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José Vicente Pérez, apasionado periodista que se comprometió con la palabra

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisalbertoperozopadua@gmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

Cuan­do era niño cor­rete­a­ba por los potreros de una hacien­da de caña y gana­do apos­ta­da en juris­dic­ción tocuyana, en donde había cre­ci­do su prog­en­i­to­ra quien además era la cri­a­da de los señores de aque­l­las tier­ras de buen abolengo.

Des­de niño José Vicente Pérez demostró cual­i­dades excep­cionales que, pese a la rural­i­dad de aque­l­la Venezuela donde el auge petrolero comen­z­a­ba a ser un rumor, las letras y los pocos libros a los que podía ten­er acce­so, desafi­a­ban su curiosi­dad y su talento.

Pron­to la fatal­i­dad enlu­tará el des­ti­no del afanoso José Vicente, cuan­do su madre biológ­i­ca lo deja en el fun­do al cuida­do de otra cri­a­da para poder cumplir con una encomien­da per­son­al en la cap­i­tal del país, en donde el infor­tu­nio segará su vida tras ser arrol­la­da por un auto­mo­tor. Des­de entonces, el pequeño José Vicente ten­drá un inter­minable encuen­tro con la desolación. 

José Vicente Pérez entre­vi­s­tan­do al Musiú Lacav­alerí el 4 de junio de 1968, cuan­do era redac­tor de la colum­na Aerop­uer­to que pub­li­ca­ba el Diario EL IMPULSO

El desas­troso ter­re­mo­to de El Tocuyo, el 3 de agos­to de 1950, obligará a la madre susti­tu­ta y José Vicente a emi­grar a Bar­quisime­to, instalán­dose en una casa rur­al en los pre­dios del Cam­po de Aviación de la ciu­dad, solares que comen­z­a­ban a poblarse de campesinos que lle­ga­ban a la cap­i­tal larense en bus­ca de opor­tu­nidades de trabajo.

Los primeros años de edu­cación ini­cial los desar­rol­ló José Vicente en casa, pero su ardor de conocimien­to lo con­du­jo a que su pro­tec­to­ra lo inscri­biera en una escuela rur­al «porque fíjese maes­tra, este niño no tiene sosiego con la lec­tura», fue la adver­ten­cia de su madre a la maes­tra de sex­to gra­do, quien sin vac­ilar reparó que José Vicente era muy pequeño para el úni­co niv­el que había en la escuela. Sin embar­go, fue admi­ti­do sin vac­ilación después de obser­var sus atrib­u­tos de voraz lector.

El bachiller­a­to fue un paseo para este mozal­bete que se devor­a­ba los libros de lit­er­atu­ra en un san­ti­amén. Esos esce­nar­ios agrestes obligaron a José Vicente a imple­men­tar el empiris­mo como estrate­gia per­ma­nente, sabi­en­do que sería la prác­ti­ca la que for­maría al mae­stro. Aun no se imag­in­a­ba que sus días con sus noches, estarían para siem­pre com­pro­meti­dos con la pal­abra en ese apa­sio­n­ante ofi­cio denom­i­na­do periodismo.

José Vicente Pérez toman­do nota en la rue­da de pren­sa ofre­ci­da por el tam­bién peri­odista, exgob­er­nador de Lara y diri­gente de AD, Eli­gio Anzo­la Anzo­la, el 27 de diciem­bre de 1957 

 Hom­bre de medios

El incans­able tra­ji­nar de José Vicente, lo con­du­jo a for­marse como peri­odista, de aque­l­los hom­bres que al calor de los acon­tec­imien­tos recur­rían a su tal­en­to para for­mu­lar pre­gun­tas, inves­ti­gar suce­sos, escu­d­riñar episo­dios y esclare­cer even­tos para comu­ni­car­los con clar­i­dad admirable.

Así se for­mó este reportero inte­grante de la Aso­ciación Vene­zolana de Peri­odis­tas, AVP, cuan­do aún esta­ba lejos de pen­sarse en una Escuela de Comu­ni­cación Social en una universidad.

Su ejer­ci­cio con­tin­u­a­do en la pro­fe­sión no fue obstácu­lo alguno para cole­gia­rse en el CNP que susti­tuyó a la aguer­ri­da aso­ciación de peri­odis­tas arri­ba citada.

Y como era un peri­odista acu­cioso e intach­able, fundó el Diario El Larense, jun­to a Víc­tor Bar­ran­co, otro innegable comu­ni­cador for­ma­do en los años con­vul­sos de la pren­sa. No vac­ilarán los Car­mona para lla­mar a José Vicente y pro­pon­er­le forme parte de El Impul­so, la casa edi­to­ra fun­da­da por Don Fed­eri­co Car­mona el 1 de enero de 1904, sien­do direc­tor encar­ga­do y jefe de Redacción.

Igual car­go ocu­pará luego en el Diario El Infor­mador. En ambos rota­tivos, su pres­en­cia mar­caría un antes y un después, según tes­ti­mo­nios de sus pro­pios com­pañeros de labores quienes aún hoy lo recuer­dan y recono­cen como uno de los mejores peri­odis­tas y pio­neros de la información.

Y es nece­sario hac­er un inciso para aco­tar que José Vicente es de la gen­eración de los mejores peri­odis­tas en Lara como: Pací­fi­co Sánchez, Luis Rodríguez Moreno, Reinal­do Gómez, Hugo y Home­ro Boscán, Víc­tor Bar­ran­co, José Ángel Ocan­to, Rodri­go Orel­lana, Este­ban Rivas Marchena, Guiller­mo Rivero Rojas, Chi­chi­to Melén­dez Arce, Juan José Per­al­ta, Fran­cis­co Cañiza­les Verde, entre otros que mil veces mere­cen ser nom­bra­dos y renombrados.

Evo­can­do su trayectoria

El peri­odista Hugo Boscán comen­ta que José Vicente proyecta­ba mucha con­fi­an­za y seguri­dad en sí mis­mo a tal pun­to que opaca­ba a los demás con su per­son­al­i­dad, even­to que no era delib­er­a­do. Su sola pres­en­cia inspira­ba respeto; y la pasión que imprimía en sus labores, era admirable.

Como jefe fue uno de los mejores. Estric­to en todo momen­to. Jamás una cor­rec­ción con humil­lación o un des­plante a un sub­or­di­na­do, nunca.

Entre los políti­cos del momen­to era respeta­do, por tan­to, nadie pudo señalar­lo de ser un hom­bre com­pro­meti­do con algu­na ten­den­cia a pesar de que ejer­ció el peri­odis­mo institucional.

Empero, todos estos esce­nar­ios se pudieron recon­stru­ir gra­cias a las fasci­nantes con­ver­sa­ciones noc­tur­nas, vía What­sApp des­de Cara­cas-Bar­quisime­to-Wash­ing­ton DC, con la hija de nue­stro biografi­a­do, Lirio Pérez Petit, que sigue la sen­da del admi­ra­do padre, pero con más ímpetu, pues es hered­era de aquel desme­di­do tal­en­to de José Vicente Pérez.

Lirio recuen­ta que, en el oca­so de sus días, rad­i­ca­do en Cara­cas, su padre instaló la ofic­i­na de pren­sa de la Policía del esta­do Miran­da; encar­gán­dose tam­bién de diri­gir la ofic­i­na de pren­sa de la Policía del munici­pio Sucre, una encomien­da plantea­da por el entonces alcalde Raoúl Bermúdez.

El peri­odista José Vicente Pérez (de lentes) com­parte el pre­sid­i­um jun­to al pres­i­dente de la Repúbli­ca Luis Her­rera Campins en una visi­ta a Barquisimeto

Antes había esta­do al frente de la Ofic­i­na de Rela­ciones Públi­cas de la Gob­er­nación del esta­do Zulia cuan­do el gob­ier­no de Oswal­do Álvarez Paz. Asimis­mo, tra­ba­jó en la Frac­ción Par­la­men­taria de COPEI en el extin­to Con­gre­so Nacional cuan­do Rafael Caldera era pres­i­dente de la Repúbli­ca. Acom­pañó a Enrique Men­doza durante su pas­an­tía por la Alcaldía de Sucre y la Gob­er­nación del esta­do Miranda.

José Vicente Pérez vivió una vida apa­sion­a­da con el peri­odis­mo des­de la AVP en las salas de redac­ción de los per­iódi­cos más impor­tantes de su esta­do natal

Muchos años antes, con su entrañable ami­go Fil­ib­er­to Peña, asi­s­tirá al III Pleno Juve­nil de Acción Democráti­ca real­iza­do en 1964, en donde cono­ció a Martha Peña, her­mana de Fili, de cuya unión mat­ri­mo­ni­al nació José Vicente Pérez Peña.

En los años 70, José Vicente cono­ció a la señori­ta Lirio Petit, en el Diario EL IMPULSO, con quien casará en 1978, pro­cre­an­do a Lirio Pérez Petit.

José Vicente nació en El Tocuyo el 8 de julio de 1942, y fal­l­e­ció de un paro res­pi­ra­to­rio en la Clíni­ca Acos­ta Ortiz de Bar­quisime­to, el 2 de octubre de 2014, rodea­do de famil­iares y ami­gos. El sac­er­dote y peri­odista, Jesús Larez, le dis­pen­só el últi­mo sacra­men­to algu­nas horas antes de ini­ciar su via­je a la inmortalidad.

CorreodeLara

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