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Los venezolanos tenemos una deuda pendiente con don Andrés Bello

 

Juan José Peralta
Periodista


Los 29 de noviembre deberían ser en Venezuela fiesta de la cultura y el saber en honor al natalicio de Andrés Bello, uno de los venezolanos más importantes de todos los tiempos con quien la república no ha hecho justicia, incluso desde su propia época. Los venezolanos, sobre tofo los civiles, tenemos una inmensa deuda a la memoria de este gran humanista continental, maestro de la lengua española.

Filó­so­fo, filól­o­go, escritor, poeta, edu­cador, políti­co, jurista y peri­odista, uno de los int­elec­tuales más impor­tantes de Améri­ca Lati­na en tiem­pos cuan­do la for­ma­ción y el estu­dio requerían dis­ci­plina y dedicación.

Pin­tu­ra de Bolí­var reci­bi­en­do clases de Bel­lo en la casa de servicio

Cada 29 de noviem­bre debería haber ferias de libros en cada ciu­dad, cada ate­neo, cada casa de la cul­tura. Jor­nadas espe­ciales sobre el idioma y el lengua­je, sobre lit­er­atu­ra, con encuen­tros de dis­cusión sobre la obra bel­lista. Y la Acad­e­mia de la Lengua pro­mover exalta­ciones a su memo­ria, en los cabil­dos sesiones espe­ciales, foros y con­fer­en­cias por doquier. Llenarnos de su espíritu.

Pero es que has­ta la con­dec­o­ración Orden Andrés Bel­lo que se otor­ga­ba a la int­elec­tu­al­i­dad la desa­parecieron y debe ser porque es un prócer civ­il, quien en la lejanía sigu­ió sien­do pro­mo­tor de la lib­er­tad y la inde­pen­den­cia sudamericana.

Vida en tres etapas

La primera eta­pa de su vida tran­scurre en su ciu­dad natal. Andrés de Jesús María y José Bel­lo López nació el 29 de noviem­bre de 1781 en la esquina de Lune­ta, hijo de Bar­tolomé Bel­lo y doña Ana Petrona López, rodea­do por el ambi­ente artís­ti­co y cul­to de la casa de su abue­lo mater­no, Juan Pedro López, recono­ci­do pin­tor y escultor.

Su infan­cia tran­scurre a la som­bra del Samán de la Trinidad o las rib­eras del Anau­co, donde aprendió las primeras lec­ciones de amor a la nat­u­raleza. Cara­cas era entonces una campiña trop­i­cal de exu­ber­ante flo­ra y vari­a­da fauna.

Cisne del Anauco

Des­de niño fue amante de la lec­tura, par­tic­u­lar­mente de los clási­cos del Siglo de Oro español. En el con­ven­to de las Mer­cedes aprendió latín con el padre Cristóbal de Que­sa­da. A par­tir de 1797, estu­dia en la Real y Pon­ti­f­i­cia Uni­ver­si­dad de Cara­cas, donde se gradúa de bachiller en Artes, el 14 de junio de 1800. Estudió dere­cho y luego med­i­c­i­na. Por ese tiem­po comen­zó a man­i­fes­tarse como lit­er­a­to, prin­ci­pal­mente en las ter­tu­lias en la casa de los Uztáriz. Los ver­sos de Bel­lo, tra­duci­dos del latín y francés, adapta­ciones de poe­mas clási­cos jun­to a poesías orig­i­nales, le hizo ganarse el títu­lo del Cisne del Anau­co. En enero de 1801 cono­ció a Ale­jan­dro Hum­boldt, a quien acom­pañó en la ascen­sión y explo­ración del Ávila.

Maestro de Bolívar

Mien­tras estu­di­a­ba impartía clases par­tic­u­lares. Con 17 años daba clases a Simón Bolí­var, año y medio menor: “Conoz­co la supe­ri­or­i­dad de este caraque­ño con­tem­porá­neo mío. Fue mi mae­stro cuan­do teníamos la mis­ma edad y yo le ama­ba con respeto”.

Bolí­var después lo vio cre­cer como sec­re­tario de redac­ción de la Gaze­ta de Cara­cas en sus primeros tiem­pos, a quien se con­sid­era el primer peri­odista vene­zolano, una de sus fac­etas menos estu­di­adas, pese a su labor des­de aquel primer per­iódi­co caraque­ño que vio su primera edi­ción el 24 de octubre de 1808, has­ta sus pub­li­ca­ciones en Lon­dres y San­ti­a­go de Chile donde siem­pre con­cibió al peri­odis­mo como medio de difusión del conocimien­to y la cultura.

Primer peri­odista vene­zolano, redac­tor de la Gaze­ta de Caracas

A fines de 1809 proyec­tó jun­to a Fran­cis­co Isnardy la pub­li­cación de una revista tit­u­la­da El Lucero que no llegó a ver luz, como cuen­ta Agustín Mil­lares Car­lo en su libro La Imprenta en Venezuela, edi­ta­do en Cara­cas por Monte Ávi­la en 1969.

Por sus conocimien­tos y dominio del inglés y el francés adquiri­dos en for­ma auto­di­dac­ta, en junio de 1810 acom­paña a Simón Bolí­var y Luis López Mén­dez a Inglater­ra en bus­ca de apoyo a la lucha ape­nas iniciada

Segunda morada

En Lon­dres cumplió su segun­da eta­pa. Bel­lo siem­pre buscó el peri­odis­mo y cuan­do fue en la mis­ión diplomáti­ca a Inglater­ra se vin­culó con El Colom­biano, de Fran­cis­co de Miran­da y El Español, de José María Blan­co White. Después fundó el per­iódi­co Bib­liote­ca Amer­i­cana, donde pub­li­ca­ba infor­ma­ciones sobre Europa, mis­celáneas de libros inde­pen­den­tis­tas y daba a cono­cer la filosofía e ide­ología de esos tiem­pos y luego alzó Reper­to­rio Amer­i­cano. Allí Bel­lo empieza a crear su propia cát­e­dra de enseñan­za con la difusión de infor­ma­ciones a los pueb­los de Améri­ca y los que esta­ban en el exilio en Europa.

En Lon­dres difunde las ideas inde­pen­den­tis­tas y reca­ba ayu­da para la causa. Con grandes perío­dos de difi­cul­tades económi­cas, allí Fran­cis­co de Miran­da le per­mite el uso de su bien dota­da bib­liote­ca, en Grafton Street, una autén­ti­ca rev­elación cul­tur­al para el caraque­ño quien en los libros del Pre­cur­sor estu­dia griego. Se desem­peña con acier­to en la Sec­re­taría de la Mis­ión Diplomáti­ca y en 1813, con áni­mos de regre­sar a su ama­da Cara­cas solici­ta su inclusión en la amnistía acor­da­da por España con los patri­o­tas amer­i­canos. Al año sigu­iente se casó con María Ana Boy­land de quien envi­u­da en 1821. De este mat­ri­mo­nio nacieron tres hijos. En 1815 solic­itó un puesto al gob­ier­no de Cun­d­i­na­mar­ca, pero su peti­ción no se conc­re­ta porque las tropas de Pablo Moril­lo inter­cep­taron el mensaje.

Nuevas nupcias

En 1822, fue nom­bra­do sec­re­tario interi­no de la Legación de Chile en Lon­dres a car­go de Anto­nio José de Iris­ar­ri, par­tic­i­pa en la fun­dación de la Sociedad de Amer­i­canos, que pro­movió la pub­li­cación de dos grandes revis­tas: la Bib­liote­ca Amer­i­cana (1823) y El reper­to­rio Amer­i­cano (1826–1827), en las que par­ticipó acti­va­mente. En 1824, con­tra­jo nuevas nup­cias, con Isabel Anto­nia Dunn de cuyo mat­ri­mo­nio nac­erán doce hijos. Con­cluye su eta­pa londi­nense donde per­maneció 19 años, se casó dos veces, nacieron var­ios de sus hijos, editó revis­tas y rep­re­sen­tó a Venezuela, Chile y la Gran Colom­bia. Allí tam­bién escribió sus grandes poe­mas a la lib­er­tad del nue­vo mundo.

Chile: obra fecunda

La ter­cera eta­pa de su vida ocur­rió en Chile donde fue senador has­ta su muerte. El 14 de febrero de 1829 parte de Lon­dres a bor­do del bergan­tín inglés Gre­cian y lle­ga con su esposa Isabel y su famil­ia a Val­paraí­so el 25 de junio del mis­mo año. Durante la casi la total­i­dad de los 36 años residió en San­ti­a­go, sal­vo cor­tos perío­dos en Val­paraí­so y en la hacien­da de los Car­rera, en San Miguel del Monte

                                               La Uni­ver­si­dad, su obra 

En Chile Bel­lo se desta­ca como gramáti­co, peri­odista, jurista y ped­a­gogo y todo ello con el delib­er­a­do sen­timien­to de servir a la Améri­ca. En 1843 de su ini­cia­ti­va nace el acto más trascen­den­tal en su vida, su may­or obra en el cam­po educa­ti­vo, la Uni­ver­si­dad de Chile, la cual inau­guro con un gran dis­cur­so y de la que fue rec­tor de man­era hon­orí­fi­ca. En 1847 pub­li­ca su Gramáti­ca de la Lengua Castel­lana Para Uso de los Amer­i­canos, muchos de cuyos prin­ci­p­ios siguen vigentes. Para los estu­diosos de su vida y obra, Andrés Bel­lo es el primer human­ista del con­ti­nente.

El año de su lle­ga­da lo nom­braron ofi­cial may­or del Min­is­te­rio de Hacien­da y al año sigu­iente rec­tor del cole­gio de San­ti­a­go y comien­za la pub­li­cación de El Arau­cano, del que fue prin­ci­pal redac­tor has­ta 1853. En 1831 se ini­cia como mae­stro par­tic­u­lar y en 1832 pub­li­ca la primera edi­ción de los Prin­ci­p­ios de Dere­cho de Jentes, luego Prin­ci­p­ios de Dere­cho Internacional

Miem­bro de la Real Academia

En 1848 Bel­lo pub­li­ca la Cos­mo­grafía o descrip­ción del Uni­ver­so, en 1850, su His­to­ria de la Lit­er­atu­ra y en 1851 fue des­ig­na­do miem­bro hon­o­rario de la Real Acad­e­mia Españo­la y en 1861, miem­bro efec­ti­vo. En 1852, ter­mi­na la preparación del Códi­go Civ­il, aproba­do por el Con­gre­so Chileno en 1855


El 15 de octubre de 1832 por sus méri­tos el Con­gre­so de Chile lo declara chileno legal, con la plen­i­tud de dere­chos ciu­dadanos. En 1834 pasa a desem­peñar has­ta 1852, la Ofi­cialía May­or del Min­is­te­rio de Rela­ciones Exte­ri­ores. En 1835 pub­li­ca los Prin­ci­p­ios de ortología y métri­ca y dos años después es elegi­do senador de la República.

En 1840, empieza los tra­ba­jos que cul­mi­narán en el Códi­go Civ­il y en 1841 pub­li­ca su obra Análi­sis, ide­ológ­i­ca de los tiem­pos de la con­ju­gación castel­lana y el poe­ma “El incen­dio de la Com­pañía”, esti­ma­da la primera man­i­festación del roman­ti­cis­mo en Chile. En 1864 fue escogi­do árbi­tro para dirim­ir una difer­en­cia inter­na­cional entre Ecuador y Esta­dos Unidos y en 1865, árbi­tro de la con­tro­ver­sia entre Perú y Colom­bia, des­i­gnación que rec­haza por motivos de salud. En la amplia labor desar­rol­la­da por Bel­lo a lo largo de su vida, se puede apre­ciar un inten­to por definir la civ­i­lización his­panoamer­i­cana, a través del libro, las lec­ciones, el teatro y el per­iódi­co. Bel­lo tuvo quince hijos de quienes vio morir nueve. Le falta­ban mes y medio para cumplir 84 años cuan­do fal­l­e­ció en la cap­i­tal chile­na el 15 de octubre de 1865 donde fue enter­ra­do en el Cemente­rio Gen­er­al. Igna­cio Domeyko señaló para su funer­al: “Dudaría la razón que en una sola vida, un solo hom­bre pudiera saber tan­to, hac­er tan­to y amar tanto”.

CorreodeLara

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Un comentario en «Los venezolanos tenemos una deuda pendiente con don Andrés Bello»

  • Tam­bién la uni­ver­si­dad que lle­va su nom­bre debe incor­po­rarse a la prop­ues­ta de regar su obra por doquier, en inte­gración a esa jor­na­da bel­lista nacional. No quedarse encer­ra­da en sus cua­tro pare­des con sus activi­dades celebratorias.

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