CrónicasTodas Las Entradas

Jacinto Fabricio Lara como ministro de Fomento introdujo los primeros teléfonos en Venezuela

 

Omar Garmendia
Cronista y escritor


El telégrafo y el teléfono como infraestructuras comunicacionales hicieron su aparición en Venezuela en el último tercio del siglo XIX, cuando la Revolución Industrial se desarrollaba indeteniblemente en Europa y los Estados Unidos. El telégrafo llegó a Venezuela en 1856, cuando el ingeniero español Manuel de Montúfar estableció la primera línea en el país la cual comunicaba a Caracas con La Guaira. En 1858 ya se contaba con líneas entre Caracas, Valencia y Puerto Cabello y de allí se extendería a todo el país (Actualidad 24)

 
En los años suce­sivos el ser­vi­cio telegrá­fi­co fue asum­i­do por inver­sores forá­neos y locales pri­va­dos y en 1876 el pres­i­dente Anto­nio Guzmán Blan­co decretó la nacional­ización de las empre­sas telegrá­fi­cas, donde el Esta­do se reserv­a­ba el ser­vi­cio al tan­to que se pro­hibía la insta­lación de líneas de carác­ter pri­va­do (Spirit­to, F. 2005).
 

Los primeros aparatos

En 1883 comien­zan a insta­larse las primeras redes tele­fóni­cas en Cara­cas cuan­do el pres­i­dente Anto­nio Guzmán Blan­co, den­tro de las políti­cas dirigi­das hacia la inver­sión extran­jera, fir­ma un con­tra­to con la Inter­con­ti­nen­tal Tele­phone Com­pa­ny of New Jer­sey. Se insta­laron las primeras líneas entre Mai­quetía, La Guaira y Macu­to y luego la expan­sión por todo el ter­ri­to­rio nacional.
 
Se le debe al gen­er­al Jac­in­to Fabri­cio Lara como Min­istro de Fomen­to en 1884 la suscrip­ción de un con­ve­nio con el gen­er­al Can­de­lario Padrón como con­tratista vene­zolano, por medio del cual se estable­cería la comu­ni­cación tele­fóni­ca entre las ciu­dades de la Repúbli­ca y con el exte­ri­or. La ini­cial com­pañía se llam­a­ba Inter­con­ti­nen­tal de Telé­fonos y los equipos, instru­men­tos, baterías, ten­di­dos alám­bri­cos y otros ele­men­tos indis­pens­ables para prestar el ser­vi­cio se colo­ca­ban en el domi­cilio del intere­sa­do. Por dicha insta­lación y su respec­ti­vo man­ten­imien­to no se cobra­ba nada con la condi­ción de que la dis­tan­cia entre la línea de la calle y el inmue­ble no excediera los 1.500 met­ros de dis­tan­cia. Los equipos eran propiedad de la compañía.
 

El servicio telefónico

Al prin­ci­pio las conex­iones tele­fóni­cas no podían hac­erse direc­ta­mente entre los suscrip­tores. El auric­u­lar esta­ba sep­a­ra­do del micró­fono, comu­ni­ca­dos estos por un cable, por lo que debían usarse las dos manos para uti­lizar el telé­fono. Cada per­sona que quería hablar por telé­fono, debía primero conec­tarse con la estación cen­tral hacien­do uso de la manivela colo­ca­da a un lado de la caja del apara­to y dar­le vueltas unas dos o tres veces y al mis­mo tiem­po halar hacia arri­ba una especie de clav­i­ja colo­ca­da deba­jo de las cam­panil­las, luego soltar la clav­i­ja, tomar el auric­u­lar, colocárse­lo en el oído y hablar por la bocina.
 
Cuan­do se establecía la comu­ni­cación, des­de la ofic­i­na cen­tral, una de las fati­gadas recep­cionistas pre­gunt­a­ba: ¿número? El que llam­a­ba daba el número (no tenía que dar el nom­bre con quien desea­ba comu­ni­carse) y debía esper­ar unos min­u­tos. A su vez, el suscrip­tor a quien se llam­a­ba, al oír el repique de su telé­fono, lev­anta­ba el auric­u­lar y respondía: ¿quién está ahí? Al ter­mi­nar la lla­ma­da el suscrip­tor lla­mador col­ga­ba la boci­na en su respec­ti­vo gan­cho y hacía sonar las cam­panil­las con unas vueltas de manivela para señalar a la cen­tral la final­ización de la llamada.
 
El suscrip­tor pagaría por el ser­vi­cio una cuo­ta men­su­al de Bs, 26 con la cual podría con­ver­sar con otros suscrip­tores interur­banos sin gas­to adi­cional. Luego se va a estable­cer una tar­i­fa por lla­madas en las comu­ni­ca­ciones de larga dis­tan­cia entre una y otra ciu­dad a razón de Bs. l por cada con­ver­sación de 5 min­u­tos. Si el suscrip­tor daña­ba el telé­fono debía pagar 40 bolí­vares adi­cionales. Si mud­a­ba el telé­fono sin per­miso de la com­pañía debía can­ce­lar 75 bolí­vares mensuales.
 
Al prin­ci­pio, todo fue ala­ban­zas para el prodi­gioso inven­to. Más tarde empezaron a acu­mu­la­rse las que­jas por el ser­vi­cio. Algunos se refer­ían al detestable ser­vi­cio presta­do por la Com­pañía: se liga una línea con otra, no se escucha nada en el apara­to y cuan­do lla­man a la ofic­i­na para recla­mar las fal­las nun­ca hay nadie.
 
REFERENCIAS
Spirit­to, Fer­nan­do (2005). Las tele­co­mu­ni­ca­ciones en Venezuela: los primeros pasos (1883–1946). [Doc­u­men­to en línea] Disponible:
Actu­al­i­dad 24.com (2019). La primera conex­ión tele­fóni­ca en Venezuela. [Doc­u­men­to en línea] Disponible:

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *