Crónicas

La pianista Teresa Carreño tuvo dos hijos acusados de espionaje

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisperozop@hotmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

La vida de la famosa pianista vene­zolana Tere­sa Car­reño fue bas­tante inten­sa pero igual­mente con­tro­ver­ti­da. Mucho se ha escrito sobre su ruti­lante trayec­to­ria musi­cal como pianista, can­tante y com­pos­i­to­ra, quizá la primera vene­zolana en deslum­brar en cen­tros musi­cales de may­or pres­ti­gio en el mun­do: París, Lon­dres, Viena, New York, Boston, San Peters­bur­go, Berlín, entre otros, amén del reconocimien­to unán­ime de los más grandes com­pos­i­tores del momen­to, pero hay even­tos de su vida famil­iar que fueron soslaya­dos posi­ble­mente para no man­char su encum­bra­da car­rera artística.

El acu­cioso inves­ti­gador Luis Her­a­clio Med­i­na Canelón, Miem­bro de la Acad­e­mia de His­to­ria del esta­do Carabobo, nos cuen­ta en su artícu­lo Tere­si­ta Car­reño ¿una espía vene­zolana frente al paredón?, que para su tiem­po (segun­da mitad del siglo XIX) la vida de esta excep­cional pianista, «era con­sid­er­a­da algo inestable y polémi­ca» pues, a su primera hija, la deja­ba en manos de una ami­ga por largas tem­po­radas mien­tras real­iz­a­ba sus giras de concier­tos, lo que con­llevó que con el tiem­po, aque­l­la ami­ga ter­mi­nara adoptándola.

 


Tere­sa Car­reño Tagliapietra

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La niña prodi­gio que antes de los nueve años fue invi­ta­da a tocar en la Casa Blan­ca ante el pres­i­dente Abra­ham Lin­coln, quien se deleitó de aquel recital y la ova­cionó con ímpetu, años después, ya con­sol­i­da­da su bril­lante car­rera con­certista, se vio inm­er­sa en algunos pro­ce­sos judi­ciales. Su vida des­or­de­na­da y de exce­sos la con­du­jo a quedar en la ruina más de una vez, pero lo que menos es cono­ci­do y que quizá sea lo más intere­sante, es que dos de sus hijos fueron encar­ce­la­dos tras ser acu­sa­dos de espi­ona­je para las filas alemanas.

Costosa factura

En 1886, el pres­i­dente Anto­nio Guzmán Blan­co le encar­gó per­sonal­mente a Tere­sa Car­reño la orga­ni­zación de la tem­po­ra­da de ópera de Cara­cas, y pese a la eufo­ria del momen­to, la alta sociedad caraque­ña no asis­tió a las fun­ciones como mues­tra de repu­dio a aque­l­la mujer que había osa­do divorciarse.

Tere­si­ta, como la llam­a­ban con car­iño, era la hija predilec­ta de la famosa pianista Tere­sa Car­reño. Llegó al mun­do del enlace nup­cial con Gio­van­ni Tagli­api­etra. Naci­da en 1882 en Esta­dos Unidos.

La Car­reño fijó su res­i­den­cia en Berlín, Ale­ma­nia en 1889, donde Tere­si­ta real­izó sus primeros estu­dios, mien­tras su madre coro­n­a­ba nuevos tri­un­fos que la con­sagraron como una con­certista de tal­la internacional. 

Allí con­trae mat­ri­mo­nio (el ter­cero) con el pianista y com­pos­i­tor alemán Eugen D´Albert (1892), al tiem­po que Tere­si­ta sigue los pasos de su madre como promi­nente pianista en el exi­gente ambi­ente musi­cal de Berlín. «Tal es el orgul­lo que siente Tere­sa por Tere­si­ta que es al úni­co de sus hijos que le ded­i­ca una de sus obras: el vals “Mi Tere­si­ta”, una de las pocas obras que se con­ser­van grabadas inter­pre­tadas por la artista.»

Inmedi­ata­mente después del divor­cio, Tere­sa Car­reño casó, en 1901, con Arturo Tagli­api­etra, un her­mano de su segun­do esposo.

Tere­sa Car­reño con sus hijos Tere­si­ta, Gio­van­ni, Hertha y Eugenia

Al poco Tere­si­ta se con­vierte en una sen­sación recor­rien­do el viejo mun­do entre giras y concier­tos a pesar de que en 1914 estal­la la Primera Guer­ra Mundi­al, esce­nario que no logró deten­er su pro­lífera activi­dad cultural.

Madre e hija son la sen­sación del momen­to, y ambas recor­ren en fer­ro­car­ril y en bar­co, toda Europa a pesar de las lim­ita­ciones cau­sadas por el con­flic­to bélico.

Los via­jes de las dos extran­jeras, ‑señala el his­to­ri­ador Med­i­na Canelón‑, cau­san reit­er­ada­mente la sus­pi­ca­cia de los cuer­pos de inteligen­cia de los país­es en guer­ra, ya que se sospecha de espías por todas partes reinan­do una para­noia general.

Al paredón

En agos­to de 1914, el vapor francés en el que se traslad­a­ba Tere­si­ta rum­bo a Mar­rue­cos atracó en un puer­to de Argelia (para la época colo­nia france­sa) Allí, el buque es ata­ca­do por las naves de guer­ra ale­m­ana Goeben y Bres­lau, que pos­te­ri­or­mente bom­bardean el puer­to de Bona (actual­mente cono­ci­da como Anna­ba). En Bona ocur­ren serios dis­tur­bios al rebe­larse los árabes con­tra los france­ses, lo que gen­era dis­tur­bios y enfrentamientos.

En ese con­flic­to, Tere­si­ta es vista con­ver­san­do con un alemán, encen­di­en­do las alar­mas de las autori­dades locales, que proce­den a apre­hen­der­la, con­sigu­ien­do en su pas­aporte innu­mer­ables entradas y sal­i­das de Alemania.

De igual for­ma, des­cubren entre sus perte­nen­cias, cier­ta can­ti­dad de cor­re­spon­den­cia remi­ti­da des­de Ale­ma­nia, así como doc­u­men­tos ban­car­ios ale­manes, lo que la con­vierte en poten­cial sospe­chosa de espionaje.

Tere­sa Car­reño Tagliapietra

Tere­si­ta es encar­ce­la­da, acu­sa­da de un deli­to que con­ll­e­va como cas­ti­go la pena de muerte: el espi­ona­je a favor de una poten­cia ene­mi­ga en tiem­pos de guer­ra. Sus doc­u­men­tos son ale­manes y no puede demostrar su nacional­i­dad norteam­er­i­cana. En un juicio sumario es con­de­na­da a muerte, eje­cu­ción que se fijó para el 14 de diciem­bre de 1914.

Tres tor­tu­osos meses pasó Tere­si­ta Car­reño en un cal­abo­zo a la espera del paredón de fusil­amien­to, mien­tras que su padre y su padras­tro, los her­manos Gio­van­ni y Arturo Tagli­api­etra, tratan de apelar ante las autori­dades france­sas, la nacional­i­dad norteam­er­i­cana de la procesada.

Cuan­do recibía los últi­mos sacra­men­tos por parte de un sac­er­dote, unas pocas horas antes de enfrentar el paredón, llegó la nota de con­mutación de la pena del gob­ier­no francés, gra­cias a la inter­ven­ción del cón­sul norteam­er­i­cano en Argelia y del emba­jador norteam­er­i­cano en Alemania.

Tere­si­ta fue expul­sa­da a Pal­ma de Mal­lor­ca, de donde zarpó en otro buque has­ta Barcelona, España.  Después de este dan­tesco y espeluz­nante even­to, Tere­si­ta recibió por largo tiem­po tratamien­to siquiátri­co en Lau­sanne, Suiza.

¿Realmente era una espía?

Afir­ma Med­i­na Canelón que las vin­cu­la­ciones de las Car­reño con Ale­ma­nia son indis­cutibles: Tere­si­ta se educó des­de niña en aquel país, en donde pasó gran parte de su vida; su padras­tro era alemán; los nego­cios de la famil­ia y las cuen­tas ban­car­ias eran de ban­cos ale­manes, por lo que es lógi­co pen­sar que sus sim­patías estu­vier­an de ese lado. Aho­ra bien, el hecho de que hubiera efec­ti­va­mente servi­do de fuente de infor­ma­ción al gob­ier­no del káis­er es algo que per­manece en lo ocul­to de la historia.

Tere­si­ta Car­reño Tagli­api­etra luego de sobre­vivir a var­ios meses de cau­tive­rio en una fría y lúgubre maz­mor­ra, después de sobre­vivir a la pena de muerte, decidió ale­jarse de la vida públi­ca, nun­ca más volvió a tocar en algún concier­to y su vida se redu­jo a la intim­i­dad de su hogar.

Se desposó con Eustace William de Blois, un alto ofi­cial británi­co. Las cróni­cas cuen­tan que Tere­si­ta fal­l­e­ció en Venezuela. Según Med­i­na Canelón, Tere­si­ta pro­creó a Anto­nio (Tony) Eugene Blois Car­reño, tam­bién músi­co, quien fuera dis­cípu­lo del mae­stro Vicente Emilio Sojo, fal­l­e­ci­do pre­mat­u­ra­mente en un acci­dente de trán­si­to en un ral­ly entre Puer­to La Cruz y Ciu­dad Bolí­var en 1957. El her­mano de Tere­si­ta, Gio­van­ni, tam­bién estu­vo pre­so en Fran­cia, pero fue lib­er­a­do por fal­ta de pruebas.


Fuente: Luis Her­a­clio Med­i­na Canelón. Tere­si­ta Car­reño ¿una espía vene­zolana frente al paredón? Pub­li­ca­do en www.CorreodeLara.com. Mar­zo 25 de 2020

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