A pesar de la edad y del tiempo, reloj que no detiene sus inclementes agujas, este acucioso reportero gráfico no desmaya en su quehacer cotidiano. En su caballo de hierro recorre diariamente la capital del municipio Crespo, en donde, con su aguda visión, inmortaliza los hechos más trascendentales, con el fin de dejar testimonio del época. Es amigo inseparable de EL IMPULSO, en el cual ha tenido la oportunidad de publicar sus crónicas visuales
Son 84 años. Dilatada experiencia y toda una vida entre anécdotas y difíciles realidades, entre el compromiso de la palabra y captar el mejor momento, el ángulo acertado. Así transcurre la vida de Iginio Fréitez, sin declinar un ápice. “Pero fue en Quíbor…”, sí, se detiene para pensar, y se sumerge en un letargo expectante. Luego prosigue: “El 23 de febrero de 1923, cuando mi madre me trajo al mundo”.
Cuenta que desde muy pequeño llegó a Duaca y fue entonces “cuando me enamoré de este pueblito que tenía sólo dos calles, unas cuantas casitas y muy buenas fiestas”. En la Perla del Norte, Iginio Fréitez conoció EL IMPULSO, “un amigo de papel y letras, con quien he compartido desde hace 54 años”, confiesa sin apologías ni la rigurosidad del mimetismo.
En su amado pueblito, que lo adoptó como uno de sus mejores hijos, transita su vida como un lugareño más, entre páginas de periódicos amarillentas por las severidades del tiempo y los mejores recuerdos. Don Iginio se levanta “con el primer cantar del gallo”, para recibir el periódico que luego reparte a domicilio en su bicicleta.
Y recorre las principales calles y avenidas, no como un transeúnte inadvertido, sino como el más crítico de los vecinos, pues siempre le han preocupado los problemas presentes de la ciudad. Más, no es un trabajo sencillo el escudriñar, con ese ojo, las vicisitudes del entorno urbano. Le afecta y entristece la carencia de agua potable de esa población, las calles llenas de huecos, la ausencia de transporte público y la casi nula fuente de trabajo de la comarca, “son hechos que para mí no son insignificantes, ni mucho menos me mantengo indiferente”.
La fotografía como testimonio
Para Iginio Fréitez no es ligero comprender el declive de su terruño y otras muchas situaciones adversas y de crónico olvido por las que atraviesa el pequeño poblado. Por ello comprendió que su vida estaba íntimamente ligada al periodismo fotográfico. Decidió entonces realizar, en sus años mozos, uno que otro curso de fotografía, para captar, por medio de la lente, el momento preciso, el hecho noticioso y reflejar cada instante de la cotidianidad.
Desde ese momento jamás se separó de la cámara fotográfica y comprendió que como no fue inmerso en los libros, por medio de ese mágico recurso, podría reseñar y recoger todo lo que quizá con la escritura no podría lograr. Sensible y esmerado recorre con su caballo de hierro cada rincón de la ciudad en la búsqueda del momento periodístico que a su vez, es memoria del tiempo.
Con su eterna compañera ha recogido momentos trascendentales de la vida en Duaca, inmortalizando eso hechos para las crónicas y el devenir histórico de los cuales destacan la visita a esa localidad de personajes importantes. Los presidentes Wolfgang Larrazábal, Rómulo Betancourt, Carlos Andrés Pérez, Jaime Lusinchi y Hugo Chávez Frías, durante su campaña electoral del 98, entre otros, quienes no escaparon de ser capturados como testimonio del tiempo por medio de la lente de don Iginio.
En su humilde morada, muy cercana a la Plaza Bolívar de Duaca, tiene un cuartico lleno de rollos, líquidos para el copiado y revelado, miles de fotos y por supuesto, sus diplomas que lo certifican como profesional de la fotografía. Pero el reconocimiento más valioso para este hombre testimonio del tiempo y apasionado del fotoperiodismo, es el título conferido por el Círculo de Reporteros Gráficos, organismo que lo designó como integrante honorario en correspondencia por su extendida y fructífera labor por espacio de 35 años.
Rememora don Iginio con atesorado orgullo, que cuando le fue impuesta esa distinción ya tenía 40 años en el noble oficio. Es una cuenta que preserva con la delicia que se procede a la clasificación de un único tesoro.
Cronista de imágenes
Iginio Fréitez tiene don matrimonios y unos cuantos hijos. Trabajó por espacio de muchos años en una funeraria del poblado pero se retiró para dedicarse de lleno a la labor reporteril. Su inclinación por la fotografía llegó hace muchos años y a raíz de ello, es popularmente reconocido como el cronista de imágenes.
Ostenta un sinnúmero de gráficas de años remotos, sobre los acontecimientos más destacados ocurridos en Duaca y sus aledaños. Construcciones, rehabilitaciones, demoliciones de grandes y pequeñas infraestructuras, están eternizadas por medio de la lente de don Iginio. No hay calles y casas en Duaca que no se encuentren entre las fotos de este aficionado, en el buen término de la expresión.
Por esa razón, don Iginio, el cronista no oficial del municipio Crespo, le acreditan establecer una aproximación a la Duaca de antaño y comparar el después. Según su apreciación, “el pueblo ha crecido aceleradamente y los problemas se han acentuado”.
Pero la entrevista debe culminar aquí, debido a que don Iginio debe marcharse sin más pérdida de tiempo. Debe levantarse temprano para recibir el periódico y luego continuar la rutina de repartirlo, claro está, con la mirada atenta a cualquier acontecimiento noticioso, porque así es el periodismo veraz. De esovive y alimenta su alma. Con su sombrero parte esmerado don Iginio Fréitez a recorrer cada centímetro de la Perla del Norte.
Por tres lochas
Don Iginio Fréitez escudriña tiempos remotos, de cuando las don únicas calles de Duaca eran de tierra. Enfatiza que su relación con EL IMPULSO comenzó cuando el doctor Juan Carmona visitó el lugar y conoció la trayectoria del entonces joven Iginio.
-Fue entonces cuando el doctor Carmona envió un emisario a mi casa, quien me preguntó si quería trabajar para ellos. Yo acepté las dos propuestas que consistieron en enviar fotos al periódico y por otro lado, como ganancia extra, distribuir EL IMPULSO en la zona, contó con los ojos cerrados, recordando, como para que ningún detalle escapara de la confesión.
Pero antes de agotar el tema, volvió sobre otro detalle determinante, y agregó con vehemencia, “para el momento sólo se repartían 10 ejemplares con un valor unitario de tres lochas”. Hoy día, al despuntar el alba, don Iginio recorre en su caballo de hierro las angostas calles de Duaca en su cotidiana tarea de distribuir EL IMPULSO y reitera con orgullo ser el único que llega a cada espacio de la pequeña urbe con la hoja impresa, “y antes de las nueve de la mañana ya no me quedan ejemplares”.
Afirma con ese gesto contagioso, que “algunas personas hasta me esperan en la puerta de mi casa para comprar el periódico, cuestión que no me perturba pero sí descuadra mi itinerario, porque ya no tengo que concurrir al lugar y eso me coloca en penosa desventaja por si algún acontecimiento sucede y yo no me entero”.
Con ejemplar cortesía mantiene el buen trato con los moradores y, al momento de visitar el ayuntamiento de la localidad, actividad que realiza con frecuencia para efectuar algún reclamo por la situación del poblado, se dirige al despacho de la primera autoridad y fija su posición al respecto “como ciudadano. Y no me puedo quejar, porque mi voz ha sido respetada y mis reclamos atendidos por todas las autoridades”.
Publicado
en GENTE de EL IMPULSO el domingo 1° de abril de 2007
Muy buen post, muy recomendable! Saludos.