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Jesusito y la banda de Los Siete Niños de Cabudare (1890)

 

Omar Garmendia
Escritor e investigador

LA PLUMA de don Julio Álvarez Casamayor, el memorable cronista mayor de Cabudare, nos deleita con sus cuentos e historias del pasado del pueblo en las amenas páginas de la colección “Cabudare, sendas, calles y personajes”. Se trata de una colección de narraciones que con el nombre de “Siete asesinatos y un espanto”, es presentado en un pequeño folleto publicado en el año 2000 a instancias del Proyecto Cultural Sarao de la Alcaldía de Palavecino.

Embosca­da (ref­er­en­cial), toma­da de Google Images

En estas pági­nas (vol­u­men II) se reseñan incom­pa­ra­bles suce­sos y peripecias acae­ci­dos en el Cabu­dare de antaño en difer­entes épocas, que en el tran­scur­rir de las tran­quilas viven­cias pueb­leri­nas, se sacud­ía de pron­to con la pres­en­cia de asesinatos atro­ces donde el revólver, el machete y la ven­gan­za eran la ley del mal­va­do que, al amparo de las som­bras, hacía de las suyas.

Cuen­ta el cro­nista que, para finales del siglo XIX, existía una pandil­la de fora­ji­dos que la tradi­ción pop­u­lar denom­ina­ba “Los Siete Niños”, quienes al man­do del facineroso Jesús Fuente, mejor cono­ci­do como “Jesusi­to”, ater­ror­iz­a­ba a la población con sus tro­pelías y ater­rado­ras mor­tan­dades a suel­do, no solo en Cabu­dare, sino tam­bién en Los Ras­tro­jos, Yaritagua y otros reco­dos cercanos.

Pero deje­mos que sea el pro­pio y mem­o­rioso cro­nista don Julio Álvarez Casamay­or quien nos narre los acon­tec­imien­tos en torno al asesina­to del gen­er­al Vicente Trujillo:

Se cuen­ta que, a las primeras horas de la mañana, vinien­do de Sarare, salien­do de Los Ras­tro­jos, al lle­gar al sitio que se llamó “La Que­bra­di­ta”, en el límite de Cabu­dare-Los Ras­tro­jos, cer­ca de la capil­la San­ta Bár­bara, le tendieron una cela­da y lo der­rib­aron de su cabal­lo de var­ios cert­eros dis­paros. Luego los autores del crimen pro­cedieron a cor­tar­le los gen­i­tales, colocán­dose­los en la boca. 

(Álvarez, J. 2000:11)

Se ase­gura­ba que este hecho y pos­te­ri­or ultra­je al cadáver fue per­pe­tra­do, plan­i­fi­ca­do y orde­na­do por Jesusi­to y su ban­da en con­tra del gen­er­al Vicente Tru­jil­lo, quien iba a Cabu­dare con el propósi­to de matar a Jesús Fuente, por vie­jas ren­cil­las políti­cas y per­son­ales. Jesusi­to pre­vi­a­mente había tenido noti­cias de la lle­ga­da del gen­er­al Tru­jil­lo y le preparó la fatal emboscada.

Buco-May­alero CorreodeLara

En una esquina de la plaza frente al tem­p­lo de San Juan Bautista, muy tem­pra­no en la mañana, Jesusi­to esperó jun­to con uno de los “Siete Niños” a que los demás inte­grantes de la ban­da cumpli­er­an su san­guinar­ia tarea. Cuan­do se escucharon los tiros, Jesusi­to exclamó con la socar­rona seguri­dad del pen­denciero: “cayó la lapa”. Luego de esto cel­e­braron con estru­en­dosos dis­paros al aire con sus revólveres y tam­bién lan­zaron cohetes y se echaron al vue­lo repiques de campanas.

El epíl­o­go de esta his­to­ria tiene que ver con la antigua sen­ten­cia que expre­sa “el que a hier­ro mata, a hier­ro muere”. Cuen­ta el cro­nista que:

Se ha dicho que Jesusi­to Fuente ape­nas tenía catorce años cuan­do el gen­er­al Matías Luce­na de un latiga­zo le dejó mar­ca­do de por vida el ros­tro y juró ven­garse de esa ofen­sa, que cada vez que al sen­tarse para afeitarse y mirarse en el espe­jo decía: “Este cachi­camo me lo como yo” y en efec­to cumplió lo prometi­do matan­do al gen­er­al citado.

(Álvarez, J. 2000:13)

En 1890 Jesusi­to Fuente es asesina­do de un tiro y remata­do a macheta­zos en el zaguán de su casa en Cabu­dare por dos sicar­ios que habían man­da­do traer de Dua­ca, pues se decía que el gob­ier­no, al decir del cro­nista, no tol­er­a­ba la noci­va pres­en­cia del crim­i­nal ver­dugo y que se mar­chara de Cabu­dare o de lo con­trario lo matarían, como en efec­to así sucedió.

(Del libro: Álvarez Casamay­or, Julio (2000). Siete asesinatos y un espan­to. Cabu­dare, sendas y per­son­ajes. Vol. II. Cabu­dare: Alcaldía de Palavecino)

Foto de por­ta­da: Corte­jo fúne­bre a la sal­i­da del tem­p­lo matriz de Cabu­dare, San Juan Bautista. Foto Famil­ia Latiegue

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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