La inutilidad de la violencia de los caudillos feudales
Freddy Torrealba Z.
Escritor e investigador
Tras el arribo en 1498 de los conquistadores españoles a territorio venezolano se inicia un proceso para el sometimiento de los nativos indígenas por medio de métodos pacíficos y violentos. Aunque el predominante es el de la violencia en sus variadas formas. Entonces se registra el choque de dos mundos con sus concepciones en lo filosófico, político, social, económico y religioso.
Uno de esos métodos pacíficos es el de la evangelización en el propósito del conquistador de hacerse de metales preciosos. La codicia y ambición conlleva a la desesperada búsqueda de El Dorado, un invento de los aborígenes para evadirlos. La explotación de las minas de Buría, primer asiento de Barquisimeto es la más clara evidencia de ello.
La ambición por descubrir los tesoros de El Dorado torna más violento al conquistador europeo que no se detienen en su búsqueda. En Lara lo logran con la localización y explotación del poco oro de las minas de Buría que se extingue rápidamente. La utilización de negros esclavos en su explotación se realiza con procedimientos crueles e inhumanos de acuerdo con Hermann Garmendia:
“La ciudad ofrecía el aspecto de famoso centro de trabajo donde ochenta robustos esclavos trabajaban en las sofocantes galerías de las minas. Bajo el látigo de brutales capataces, sufrían los negros toda clase de humillaciones y privaciones.”
Sus planes colonialistas los hacen realidad mediante la imposición violenta contra los indefensos nativos. La bestialidad de sus métodos es lo que lleva a algunos frailes a elevar su voz de protesta y rechazo. Pero aquello no pasa de simple paños tibios al mantenerse la ideología y sistema económico esclavista.
Según el historiador Manuel Vicente Magallanes el primer enfrentamiento entre indígenas y conquistadores españoles se suscitó en 1499 en Puerto Flechado, estado Falcón. Su protagonista fue Alonso de Ojeda quien encabezaba las fuerzas extranjeras. Los nativos le hicieron fiera resistencia sin dejarlo desembarcar. Ojeda cobra fama por sus atropellos en contra de los nativos a donde llegaba. Esta vez unos 2000 indígenas se le opusieron armados con makanas, hachas y flechas resultando heridos 20 de sus hombres.
Comienza por Urdaneta
El estado Lara no escapa a ese proceso cuya manifestación ocurre en la primera semana de octubre de 1530 cuando el alemán Nicolás Federman penetra a territorio de los indos Ayamanes en Parupano, municipio Urdaneta. El alemán envío a 50 soldados de infantería al mando de un capitán y acompañados por un intérprete indígena. La tajante orden impartida es la de someterlos “por las buenas o por la fuerza”. Era el principio de la violencia del colonialista europeo en estas vírgenes tierras pobladas por honres dedicados a la caza, pesca y agricultura.
Hubo feroz resistencia por parte de los nativos, pero finalmente son vencidos por los atacantes dada la ventaja de la superioridad militar. Los invasores hicieron prisioneros a unos 140 aborígenes, entre hombres y mujeres. De esa manera se selló el primer choque entre europeos y aborígenes en tierras larenses. En pleno desarrollo de la Conquista en 1553 del siglo XVI. se suscita la rebelión del Negro Miguel, un esclavo nativo de Puerto Rico, que se proclamó rey junto a un grupo de unos 20 negros siendo finalmente dominado y pasado por las armas.
Desde entonces la violencia nos acompaña a lo largo de la Conquista, Colonia, Guerra de Independencia, República Independiente y la contemporaneidad con sus pocos momentos de pausa.
Cincuenta años de guerra
El siglo XIX en la Venezuela se consumió en guerras civiles entre caudillos de distintos signos. Específicamente el total de enfrentamientos en la circunscripción larense suman 69 hasta el año 1929 cuando ocurre el fracasado levantamiento del general Rafael Gabaldón.
Tras el triunfo de la Guerra de Independencia en junio de 1821, el país vivirá en lo sucesivo un periodo de relativa calma. La misma será rota en marzo de 1835 cuando estalla la Guerra de las Reformas encabezada en Caracas por el general Santiago Mariño y en Lara por el general Florencio Jiménez, ambos héroes de la Guerra de Independencia.
Pero ese fue el inicio de las llamadas guerras civiles en el país durante más de 50 años instigadas por los caudillos civiles y militares a los que inspiraba más la codicia personal que los intereses de la patria. Todo ello al alto costo del derramamiento de sangre, pérdida de varios miles de vidas y la destrucción de la economía e instituciones sociopolíticas.
Los militares de entonces se creían en el derecho de alzarse y tomar el poder para su beneficio amparados en la ventaja a su favor de su participación en la guerra independentista que cobraban muy cara. Ello pese a que los jefes mayores fueron beneficiados con la dotación de tierras y cargos en la administración pública. Eran las primeras manifestaciones del nefasto fenómeno del militarismo con sus atrocidades y corrupción.
En cambio, no así los esclavos negros e indígenas que quedaron excluidos del reparto del botín y que luego tendrá sus nefastas consecuencias. Son 166 revueltas armadas en 50 años de guerra con breves altos que dejaron aproximadamente 1 millón de muertos. Sólo hubo dos períodos en que los gobiernos fueron estables y duraderos: en 1835 a 1848 y 1870 a 1887.
En estos enfrentamientos se da el caso de que algunas veces se unían conservadores y liberales descontentos con la facción o el caudillo en el poder. Todo por la ambición de hacerse de las posiciones de mando central o regional. Lo que explica por qué se alzaban conservadores contra gobernantes de esa misma corriente ideológica. Aquel era un país dividido en violentas facciones.
Los efectos colaterales de estas conflagraciones estremecieron a la entidad larense. Al menos 10 de las mismas tuvieron por escenario también su territorio, entre éstas la Guerra Federal. Dichas acciones bélicas son las siguientes:
- Revolución de las Reformas: 1835
- Revolución contra José Gregorio Monagas: 1845
- Revolución de 1854
- Guerra Federal: 1859–1863
- Revolución Azul: 1867–1868
- Revolución de Abril o Regeneraciòn:1869–1870
- Revolución de Coro: 1874
- Revolución Legalista:1892
- Primera Revolución Nacionalista:1898
- Revolución Liberal Restauradora:1899
- Revolución Rehabilitadora: 1908
Final de los caudillos
El año 1929 marca el fin de los caudillos con sus constantes enfrentamientos desgastadores del progreso nacional. A partir de esa fecha se produce un cese en cuanto a las explosiones de violencia socio política en la entidad larense y el resto del país. El dictador juan Vicente Gómez centraliza el poder y somete a los caudillos para pacificar al país.
Gómez requería de un ambiente de estabilidad para desarrollar sus tiránicos planes políticos y destructores de la economía agrícola reemplazada por la petrolera. Para lograr ese objetivo los caudillos eran un obstáculo que había que eliminar. Son las condiciones de una nueva realidad que entendió y asumió plenamente el régimen gomecista para lo cual reformó en lo jurídico siete veces la constitución.
Apoyado en el terror de las armas de la policía y el Ejercito se consolida en el poder. En las cárceles se ensañaba con los presos a los que torturaba sin piedad alguna y aplicaba los peores castigos. En la calle su brutal policía de Los Chácharos o La Sagrada eran temidos por la población a causa de su agresivo comportamiento. En la literatura venezolana queda prueba de ello con los libros Memorias de un venezolano de la decadencia de José Rafael Pocaterra y Puros Hombres del barquisimetano Antonio Arráiz.
Con Gómez surge también una nueva realidad militar en el país con el fin de los caudillos y sus rebeliones. Para asegurarse en el poder éste crea un ejército profesional que borró a los incultos caudillos conocidos como generales chopo y montoneras para así vencer todos los intentos armados por derrocarlo.
Lo que se enfrentaba era un nuevo concepto de Ejercito que sin duda Gómez supo comprender para derrotar a sus enemigos. Por ello todos los intentos armados por derrocarlo fracasaron. Era la nueva realidad militar del país gestada por el dictador al estilo prusiano. Un convencido como Mao de que el poder nace del fusil. De esa forma impuso su ideología de “unión, paz y trabajo”.
Una muestra de la inutilidad de la violencia en esos tiempos en Venezuela es Gómez. Pero éste usa la violencia con fines retrógrados. Destruye la economía agrícola y hace de Venezuela un latifundio del cual es su cabecilla. Cuando muere en diciembre de 1935 poderosos propietarios acaparaban la tierra en el país. Un caso de improductividad de la propiedad de la tierra generador de violencia.
La base social del régimen la formaban los latifundistas, un sector parasitario e improductivo, pero con la ventaja del poder político. El 78 por ciento de las tierras agrícolas estaba en manos de 2500 propietarios, o sea el 5 por ciento de los 50 mil propietarios existentes para entonces en el campo. Mientras que medio millón de campesinos no tenía acceso a la tierra.
Referencias Bibliográficas
Orlando Araujo. Venezuela violenta. Ediciones Hespérides. Caracas. 1968.
Manuel Caballero, La pasión de comprender. Ariel-Seix Barral venezolana. Caracas 1983.
Hermann Garmendia. Así se fundó Barquisimeto. Dirección de Extensión Universitaria, UCLA. Barquisimeto. 1980.
Manuel Vicente Magallanes, Historia política de Venezuela. Quinta edición. Caracas. 1979.
Guillermo Morón. Historia de Venezuela. 2 tomos. Revista Bohemia. Caracas.
R.D. Silva Uzcátegui. Enciclopedia Larense. 2 tomos. 1941.