CrónicasSemblanzasTodas Las Entradas

José Gil Fortoul, positivismo, historia y poder

 

Rafael Arraiz Lucca
Historiador

Nació en Barquisimeto el 29 de noviembre de 1861, pero su infancia y adolescencia transcurrieron en El Tocuyo, su “pueblo”. Murió en Caracas, en 1943. Sus 82 años los podemos organizar en tres etapas perfectamente diferenciadas. Una primera (1861–1886) que abarca su formación en El Tocuyo (primaria y bachillerato) y el traslado a Caracas a estudiar Derecho en la Universidad Central de Venezuela, de donde egresa titulado


Don Egidio Mon­tesinos, el leg­en­dario edu­cador tocuyano que dirigía el cole­gio La Con­cor­dia, dejará huel­la indele­ble en la for­ma­ción del niño y el ado­les­cente. El sabio alemán Adol­fo Ernst hará lo mis­mo en la uni­ver­si­dad, donde el joven asiste de oyente a sus clases cien­tí­fi­cas y hace del Pos­i­tivis­mo su ata­laya para obser­var la real­i­dad. De estas aguas pos­i­tivis­tas bebió joven Gil For­toul y no las aban­donó nun­ca, como ver­e­mos a lo largo de este ensayo.

La segun­da (1886–1909) es su eta­pa de creación int­elec­tu­al. Ocurre en su total­i­dad en Europa, donde se desem­peña como Cón­sul de Venezuela en Bur­deos, Liv­er­pool, París, Trinidad y Encar­ga­do de Nego­cios de la Legación en Berlín. En este perío­do se casa y tiene tres hijos. Tam­bién, se afi­ciona fer­vorosa­mente a los deportes: prac­ti­ca la esgri­ma casi cotid­i­ana­mente y la equi­tación con mucha fre­cuen­cia, así como el golf. En el epis­to­lario con su entrañable ami­go Lisan­dro Alvara­do alude con fre­cuen­cia a la necesi­dad de prac­ticar deportes. Será sus­tan­cia de su psi­cología el ejer­ci­cio deporti­vo y la com­pe­ten­cia, así como el monócu­lo y la pipa.

La ter­cera (1909–1943) es la de la admin­is­tración del poder políti­co a la som­bra del dic­ta­dor tachirense y el retiro de la vida públi­ca, después de la muerte de Juan Vicente Gómez en Mara­cay. En esta se desem­peñó como Min­istro de Instruc­ción Públi­ca, Senador, Pres­i­dente del Con­gre­so Nacional, Pres­i­dente de la Repúbli­ca y Direc­tor de El Nue­vo Diario, siem­pre bajo las órdenes del gen­er­al Gómez. Su obra lit­er­aria e históri­ca la escribe y pub­li­ca durante la segun­da eta­pa de su vida, esta es la que nos intere­sa particularmente.

Durante la eta­pa de hom­bre públi­co fue muy poco, casi nada, lo que escribió de impor­tan­cia. Peor aún, la vorágine diaria lo sus­tra­jo de una tarea pen­di­ente: la cul­mi­nación de su His­to­ria Con­sti­tu­cional de Venezuela. Cuan­do quiso empren­der la tarea, las fuerzas no le daban: la vida se le había ido en otros men­esteres. Con­signemos los títu­los de su obra escri­ta y detengá­monos en lo que nos lla­ma especialmente.

Antes de irse a Europa, Gil For­toul pub­licó un can­to ded­i­ca­do a la obra de Cristóbal Colón en Améri­ca, La obra de Colón y su influ­en­cia en los des­ti­nos del mun­do (1883) y un poe­mario sin fecha cono­ci­da: La infan­cia de mi musa. Ya en París pub­li­ca Recuer­dos de París (1883), la nov­ela Julián (1887), Filosofía Con­sti­tu­cional (1890), Filosofía Penal (1891) y El humo de mi pipa (1891). En Liv­er­pool edi­ta un curiosísi­mo trata­do sobre la esgri­ma, La esgri­ma mod­er­na: notas de un afi­ciona­do (1892) y la nov­ela ¿Idilio? (1892). De vuelta en París, pub­li­ca el tex­to Pasiones (1895) y su primer libro de reflex­iones sobre la his­to­ria: El hom­bre y la his­to­ria (1896). El primer tomo de su His­to­ria Con­sti­tu­cional de Venezuela fue pub­li­ca­do en Berlin en 1907 y, a par­tir de 1930, se pub­li­ca en tres tomos en Cara­cas. Toda su obra de impor­tan­cia fue escri­ta en Europa.

El hombre y su historia 

En El hom­bre y su his­to­ria  Gil For­toul tra­ba­ja la inter­pretación del pasa­do con el instru­men­tal pos­i­tivista. Uslar Pietri en su ensayo “El des­per­tar pos­i­tivista” expli­ca con clar­i­dad en que con­sis­tió el pos­i­tivis­mo en sue­lo patrio. Afir­ma: “Era una ten­ta­ti­va de lim­i­tar la esfera del saber a los hechos, negan­do la posi­bil­i­dad de ningún conocimien­to que se apartara de ese cam­po. No querían nada con el qué y el porqué de la Metafísi­ca, ni con el para qué de la Teología, sino que se encerra­ban tenaz­mente en el cómo de los fenó­menos per­cep­ti­bles por los sen­ti­dos.” (Uslar Pietri, 1995: 212).

En otras pal­abras: asumían el méto­do de las cien­cias nat­u­rales como el úni­co y lo aplic­a­ban a la his­to­ria y a la sociedad, dan­do nacimien­to a la Soci­ología. Hoy en día las creen­cias pos­i­tivis­tas lle­van a dibu­jar una son­risa en el ros­tro por su ingenuidad y sus pre­ten­siones autori­tarias y hegemóni­cas, pero entonces rep­re­sen­taron un paso impor­tante para el debili­ta­mien­to del pen­samien­to mági­co, de la hagiografía, de la líri­ca mitológ­i­ca en la descrip­ción y análi­sis de los hechos históricos.

En ver­dad, El hom­bre y su his­to­ria y otros ensayos es una suerte de anteproyec­to, de preparación para la escrit­u­ra de His­to­ria con­sti­tu­cional de Venezuela. En tal sen­ti­do puede ten­erse como un resumen de lo que luego va a desar­rol­larse exten­sa­mente, siem­pre den­tro del perío­do repub­li­cano que, nat­u­ral­mente, es el con­sti­tu­cional. Se ini­cia con un capí­tu­lo sobre “la raza” y otro sobre “el medio físi­co”, con­gru­ente con la visión deter­min­ista de la dinámi­ca social, fun­da­men­ta­da en las tesis pos­i­tivis­tas del autor.

Leí­das hoy resul­tan exager­adas en su fe cien­tí­fi­ca, en la traslación de la lóg­i­ca de las leyes nat­u­rales a las rela­ciones sociales y la his­to­ria, pero recordemos que entonces apartarse de la hagiografía o la teología (con­fun­di­das ambas con la his­to­ria) era un paso hacia ade­lante. Puede afir­marse que este libro es el primero de nues­tra his­to­ri­ografía  fun­da­men­ta­do en las tesis pos­i­tivis­tas. Poco tiem­po después ven­drán los de Lau­re­ano Val­le­nil­la Lanz.

Historia Constitucional de Venezuela

Por otra parte, El hom­bre y su his­to­ria ofrece una sin­gu­lar­i­dad: va más allá de 1863, año en que con­cluye su His­to­ria Con­sti­tu­cional de Venezuela, y alcan­za has­ta 1893; de modo que en este libro se puede antic­i­par lo que habría escrito exten­sa­mente su autor si hubiera ter­mi­na­do su Ópera Magna. Aquí están las líneas grue­sas de lo que no se extendió luego. Veamos aho­ra su tra­ba­jo mayor.

El 30 de noviem­bre de 1898 el pres­i­dente Igna­cio Andrade fir­ma un Decre­to orde­nan­do el pago de 36 mil bolí­vares en hon­o­rar­ios pro­fe­sion­ales a favor de Gil For­toul para que escri­ba “la His­to­ria Con­sti­tu­cional de Venezuela, des­de 1811 has­ta nue­stros días, con una amplia intro­duc­ción acer­ca del movimien­to etnológi­co y soci­ológi­co de la Con­quista y la Colo­nia…” (Gil For­toul, 1979: 10). La suma no era nada des­pre­cia­ble, por cier­to, y tam­poco la enver­gadu­ra del proyec­to. El primer tomo se pub­licó en Berlín en 1907, el segun­do en 1909, en la mis­ma imprenta de Carl Hey­mann. Luego, en 1930 se pub­li­ca por primera vez en Venezuela, en la imprenta de Par­ra León her­manos, con anex­os doc­u­men­tales que lle­van la obra a ocu­par tres tomos.

En car­ta a Lisan­dro Alvara­do le expli­ca el proyec­to. Afir­ma: “El primer tomo, que ter­mi­naré en estos días, com­prende la colo­nia, la inde­pen­den­cia y Colom­bia. El segun­do, según mi plan, la oli­gar­quía “con­ser­vado­ra” (30 al 48), la oli­gar­quía “lib­er­al” (expli­caré estos títu­los en su tiem­po y lugar) del 48 has­ta el comien­zo de la guer­ra fed­er­al, en que vuelve todo a la anar­quía, y la fed­eración has­ta 1870. El ter­cero com­pren­derá la autoc­ra­cia y los gob­ier­nos últi­mos. Des­deño en lo posi­ble la his­to­ria mil­i­tar, y procuro tenaz­mente des­cubrir y señalar la evolu­ción social y leg­isla­ti­va.” (Gil For­toul, 1979: 12).

Como hemos adver­tido antes, el ter­cer tomo jamás lo escribió. ¿Por qué no lo hizo si vivió has­ta 1943? Tiem­po tuvo, por más que empleara muchos años en el ejer­ci­cio de car­gos públi­cos, pero cuan­do se retiró de la vida políti­ca los años pesa­ban mucho y sus energías habían dis­minui­do notable­mente. De modo que después de la intro­duc­ción sobre la con­quista y colo­nia, el perío­do con­sti­tu­cional estu­di­a­do va de 1811 a 1863, sien­do la Con­sti­tu­ción de 1858 la últi­ma que trabajó.

En todo caso, no lo pub­licó, pero sospechamos que sí avanzó mucho en su escrit­u­ra. Esto lo deduci­mos de un diál­o­go con un peri­odista, pub­li­ca­do por la revista Bitá­co­ra, en 1943. A una pre­gun­ta responde Gil For­toul: “Mire, ami­go, ojalá pudiera decir­le todo, pero ust­ed sabe que la pru­den­cia es bue­na con­se­jera. En mi His­to­ria Con­sti­tu­cional (se refer­ía a la parte inédi­ta) hay cosas que causarán mucha sor­pre­sa. Ya lo verá… ya lo verá… espere un poco.” (Díaz Sánchez, 1965: 267). Igno­ramos has­ta donde llegó con la escrit­u­ra, tam­bién descono­ce­mos el des­ti­no de esos pape­les. ¿Se conservan?

Has­ta el momen­to del Decre­to de Andrade con­ta­mos con un abo­ga­do vene­zolano que escribió poe­mas juve­niles, pro­to-nov­e­las de juven­tud, un man­u­al de esgri­ma, artícu­los de pren­sa y tres libros bajo la égi­da del pos­i­tivis­mo: los dos de filosofía y el que hemos comen­ta­do. Su aporte a la his­to­ri­ografía vene­zolana está por fraguarse. Y si med­i­mos el resul­ta­do de su tra­ba­jo por la aceptación por parte de los lec­tores, pues mere­ció la pena el esfuerzo.

La His­to­ria Con­sti­tu­cional de Venezuela de Gil For­toul for­ma parte de una recono­ci­da tradi­ción de his­to­rias nacionales de largo alien­to que se ini­cia con La his­to­ria de Venezuela de Fray Pedro de Agua­do (siglo XVI), sigue con Noti­cias his­to­ri­ales de Venezuela de Fray Pedro Simon (siglo XVII), His­to­ria de la con­quista y población de la provin­cia de Venezuela de José de Oviedo y Baños (siglo XVIII) y el Resumen de la his­to­ria de Venezuela de Ramón Díaz y Rafael María Bar­alt (siglo XIX). Nat­u­ral­mente, la de Gil For­toul atiende menos al perío­do colo­nial que al inde­pen­den­tista y al repub­li­cano has­ta la fecha que alcanzó a his­to­ri­ar. En relación con la his­to­ria de Bar­alt, nue­stro autor no esca­timó en elo­gios. Afir­mó: “El más ilus­tre de los his­to­ri­adores patrios, ilus­tre por la belleza clási­ca de su esti­lo.” (Gil For­toul, 1979: 22)

La estruc­tura de la obra se artic­u­la en Libros. Son cin­co. Libro I: La Colo­nia, Libro II: La Inde­pen­den­cia, Libro III: La Gran Colom­bia, Libro IV: Recon­sti­tu­ción de la Repúbli­ca. La Oli­gar­quía Con­ser­vado­ra. Libro V: La Oli­gar­quía Lib­er­al. Como vemos, Gil For­toul se hace eco de una denom­i­nación inex­is­tente en tér­mi­nos ofi­ciales: “La Gran Colom­bia” y acuña las denom­i­na­ciones “Oli­gar­quía con­ser­vado­ra y lib­er­al” para los gob­ier­nos pre­si­di­dos por las fuerzas de ambos par­tidos históricos.

Los doc­u­men­tos ofi­ciales emana­dos del Con­gre­so de Angos­tu­ra en 1819 cre­an­do la Repúbli­ca de Colom­bia no alu­den a esta denom­i­nación. En ningún doc­u­men­to ofi­cial se men­cionó así a la Repúbli­ca. Bolí­var durante el perío­do de exis­ten­cia del proyec­to inte­gra­cionista se refir­ió a los colom­bianos, que incluía a los vene­zolanos y a los quiteños. No obstante, la denom­i­nación se hizo mon­e­da común has­ta nue­stros días, ya que per­mite referirse a un perío­do de nues­tra his­to­ria en el que Colom­bia incluyó a sus veci­nos, dis­tin­to del que se ini­ció en 1830, luego de la desin­te­gración y, espe­cial­mente, a par­tir de 1863, cuan­do dejó de lla­marse Nue­va Grana­da para lla­marse otra vez Colom­bia, a secas. En cuan­to al voca­blo oli­gar­quía, la ver­dad es que se aviene per­fec­ta­mente con lo que se fue tejien­do alrede­dor de los gob­ier­nos de Páez y Mon­a­gas, así como en los de Sou­blette y el otro Mon­a­gas, el her­mano menor.

Gil For­toul tra­ba­ja con las con­sti­tu­ciones de 1811, 1819, 1821, 1830 y 1857 y 1858, no alcan­za a aus­cul­tar la de la fed­eración, la de 1864. Revisa las de Roscio (1811) y Bolí­var (1819), la cucuteña (1821), la valen­ciana paecista (1830), la de Mon­a­gas (1857) y la de  Julián Cas­tro (1858), con la que se elige a Tovar, el primer pres­i­dente en ser escogi­do por voto direc­to. No obstante, por más que su his­to­ria alu­da de man­era especí­fi­ca a las con­sti­tu­ciones, no sería exac­to afir­mar que su his­to­ria es una exé­ge­sis jurídi­ca con­sti­tu­cional­ista, escri­ta des­de la per­spec­ti­va de un abo­ga­do. En ver­dad, se tra­ta de una his­to­ria que pre­fiere ordenarse sobre la base de la civil­i­dad y no sobre las piedras de las batal­las y otros acon­tec­imien­tos guer­reros y, para ello, escoge la colum­na ver­te­bral de los hitos constitucionales.

En este sen­ti­do podemos afir­mar que Gil For­toul logra su cometi­do cuan­do en los pról­o­gos de 1909 y de 1930 establece los lin­deros de su tarea. Afir­ma: “Yo bus­caré inspiración en otras fuentes y cam­i­naré por otra sen­da. Me fijaré más en las obras de la inteligen­cia y en los tra­ba­jos de la paz. En medio de los innu­mer­ables com­bat­es hubo siem­pre hom­bres que pen­sasen, escri­biesen, hablasen y leg­is­lasen, y una parte del pueblo cul­tivó los cam­pos, abrió caminos, trans­portó y exportó pro­duc­tos, con­servó, en suma, los ele­men­tos con­sti­tu­tivos de la patria.” (Gil For­toul, 1979:23).

Luego, en el pról­o­go de 1930, da otra vuelta de tuer­ca sobre el mis­mo tema y señala: “La Repúbli­ca vene­zolana nació en el cere­bro de sus próceres criol­los. La pro­pa­gan­da euro­pea y panamer­i­cana de Miran­da; el pro­gra­ma de la rebe­lión de Gual y España y sus com­pañeros de prisión, en el destier­ro y en la hor­ca; la diplo­ma­cia rev­olu­cionar­ia de 1808 a 1810; las teorías con­sti­tu­cionales del Con­gre­so de 1811, sig­nif­i­can mucho más que las guer­ras pos­te­ri­ores, como que en todas aque­l­las ideas esta­ban ya el alma y el impul­so de las suce­si­vas batal­las y vic­to­rias.” (Gil For­toul, 1979: 28).

Como vemos, nue­stro autor se aparta enfáti­ca­mente de la his­to­ri­ografía mil­i­tarista y escoge un der­rotero que lo dis­tingue señal­ada­mente: la búsque­da de las trazas de civil­i­dad en medio del fragor de las innu­mer­ables batal­las. Además, para el momen­to en que se pub­li­ca la His­to­ria Con­sti­tu­cional de Venezuela la tarea que se pro­pone su autor es la menos tran­si­ta­da. La exaltación de la hero­i­ci­dad guer­rera abund­a­ba para entonces, el análi­sis de la fae­na civ­il escasea­ba. El pro­pio autor lo apun­ta como si tuviera el flo­rete en la mano en una de sus con­tien­das de esgri­ma: “Deseo, por otra parte, que la pre­sente His­to­ria resulte más útil que atrac­ti­va” (Gil For­toul, 1979, 23). ¿Esta­ba pen­san­do en Eduar­do Blan­co y su Venezuela hero­ica? Segu­ra­mente, y en otros también.

Uno de los mejores ensayos val­o­rativos de la obra de Gil For­toul es obra de Ramón Díaz Sánchez. Se tit­u­la “Gil For­toul, un pos­i­tivista” y en él se alude a los aportes de nue­stro autor en las polémi­cas históri­c­as. Afir­ma: “Comence­mos por obser­var el con­cep­to que se ha for­ma­do de España como poten­cia con­quis­ta­do­ra y col­o­nizado­ra de los pueb­los amer­i­canos. En este par­tic­u­lar es quizá el más rad­i­cal de nue­stros his­to­ri­adores y su posi­ción es de fran­co rec­ha­zo frente a la tesis fil­ial, panegíri­ca y emo­ti­va que en su tiem­po se esforz­a­ba en con­trar­restar la vie­ja leyen­da negra con una nove­dosa leyen­da blan­ca o dora­da.” (Díaz Sánchez, 1965: 242).

En efec­to, Gil For­toul bland­ía flo­rete ante la leyen­da dora­da, y abona­ba el ter­reno de la leyen­da con­traria, aunque no en gra­do sumo, sino atem­per­a­do por la ecua­nim­i­dad. Pero le salía al paso a lo que con­sid­er­a­ba un desa­fuero: ver en el pro­ce­so san­gri­en­to de la con­quista una cruza­da pací­fi­ca de evan­ge­lización. Por otra parte, Díaz Sánchez señala que el esti­lo  de Gil For­toul le recuer­da al de Ernest Renan, pero no hal­la reconocimien­to por parte de nue­stro autor de esta posi­ble influ­en­cia. A esta agudeza de Díaz Sánchez se suma otra: la visión aris­to­c­ra­ti­zante del mun­do por parte de Gil For­toul, que la emparenta con la de Bolí­var, matizándolo.

Por últi­mo, todo indi­ca que la vida caraque­ña en ejer­ci­cio del poder políti­co no fue “miel sobre hojue­las” para las arcas de Gil For­toul. Cuan­do aban­dona la Pres­i­den­cia de la Repúbli­ca, nos infor­ma su bió­grafa Lucía Raynero, sus deu­das ascendían a 50 mil bolí­vares, una ver­dadera for­tu­na para la época. Ello con­duce a Gil For­toul a solic­i­tar por car­ta una ayu­da del dic­ta­dor. Dice: “Yo soy quizás el úni­co de sus viejos ami­gos que carece todavía de un techo pro­pio, y como ust­ed sabe que no quiero ausen­tarme más para vivir en el extran­jero, me col­maría Ud. de feli­ci­dad facil­itán­dome en cualquier for­ma, los medios para com­prar esa casa. Ud. como ami­go gen­eroso siem­pre me ha ayu­da­do, y no debo vac­ilar hoy en escribir­le esta car­ta.” (Raynero, 2009: 97). Afir­ma Raynero no ten­er con­stan­cia de haber recibido la ayu­da requeri­da, pero en 1936, cuan­do el pueblo saqueó las casas de los gomecis­tas la suya, en el Coun­try Club, fue obje­to de la tur­ba­mul­ta, según la biografía de Raynero. ¿Era una casa alquila­da o propia? No lo sabe­mos y tam­poco impor­ta demasi­a­do. El caso de Gil For­toul es el típi­co de un int­elec­tu­al muy bien dota­do, que se avi­no con gob­er­nantes dic­ta­to­ri­ales, y nos obliga a val­o­rar su obra con inde­pen­den­cia de sus pro­ced­eres políticos.

En torno a la per­son­al­i­dad de Gil For­toul se ha ido tejien­do una leyen­da con la que, sus tres bió­grafos (Pen­zi­ni Hernán­dez, Polan­co Alcán­tara y Raynero) no han con­tribui­do, pero si la trans­misión oral y el peri­odis­mo. De su per­son­al­i­dad puede afir­marse (con base en múlti­ples tes­ti­mo­nios) que esta­ba dom­i­na­da por un pési­mo humor que lo llev­a­ba a destru­ir los obje­tos que le rode­a­ban cuan­do algo lo con­trari­a­ba, que era enam­oradi­zo has­ta el delirio y logra­ba ser cor­re­spon­di­do. De las pasiones que des­perta­ba, la peri­odista Maru­ja Dagni­no al hac­er su sem­blan­za, afir­mó: “Era intro­ver­tido, aunque mujeriego. Tal vez la clave de su éxi­to con las mujeres fue haber tenido un miem­bro muy bien dota­do, y una indifer­en­ci­a­da sen­si­bil­i­dad para la belleza de las mujeres y de las rosas.” (Dagni­no, 2002: 112). Además, con­s­ta que se batió a due­lo en el bosque de Boulogne, en París, con el guatemal­te­co Enrique Gómez Car­ril­lo. Los dos salieron heri­dos, pero Gil For­toul pre­cisó mejor la esto­ca­da y resultó vence­dor, sin necesi­dad de quitar­le la vida a su con­tendor. Como vemos, este larense históri­co no sólo es el autor de la His­to­ria Con­sti­tu­cional de Venezuela sino un per­son­aje de pelícu­la, como Rufi­no Blan­co Fom­bona o José Anto­nio Ramos Sucre.


Bib­li­ografía

  •  Dagni­no, Maru­ja. “Apa­sion­a­do Gil For­toul” en 50 Impre­scindibles, curaduría de Jesús Sano­ja Hernán­dez. Cara­cas, Fun­dación para la Cul­tura Urbana, 2002.
  • Díaz Sánchez,  Ramón. “José Gil For­toul, un pos­i­tivista” en Diez Ros­tros de Venezuela. Cara­cas, Edi­to­r­i­al Lis­bona, 1965.
  • Fel­cie Car­dot, Car­losEpis­to­lario; Gil For­toul en la intim­i­dad y en la diplo­ma­cia. Cara­cas, Italgráfica,1974
  • Gil For­toul, José. El hom­bre y la his­to­ria y otros ensayos. Cara­cas, Edi­to­r­i­al Cecilio Acos­ta- Impre­sores Unidos, 1941.
  • ————His­to­ria Con­sti­tu­cional de Venezuela. Méx­i­co, Edi­to­r­i­al Cum­bre, 1979.
  • Pen­zi­ni Hernán­dez,  Juan. Vida y obra de José Gil For­toul (1861–1943). Cara­cas, edi­ción del Min­is­te­rio de Rela­ciones Exte­ri­ores, 1972.
  • Plaza,  Ele­na. José Gil For­toul (1861–1943). Los nuevos caminos de la  razón: la his­to­ria como cien­cia. Cara­cas, Acad­e­mia Nacional de la His­to­ria, 1988.
  • Polan­co Alcán­tara, Tomás. Gil For­toul: una luz en la som­bra. Cara­cas, edi­to­r­i­al Arte, 1979.
  • Raynero, Lucía. José Gil For­toul. Cara­cas, Bib­liote­ca Biográ­fi­ca Vene­zolana, El Nacional- Fun­dación Ban­co del Caribe, 2009.

 

Toma­do de Efec­to Cocuyo https://efectococuyo.com/especiales/civiles-jose-gil-fortoul-positivismo-historia-y-poder/

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *