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La Casa de Gómez en Barquisimeto tiene un fígaro

Desde hace 35
años, Jhonny Carrasco se inclinó por el ancestral arte de la barbería, tomando
la iniciativa de formarse en el INCE, “cuando habían todavía cursos muy buenos,
que luego se erradicaron”, invoca remontándose a la década de los 80

Encon­tramos A Jhon­ny en la Casa de don Eusto­quio Gómez
Al egre­sar del
cur­so, tomó sus imple­men­tos y una pequeña male­ta y le tocó la puer­ta al
vet­er­a­no bar­bero don Car­los La Magra, propi­etario de El Larence, quien había
lle­ga­do en bar­co des­de Italia a prin­ci­pio de siglo.
Afir­ma Jhonny
con un dejo de melan­colía, que ha afeita­do a más de cin­co mil per­sonas –entre
hom­bres y niños‑, porque en aquel entonces, a las bar­berías acud­ía mucha gente
y uno no se sentaba.
En sus
ini­cios, el corte de pelo era de 15 bolí­vares, niños 10 y cuan­do esta­ban muy
pelu­dos se incre­menta­ba el precio.
El pre­cio de
los cortes de cabel­lo aumenta­ba una vez a la cuares­ma, no es como ahori­ta que
todo aumen­ta semanalmente.
A los años de
tra­ba­jar codo a codo con don Car­los La Magra, Jhon­ny, mon­tó tien­da a parte,
local que fue bau­ti­za­do con el nom­bre de Bar­bería El Museo, en la car­rera 22
con calle 22 y 23.
Des­de tele­vi­sores, plan­chas, cámaras, radios, entre otros
es la colec­ción de antigüedades 

También corta
a que Eustoquio

Jhon­ny tuvo
que abrir una sucur­sal en la Casa de don Eusto­quio Gómez hace siete años, para
así ofre­cer sus ser­vi­cios a los caballeros del cas­co cen­tral de Barquisimeto,
en donde instaló bue­na parte de su colec­ción de obje­tos de otras épocas.
Comen­ta que el
interés por las reliquias surgió “de golpe” al obser­var con estu­por que en
pleno cen­tro de Bar­quisime­to esta­ban demolien­do una casa pat­ri­mo­ni­al sin dolor
alguno.
Allí, algo le
empu­jó a comen­zar a recoger el mosaico, las colum­nas y ven­tanas antiguas.
Con­trató a un camión y se llevó el mate­r­i­al para su casa. Así comen­zaría su
car­rera de colec­cionar piezas de antaño, lo que pro­du­jo que su entorno lo
cal­i­ficaran como paranoico.
En más de 30
años, Jhon­ny ha colec­ciona­do más de mil antigüedades entre pla­cas de carros,
cámaras fotográ­fi­cas y de video, radios, proyec­tores, bom­bas de extrac­ción de
agua, máquinas de escribir, bom­bonas de coci­nas a kerosén, un tele­vi­sor, una
máquina de coser Singer, plan­chas de difer­entes épocas, uten­sil­ios de coci­na y
de mesa, así como todos los imple­men­tos de bar­bería de finales del XIX.
En un radio antiguo que aún fun­ciona, Jhon­ny escucha emiso­ras de antaño

Pero lo más
apre­ci­a­do y quizá la pieza más invalu­able, es la sil­la de afeitar de uno de los
fígaro más leg­en­dar­ios de Bar­quisime­to: don Genáro Pérez, per­son­aje que hasta
los 92 años desem­peñó sus fun­ciones con mística.


Luis Alberto
Perozo Padua

Las invalu­ables piezas de Jhon­ny en su barbería

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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