La Leyenda del globo divino de Cumaná
Fabián Capecchi van Schermbeek
Escritor y publicista
Un singular evento parecido al ocurrido en Cumaná, tuvo lugar el 4 de noviembre de 1697 sobre Hamburgo, en Alemania. Dos ruedas brillantes navegaron sobre el cielo del puerto, según narraron numerosos testigos
Durante el siglo XVI España estuvo más enfocada en la conquista del Nuevo Mundo y sus riquezas, que en hacer algo por entender a los conquistados o su cultura. La espada y la cruz se imponían. En aquel intenso choque cultural se mezclaban la realidad con la leyenda la cual también forma parte de nuestra historia.
Una de las primeras crónicas del Nuevo Mundo estuvo a cargo del padre Jesuita José Cassani (1673 ‑1750) astrónomo, matemático, historiador, ingeniero militar e inquisidor y uno de los Fundadores de la Real Academia Española. Entre sus muchas publicaciones destaca su Historia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reyno de Granada en la América: descripción y relación exacta de las gloriosas misiones en el Reino, llanos, meta, y río Orinoco, publicada por primera vez en España en 1741. Esta compilación de historias basada en las aventuras y desventuras de los padres Jesuitas en territorio de Las Indias en el Nuevo Mundo, ha sido un importante documento de estudio de historiadores e investigadores que abarcó el territorio norte de las Indias (Venezuela y Colombia).
En dicho tratado aparece en un interesante dato epistolar, que tiene lugar en Madrid en marzo de 1674, meses antes de embarcarse al nuevo mundo don Francisco Ventura de Palacios Rada, quien había sido nombrado por el rey como el flamante nuevo gobernador de la ciudad de Cumaná en la provincia de Nueva Andalucía, territorio venezolano.
El globo divino
El saliente gobernador de Cumaná, don Sancho Fernández de Angulo y Sandoval, había ordenado la construcción del castillo de Santa María de la Cabeza sin la autorización del Consejo de Indias, debido a los continuos ataques que sufría la ciudad tanto de indios como piratas. Éste, envió una carta a su sucesor Fernández de Angulo, comentando sobre los feroces ataques indígenas, pero también menciona un detalle que resulta intrigante, tanto para el nuevo gobernador como para los investigadores históricos:
“En Cumaná, señor, nos divertimos mucho; si no fuera por el hambre que pasamos, yo aconsejaría a Vuecencia que obtenga de su Real Majestad el cargo que yo desempeño”. Concluía: “de cuando en vez nos asaltan los bárbaros, pero, un Globo los llama a Capítulo”.
Fernández de Angulo se refería a un evento local de origen desconocido ocurrido en Cumaná sin especificar la fecha, y muy conocido por todos en aquel remoto rincón del Imperio español. Las personas hablaban de una especie de globo de origen divino que aparecía en los momentos más difíciles durante los ataques de los indígenas, y éstos aterrorizados terminaban huyendo.
Y es que durante esos años con mucha frecuencia los Caribes, asociados incluso con piratas franceses asaltaban los poblados, matando a los religiosos y a los indios que allí vivían, saqueando los graneros e incendiando los pueblos de la costa oriental.
Vamos a “Hacer la América”
Muchas leyendas fantásticas comenzaron a circular desde el mismo momento en que aquel nuevo continente fue descubierto. Estas hablaban sobre inmensas riquezas, como el famoso Dorado o Manoa, como se le llamó en Venezuela a esta ciudad mítica hecha de oro; otras fueron las siete ciudades de Cibola, la fuente de la eterna juventud, seres fantásticos que tenían la cara en el pecho, hombres perros, las temibles y hermosas Amazonas e incluso el Rey Blanco que vivía en una montaña de plata maciza y ríos de oro.
Estas leyendas fueron de gran utilidad para mover la maquinaria militar e infraestructura necesaria para la conquista de tan vasto territorio, pues servían como atractiva propaganda para reclutar voluntarios, despertando su ambición y codicia, al ver una oportunidad de hacerse rico fácilmente. A eso le llamaron: “Hacer la América”.
La vida de fray Matías Ruiz Blanco
La casual mención del milagroso aerostato de Cumaná hubiese podido pasar a ser simplemente como otro extraño relato más venido de Las Indias, si no fuese porque años después aparece una nueva mención sobre algo similar aparecido en otra parte de Venezuela, según fue narrado en un libro escrito por el padre Franciscano Antonio Caulín titulado: Historia Coro-gráfica y evangélica de la Nueva Andalucía, provincias de Cumaná, Guayana y vertientes del río Orinoco, publicado en 1779.
Antonio Caulín, quien vivió 16 años en Venezuela, comenzó a estudiar la lengua Caribe y compilar la historia de los misioneros franciscanos que salvaban almas en esos territorios agrestes. En uno de los episodios de su libro habla sobre la vida de fray Matías Ruiz Blanco, otro sacerdote franciscano andaluz, quien fue el encargado de la evangelización de los indios en las misiones de la zona de Píritu, en la provincia de Nueva Andalucía. El mencionado padre Ruiz Blanco llegó a Píritu en 1675 donde fundó la misión de San Juan Bautista de Tucupío, y continuó su periplo hasta la nación de los Topocuares para fundar San Lorenzo de Aerocuar, cercano al pueblo de Onoto, en el actual estado Anzoátegui. Allí comenzó su labor evangelizadora. Al año siguiente ambas misiones fueron unificadas y relocalizadas en San Lorenzo de Güere.
Evangelización con apoyo aéreo
En 1679, comenzó la “reducción” de los indios Palenques, es decir, reunir a los indios de la zona y llevarlos a las misiones para convertirlos al cristianismo, pues los miembros de esa nación se negaban a ser evangelizados. Fray Ruiz Blanco encabezó esta tercera expedición franciscana llegando hasta la laguna de Azaca, a orillas del río Unare donde levantó una cruz de madera y fundó una nueva misión, la del apóstol San Pablo. Allí, el padre Ruiz Blanco fue testigo de un prodigio inexplicable:
“Sería como a las nueve de la noche, estando aún muchos de los indios estaban despiertos cuando se formó en el aire instantáneamente un globo de notable magnitud y claridad que duró por espacio de tres minutos, y corriendo hacia la parte del norte, se desvaneció con tan estruendoso estallido como el de la mayor pieza de artillería; en el mismo instante fue visto y oído en el pueblo de Píritu, distante del de San Pablo a diez leguas de camino”, ( aproximadamente a 50 kilómetros de allí).
El padre Caulín en su libro afirma que ha podido tratarse de un fenómeno de causas naturales; pero fray Ruiz Blanco atribuyó esta aparición a un milagro del Altísimo que alejó al demonio y atemorizó a los indios tanto que rogaron ser evangelizados. Ante tal relato el padre Caulín escribió:
“No soi inclinado a referir casos portentosos, o cosas que huelen a milagro, sin la plena justificación que para su tradición se requiere, y mucho menos pensara hoi referirlos al ver tan juiciosa la crítica del mundo; pero tampoco cumpliera fielmente con mi oficio, dejando en silencio estas y otras maravillas que en estos países ha obrado el Señor de las alturas en confirmación de su doctrina y crédito de sus siervos y fieles ministros, cuando las hallo autenticadas y confirmadas con juramento de Varones apostólicos y prelados zelosos, en quienes ni puedo ni quiero considerar el menor viso de apocrificio ni mentira”…
Desde entonces los provincianos hablaban sobre aquel Globo Divino, abultando el relato cuando algún incrédulo trataba de interrumpir a los religiosos. Los españoles asentados en esta provincia estaban completamente convencidos que esta extraña aparición era muy real, y su única explicación era que se trataba de la revelación de Dios, la salvación o perdición del alma, es decir, la constante lucha entre el bien y el mal en aquella tierra lejana donde lo único que parecía real era el hambre y las enfermedades.
Fuentes Consultadas:
Cassani, José. Historia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de Granada en la América: descripción y relación exacta de las gloriosas misiones en el Reino, llanos, meta, y río Orinoco. Madrid, 1741. Libro IV. Pág.92
Caulín, Antonio. Historia coro-gráfica, natural y evangélica de la Nueva Andalucia, provincias de Cumaná, Nueva Barcelona, Guayana y vertientes del rio Orinoco. Madrid, 1779. Capítulo VII, Pág.386 y 387.
Fray Matías Ruiz Blanco. Real Academia de la Historia. http://dbe.rah.es/biografias/5403/matias-ruiz-blanco
De Lima, SalomóApaicuar. Caracas: Editorial Arte, 1970;–. Bosquejo biográfico del maestre de campo Sancho Fernández de Angulo y Sandoval, fundador de Barcelona. Barcelona: Impresos Boyacá, 1971.