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Manuel Piar es acusado de sedición y sentenciado a morir

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisalbertoperozopadua@gmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

Cat­a­lo­ga­do como “Lib­er­ta­dor de Guayana y gen­er­alísi­mo invic­to” tras haber dis­puta­do 24 batal­las sin ser derrotado


Un pro­fun­do y pequeño agu­jero en una pared de piedras era el úni­co medio de comu­ni­cación con el exte­ri­or que tenía el gen­er­al Manuel Car­los Piar para res­pi­rar. Esta­ba cau­ti­vo en una angos­ta habitación de una sola puer­ta. Allí disponía de un catre, un tabu­rete donde repos­a­ba un cabito de vela que medio ilu­mina­ba el sofo­cante aposen­to carce­lario en la Angos­tu­ra de 1817.

El 28 de sep­tiem­bre Piar fue hecho pri­sionero en Aragua de Maturín, a donde fue invi­ta­do por su ami­go el gen­er­al Manuel Cedeño, per­sua­do de que Bolí­var tenía la inten­ción de nom­brar­lo segun­do al man­do del Ejérci­to Libertador.

 

 


Manuel Piar, general en jefe 
y comandante del Ejército Libertador de Oriente

 

 

 

 

 

Piar cayó en la tram­pa y cuan­do lle­ga­ba a la plaza may­or, inmedi­ata­mente fue rodea­do por una vein­te­na de sol­da­dos. Eje­cu­ta­do el plan, Cedeño envía comu­ni­cación al Lib­er­ta­dor noti­ficán­dole la deten­ción del gen­er­al en jefe, y advir­tién­dole que San­ti­a­go Mar­iño con­tinu­a­ba prófugo.

Des­de el 3 has­ta el 16 de octubre de ese año 17, fue reclu­i­do en la referi­da habitación de la casona que servía de res­i­den­cia al Almi­rante Luis Brión y a otros gen­erales repub­li­canos; el mis­mo lugar donde delib­er­ará el Con­se­jo de Guer­ra que lo enjuiciará.

Estando pri­sionero «al insub­or­di­na­do gen­er­al en jefe, le fueron embar­gadas siete onzas de oro», y según, hubo una denun­cia de que trata­ba de sobornar la guardia que lo custodiaba.

En esta casa estu­vo pre­so el gen­er­al en Jefe del Ejérci­to Lib­er­ta­dor de Guayana Manuel Piar

El Capitán Juan José Conde fue el ofi­cial de guardia que lo acom­pañó durante su arresto, has­ta su eje­cu­ción, y de los ras­gos físi­cos y el carác­ter per­son­al del Piar, escribió:

«…de reg­u­lar estatu­ra, ojos azules, bar­bi­l­ampiño y tez algo rosa­da; de imag­i­nación e inge­nio vivo; su edad como de trein­ta y ocho años a cuarenta años. Valiente y emprende­dor, poco apli­ca­do a la dis­ci­plina mil­i­tar; fuerte en sus opin­iones, en que siem­pre quería prevale­cer; los trans­portes de su genio le hacían fre­cuente­mente repren­der con acri­mo­nia; pero fácil luego de apaciguarse, lle­gan­do a veces has­ta pedir perdón al sub­al­ter­no a quien creyó ofend­er; era tam­bién sin­cero, afa­ble y cortés en sus modales. Solía entreten­erse con algu­nas obras de his­to­ria. Era afor­tu­na­do a la par que valiente. Sólo una vez que yo sepa, fue der­ro­ta­do en Cumaná».

Ocaso del invicto

En abril de 1817, Bolí­var con­for­mó una guardia per­son­al de 200 hom­bres y sal­ió de Guayana, pro­ducien­do en Piar un sen­timien­to de tranquilidad.

De segui­da, Piar ganó la Batal­la de San Félix, con la que lib­ertó a Guayana, el 11 de abril de 1817, con un ejérci­to de 500 fusileros, 800 lanceros a pie, 500 indí­ge­nas flecheros y 400 jinetes; sobre el brigadier español Miguel de La Torre, quien esta­ba acom­paña­do de 1.600 infantes, 200 jinetes y dos cañones.

Según el parte de batal­la, en el cam­po quedaron 593 muer­tos, 200 heri­dos, 497 pri­sioneros y un cuan­tioso arse­nal. El día 17, los real­is­tas huyeron y aban­donaron la for­ti­fi­ca­da Angos­tu­ra y su estratégi­co Orinoco. Gra­cias a esta batal­la, se con­solidó el proyec­to del Libertador.

Pero pas­mosa sor­pre­sa para Piar fue ver en mayo que Bolí­var acam­pa­ba en la rib­era del Orinoco con un ejérci­to de 800 hom­bres. Sabía que el Lib­er­ta­dor lle­ga­ba a impon­er su autori­dad como coman­dante en jefe, pues Mar­iño and­a­ba por un lado y por el otro él mand­a­ba y gob­ern­a­ba a sus anchas.

Manuel Piar, héroe de El Juncal

En efec­to, Bolí­var como jefe Supre­mo de la Repúbli­ca de Venezuela, Capitán Gen­er­al de los ejérci­tos y de los de Nue­va Grana­da, tomó el man­do y, para el amanecer del 4 de mayo reunió a la ofi­cial­i­dad, y relevó a Piar como jefe de las fuerzas mil­itares en el suror­i­ente. Comen­zó así el oca­so de Manuel Piar, el bra­vo y pres­ti­gioso gen­er­al que fuera nom­bra­do jefe de las misiones en el Caroní y que había dis­puta­do 24 batal­las sin ser der­ro­ta­do jamás.

Pese a esto, Piar se siente airoso por su reciente gran tri­un­fo lib­er­tario, ani­man­do entonces las dis­en­siones políti­cas que se suce­den en el seno del Ejérci­to Lib­er­ta­dor, acep­tan­do así los pos­tu­la­dos del Con­gre­so de Cari­a­co efec­tu­a­do el 8 mayo de 1817, en donde se exter­mina­ba la jefatu­ra úni­ca de Simón Bolívar.

No obstante, sus esfuer­zos no logran debil­i­tar al man­tu­ano de Cara­cas, y con­trari­a­do con aquel esce­nario donde se le había revo­ca­do el man­do sobre la tropa, solic­itó la baja y un pas­aporte para irse de Venezuela, el cual le fue otor­ga­do por el pro­pio Lib­er­ta­dor en el Cuar­tel Gen­er­al de San Miguel, a 30 de junio de 1817.

Conspirador y sedicioso

Pero Piar no se fue, y más bien se reunió con Mar­iño, quien no acep­tó las prop­ues­tas planteadas por el cura­zoleño. Los espías del Lib­er­ta­dor le advirtieron que Piar había real­iza­do var­ios con­tac­tos con ofi­ciales y per­son­al de tropa, inten­tan­do la adhe­sión de éstos para gener­ar una con­spir­ación y pro­ducir un alza­mien­to con ras­gos de rebe­lión de cas­ta, argu­men­tan­do que la minoría man­tu­a­na ‑que podía ser eliminada‑, ostenta­ban altos man­dos del Ejérci­to des­de 1810.

El gen­er­al Pablo Moril­lo, coman­dante de las fuerzas real­is­tas, escribiría en sus memo­rias que Piar and­a­ba en una de revivir la guer­ra social igual a la inten­ta­da por José Tomás Boves, el san­guinario caudil­lo asturiano.

Bolí­var man­i­festó el 5 de agos­to, «el gen­er­al Piar ha for­ma­do una con­ju­ración destruc­to­ra del sis­tema de igual­dad, lib­er­tad e inde­pen­den­cia, por lo que decide con­ju­rar defin­i­ti­va­mente un ries­go tan inmi­nente e inmenso».

Para cer­rar ese capí­tu­lo, Bolí­var envía un emis­ario para per­suadir al gen­er­al Piar se pre­sen­ta a sus órdenes, pero éste des­obe­dece y, por el con­trario, se fuga, señal que enciende las alar­mas. Entonces se comi­siona entonces al gen­er­al Cedeño, para cumplir el cometi­do de cap­turar y reducir­lo a prisión.

Simón Bolí­var, jefe Supre­mo de la Repúbli­ca de Venezuela, Capitán Gen­er­al de los ejérci­tos y de los de Nue­va Granada

Llevado a Consejo de Guerra

El tri­bunal mil­i­tar que juz­garía al héroe de El Jun­cal esta­ba pre­si­di­do por el almi­rante Luis Brión, e inte­gra­do por los gen­erales de briga­da José Anto­nio Anzoátegui y Pedro León Tor­res, sus antigu­os com­pañeros de batal­las; además los coro­ne­les José Ucrós y José María Car­reño, los tenientes coro­ne­les Judas Tadeo Piñan­go y Fran­cis­co Conde (vocales). El gen­er­al de briga­da Car­los Sou­blette fue el fis­cal de la causa y el teniente coro­nel Fer­nan­do Galin­do el defen­sor del indiciado.

El 15 de octubre de ese año, el Con­se­jo de Guer­ra sen­ten­ció al gen­er­al en jefe Manuel Piar a la pena cap­i­tal por los deli­tos de insub­or­di­nación, deser­ción, sedi­ción y conspiración.

Simón Bolí­var, jefe supre­mo, con­fir­mó la sen­ten­cia, pero «sin degradación, porque al héroe de San Félix no se le pueden negar sus méri­tos tan valien­te­mente gana­dos en el cam­po de batalla».

El doc­u­men­to en cuestión fue escrito por José Gabriel Pérez, sec­re­tario de Guer­ra. Los comen­tar­ios eran que habría un juicio y luego sal­dría en lib­er­tad, como una fór­mu­la de Bolí­var para con­sol­i­dar su mando.

Vere­dic­to del Con­se­jo de Guer­ra que con­denó al gen­er­al Manuel Piar

Pres­i­dente Almi­rante Luis Brión 
Votó muerte sin degradación 

Vocales
Gen­er­al de Briga­da Pedro León Torres 
Votó muerte sin degradación 

Gen­er­al de Briga­da José Anto­nio Anzoátegui 
Votó muerte con degradación 

Coro­nel José Ucrós 
Votó muerte sin degradación 

Coro­nel José María Carreño 
Votó muerte sin degradación 

Teniente coro­nel Judas Tadeo Piñango 
Votó muerte con degradación 

Teniente coro­nel Fran­cis­co Conde 
Votó muerte –sin ahor­camien­to- con degradación 

Fis­cal Gen­er­al de Briga­da Car­los Soublette 
Pidió muerte por ahorcamiento

La única batalla perdida

El jueves 16 de octubre de 1817, Piar fue con­duci­do al muro del costa­do occi­den­tal de la Cat­e­dral de Angos­tu­ra, donde aún se obser­van con hor­ror los ves­ti­gios de los impactos de las balas. Su cuer­po fue inhu­ma­do en el cemente­rio de El Cardonal.

Para el momen­to de la eje­cu­ción Piar era el mil­i­tar de may­or ran­go del Ejérci­to Lib­er­ta­dor, solo después de Bolí­var. Los car­gos en su con­tra no fueron lo sufi­cien­te­mente fuertes, ni las prue­bas lle­garon a ser idóneas, como para con­denarlo a muerte.


Fuente: Manuel Lan­dae­ta Ros­ales. Proce­den­cia del Gen­er­al Manuel Piar. For­got­ten Books, 2018.
Asdrúbal González Ser­ven. Dic­cionario de His­to­ria de Venezuela. Cara­cas, 1998.

CorreodeLara

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