Crónicas

La caja de rapé de Simón Bolívar

Omar Garmendia 
Cronista y escritor

El tér­mi­no rapé hace alusión a una for­ma de con­sumir taba­co que se hizo muy pop­u­lar en diver­sos país­es europeos durante los sig­los XVIII y XIX. 

Se tra­ta del taba­co en pol­vo, el cual se manip­u­la­ba des­menuzan­do, molien­do o ral­lan­do las hojas de taba­co y su tal­lo, de ahí el nom­bre de rapé, que en francés sig­nifi­ca “ral­la­do”, para luego aspi­rar­lo por las fos­as nasales en prác­ti­cas sociales de con­sumo hedo­nís­ti­co y de plac­er recre­ati­vo. (Tor­res-Güiza, S.J. 2019). 

Al rapé, de acuer­do con la cal­i­dad del taba­co y su proce­samien­to, se le podía agre­gar algunos otros ingre­di­entes tales como aza­har, almiz­cle, ámbar, berg­amo­ta, entre otros aña­di­dos, que lo hacía pop­u­lar entre los consumidores.

Por razones de tran­scul­tur­ización, el taba­co orig­i­nario y prove­niente de Améri­ca y de usos rit­u­alís­ti­cos, med­i­c­i­nales y cura­ti­vas por parte de los aborí­genes, el rapé se uti­liz­a­ba, no sola­mente por las per­sonas de toda condi­ción social, sino prin­ci­pal­mente por esta­men­tos altos en espe­cial en Francia. 

Para ini­cios del siglo XVIII el taba­co era de uso cor­ri­ente en toda Europa, bien sea fuma­do como aspi­ra­do y especí­fi­ca­mente el rapé fue con­sid­er­a­do como una man­era refi­na­da y de buen gus­to como sig­no de ele­gan­cia y glam­our por las aris­tocráti­cas esferas sociales bur­gue­sas como los nobles, reyes, príncipes, diplomáti­cos, obis­pos y prela­dos, has­ta el pun­to que en la corte france­sa se encon­tra­ba tan exten­di­do que en el año de 1700 se escri­bieron man­uales y trata­dos que en com­ple­jas nor­mas y pro­ced­imien­tos se indi­ca­ba la man­era de usar­lo ele­gan­te­mente, tal como en el libro Le bon usage du tabac en poudre (Tor­res-Güiza, S.J. íbid).

En el tes­ta­men­to del Libertador

En el inven­tario de los bienes deja­dos por el Lib­er­ta­dor Simón Bolí­var, de acuer­do con sus dis­posi­ciones tes­ta­men­tarias, entre los muchos obje­tos reg­istra­dos y cat­a­lo­ga­dos figu­ra una pequeña caja de rapé elab­o­ra­da en oro, que le fuera obse­quia­da por el rey de Inglater­ra Jorge IV en 1825 a Bolívar. 

Se tra­ta de una pequeña caja de oro de diecio­cho quilates y sus dimen­siones son de 2,2 x 7,4 x 5,8 cm. El cen­tro de la tapa supe­ri­or posee orna­men­tos en altor­re­lieve tales como dos cor­nu­copias, emble­mas, ban­deras, cañones y cornetas.

Por medio del comi­sion­a­do coro­nel Hamil­ton ante su majes­tad británi­ca, la caja fue entre­ga­da al gen­er­al Fran­cis­co de Paula San­tander, quien a su vez la hizo lle­gar a Bolí­var de manos del doc­tor Pedro Gual (Car­ras­cal Romer, 2017).

Estas cajas comen­zaron a ser cono­ci­das des­de comien­zos del siglo XVIII y fab­ri­cadas en otros met­ales y mate­ri­ales como la porce­lana y el carey, aunque intrínse­ca­mente de menor val­or que las de oro. 

La taba­que­ra se con­vir­tió así en un acce­so­rio fre­cuente de los caballeros ele­gantes france­ses y podían ser uti­lizadas para otros usos como bom­bon­eras, para deposi­tar polvos y afeites, mon­ederos y así por el esti­lo o las modas, val­o­radas como joyas y uti­lizadas por Jefes de Esta­do como obse­quio para pres­i­dentes, príncipes y monar­cas. En espe­cial se recuer­da la caja de rapé y oro obse­quia­da por el rey Jorge IV al gen­er­al Rafael Urdane­ta (Röhl, J. 1971. p. 17).

Vicisi­tudes de la caja 

Simón Bolí­var, el Libertador

Esta caja de rapé que perteneció al Lib­er­ta­dor tiene su propia his­to­ria. En prin­ci­pio estu­vo en poder de su sobri­no Fer­nan­do Bolí­var quien la con­servó por muchos años has­ta su muerte. Don Fer­nan­do había declar­a­do en el inven­tario de los bienes de S.E. Simón Bolí­var, efec­tu­a­do a los cin­co días de su muerte, bajo el ítem N° 6, la entre­ga de un doc­u­men­to fecha­do el 20 de sep­tiem­bre de 1830, donde hacía con­star haber recibido en cal­i­dad de depósi­to por parte de su tío, entre otras perte­nen­cias, “la caja de oro del rey de Inglater­ra” (Quin­tero, Inés, 2008, p.154).

A la muerte de don Fer­nan­do, muchos años después, uno de sus hijos record­a­ba haber vis­to la caja en su infan­cia y tenía una idea algo impre­cisa de que su padre habría deposi­ta­do la pre­ci­a­da pieza de oro en un museo londi­nense a medi­a­dos del siglo XIX, con la cir­cun­stan­cia de no haber consigna­do ni un papel, ni un ras­tro o dato donde se dejara con­stan­cia de tal hecho en el inad­ver­tido museo, por lo que la valiosa alha­ja estu­vo en peli­gro de haberse per­di­do para siempre.

Resolvió entonces el hijo de don Fer­nan­do Bolí­var con­fi­ar al ger­ente del fer­ro­car­ril de Puer­to Cabel­lo, de nacional­i­dad ingle­sa, el encar­go de efec­tu­ar algu­nas dili­gen­cias con el fin de dar con el paradero de la caja de rapé, resul­tan­do con la for­tu­na de ubi­car­la en una vit­ri­na del Vic­to­ria and Albert Muse­um de Lon­dres. Luego de unos lar­gos y engor­rosos trámites, ges­tiones y ofi­cios, se pudo lograr que fuera recu­per­a­da y devuelta a los herederos de la famil­ia de Bolí­var (Röhl, 1971, op.cit. p. 17).

Fer­nan­do Bolí­var, sobri­no del Libertador

Es de hac­er notar que, de acuer­do con Perú de Lacroix en el Diario de Bucara­man­ga en 1828, que: “El Lib­er­ta­dor no fuma ni per­mite que se fume en su pres­en­cia: no toma pol­vo y nun­ca hace uso de aguar­di­ente u otros licores fuertes”, por lo que puede asumirse que la tal caja de rapé no ha debido haber sido de mucha util­i­dad para Bolívar.

Para finales del siglo XIX, la caja de rapé ya había toma­do caminos insospecha­dos y pasa­do por var­ios propi­etar­ios y para esas fechas ya esta­ba en manos de Ben­dix Kop­pel, cón­sul de los Esta­dos Unidos de Norteaméri­ca en Bogotá. 

En una car­ta envi­a­da por Simón B. O’Leary (hijo de Daniel Flo­ren­cio O’ Leary, edecán del Lib­er­ta­dor) el 7 de mayo de 1882 al pres­i­dente Guzmán Blan­co se indi­ca la donación de “Una caja de rapé de oro con su car­ta” y otros obje­tos por parte del cón­sul a Guzmán, quien final­mente la donó al Museo Nacional en 1883 y des­de 1974 la caja se encuen­tra en cus­to­dia del Ban­co Cen­tral de Venezuela (Car­ras­cal 2017.op. cit).


Ref­er­en­cias Car­ras­cal Romer (2017). Jorge IV quiso hala­gar a Bolí­var con una lujosa caji­ta de rapé. Memo­rias de Venezuela N° 56. Cara­cas. Doc­u­men­to en línea] Disponible:

https://memoriasdevenezuela.wordpress.com/2017/09/18/el-libertador-detestaba-el-tabaco-jorge-iv-quiso-halagar-a-bolivar-con-una-lujosa-cajita-de-rape/ Con­sul­ta: 25-12-2021 

Quin­tero, Inés (2008). La criol­la prin­ci­pal. María Anto­nia Bolí­var, la her­mana del Lib­er­ta­dor. Cara­cas: Edi­to­r­i­al San­til­lana, S.A. Röhl, Juan (1971). Quinien­tas y una pequeñas his­to­rias. Cara­cas: Tipografía Var­gas, S.A. Tor­res-Güiza, Johan Sebastián. (2019). La moda del taba­co: el rapé y el cig­a­r­ro en Europa (sig­los XVIII y XIX. Revista Sig­ma (18), 62–76. Uni­ver­si­dad Nacional de Colombia. 

[Doc­u­men­to en línea] Disponible: https://issuu.com/gestiondeproyectos/docs/sigma_18/s/10837558 Con­sul­ta: 25-12-2021. 

Omar Garmendia

Escritor. Ensayista. Cronista de libre ejercicio. Profesor Titular UCLA, Doctor en Educación y Magister Scientiarum en Lingüística blogculturaomar.blogspot.com

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