Crónicas

La Navidad negra en Pasto (1822)

Ángel Rafael Lombardi Boscán
@lombardiboscan
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia

 

“Perd­ed toda esper­an­za al traspasarme”, 
El Infier­no, Div­ina Come­dia de Dante Alighieri 
(1265–1321)

Simón Bolí­var (1783–1830) en vida fue queri­do y odi­a­do. Yo pien­so que más odi­a­do que queri­do. Sólo que la hagiografía (“Vida de los San­tos”) que a par­tir de 1842 con José Anto­nio Páez (1790–1873) a la cabeza, empieza a elab­o­rarse, encubre sus man­chas y deslices. 

El Mito Bolí­var adquiere señorío no sólo en Venezuela sino en toda His­panoaméri­ca. Lo español había que enter­rar­lo y el nue­vo criol­lis­mo vence­dor de la Inde­pen­den­cia tenía que lev­an­tar nuevos altares que sirvier­an de susti­tu­to al de los reyes bor­bones tutelares. 

La nue­va iden­ti­dad nacional se cubrió de la “glo­ria” de Bolí­var, un guer­rero, como todos los guer­reros, con ausen­cia de piedad, y sí, de mucha crueldad.

Bolí­var y San­tander en el camino a Boyacá

En Venezuela, Nue­va Grana­da y Ecuador devi­no en dei­dad jun­to a sus lugarte­nientes prin­ci­pales, muy espe­cial­mente, Anto­nio José de Sucre (1795–1830), el “Abel, de Améri­ca”. Todas las his­to­rias que empezaron a escribirse bajo el amparo del nue­vo poder ofi­cial estable­ci­do exal­taron al mito jun­to a la leyen­da. Bueno, casi todas. 

Los críti­cos al esti­lo de un impru­dente Car­los Marx (1818–1883) y de algunos “com­pañer­i­tos” de armas resen­ti­dos, prove­nientes de la Legión Extran­jera, como Jean-Bap­tiste Boussin­gault (1801–1887) y Hen­ri Louis Vil­laume Ducoudray Hol­stein (1772–1839) tuvieron que ser suprim­i­dos por la nue­va cen­sura bolivariana. 

Su condi­ción de extran­jeros les descal­i­fi­ca­ba en eso de hablar mal sobre el Padre de la Patria y la nue­va religión cívi­ca aunque inspi­ra­da por el furor mar­cial, dico­tomía absur­da ésta, de la que aún hoy en pleno siglo XXI, no hemos sabido librarnos los venezolanos. 

En esa hoguera cayó obvi­a­mente el human­ista español Sal­vador de Madaria­ga (1886–1978) y su bue­na biografía en dos tomos sobre Bolí­var (1951).

Simón_Bolívar. Toro Moreno, José. 1922, Leg­isla­tive Palace, La Paz

Ni siquiera Gabriel Gar­cía Márquez (1927–2014), acu­sa­do de irrev­er­en­cia Caribe, pudo meterse con la mayestáti­ca figu­ra del caraque­ño en su “El gen­er­al en su laber­in­to” (1989).

Toda obra, trata­do u opús­cu­lo, elab­o­ra­do por algún criol­lo capaz de cues­tionar la grandeza de una memo­ria elab­o­ra­da a la medi­da de los intere­ses de las hegemonías/oligarquías asaltantes del poder en el peri­o­do repub­li­cano, fueron suprim­i­das, dan­do la impre­sión de una­n­im­i­dad respec­to a la con­ve­nien­cia de la Inde­pen­den­cia (1750–1830) con­tra el Impe­rio His­páni­co en América.

Así no pen­só un oscuro y descono­ci­do cro­nista que el colom­biano Eve­lio Rosero (1958) resca­ta en su muy polémi­ca nov­ela históri­ca: “La Car­roza de Bolí­var” (2012). Se tra­ta de José Rafael Sañu­do (1872–1943), naci­do en Pas­to, Depar­ta­men­to de Nar­iño en la hoy Colombia. 

La obra en cuestión se lla­ma: “Estu­dios sobre la vida de Bolí­var” (1925). He trata­do de con­seguir­la y leer­la para evi­tar las defor­ma­ciones inevita­bles, ya sea las gen­uinas o aque­l­las pro­vis­tas de mala inten­ción, de los dis­tin­tos intér­pretes. Hoy, es un libro invisible. 

Es una obra pro­scri­ta, de un após­ta­ta, que habló mal del Lib­er­ta­dor y Sucre. Sañu­do, puede que sea el primer “his­to­ri­ador” criol­lo en cues­tionar la mitología patrióti­ca. Valen­tía le sobró, eso sí.

Muy poca gente repara hoy, y es que la his­to­ria en su lucha con­tra el olvi­do ha degen­er­a­do en apología/propaganda y no en com­pren­sión, que no todas las regiones y pueb­los de la Colo­nia acom­pañaron a los lib­er­ta­dores durante las luchas por las Independencias. 

Mara­cai­bo, Coro, Guayana, Pas­to, Piu­ra y Lima entre otras se sin­tieron a gus­to con los Vir­reyes, Cap­i­tanes Gen­erales y Gob­er­nadores. Pas­to, par­tic­u­lar­mente, fue siem­pre un incor­dio para Bolí­var y sus huestes en las lla­madas Cam­pañas del Sur (1821–1826).

El suce­so en que se explaya José Rafael Sañu­do es la lla­ma­da: “Navi­dad Negra”, una masacre sobre civiles, habi­tantes de Pas­to, el 24 de diciem­bre de 1822 por parte del batal­lón Rifles bajo el coman­do de Anto­nio José de Sucre sigu­ien­do las órdenes supe­ri­ores de Simón Bolívar.

El obje­ti­vo mil­i­tar devi­no en acto de cas­ti­go por la inso­len­cia de Agustín Agua­lon­go (1780–1824) y sus par­tidar­ios en no quer­er ser “lib­er­a­dos” del yugo impe­r­i­al. 400 fueron los civiles asesina­dos a mansal­va y se hicieron más de 1000 pri­sioneros, la may­oría hom­bres, que final­mente fueron dester­ra­dos a Guayaquil, Quito y Cuenca.

Acos­tum­bra­dos sólo a tran­si­tar por el heroís­mo inmac­u­la­do de un solo lado, referir estos suce­sos trági­cos y ver­gonzosos sin que los autores sean los odiosos y despi­ada­dos José Tomás Boves (1782–1814), Fran­cis­co Rosete (1775–1816), Euse­bio Antoñan­zas (1770–1813), Fran­cis­co Javier Cervériz, Fran­cis­co Tomás Morales (1783–1845), Pablo Moril­lo (1775–1837) y José de la Ser­na (1770–1832) entre otros mon­stru­os referi­dos por la his­to­ria patria, podría tur­bar a más de uno.

Este con­flic­to entre memo­rias, ésta his­to­ria oblicua defor­ma­da por las ide­ologías políti­cas en el pre­sente, rep­re­sen­ta un extra­or­di­nario reto para los his­to­ri­adores pro­fe­sion­ales puestos en el dile­ma de callar o de pre­sen­tar algu­nas ver­dades incomodas.

 

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

2 comentarios en «La Navidad negra en Pasto (1822)»

  • El caso que pre­sen­ta el autor no es nue­vo, ni descono­ci­do. El prob­le­ma, creo, rad­i­ca en que, en ambos enfo­ques, se asume cada análi­sis como cier­to y váli­do, sin espa­cio real para el debate sereno. Simón Bolí­var en los altares o Simón Bolí­var en el infier­no, jun­to a satán. NI san­to, ni demo­nio. Sólo un hom­bre, igual a quienes le satanizan o santifican.

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  • Exce­lente nota, el no tan padre de cin­co naciones, tam­bién tenía su lado oscuro. Claro la guer­ra es la guerra.

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