Crónicas

La invasión de Venezuela a Colombia: la Batalla de Carazúa

Efraín Jorge Acevedo
Historiador y escritor
efrainjorge@yahoo.es

Gen­er­al Cipri­ano Cas­tro, pres­i­dente de Venezuela

En las tur­bu­len­tas rela­ciones entre Venezuela y Colom­bia, después de la dis­olu­ción de la Gran Colom­bia, sola­mente hubo un episo­dio históri­co en que Colom­bia invadió el ter­ri­to­rio vene­zolano y Venezuela invadió ter­ri­to­rio colom­biano (refir­ién­donos por supuesto a inva­siones lle­vadas a cabo con fuerzas reg­u­lares de los Gob­ier­nos de los dos país­es y no a fuerzas exclu­si­va­mente irregulares).

Cipri­ano Cas­tro se con­vir­tió en pres­i­dente de Venezuela el 23 de octubre de 1899, al tri­un­far la Rev­olu­ción Lib­er­al Restau­rado­ra que él encabezó; a par­tir de ese momen­to Cas­tro gob­ernó a Venezuela como un bru­tal dictador.

Cas­tro pertenecía for­mal­mente al Par­tido Lib­er­al de Venezuela; mien­tras tan­to en Colom­bia gob­ern­a­ba el Par­tido Con­ser­vador Colombiano. 

El dic­ta­dor Cas­tro tenía el ambi­cioso proyec­to de “expor­tar” su rég­i­men a otros país­es de la región his­panoamer­i­cana; especí­fi­ca­mente tenía el sueño deli­rante de unir de nue­vo a la Gran Colom­bia, con él como pres­i­dente gran­colom­biano, obviamente. 

José Manuel Mar­ro­quín, Pres­i­dente de Colom­bia que ordenó la invasión de Venezuela y después se defendió de la invasión venezolana

Se sen­tía alen­ta­do por su alian­za con el polémi­co pres­i­dente de Ecuador, Eloy Alfaro, que pertenecía al Par­tido Lib­er­al Rad­i­cal Ecu­a­to­ri­ano; ambos eran ene­mi­gos de los gob­ier­nos con­ser­vadores de Colom­bia, y Cas­tro espe­cial­mente esta­ba empeña­do en der­ro­car a los con­ser­vadores colom­bianos porque esta­ba con­ven­ci­do de que sí el Par­tido Lib­er­al Colom­biano lle­ga­ba al poder su proyec­to de recon­stru­ir la Gran Colom­bia se lle­varía a cabo inmedi­ata­mente y él se con­ver­tiría en el “nue­vo Simón Bolívar”. 

Por eso Cas­tro le daba armas y dinero a los lib­erales colom­bianos para que armaran guer­ril­las para com­bat­ir al Gob­ier­no de Colom­bia, y les per­mitía usar el ter­ri­to­rio vene­zolano como base de opera­ciones y refu­gio para des­de allí lan­zar ataques a través de la fron­tera; todo ello en medio de la lla­ma­da Guer­ra de los Mil Días, una guer­ra civ­il que azotó a Colom­bia des­de 1899 has­ta 1902.

Esta situación lógi­ca­mente enfure­ció a los suce­sivos gob­ier­nos colom­bianos, que respondieron apoyan­do a los exil­i­a­dos vene­zolanos que lucha­ban con­tra el rég­i­men de Cas­tro, dán­doles tam­bién armas y dinero, y per­mi­tién­doles orga­ni­zar en ter­ri­to­rio colom­biano expe­di­ciones para invadir a Venezuela. 

La invasión del 
ejército colombiano

El 31 de julio de 1900, el diri­gente con­ser­vador José Manuel Mar­ro­quín se con­vir­tió en Pres­i­dente de Colom­bia; Mar­ro­quín esta­ba deci­di­do a acabar con los rebeldes lib­erales y el apoyo que recibían de los gob­ier­nos de algunos país­es vecinos.

Como parte de esa políti­ca de mano dura, el gob­ier­no de Mar­ro­quín apoya al caudil­lo vene­zolano exil­i­a­do Car­los Rangel Gar­biras, un políti­co, médi­co y caudil­lo de mon­ton­eras armadas, ori­un­do de San Cristóbal, en el actu­al esta­do Táchi­ra, y perteneciente a una ilus­tre y adin­er­a­da famil­ia tachirense. 

Rangel Gar­biras era un políti­co con­ser­vador opuesto al rég­i­men lib­er­al de Cas­tro, de quién paradóji­ca­mente había sido men­tor políti­co en el pasado. 

Ciu­dad de San Cristóbal, Táchi­ra (Venezuela). 28–29 de julio de 1901. Enfrentamien­to mil­i­tar lle­ga­do a cabo en el mar­co de la invasión anti­cas­trista dirigi­da por el gen­er­al vene­zolano Car­los Rangel Gar­biras con el apoyo del gob­ier­no con­ser­vador colombiano

El 28 de julio de 1901, Rangel Gar­biras ini­cia des­de Cúcu­ta una invasión arma­da a Venezuela, para der­ro­car a Cas­tro. Aunque ofi­cial­mente se decía que era una invasión de rebeldes exil­i­a­dos vene­zolanos, la ver­dad es que Rangel Gar­biras esta­ba encabezan­do un ejérci­to de 5.000 sol­da­dos (algu­nas fuentes dicen que eran 4.000 y otras que eran 6.000) de los que, como mucho, 1.000 eran exil­i­a­dos vene­zolanos y el resto eran sol­da­dos colom­bianos; el Gob­ier­no colom­biano había puesto a su dis­posi­ción a tropas del Ejérci­to reg­u­lar colom­biano, por lo que se trató de la primera (y has­ta aho­ra úni­ca) invasión extran­jera a gran escala y con fuerzas reg­u­lares de Venezuela des­de que ter­minó la Guer­ra de Independencia. 

El primer obje­ti­vo del Ejérci­to colom­biano coman­da­do por el gen­er­al vene­zolano Rangel Gar­biras era con­quis­tar la ciu­dad de San Cristóbal y con ello ase­gu­rar el con­trol de la región del Táchi­ra. Iróni­ca­mente, para enfrentar la invasión colom­biana, Cipri­ano Cas­tro envía a una fuerza coman­da­da por el gen­er­al, abo­ga­do y políti­co lib­er­al colom­biano Rafael Uribe Uribe, que se encon­tra­ba refu­gia­do en ter­ri­to­rio vene­zolano con sus hombres. 

Uribe Uribe comand­a­ba una fuerza de 2.500 hom­bres, según algu­nas fuentes, y de 3.200 hom­bres según otras fuentes; de ellos al menos 1.000 eran sol­da­dos del Ejérci­to vene­zolano, y al menos 1.500 eran mili­cianos lib­erales colombianos.

Rangel Gar­biras orga­nizó sus fuerzas en cin­co colum­nas para ini­ciar el asalto a la cap­i­tal del Táchi­ra; el mis­mo día 28 de julio los enfren­tó un batal­lón de lobaterens­es (pobladores de la local­i­dad tachirense de Lobat­era) cer­ca de la entra­da de la ciu­dad, por el camino entre Pueblo Nue­vo y el puente de La Para­da, incluyen­do posi­ciones en la Loma del Tejar del Padre, donde hoy se ubi­ca la Uni­ver­si­dad Católi­ca del Táchi­ra, y en el Cemente­rio Munic­i­pal, lugares donde se dieron los más fero­ces combates.

Rio­hacha, Colom­bia. El plan de Cas­tro era una man­io­bra coor­di­na­da de las fuerzas vene­zolanas y de los lib­erales colom­bianos. Dos colum­nas entrarían en Colom­bia para ayu­dar a Uribe Uribe: el gen­er­al Andrés Márquez entraría por Arau­ca. La otra iría por la Guajira

Los defen­sores al man­do de los gen­erales Celesti­no Cas­tro Ruiz y Román Moreno y de Rafael Uribe Uribe, for­maron un cír­cu­lo alrede­dor de la ciu­dad de San Cristóbal. En las már­genes de la que­bra­da La Para­da, entre el Cemente­rio Munic­i­pal y la plaza San Pedro, hoy Hos­pi­tal Var­gas, se dis­pu­so el Batal­lón Páez, con 400 san­ta­nens­es al man­do de los gen­erales Adol­fo Mén­dez, Manuel Rodri­go y Eulo­gio Moros.

De este lugar con rum­bo al Tejar del Padre se dis­pu­so el Batal­lón Urdane­ta, bajo la direc­ción de los gen­erales Eusto­quio Gómez y Max­imi­ano Casano­va. Tam­bién figu­ra en la defen­sa de la ciu­dad el gen­er­al José Rosendo Med­i­na, padre del futuro gen­er­al y pres­i­dente de Venezuela, Isaías Med­i­na Angari­ta, quien pierde la vida en dicha batalla.

Final­mente, la Batal­la de San Cristóbal ter­minó al día sigu­iente 29 de julio, con la vic­to­ria del rég­i­men de Cas­tro, cuyas fuerzas con­sigu­ieron evi­tar la con­quista de la ciu­dad y rec­haz­ar la invasión. Rangel Gar­biras tuvo que volver der­ro­ta­do a Colombia.

La fuerza may­ori­tari­a­mente colom­biana que comand­a­ba había sufri­do 750 muer­tos y 250 heri­dos, mien­tras la fuerza defen­so­ra leal a Cas­tro había sufri­do 250 muertos

En Colom­bia hubo críti­cas al gob­ier­no de Mar­ro­quín por la desas­trosa invasión a Venezuela, por ser una operación mal plan­i­fi­ca­da y eje­cu­ta­da, y además innece­saria porque los lib­erales colom­bianos ya tenían per­di­da la guer­ra. Además, la invasión había des­per­ta­do en Cipri­ano Cas­tro el deseo de ven­garse, y para ello comen­zó a plan­ear la invasión de Colombia.

Invasión venezolana 

Cas­tro con­cibió el plan de que una fuerza mil­i­tar vene­zolana invadiera por mar la Gua­ji­ra colom­biana, donde debería unirse a fuerzas guer­rilleras lib­erales colom­bianas para ini­ciar una cam­paña mil­i­tar que inten­taría cam­biar el cur­so de la guer­ra civ­il en el país veci­no y dar­le una opor­tu­nidad de vencer al ban­do liberal.

Nom­bró coman­dante de la fuerza expe­di­cionar­ia inva­so­ra al gen­er­al José Anto­nio Dávi­la, uno de sus hom­bres más leales pero con­sid­er­a­do incom­pe­tente militarmente.

La fuerza vene­zolana que invadiría Colom­bia esta­ba for­ma­da por cua­tro batal­lones: el Barcelona, el Coro, La Sagra­da y el Lara, arma­dos con fusiles máuser de repeti­ción, 4 cañones de mon­taña y una ametralladora

El 28 de agos­to de 1901 la fuerza vene­zolana se embar­ca en Mara­cai­bo en tres bar­cos de guer­ra de la Arma­da Vene­zolana, los cañoneros Miran­da, Gen­er­al Cre­spo y El Zum­bador. Se suponía que la operación debía ser sec­re­ta, pero pocos días después, el 3 de sep­tiem­bre de 1901 el diario The New York Her­ald pub­li­ca en primera plana la noti­cia con una foto de toda la plana may­or de la expe­di­ción vene­zolana. Aho­ra toda la comu­nidad inter­na­cional sabía que Venezuela invadiría Colombia. 

Entonces el pres­i­dente colom­biano Mar­ro­quín tuvo tiem­po de tomar medi­das y ordenó al gen­er­al Car­los Alban reforzar la local­i­dad de Río­hacha medi­ante el desem­bar­co de tropas fres­cas y bien muni­cionadas, al man­do del gen­er­al Ramón Amaya, orden que se cumplió a cabal­i­dad cuan­do se con­trató el buque mer­cante francés “Alexan­der Bixio” y se desem­bar­có el Batal­lón Briceño para respal­dar a la población de Rio­hacha y a la guar­ni­ción colom­biana allí establecida.

Cañonero “Miran­da” de la Arma­da Vene­zolana que par­ticipó en la invasión a Colombia

Mien­tras tan­to la flota vene­zolana lle­ga frente a la local­i­dad costera de Rio­hacha, y bom­bardeó la ciu­dad por varias horas, tras lo que desem­bar­có la tropa. 

Ya las tropas vene­zolanas esta­ban en sue­lo colom­biano, pero las cosas de inmedi­a­to comen­zaron a salir mal, porque en lugar de encon­trar a miles o al menos cien­tos de guer­rilleros lib­erales colom­bianos dis­puestos a unirse a ellos y apo­yar­los, ape­nas encon­traron a unas dece­nas. Al final la fuerza expe­di­cionar­ia sólo con­tó con 3.000 hombres.

Además los vene­zolanos no habían toma­do en cuen­ta las condi­ciones desér­ti­cas de  la penín­su­la Gua­ji­ra, ni la  escasez de agua que obligó a las tropas a tomar­la direc­ta­mente de los pozos sub­ter­rá­neos, lo que gen­eró un agre­si­vo brote de dis­en­tería que diezmó a los com­bat­ientes venezolanos.

El 13 de sep­tiem­bre de 1901 en en el puebli­to de Carazúa, cer­ca de Rio­hacha, se libra la Batal­la de Carazúa, en la que una fuerza de 1.500 sol­da­dos colom­bianos al man­do del gen­er­al Car­los Albán der­rotó a los inva­sores vene­zolanos. En la batal­la los colom­bianos sufrieron 400 muer­tos, mien­tras los vene­zolanos sufrieron aprox­i­mada­mente 500 muer­tos y 500 prisioneros.

Los sobre­vivientes de la expe­di­ción vene­zolana tuvieron que reti­rarse, pero en su reti­ra­da por la Gua­ji­ra colom­biana tuvieron que enfrentarse en otros com­bat­es par­ciales con las fuerzas colom­bianas, el últi­mo fue el com­bate de Gara­pasera del 22 de septiembre. 

Mien­tras los vene­zolanos lucha­ban deses­per­ada­mente por lle­gar a la Gua­ji­ra vene­zolana, eran acosa­dos por jinetes de la tribu Wayuu al man­do del cacique José Dolores Arpushana, que oca­sion­aron muchas bajas a los vene­zolanos en su reti­ra­da. Además la dis­en­tería gen­er­a­da por el con­sumo de aguas insalu­bres tam­bién seguía cau­san­do muertes entre los des­dicha­dos venezolanos.

Sólo una parte minori­taria de los inva­sores vene­zolanos con­sigu­ieron cruzar la fron­tera y volver a Venezuela por Paraguaipoa y Sina­maica, y nun­ca se sabrá a cien­cia cier­ta cuan­tos vene­zolanos perdieron la vida en tier­ras gua­ji­ras colombianas. 

Jinetes Wayuu como los que acosaron a los inva­sores vene­zolanos. Colec­ción Luis Her­a­clio Med­i­na Canelón

Mucho más de un siglo después los pobladores de Carazúa aún recuer­dan como sus may­ores les relata­ban como se habían hal­la­do armas, muni­ciones y car­tu­chos que quedaron rega­dos después de la batal­la entre los inva­sores vene­zolanos y los defen­sores colom­bianos, y en algu­nas casas de la región aún se guardan algunos como reliquias. 

Un recorda­to­rio de la úni­ca ocasión en que Venezuela invadió Colom­bia, con un resul­ta­do desas­troso; y des­de entonces ha habido momen­tos de ten­sión entre ambos país­es, pero el fan­tas­ma de la guer­ra se ha man­tenido ale­ja­do, por ahora.

CorreodeLara

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