en com­pañía del doc­tor Car­los Felice Car­dot y pro­pone cam­biar­le el nom­bre sugirien­do los de Gil For­toul o Lisan­dro Alvarado.

Para esas fechas se lev­an­taron en la pren­sa voces a favor y en con­tra de esta proposi­ción. Se entre­vistó a desta­cadas per­son­al­i­dades sobre el cam­bio de nom­bre al teatro, para con­cluir que el de Aquili­no Juares era el indi­ca­do para que el teatro sigu­iera osten­tan­do esa denom­i­nación por ser uno de los ciu­dadanos de may­or relieve, respeto y admiración por parte de los larens­es y además por ser el gob­er­nante que motor­izó su con­struc­ción. El 16 de noviem­bre de 1951 en declara­ciones, el gob­er­nador Car­los Felice Car­dot, este rat­i­fi­caría que el teatro con­ser­varía el nom­bre de Juares pues el gob­ier­no no había pen­sa­do jamás en cam­biar­lo. El 5 de junio de 1952 asume la gob­er­nación del esta­do Lara el doc­tor Este­ban Agu­do Freytes en susti­tu­ción del doc­tor Car­los Felice Cardot.

 El 6 de junio de 1952 El Impul­so infor­ma sobre las repara­ciones del Juares y dice que la facha­da será revesti­da con már­mol vene­ciano. El mis­mo día, en otro artícu­lo, se man­i­fi­es­ta que el Juares “parece una sin­fono­la de már­mol”. Y en otra parte se afir­ma que este edi­fi­cio es “otro ele­fante blan­co del urban­is­mo” y que “aun ponién­dole facha­da de dia­mantes, su aspec­to seguirá sien­do feo”. El 15 de agos­to de 1952 lle­garon a la ciu­dad ocho camiones que trans­porta­ban 80.000 kilos de már­mol de Car­rara para ser insta­l­a­dos en la facha­da por per­son­al espe­cial­iza­do traí­do de Caracas.

Los tra­ba­jos con­cluyen el seis de sep­tiem­bre. El 14 de sep­tiem­bre de 1952 se efec­túa en sesión solemne a las 8 pm en el teatro Juares por parte del Cen­tro de His­to­ria Larense el ini­cio de la cel­e­bración del Cua­tri­cen­te­nario de Bar­quisime­to y se des­igna como orador de orden al doc­tor Anto­nio Álamo, Indi­vid­uo de Número del Cen­tro. Se acuer­da eri­gir una láp­i­da con­mem­o­ra­ti­va en la plaza Juan de Vil­le­gas de Bar­quisime­to, con emble­mas que se fijarán en su opor­tu­nidad y dis­tribuir un pergamino mem­o­rable entre los miem­bros del Cen­tro de His­to­ria Larense e insti­tu­ciones afines.

El 16 de sep­tiem­bre de 1952 tiene lugar la primera pre­sentación en el teatro por parte del Bal­let Infan­til de Taormi­na Gue­vara con “Casa de muñe­cas”, “El amo­lador” y “Diver­tisse Men­stts”. La fun­ción comen­zó a las 6:30 pm. Las entradas tenían un val­or de Bs. 15,oo en patio y pal­co; pref­er­en­cial Bs. 12.oo y bal­cón Bs. 8.oo.

Datos toma­dos de Querales, Ramón y Aranguren, Ana T. Cronología doc­u­men­ta­da del Teatro Juares 1890–1991 (2005). Bar­quisime­to: Alcaldía del Munici­pio Irib­ar­ren, Unidad del Cro­nista Municipal

Foto de por­ta­da: El Teatro Munic­i­pal de Bar­quisime­to, fue inau­gu­ra­do en 1905, y años más tarde pasó a lla­marse Teatro Juares. Ima­gen real­iza­da en 1930

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

2 comentarios en «La accidentada historia del Teatro Juares»

  • Impre­sio­n­ante his­to­ria la de nue­stro queri­do y lam­en­ta­ble­mente mal lle­va­do teatro…

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  • El teatro Juárez es una de las obras arqui­tec­tóni­cas y cen­tros de cul­tura mas arraiga­dos al cora­zon de los bar­quisimetanos. Muchas cosas vin­cu­ladas con su trayec­to­ria eran para mi descono­ci­das, por tan­to, agradez­co la pub­li­cación que recien leí por acá. En este teatro tuve mi acto de grad­ua­cion como bachiller en 1968, y cua­tro años mas tarde mi grad­uación de pro­fe­so­ra de Edu­cación Agropecuar­ia men­ción Zootec­nia como inte­grante de la pro­mo­cion Hipól­i­to Cis­neros del ped­a­gogi­co de Barquisimeto

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