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Bolívar diseñó un código de ética para el periodismo venezolano

 

Juan José Peralta
Periodista


El Genio de América, Simón Bolívar, estableció un conjunto de normas del periodismo que vale la pena comparar con los tiempos actuales y analizarlo como base para una revisión de las libertades públicas y el derecho ciudadano a la información oportuna y veraz consagrado en la Constitución, confrontado con las acciones de quienes se autocalifican bolivarianos y mantienen una feroz persecución contra periodistas y editores.

Una vie­ja dis­cusión entre peri­odis­tas e inves­ti­gadores bus­ca aclarar cuál fue el primer per­iódi­co de la repúbli­ca vene­zolana naci­da el 5 de julio de 1811 y unos sostienen que fue la Gaze­ta de Cara­cas, que cir­culó por primera vez el 24 de octubre de 1808. Otros el Correo del Orinoco con el argu­men­to de que la Gaze­ta nació cuan­do éramos cap­i­tanía gen­er­al y se aco­mod­a­ba a su con­ve­nien­cia en cuan­to cam­biaran las autori­dades de la capital. 

La imprenta del Correo está en un museo en Ciu­dad Bolívar

Una ter­cera vía habla del Correo de la Trinidad Españo­la, que cir­culó el jueves 13 de agos­to de 1789 en Puer­to España, edi­ta­do mucho antes, cuan­do la isla todavía era ter­ri­to­rio de la Cap­i­tanía Gen­er­al de Venezuela.

Más allá de la dis­cusión, con­viene arri­mar una sil­la al quicio de la puer­ta para saber que la Cap­i­tanía Gen­er­al de Venezuela estu­vo en el oscu­ran­tismo mucho tiem­po, seg­re­ga­da por las autori­dades españolas.

Somos libres

Uno de los aspec­tos más resaltantes del Correo del Orinoco –este año de fies­ta bicen­te­nario– fue la con­cep­ción del per­iódi­co por Bolí­var, como con­tara al gen­er­al José Anto­nio Páez en car­ta del 4 de agos­to de 1826, “como artillería de pen­samien­to, edu­cador de masas de hoy y mañana, por­tavoz de la creación de un nue­vo orden económi­co y de la infor­ma­ción inter­na­cional des­de el pun­to de vista de nue­stros intere­ses, fis­cal de la moral públi­ca y freno de las pasiones, vig­i­lante con­tra todo exce­so y omisión cul­pa­ble, cate­cis­mo moral y de vir­tudes cívi­cas, tri­bunal espon­tá­neo y órgano de los pen­samien­tos ajenos”, bajo su lema  Somos libres, escribi­mos en un país libre y no nos pro­ponemos engañar al públi­co”.

El Correo des­men­tía a la Gac­eta de supuestos logros real­is­tas, fue instru­men­to en las rela­ciones inter­na­cionales, pub­licó la vida y obra de los héroes patri­o­tas, leyes, decre­tos del ejec­u­ti­vo, boletines del ejérci­to, las procla­mas de Bolí­var, notas de colab­o­radores extran­jeros que servían a la cohe­sión del ejérci­to y noti­cias sobre la con­struc­ción del Esta­do y la orga­ni­zación de la guerra.

El joven caraque­ño Andrés Bel­lo, primer peri­odista venezolano

Tam­bién se inser­taron anéc­do­tas, curiosi­dades, poe­mas, cuen­tos y nov­e­las por entre­gas. La direc­ción de los primeros doce números del sem­a­nario estu­vo a car­go de Fran­cis­co Anto­nio Zea, su primer redac­tor reem­plaza­do por colab­o­radores de la tal­la de Juan Ger­mán Roscio, Car­los Sou­blette, José Rafael Reven­ga, Manuel Pala­cio Fajar­do, entre otros.

Incluyó extrac­tos de per­iódi­cos extran­jeros y avi­sos sobre entra­da y sal­i­da de buques al puer­to de Angos­tu­ra. Cir­cu­laron 133 números: 128 numer­a­dos y 5 extra­or­di­nar­ios, últi­ma vocería de impor­tantes acciones mil­itares como Boy­acá y Carabobo.

Su edi­tor, el capitán Andrés Rod­er­ick, proyec­tó un for­ma­to de 31 cen­tímet­ros de alto por 32 de ancho por dos colum­nas has­ta el número 11 del 5 de Sep­tiem­bre. A par­tir del número 12 se ensanchó el sem­a­nario a 36 por 24 y a tres colum­nas has­ta su fin, el número 128, que cir­culó el 23 de Mar­zo de 1822.

Pos­te­ri­or a la sep­a­ración de la Gran Colom­bia, en el siglo XIX en Venezuela cir­cu­laron numerosos per­iódi­cos, fun­da­men­tal­mente políti­cos, que enfrenta­ban a los fed­er­al­is­tas con los lla­ma­dos oli­gar­cas o con­ser­vadores. A fines de ese siglo y comien­zos del siglo XX nacieron dos diar­ios actual­mente en cir­cu­lación, en Bar­quisime­to El Impul­so, decano de la pren­sa nacional hoy en sis­tema online por las difi­cul­tades en con­seguir insumos y pub­li­ci­dad bajo el ase­dio y pre­siones del rég­i­men y en Cara­cas, El Uni­ver­sal, adquiri­do por gente adin­er­a­da vin­cu­la­da al gob­ier­no, testa­fer­ros para su con­trol editorial.

Primera pági­na del Correo de junio de 1818

Después de dic­taduras mil­itares y gob­ier­nos mil­i­taris­tas de comien­zos de siglo XX, de difí­cil ejer­ci­cio para la lib­er­tad de expre­sión, con el adven­imien­to de la era democráti­ca a par­tir de 1958, la pren­sa tuvo más lib­er­tades, aunque siem­pre los gob­ier­nos han queri­do con­tro­lar los medios para que exp­re­sen las noti­cias más con­ve­nientes a sus intere­ses. Los últi­mos 18 años el ejer­ci­cio del peri­odis­mo y la vida de los medios han sido someti­dos a sev­eras restricciones.

La prensa en las colonias

Fue en Méx­i­co donde cir­culó la primera hoja impre­sa en la Améri­ca his­pana, allá por 1542, con el rela­to del ter­re­mo­to que sacud­ió a Guatemala el año ante­ri­or. Era un vir­reina­to al igual que Perú, sien­do Lima la segun­da ciu­dad amer­i­cana en ten­er infor­ma­ción tipográ­fi­ca, con hojas de noti­cias sim­i­lares a Méx­i­co, pub­li­cadas des­de 1594. Tam­bién cir­cu­laron volantes con noti­cias en La Habana, Bogotá y Buenos Aires, en la segun­da mitad del siglo XVII.

Venezuela esta­ba al mar­gen de la imprenta, como espe­cial ensañamien­to de la Cap­i­tanía Gen­er­al con­tra los criol­los de esta tier­ra por temor a que se expre­saran, extraño pre­sen­timien­to de que el Impe­rio Español peligra­ba por esta parte del nue­vo Con­ti­nente. En el Con­se­jo de Car­los IV de España decían “que no con­viene que se ilus­tre a los amer­i­canos” y se aplic­a­ba a los venezolanos.

El espíritu de la cen­sura no es nue­vo, las agre­siones a la lib­er­tad de expre­sión son muy antiguas. Ya en el siglo XVIII, el supre­mo Con­se­jo de Indias había orde­na­do la req­ui­sa de libros y pape­les ingre­sa­dos al país y la cor­re­spon­den­cia pri­va­da, “si ésta pudiera rev­e­lar planes con­tra el sosiego y la obe­di­en­cia de las colonias”.

Más tarde, el Tri­bunal de la Real Audi­en­cia de Venezuela dijo que uno de los motivos de la rebe­lión amer­i­cana fue “la intro­duc­ción de pape­les de las islas extran­jeras y del viejo con­ti­nente, pese a la acti­va vig­i­lan­cia de las autoridades”.

En sus via­jes a Europa, en espe­cial a la Fran­cia en rev­olu­cionar­ia efer­ves­cen­cia, a los criol­los hijos de acau­dal­a­dos españoles entu­si­as­ma­ban las posi­bil­i­dades de cam­bio y de modo sig­iloso intro­du­jeron esos “pape­les y libros incen­di­ar­ios”, muchos deam­bu­lan­do por aquí, de boca en boca, clan­des­ti­nas o en las entrelíneas de las car­tas de amor.

Aso­ci­a­dos a España con­tra la invasión de Bona­parte, los ingle­ses auparon la fun­dación del primer per­iódi­co en Cara­cas como más apropi­a­do alien­to de mul­ti­tudes para estim­u­lar en vir­reinatos y cap­i­tanías el espíritu antinapoleónico.

Su insis­ten­cia logró en Venezuela el primer per­iódi­co de estos lados y fueron dos ingle­ses, James Lamb y Mateo Gal­lagher, quienes com­praron en 1808, la primera imprenta per­mi­ti­da en Cara­cas, la mis­ma que el gen­er­alísi­mo Fran­cis­co de Miran­da tra­jo a bor­do del Lean­der en 1806, en la cual se imprim­ió la primera procla­ma lib­er­taria del pre­cur­sor, lan­za­da en agos­to de ese mis­mo año en Coro.

Primer periódico caraqueño

Fra­casa­da la expe­di­ción miran­d­i­na, la imprenta fue a dar a Trinidad donde la adquirieron los ingle­ses dos años más tarde y la insta­laron en la calle Cat­e­dral, esquina de la Torre, en Cara­cas con el debido per­miso del capitán gen­er­al y repartieron volantes anun­cian­do la pronta apari­ción de la Gaze­ta de Cara­cas, pub­li­ca­da el lunes 24 de octubre de 1808.

Primera pági­na de la Gaze­ta de octubre de 1806

Gal­lagher y Lamb destac­aron en el primer edi­to­r­i­al la util­i­dad de esta nue­va empre­sa y no dejó de ser obvia a cualquiera de sus ilustra­dos habi­tantes, ni bajo los pun­tos de vista que ofre­cen la Agri­cul­tura y el Com­er­cio, la Políti­ca y las Letras. Los edi­tores solic­i­taron a quienes “por sus luces e incli­nación se hallen en esta­do de con­tribuir a la instruc­ción públi­ca y a la inocente recreación que pro­por­ciona la lec­tura ame­na ocur­ran con sus pro­duc­ciones, en prosa o en ver­so, a la ofic­i­na de la Imprenta”.

Muy tem­pra­no ingresó a tra­ba­jar Andrés Bel­lo, cuan­do tenía 27 años, en vir­tud de sus cual­i­dades cul­tur­ales, a quien se con­sid­era el primer peri­odista vene­zolano y aunque no fuera desta­ca­da su labor por estar ded­i­ca­do a extrac­tar o tra­ducir pub­li­ca­ciones extran­jeras, a resumir datos de doc­u­men­tos ofi­ciales o en car­tas par­tic­u­lares, debió ade­cuar la ori­entación de sus artícu­los y la selec­ción de sus temas a las exi­gen­cias del ambiente.

Dis­cre­to editor
Bel­lo supo enrique­cer el hor­i­zonte de sus con­ci­u­dadanos con pre­ocu­pa­ciones y conocimien­tos inédi­tos para la may­oría de nue­stros pueb­los pero sus posi­bil­i­dades de inter­ven­ción aumenta­ban o dis­min­uían en la medi­da en que se retrasa­ban los bar­cos españoles con las revis­tas de afuera y nun­ca trans­gredió los límites impuestos por el sel­lo imper­son­al y el esti­lo pre­dom­i­nante en las pub­li­ca­ciones de la época.

La primera eta­pa de la “Gaze­ta” tran­scur­rió bajo la direc­ción españo­la, siem­pre al ser­vi­cio de los intere­ses del rey Fer­nan­do VII. Emi­nen­te­mente ofi­cial­ista, como diríamos hoy, pero a par­tir de los acon­tec­imien­tos políti­cos del 19 de abril de 1810 y los primeros gri­tos de lib­er­tad, se ini­cia la segun­da época con la redac­ción de los patri­o­tas Sanz, Roscio, Muñoz Tébar, Sali­nas, Gar­cía de Sena, Zea, José Luis Ramos, los Paúl y el irlandés Guiller­mo Burke. En esta segun­da eta­pa, la Gaze­ta cam­bia su aspec­to grá­fi­co y el sen­ti­do de sus con­tenidos. Se vuelve patri­o­ta, época final­iza­da en julio de 1812 con la capit­u­lación de Miranda.

El 4 de octubre del mis­mo año, después de la entra­da de Domin­go Mon­teverde a Cara­cas, la Gaze­ta pasó al dominio real­ista. Los redac­tores españoles supri­men la máx­i­ma de jus­ti­cia adop­ta­da por la Jun­ta Supre­ma y cam­bia de nue­vo su dis­eño. La época real­ista de la Gaze­ta ter­mi­na en 1813, cuan­do Simón Bolí­var entra tri­un­fante a Cara­cas a prin­ci­pio de agos­to y la “Gaze­ta” sale en la segun­da época patri­o­ta. La entra­da del san­guinario gen­er­al asturi­ano José Tomás Boves a Cara­cas en julio de 1814 ini­cia la ter­cera época real­ista de la “Gaze­ta” que sale el 1º de febrero de 1815 bajo la direc­ción de José Domin­go Díaz, criol­lo deser­tor de la causa patri­o­ta a quien se acusa de manip­u­lar e inven­tar noti­cias para dañar la ima­gen de la lucha por la inde­pen­den­cia. Des­de esta fecha el per­iódi­co se lla­mará “Gac­eta de Cara­cas”, cam­bian­do la z en c.

El tri­un­fo de las armas repub­li­canas en Carabobo ter­minó con ese “cen­tón insípi­do de men­ti­ras e injurias”, como cal­i­fi­caron los his­to­ri­adores patri­o­tas a la “Gaze­ta” de 1815 a 1821.

CorreodeLara

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