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Josefa Camejo, la libertadora paraguanera

Cruz Enrique Otero Duno
Cronista y escritor

cruzoteroelcronista@gmail.com
@cruzoteroelcronista

Jose­fa Venan­cia de la Encar­nación Came­jo Talav­era nació el 18 de mayo de 1791 en un fun­do agrí­co­la y de gana­do capri­no denom­i­na­do Aguaque cer­cano a la local­i­dad de Curaide­bo, penín­su­la vene­zolana de Paraguaná. Fueron sus padres Miguel Came­jo Rodríguez e Igna­cia Sebas­tiana Talav­era y Gar­cés, propi­etar­ios de tier­ras pro­duc­ti­vas y de un establec­imien­to mer­can­til en la ciu­dad de San­ta Ana de Coro.

El día 3 de julio del mis­mo año recibió bau­ti­zo de manos del sac­er­dote Fran­cis­co Xavier de la Col­i­na, sien­do los padri­nos sus pari­entes don Fran­cis­co Gar­cés y doña Jose­fa Borges. El acto sacra­men­tal fue real­iza­do pri­vada­mente en la res­i­den­cia familiar.

Jose­fa Came­jo, primera heroí­na falconiana

Muy joven fue traslada­da a la ciu­dad de San­ta Ana de Coro donde le fue impar­ti­da una esmer­a­da edu­cación en el Cole­gio de Las Sal­cedas o Con­ven­to de San Fran­cis­co. En esa local­i­dad pres­en­ció, el día 3 de agos­to de 1806, el estru­en­doso acon­tec­imien­to de la lle­ga­da al puer­to de La Vela de la escuadra de diez bar­cos de guer­ra coman­da­dos por el gen­er­al Fran­cis­co de Miran­da, quien venía en pos de la eman­ci­pación de la patria.

Jose­fa se estremece a causa de las dos descar­gas de artillería que provienen de la flota ancla­da a pru­dente dis­tan­cia de la cos­ta veleña. En ese momen­to el coman­dante Juan de Salas imparte la orden de aban­donar Coro. Es cuan­do la dama comien­za a sen­tir des­de lo más pro­fun­do de su alma, incli­nación hacia los que­hac­eres patrióticos.

Por ello decide quedarse en la ciu­dad para, el día 4 en horas de la mañana, recibir a Miran­da enfrente de la cat­e­dral y escuchar su procla­ma en la que hace un lla­ma­do al pueblo para que se sume a la lucha por la independencia.

 

Rama ascen­di­ente

Por línea mater­na Jose­fa obtu­vo descen­den­cia de los Col­i­na Pere­do, los Pérez de Med­i­na, los Talav­era Rodríguez y los Gar­cés Pérez de Med­i­na, estas famil­ias tuvieron el más alto abolen­go de la sociedad cori­ana. Sus abue­los mater­nos, don Andrés Talav­era Med­i­na y doña Jose­fa Gar­cés de la Col­i­na, fueron bis­ni­etos de Ana Vélez de Gue­vara, madre de don Juan de la Col­i­na y Pere­do, famoso por ser el más acau­dal­a­do propi­etario de las tier­ras de la Provin­cia de Coro.

Per­ma­nen­cia en la capital

Pasó a la ciu­dad de Cara­cas y allí con­tinúa sus estu­dios en el Con­ven­to de la Inmac­u­la­da Concepción. 

En la casa natal del Obis­po Mar­i­ano de Talav­era y Gar­cés, en la ciu­dad de Coro, per­noc­tó su sob­ri­na Jose­fa Camejo

A todas estas no era que sen­tía deseos de con­ver­tirse en mon­ja, sino que sus padres desea­ban para ella una seria edu­cación acorde con su notable clase social.

Su amor por la lib­er­tad lo com­ple­men­ta al enter­arse de los acon­tec­imien­tos del 19 de abril de 1810 y 5 de julio de 1811 que per­mi­tieron aumen­tar en ella  las con­vic­ciones repub­li­canas y su apren­diza­je de revolucionaria. 

La dama con­tag­ió con sus prédi­cas a otros jóvenes que for­maron parte acti­va en la recién fun­da­da Sociedad Patriótica.

Invasión a Barinas

Por insin­uación de su tío mater­no, el vic­ario Mar­i­ano de Talav­era y Gar­cés, Jose­fa se mar­cha a Bari­nas en com­pañía de su madre. En esa ciu­dad llan­era la dama se da a la tarea de acon­se­jar a la colec­tivi­dad a fin de que no des­ma­yara en la noble acti­tud eman­ci­pado­ra. Fue por eso que los diputa­dos bari­ne­ses acep­taron estam­par su fir­ma en el Acta de la Inde­pen­den­cia en 1811.

En octubre del mis­mo año los súb­di­tos de la coro­na españo­la estable­ci­dos en la provin­cia de Guayana prepararon una embosca­da con­tra Bari­nas por lo que el gob­ier­no local decidió pon­er en la calle a todos los efec­tivos mil­itares a fin de con­trar­restar el ataque.

La ciu­dad, cat­a­lo­ga­da como muy próspera y que alber­ga­ba a unos 25.000 habi­tantes, que­da des­o­la­da y es cuan­do Jose­fa Came­jo toma la ini­cia­ti­va de preparar una car­ta dirigi­da al gob­er­nador supe­ri­or de la provin­cia solic­i­tan­do que se arme y apertreche a las mujeres para tomar parte en la defen­sa de la ciudad.

El ofi­cio encabeza­do por Jose­fa fue fir­ma­do tam­bién por Nico­lasa Briceño, Manuela Mén­dez, Con­cep­ción Vil­lafañe, Joaquina Gra­ci­et, María Irib­ar­ren, Con­cep­ción Coeto, Jua­na Nor­sog­a­ray, Ana Bra­ga­do, Con­cep­ción Briceño, Inco­lasa Pumar, Fran­cis­ca Coeto, Rita Briceño, Jose­fa Vil­lafañe, Rita Gar­cía, Jose­fa Por­ras, Can­de­lar­ia Coeto, Con­cep­ción Arevolasa, Jose­fa Montes de Oca y Jose­fa Linares. 

Un mat­ri­mo­nio para la emancipación
En diciem­bre de 1813 Jose­fa Came­jo emprende un via­je a Méri­da y allí con­trae mat­ri­mo­nio con el bar­inés Juan Nepo­mu­ceno Briceño Mén­dez, quien se desem­peña­ba como pro­fe­sor uni­ver­si­tario en la fac­ul­tad de filosofía y letras. Este patri­o­ta, her­mano de Pedro Briceño Mén­dez, renun­ció a su tra­ba­jo para dedi­carse a la causa repub­li­cana ponién­dose a la orden del gen­er­al Rafael Urdane­ta, de quien fue su sec­re­tario. Luego sirvió como sec­re­tario de guer­ra en la Cam­paña de Los Llanos al man­do del gen­er­al José Anto­nio Páez, en 1815. Jose­fa acom­pañó a su esposo en un gran número de con­tien­das mil­itares al tiem­po que cur­a­ba a los sol­da­dos heri­dos a quienes atendía tan­to en la ali­mentación como en la vestimenta.

Ocu­pación de San Carlos

Una vez que el ter­ri­to­rio bar­inés fue inva­di­do por el temi­ble jefe real­ista José Anto­nio Puig las fuerzas patri­o­tas tuvieron que aban­donar la zona retirán­dose hacia la región de San Car­los. Jose­fa, vesti­da de varón, se incor­poró a los emi­grantes que iban bajo la direc­ción del valiente gen­er­al Briceño Mén­dez, pero aún así los real­is­tas los per­sigu­ieron y hubo san­gri­en­tos com­bat­es que pro­du­jeron numerosas bajas.

Durante el via­je varias per­sonas fal­l­ecieron cuan­do cruz­a­ban el cau­daloso río San­to Domin­go. Una de ellas fue doña Igna­cia Sebas­tiana, madre de la heroí­na. Con todo val­or y res­i­gnación Jose­fa resca­ta el cadáver y pro­cede a dar­le cris­tiana sepul­tura en la ciu­dad de Guanare.

Mon­señor Mar­i­ano de Talav­era y Gar­cés, tío y con­se­jero de Jose­fa Camejo

Los que tuvieron la suerte de sobre­vivir al difi­cul­toso trasla­do des­de Bari­nas, al lle­gar a la ciu­dad de San Car­los deci­dieron incor­po­rarse al ejérci­to que comand­a­ba el gen­er­al Rafael Urdane­ta. La may­or parte del batal­lón eran mujeres y es allí donde Came­jo adquiere el lid­er­az­go sufi­ciente como para dis­tin­guirse por su val­or y auda­cia en las con­stantes guerras.

Las fuerzas real­is­tas se dan cuen­ta de la inteligen­cia que posee Jose­fa y comien­zan a perseguir­la y vig­i­lar­la con­stan­te­mente. Esto obliga a la mujer a escon­der­se para no caer en manos de verdugos.

Bogotá, escon­dite de Josefa

Mien­tras man­tenían con­tinuidad los encuen­tros guer­reros, el mari­do de Jose­fa no tenía opor­tu­nidad de dedi­carse a su tran­qui­lo hog­ar en momen­tos en que su esposa esta­ba embaraza­da. Es por eso que la heroí­na se vio en la necesi­dad de trasladarse a Bogotá donde fue hospeda­da en la casa del gen­er­al Fran­cis­co de Paula San­tander. Allí nace su primer hijo, de nom­bre Wences­lao, en 1815. Este descen­di­ente llegó a ser gen­er­al del ejérci­to e inge­niero civil.

En 1819 la vene­zolana con­tinúa en esa ciu­dad pro­movien­do reuniones clan­des­ti­nas. Es cuan­do, ante las labores de inteligen­cia y búsque­da que real­iza el vir­rey Sámano, tra­ta de ocul­tarse lo más que puede. Allí tuvo la suerte de pres­en­ciar la lle­ga­da de Simón Bolí­var una vez que este regresó del sitio de Boyacá.

A finales del mis­mo año emprende via­je hacia Bari­nas para estar al lado de su esposo, quien luce con­va­le­ciente a causa de varias heri­das propinadas durante las guer­ras. Esta vez la per­ma­nen­cia en la ciu­dad dura poco tiempo.

Pres­en­cia en Maracaibo

En 1821 Jose­fa se trasla­da a Mara­cai­bo aten­di­en­do el lla­ma­do que le hiciera su tío Mar­i­ano de Talav­era y Gar­cés. En esa ciu­dad el gen­er­al Rafael Urdane­ta le con­fía la mis­ión de orga­ni­zar una insur­rec­ción que ten­dría como meta la toma de Paraguaná, región que esta­ba total­mente gob­er­na­da por las fuerzas fieles a la coro­na española.

El Obis­po Talav­era es el encomen­da­do para acon­se­jar a la heroí­na la man­era como se eje­cu­tarían las acciones sobre la ciu­dad de Coro y las estrate­gias a lle­varse a cabo para lib­er­ar la penín­su­la. El prela­do, una vez que cumplió su cometi­do, via­ja clan­des­ti­na­mente a Coro y de allí se dirige a la sier­ra, Casi­cure y Tuca­cas para vis­i­tar a las famil­ias, los cuar­te­les y las igle­sias a fin de acon­se­jar a las mul­ti­tudes la necesi­dad de sumarse a la causa de Bolívar.

Jose­fa Came­jo escucha la procla­ma de Miran­da en la ciu­dad de Coro el día 4 de agos­to de 1806

En Paraguaná gob­ern­a­ba un grupo de caciques real­is­tas. Uno de ellos, de nom­bre Tío Martín de la Chi­ca, había fal­l­e­ci­do antes del golpe dado por Jose­fa, pero su suce­sor Juan Alber­to Núñez y un sac­er­dote de nom­bre Manuel Este­ban Gar­cía quisieron estable­cer un acuer­do con la tropa patri­o­ta pero no se logró reconciliación.

La Came­jo hizo con­tac­tos secre­tos con per­sonas rep­re­sen­ta­ti­vas de los difer­entes pueb­los de la penín­su­la. En El Cayude se entre­vistó con Mar­i­ano Arcaya, en Bue­na Vista con Fran­cis­co Pul­gar y Cristóbal Med­i­na, en El Vín­cu­lo con el francés San­tos Ángel Lou­bet y Cristóbal Med­i­na, en San Fran­cis­co con la famil­ia Gar­cés, y en Pueblo Nue­vo con Segun­do Primera y Dáma­so Blanco. 

Con todo este movimien­to la dama luchado­ra iba en bus­ca de sem­brar la inde­pen­den­cia en Paraguaná. En la ard­ua fae­na fue ayu­da­da por el joven Rosario González y el teniente Juan Gar­cés; este últi­mo, que era jefe de la guar­ni­ción del puer­to de La Vela de Coro, ofre­ció tomar los pre­dios de Adí­co­ra una vez que estal­lara el movimien­to emancipador.

Arma­men­tos, comi­da y hom­bres fueron ofre­ci­dos al ejérci­to vis­i­tante. El golpe debía ser dado en el pobla­do de Aguaque la noche del 18 de mayo, con la par­tic­i­pación de los peones de las hacien­das cer­canas y en ple­na cel­e­bración del cumpleaños número trein­ta de Josefa.

Pero, al lle­gar noti­cias de que ya en Coro conocían la decisión de que en Paraguaná reven­taría la rev­olu­ción lib­er­ta­do­ra, hubo de antic­i­parse la fecha del golpe y fue así cuan­do el día 3 de mayo se ini­cia­ron los encuen­tros béli­cos que se escenifi­caron en los difer­entes pueb­los paraguaneros. Ini­cial­mente hubo una der­ro­ta y Jose­fa tuvo que lan­zarse al mar para no morir; de segui­da se dis­frazó de indi­gente y, con nuevos bríos, orga­nizó otra vez la refriega.

El día 4 de mayo de 1821 la local­i­dad de Moruy fue vis­i­ta­da por una comisión con­sul­ti­va bajo la orden de los patri­o­tas de Pueblo Nuevo

El día 4 los deseosos de lib­er­tad res­i­den­ci­a­dos en Pueblo Nue­vo enviaron, a las local­i­dades de Moruy y San­ta Ana una comisión pre­si­di­da por Martín Lugo a ver­i­ficar el esta­do de ani­mación de los habi­tantes y a entre­gar car­ta a Martín López y Juan Alber­to Núñez, envi­a­da por su ami­go el coman­dante Segun­do Primera solic­itán­doles que se man­tu­vier­an neu­trales en la con­tien­da a pesar de que eran súb­di­tos de la monarquía.

Con la ayu­da del coman­dante Primera se dio el cometi­do de incor­po­rar la Provin­cia de Coro a la inde­pen­den­cia nacional. De inmedi­a­to fue fir­ma­da el acta con­sti­tu­ti­va del nue­vo gob­ier­no local, rep­re­sen­ta­do por don Mar­i­ano Arcaya.

Toma de la ciu­dad de Coro

El día 9 del mis­mo mes los quinien­tos patri­o­tas de Paraguaná fueron prepara­dos por Jose­fa Came­jo para tomar pos­esión políti­ca de San­ta Ana de Coro. Este hecho se eje­cutó con mucha facil­i­dad y sin resisten­cia algu­na toda vez que el depuesto gob­er­nador Bernar­do Mijares y los demás jefes real­is­tas se habían embar­ca­do hacia Puer­to Cabel­lo al cono­cer la noti­cia de que en pos de ellos venía el ejérci­to proce­dente de la penín­su­la y que des­de el occi­dente serían persegui­dos por el gen­er­al Rafael Urdane­ta. Esta vez Jose­fa fue la encar­ga­da de dar­le lec­tura al man­i­fiesto ofi­cial medi­ante el cual se declaró libre la Provin­cia de Coro.

Adí­co­ra, puer­to fue toma­do por el teniente Juan Gar­cés una vez que estal­ló la rev­olu­ción de Jose­fa Came­jo en otros pueb­los de Paraguaná

Incer­tidum­bre sobre la muerte de la heroína

La heroí­na envi­udó y casó en segun­das nup­cias con el juriscon­sul­to mara­bi­no Miguel Bra­cho, pero la his­to­ria cuen­ta que en este mat­ri­mo­nio jamás reinó la armonía.

Seguida­mente al tocar­le resi­s­tir serias per­se­cu­ciones en difer­entes ciu­dades del país, al igual que en Curazao y Colom­bia, logró estar pre­sente el día 23 de diciem­bre de 1861 en la ciu­dad de Cara­cas durante el entier­ro de los restos mor­tales de su aman­tísi­mo tío, el Obis­po Mar­i­ano de Talav­era y Garcés.

La insigne luchado­ra por la inde­pen­den­cia de Venezuela, res­ig­na­da ante tan triste pér­di­da, tomó la decisión de res­i­den­cia­rse en Ciu­dad Bolí­var. Algunos bió­grafos han escrito que fal­l­e­ció en esa ciu­dad en la casa de su hija Teo­tiste, en 1862 o 1863. Mien­tras tan­to otros han afir­ma­do que su dece­so pudo haberse pro­duci­do en Esta­dos Unidos o en la ciu­dad de Mara­cai­bo, en 1870.

El gob­ier­no nacional y el ejec­u­ti­vo del esta­do Fal­cón hon­raron la memo­ria de doña Jose­fa Came­jo dec­re­tan­do que sus restos reposaran sim­bóli­ca­mente en el Pan­teón Nacional en la ciu­dad de Cara­cas. Tal res­olu­ción fue fir­ma­da el día 3 de mayo de 2002.

Cer­ro San­ta Ana, lugar donde al resi­s­tirse los gru­pos real­is­tas se pro­du­jeron fuertes refriegas

CorreodeLara

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