Crónica de una localización en la selva de Terepaima
José Luis Sotillo
Cronista Parroquial de Agua Viva
Aún existen personas que constantemente han testificado que en el interior de las frías y boscosas montañas de Terepaima, se guardan ciertos secretos e historias que alguna vez se fueron popularizando, a tal punto, que muchos pensaban que era una simple leyenda cultivada por la imaginación de quienes cohabitaron en las altas cumbres de aquella serranía.
De allí que ciertamente se ha comentado la existencia de un parque de armas olvidado por quienes participaron activamente durante la guerra larga o la guerra de cinco años; utilizando este territorio como zona geoestratégica de sus operaciones. Asimismo, en diversos encuentros fraternales con vecinos nativos de la altiva cumbre, recopilábamos en la amena tertulia, la existencia de una jaula del famoso tigre de Terepaima o la “Jaula del Tigre”; el cual, en sus tiempos, era una trampa que la decidía colocar don Mariano Yepes Gil a objeto de capturar al salvaje animal, que por lo general atentaba contra algunas especies domesticas que el mencionado pisatario poseía en sus extensas tierras de producción. Ya que el mismo era propietario de la muy nombrada hacienda Tarabana, así como también de las localizadas en el “alto de Tarabana”; es decir en lo que hoy en día se conoce como la montaña de Terepaima.
Fue así como impulsado por estas presuntas leyendas o mitos imaginativos, e indagando junto a Campo Elías Rodríguez Parra, vecino y ferviente amante del senderismo montañoso; ventilamos ¿quién sería la persona?, que podría llevarnos hasta el casi inhóspito y perdido lugar. En una travesía nada fructífera, ya que según él propio Campo Elías como conocedor de palmo a palmo de las grutas y veredas internas de la montaña; ya eran casi cincuenta años escuchando de esté anecdótico lugar, un punto quizás perdido donde se encontraba esta jaula o trampa.
El veinticinco de septiembre del año 2016 se dispuso realizar la excursión, puesto que ya se había localizado al baquiano, un nativo del sitio de Guamacire; hoy en día habitante del caserío Cocodrilo de la vecina parroquia Juares; se trataba de Abelardo Almao quien suele insertarse constantemente en la fría y tupida montaña, hijo también de Abelardo Almao uno de los primeros encargados de la limpieza de la antigua toma de agua del sistema hídrico de Terepaima y cafetalero de aquella comunidad.
En horas de la madrugada de aquella fecha siendo las 3y45:am, se dispuso a salir tanto Campo Elías, el mencionado baquiano y Kenny Rivero, haciendo parada primeramente en Cocodrilo, para dejar allí el vehículo jeep y, de este modo iniciar la larga caminata.
Ya con linternas en manos y atrapados por la oscuridad, poco a poco ingresaron al sendero que conduce de Cocodrilo hacia Terepaima; ya casi amaneciendo aprovecharon los curiosos, mitigar la sed y el hambre mañanera que los agarraba; esto justo en el sitio de la plazuela, donde incluso lograron fotografiar aquel amistoso momento.
Ya tomando la vereda que baja de la Fila de Terepaima hasta el viejo y desaparecido caserío Santa Fe; unos treinta minutos más adentro, de donde localizamos hace pocos años la avioneta que cayo fatalmente en esa zona; el amigo Abelardo se reencuentra con un camino ya encubierto por la maleza, sin vacilación alguna prosiguió la marcha unos 200mts. Después de la larga caminata lograron visualizar lo que muchos describieron como leyenda; allí estaba la jaula, cercada por el tiempo, ya desvanecida; minada por el verdor y el óxido. Al toparse con ella, una lluvia comenzó a caer aquel día, hubo que esperar fotografiar su localización. Ocurrentemente Campo Elías saco de su morral la cinta métrica que le acompaña en sus andanzas de caminante; y tomando medida, se determinó que la misma posee una altura de: 1 metro con 01cms; su largo: 2 metros con 01cms, y su ancho: 1 metro con 19cms; con cuatro ruedas macizas de 30 centímetros en su circunferencia, y su banda de rodamiento de metal de una anchura de 15 centímetros. Con su puerta corrediza que cerraba de arriba hacia abajo, y se activaba al presionar el piso de la entrada. Sus barrotes hechos de cabilla liza de media pulgada con una separación de 10 centímetros entre cabillas. En cuanto al piso de aquella, era de láminas de metal.
Hecho el trabajo de reconocimiento y haber satisfecho su apetecida búsqueda, entre cuento y cuentos, a las nueve de la mañana dejaron atrás aquel sueño, el objetivo se había cumplido; partiendo de nuevo hasta Cocodrilo, sin que dejara de llover.
Según se dice por testimonios lugareños, que está particular “Jaula”, fue llevada hasta este intrincado lugar en los años 50 del pasado siglo XX; transportada por una supuesta trocha que en épocas pasadas fue realizada por los presos del periodo gomesista, concretamente entre 1929–1935; bajo el mando en la región de Eustoquio Gómez. La misma habría sido llevada al lugar por órdenes de don Mariano Yepes Gil, con la finalidad de atrapar los tigres que merodeaban la zona; y luego eran trasladados hasta el teatro cine Arenas de Barquisimeto, en donde una cruenta confrontación con un toro, distraían la mirada de curiosos y asistentes. En tal pelea, siempre terminaba venciendo el musculoso toro. Este evento de diversión barquisimetana es recordado por aquellos que disfrutaron tal espectáculo. Es de reseñar que dicha distracción también fue llevada al interior de la hacienda Tarabana en las fiestas que se le rendían a la Virgen de las Mercedes.
Con honda satisfacción debo agradecer el interés de Campo Elías, así como de quienes le acompañamos en su constante caminatas por estos parajes del verdor inconfundible de la amplia serranía del Terepaima; siempre en compañía de entrañables amigos y familiares entre ellos: Kenny Rivero, Lerwins Ruíz, Juan Carlos Rodríguez, el mismo Abelardo Almao y así tantos otros; que divulgan el patrimonio que posee el Parque Nacional Terepaima como recurso natural y testigo que bajo sus brazos nos cobija para relatar su propia historia.
Excelente relato y puedo dar Fe de lo cierto a las anacdotas
Soy nieta de Don Mariano Yepez Gil y aun recuerdo las peleas del Tigre y el Toro gracias Guillermina Briceno de Hernandez.
Hola Guillermina, saludos estamos en contacto. Gracias por tu consideración. Atte Luis Perozo Padua