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La Gran Exposición Nacional de 1883

Omar Garmendia
Cronista y escritor

A los trece años de haber comen­za­do el gob­ier­no del gen­er­al Anto­nio Guzmán Blan­co, uno de los acon­tec­imien­tos de may­or reper­cusión por su mag­ni­tud e impor­tan­cia como un extra­or­di­nario suce­so fue la Exposi­ción Nacional de 1883. 

Por un lado, dicho even­to sig­nificó para los lib­erales amar­il­los una glo­ri­fi­cación de la figu­ra de Anto­nio Guzmán Blan­co y su capaci­dad de dominio en sus obras de gob­ier­no y, por otro, la exaltación de la epopeya lib­er­ta­do­ra en la figu­ra de Simón Bolí­var, cuyo cen­te­nario nata­l­i­cio se cumplía en ese año.

Dicha exposi­ción se efec­tuó entre el 2 de agos­to y el 4 de sep­tiem­bre de 1883 en Cara­cas. El antecedente de esta cel­e­bración expos­i­ti­va se había dado con el decre­to del 3 de sep­tiem­bre de 1881 cuan­do Guzmán Blan­co declara como fies­ta nacional el 24 de julio de 1883, día del cen­te­nario nata­l­i­cio del Lib­er­ta­dor, dan­do así comien­zo para los sig­los venideros a las man­i­festa­ciones patrióti­cas del nacimien­to del grande hom­bre que brindó la lib­er­tad a las naciones de esta parte de Améri­ca (Cróni­cas de la ciu­dad, 2022).

Para ello, Guzmán engranó des­de tiem­pos ante­ri­ores a la Gran Exposi­ción de 1883 hechos y even­tos de sig­nifi­cación patrióti­ca como el paseo tri­un­fal y exhibi­ción de algu­nas perte­nen­cias per­son­ales del Lib­er­ta­dor con moti­vo de las “Fies­tas de la Paz” el 28 de octubre de 1872, así como tam­bién la inau­gu­ración de la estat­ua ecuestre de Bolí­var en la antigua Plaza May­or el 7 de noviem­bre de 1874, el trasla­do de los restos del Lib­er­ta­dor al Pan­teón Nacional el 28 de octubre de 1876 y, como coro­lario de toda esta man­i­festación hero­izante del Padre de la Patria, la cel­e­bración del Cen­te­nario de su nata­l­i­cio el 24 de julio de 1883 (González, J. 2022).

Sede de la Uni­ver­si­dad de Caracas 

Exposi­ciones de esa índole ya se habían mostra­do en otras lat­i­tudes des­de la segun­da mitad del siglo XIX. Aunque la exposi­ción que se real­izó en Cara­cas no tuvo un alcance inter­na­cional, nue­stro país ante­ri­or­mente ya había par­tic­i­pa­do con modestos aportes en exposi­ciones inter­na­cionales orga­ni­zadas en diver­sas naciones del mundo.

Entre tales exhibi­ciones se men­cio­nan la de Lon­dres en 1862, de París en 1867, Viena en 1873, Bre­men en 1874, San­ti­a­go de Chile en 1875, otra vez París en 1878 y Buenos Aires en 1881 (Calzadil­la et al, 2009: 7)

La Gran Exposi­ción Nacional tenía como temáti­ca el inven­tario gen­er­al de las prin­ci­pales pro­duc­ciones téc­ni­cas, indus­tri­ales, agrí­co­las y los recur­sos nat­u­rales, así como las cul­tur­ales y espir­i­tuales de la Venezuela de ese entonces. 

Fue la ocasión para mostrar los logros y ade­lan­tos mate­ri­ales de la nación en diver­sos ámbitos y expre­siones de diver­sa real­ización, y, asimis­mo, la ima­gen que se quería mostrar al mun­do del niv­el de “tono” de pro­gre­so de la época frente a otras naciones.

Espa­cio físico 

El espa­cio físi­co donde se efec­tuó la Exposi­ción Nacional esta­ba ubi­ca­do en el cen­tro históri­co de Cara­cas, frente al Pala­cio Fed­er­al Leg­isla­ti­vo, en el antiguo con­ven­to de San Fran­cis­co. Luego de elim­i­na­do este últi­mo hacia 1821, tuvo difer­entes usos has­ta que en 1856 la Uni­ver­si­dad de Cara­cas, denom­i­na­da después Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela, pasa a ocu­par ese espa­cio, el cual le sirvió de sede por casi una centuria.

Durante los gob­ier­nos de Anto­nio Guzmán Blan­co (1870–1877; 1879–1884; 1886–1888), se le encar­gó al arqui­tec­to Juan Hur­ta­do Man­rique la anex­ión al viejo edi­fi­cio de un segun­do piso y un gran salón prin­ci­pal al cual se le dio el nom­bre de Paran­in­fo y la mod­i­fi­cación de la facha­da. Tales tra­ba­jos resul­taron en un edi­fi­cio de esti­lo neogóti­co, tal como se mantiene has­ta la actu­al­i­dad (Paran­in­fo Pala­cio de las Acad­e­mias, 2022).

Largo sería describir y doc­u­men­tar los pro­legó­menos des­ti­na­dos a la for­ma­ción y dis­posi­ción de los obje­tos exhibidos en los casi 2.500 met­ros cuadra­dos en el edi­fi­cio des­ti­na­do para tal fin, ubi­ca­do en el ángu­lo suroeste de la Plaza Guzmán Blan­co. En líneas gen­erales ocu­paron los espa­cios del Pala­cio de la exposi­ción y el edi­fi­cio de la universidad.

Lograr tan extra­or­di­nario pro­gra­ma requir­ió de grandes esfuer­zos, prepar­a­tivos, gas­tos e inver­siones para su real­ización y al mis­mo tiem­po un alarde de energía, empu­je e influ­en­cia del pro­pio Guzmán y de su poder para así cumplir con el propósi­to de mostrar la ima­gen mod­er­na que había alcan­za­do Venezuela en el concier­to de las naciones.

Se designó a Adol­fo Ernst, alemán naci­do en Primke­nau, Sile­sia, el 6 de octubre de 1832 y tit­u­lar de la cát­e­dra de Cien­cias Nat­u­rales de la Uni­ver­si­dad de Cara­cas como orga­ni­zador y curador de la exposi­ción con el fin “pon­er en esce­na” la pres­en­cia de las activi­dades económi­cas y cul­tur­ales de los años con­clu­sivos del siglo XIX.

El pro­pio Ernst elaboró un catál­o­go del agru­pamien­to de obje­tos, los cuales se orga­ni­zaron de acuer­do con los ter­ri­to­rios y regiones del país. Ernst pre­sen­tó un por­menoriza­do tex­to en dos volúmenes donde fig­ura­ba, en el primero, el catál­o­go gen­er­al de la exhibi­ción con abun­dantes notas, descrip­ciones y comen­tar­ios acer­ca de la enorme activi­dad, orga­ni­zación y mues­tra de la Gran Exposición.

El segun­do vol­u­men esta­ba des­ti­na­do a reunir toda la doc­u­mentación, car­tas y reg­istros rela­ciona­dos con las activi­dades pre­vias, coetáneas e inclu­so pos­te­ri­ores al even­to de 1883 (Cróni­cas de la ciu­dad, op.cit).

[drop­shad­ow­box align=“none” effect=“lifted-both” width=“auto” height=”” background_color=”#ffffff” border_width=“1” border_color=”#dddddd” ]Sí, la Exposi­ción del Cen­te­nario fue un hecho glo­rioso en la his­to­ria de la Patria, un mon­u­men­to mag­ní­fi­co lev­an­ta­do en medio de la sociedad vene­zolana, un faus­to pre­sa­gio de futu­ra grandeza y de pros­peri­dad cre­ciente, una esplén­di­da demostración de las fuerzas vivas de la Repúbli­ca bajo el Gob­ier­no vig­oroso y pro­gre­sista del Ilus­tre Americano.

ADOLFO ERNST, Obras com­ple­tas, t. III, La Exposi­ción Nacional de Venezuela en 1883, p. 700[/dropshadowbox]

Una visi­ta a la exposición

Cuan­do el públi­co entra­ba al Pala­cio de la Exposi­ción se encon­tra­ba en primer lugar con el Salón Bolí­var, con ofren­das y obje­tos que pertenecieron al Lib­er­ta­dor. Luego seguía el Salón de Bel­las Artes, con pin­turas de artis­tas vene­zolanos, estat­uas, fotografías y pianos fab­ri­ca­dos en Caracas. 

En el corre­dor norte del patio prin­ci­pal se encon­tra­ba la exposi­ción de La Opinión Nacional con impre­siones y encuader­na­ciones, mien­tras que en el salón occi­den­tal a la derecha se exhibían pro­duc­tos como licores, joy­ería, som­br­erería y aparatos de den­tis­tas. En el salón occi­den­tal a la izquier­da se mostra­ban artícu­los y géneros de eban­is­tería, tapicería, col­chon­ería, zap­a­tería, tal­abartería y tenería.

Resul­ta sor­pren­dente cómo en la últi­ma eta­pa del siglo XIX Venezuela había alcan­za­do un niv­el de crec­imien­to mate­r­i­al y pro­duc­ti­vo, aunque lejos de lo que se podría lla­mar “indus­tri­al­ización” como tal, sin com­pe­ten­cia con los grandes país­es pro­duc­tores de Europa y EE.UU.

En fin, sería largo enu­mer­ar la gran can­ti­dad de pro­duc­tos y mate­rias pri­mas expues­tas, a los que se añadían, granjerías, maquinar­ias y enseres para agri­cul­tura, arte­sanía e indus­trias de todo tipo, inclu­so ani­males vivos como gana­do cabal­lar, capri­no y vac­uno, pieles, cueros, lana, cer­das, plumas, gusanos de seda, hue­sos, dientes, peces, abe­jas, mieles, ceras, cereales, tubér­cu­los, semi­l­las, plan­tas med­i­c­i­nales, taba­co, cacao, caña de azú­car, uten­sil­ios, her­ramien­tas y máquinas tan­to nacionales como extranjeras.

Simón Bolí­var, el Libertador

Una can­ti­dad grande de pro­duc­tos min­erales, entre mues­tras de rocas, cobre, hier­ro, betunes, com­bustibles, sales, aguas min­erales, piedras pre­ciosas y efec­tos para la con­struc­ción como maderas, carpin­tería, eban­is­tería far­ma­cia, abonos, tintes para curtiem­bre, gomas y resinas. 

Tam­bién se mostra­ban artícu­los impor­ta­dos como cham­paña, vinos y otros licores, así como per­fumes y jabones, artícu­los de coci­na, máquinas de escribir, revólveres y armas, cerveza. Dis­tin­tos país­es mostra­ban camisas, corsés, pelu­cas, fós­foros, arte­sanías y antigüedades.

En otras sec­ciones se exhibían maquinar­ias indus­tri­ales impor­tadas como moli­nos de café, ara­dos, máquinas de vapor, trapich­es máquinas de coser, relo­jes de mesa, pren­sas para imprim­ir, entre otros. 

En salones con­tigu­os había choco­lates, bebidas gaseosas, ron, vina­gre, libros de enseñan­za pri­maria, sebo, alfar­ería, papelón, aguar­di­ente, tim­bres eléc­tri­cos. La com­pañía con­struc­to­ra del fer­ro­car­ril de La Guaira a Cara­cas lució una mues­tra de fotografías londinenses.

Al diri­girse al corre­dor del sur se hal­la­ban las indus­trias nacionales como “El Cojo” con tipografía, fábri­ca de cig­a­r­ril­los, taba­cos y sobres de car­tas. Tam­bién se encon­tra­ban las de café, pas­tas ital­ianas, aparatos ortopédi­cos, hor­mas y pólvora. 

En el patio prin­ci­pal del edi­fi­cio se pre­senta­ban piedras con jeroglí­fi­cos de los indí­ge­nas y escu­d­os de armas y otros, además de una impor­tante colec­ción de obje­tos etno­grá­fi­cos com­pues­ta por mues­tras de armas, útiles domés­ti­cos, vesti­dos y adornos de difer­entes tribus (Calzadil­la et al, op. cit).

Fue pub­li­ca­da una obra de var­ios tomos para este mag­no evento

Podemos con­cluir que en la impor­tante sig­nifi­cación para el país ningún gob­er­nante repub­li­cano había efec­tu­a­do una exposi­ción y otras obras de gran mag­ni­tud en aque­l­la Cara­cas todavía de aspec­to aldeano, de calles estre­chas y empedradas. 

Anto­nio Guzmán Blan­co quería cam­biar esa ima­gen y dar­le una fisonomía de “gran ciu­dad” con sun­tu­osos edi­fi­cios, obras mon­u­men­tales y, sobre todo, con miras al buen momen­to del engrandec­imien­to de la aure­o­la de hero­i­ci­dad y apo­teo­sis que debía lle­var la figu­ra de Simón Bolívar.


Ref­er­en­cias

Calzadil­la, Pedro, Mireya Dávi­la, Luis Galin­do y Adol­fo Ernst (2009). La Exposi­ción Nacional de 1883: bal­ance sim­bóli­co y exhibi­ción iden­ti­taria. En: La Exposi­ción Nacional de 1883: memo­ria, iden­ti­dad y nación. Cara­cas: Fun­dación Cen­tro Nacional de Historia.

Cróni­cas de la ciu­dad (2022). Cara­cas en el bicen­te­nario de Bolí­var, 1883. Cámara de Cara­cas. [Doc­u­men­to en línea] Disponible: 

https://camaradecaracas.com/cronicas-de-la-ciudad/caracas-en-el-bicentenario-de-bolivar-1883/ Con­sul­ta: 19-05-2022.

Sal­vador González, José María (2022). Esce­nario y figu­ra de Bolí­var Super-Héroe en la Venezuela de 1870–1899. Madrid: Uni­ver­si­dad Com­plutense de Madrid. [Doc­u­men­to en línea] Disponible:

https://webs.ucm.es/info/especulo/numero35/bolivars.html Con­sul­ta: 25-05-2022.

Paran­in­fo Pala­cio de las Acad­e­mias [Doc­u­men­to en línea] Disponible:

http://visitaelparaninfo.blogspot.com/p/resena-historica.html Con­sul­ta: 21-05-2022.

Omar Garmendia

Escritor. Ensayista. Cronista de libre ejercicio. Profesor Titular UCLA, Doctor en Educación y Magister Scientiarum en Lingüística blogculturaomar.blogspot.com

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