Crónicas

La plaza del convento de San Francisco y el origen de la Plaza Lara

Omar Gar­men­dia
Cro­nista y escritor

 

La plaza en las ciudades coloniales de América no era solamente un espacio vacío. La función de la plaza de raigambre española manifestaba la necesidad de lugares concretos para la comunicación de la gente que se reunía para conversar, hacer negocios en el mercado o simplemente caminar y relacionarse socialmente, como lo fue en el pasado la acrópolis, el ágora griega y el foro romano


En el cas­co históri­co de Bar­quisime­to se encuen­tra actual­mente la plaza Lara que cor­re­spondía en la época colo­nial a los pre­dios solar­ie­gos situ­a­dos frente a la antigua igle­sia par­ro­quial de San Fran­cis­co de Asís y el Con­ven­to de la Purifi­cación de Nues­tra Seño­ra del Car­men. Tam­bién se le conocía como la Plaza Real.

Huel­las en el tiempo

Para 1838, luego de la inau­gu­ración del Cole­gio Nacional de Varones que fun­ciona­ba en el caserón donde hoy está ubi­ca­do el Cen­tro de His­to­ria Larense es cuan­do se men­ciona por primera vez que ese solar frente a la igle­sia se lla­maría la Plaza del Colegio.

Tam­bién se le llamó en un tiem­po Plaza Cat­e­dral, tal como fue men­ciona­do en un doc­u­men­to de pro­to­col­ización de ven­ta de una vivien­da propiedad de doña Blan­ca Sil­veira Bar­rios en 1983, “ubi­ca­da en la calle 23 entre car­reras 16 y 17, de esta ciu­dad, dis­tin­gui­da con en N° 16–66 de la nomen­clatu­ra urbana (…) y com­pren­di­da  den­tro de los sigu­ientes lin­deros: Naciente: Plaza denom­i­na­da en la actu­al­i­dad ‘Lara’, calle 23, denom­i­na­da antigua­mente ‘Cat­e­dral’, de por medio (…)”. Dicha casa había sido con­stru­i­da por su abue­lo José Anto­nio Bar­rios en 1860 (Moli­na, 2014: 66).

 

 

 


Mon­u­men­to a los Lib­er­ta­dores erigi­do en la Plaza Bolí­var de Bar­quisime­to, hoy plaza Lara

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La des­i­gnación de Plaza Bolí­var surge en 1848. En 1907 el pres­i­dente del esta­do para ese entonces, el gen­er­al San­ti­a­go Briceño Ayesterán, lev­an­tó un mon­u­men­to de for­ma redon­da con el bus­to de Bolí­var en la parte cen­tral, bor­dea­do de los de Sucre, Lara, Jiménez, Irib­ar­ren y Cedeño. Pop­u­lar­mente a esa obra llegó a denom­inárse­le “la tor­ta”. Este mon­u­men­to que adorn­a­ba la Plaza Lara fue demoli­do durante la gestión del Gen­er­al Lino Díaz, hijo en 1937. 

Tuvo tam­bién la plaza un sur­tidor o fuente de agua con una figu­ra alegóri­ca. Para 1930 el mon­u­men­to es demoli­do y sus bus­tos fueron traslada­dos hacia dis­tin­tos pobla­dos del esta­do Lara.

En 1931 por Decre­to del Gen­er­al Eusto­quio Gómez, pres­i­dente del Esta­do Lara, se muda la Plaza Bolí­var a la antigua Plaza Miran­da (actu­al Plaza Bolí­var). En 1936 se le dis­tingue con el nom­bre del prócer de la inde­pen­den­cia Jac­in­to Lara y para 1939, sien­do pres­i­dente del esta­do Lara el gen­er­al Lino Díaz, hijo, la plaza es refor­ma­da y se erige la estat­ua pedestre de Jac­in­to Lara.

La actu­al estam­pa de la plaza data de las remod­ela­ciones efec­tu­adas des­de 1963 y para la déca­da de los 70 que­da integra­da al bule­var que se creó al cer­rar una parte de la calle 23 entre car­reras 16 y 17 (Faroh, I. 1996: 5). 

La igle­sia, el con­ven­to y la plaza están indis­ol­uble­mente unidos a la tra­ma urbana de ese sec­tor de la ciu­dad, pues rep­re­sen­taron un núcleo citadi­no de impor­tan­cia social durante la colo­nia y bue­na parte de la era repub­li­cana. En sus alrede­dores se asen­taron los esta­men­tos sociales y políti­cos per­son­ifi­ca­dos en las prin­ci­pales famil­ias de la ciudad.

Vivían bien, en casas amplias, fab­ri­cadas con los mejores y cos­tosos mate­ri­ales, de airea­d­os, lumi­nosos y agrad­ables patios y jar­dines. Deten­tores de títu­los uni­ver­si­tar­ios, poder económi­co, autori­dad civ­il y mil­i­tar, dueños de hacien­das y trapich­es, eran los fig­u­rantes de la aris­toc­ra­cia del papelón y del café en la adormi­la­da ciu­dad de gris­es empedrados.

Antes del ter­re­mo­to de 1812, en la par­si­mo­nia de una pequeña y provin­ciana ciu­dad colo­nial, esa zona era un sitio que se car­ac­ter­i­z­a­ba por la soledad y el silen­cio, solo inco­moda­do por el acos­tum­bra­do sonido cotid­i­ano de las cam­panas frente los esca­sos habi­tantes de las antiguas casas de famil­ia que lim­ita­ban la pla­zo­le­ta hacia el oeste, con sus cor­rales, pare­des encal­adas, por­tones y zaguanes.

Los prin­ci­pales tem­p­los exis­tentes en la ciu­dad en las antañonas par­ro­quias bar­quisimetanas des­de los tiem­pos colo­niales eran el de la Inmac­u­la­da Con­cep­ción y el de San Fran­cis­co. Este últi­mo era una pequeña y humilde ermi­ta que sirvió de sede por lar­gos años a los frailes capuchi­nos y a su lado, hacia el este, se estable­ció la capil­la de la Purifi­cación de Nues­tra Seño­ra del Car­men o Con­ven­to de San Fran­cis­co, en los días ini­ciales de la con­sti­tu­ción mate­r­i­al de la Nue­va Segovia del siglo XVI en su cuar­to trasla­do (Car­dot, Car­los F. (1964, p. 28).

Orígenes de la plaza Lara:
de la iglesia y el convento 

La plaza Lara de la actu­al­i­dad ha esta­do muy lig­a­da des­de tiem­pos pretéri­tos a la igle­sia y el con­ven­to de San Fran­cis­co. En el Acta Capit­u­lar del 2 de junio 1819 del Archi­vo Arquid­ioce­sano de Cara­cas (A.A.C, Fon­do Fran­cis­co, leg. 11 Con­ven­to de Bar­quisime­to), ref­er­ente a la con­struc­ción del nue­vo con­ven­to e igle­sia destru­i­dos durante el ter­re­mo­to de 1812 se lee: 

“…dicha igle­sia y con­ven­to se fab­riquen en el sitio señal­a­do, quedan­do el cuer­po de la igle­sia de Norte a Sur para la may­or aten­ción y vista, pues que­da cam­po sufi­ciente al primer vien­to para for­mar una plaza capaz de un numeroso con­cur­so y tam­bién el cuer­po de la Igle­sia puede ser de bas­tante exten­sión y capaci­dad

(De Her­rera, Fray Anto­nio 1819, en Querales, 2002).

En el inven­tario de dicho doc­u­men­to se men­cio­nan alha­jas, orna­men­tos e igle­sia “de hor­cones y bahareque, cubier­ta de teja, fab­ri­ca­da después del ter­re­mo­to del veinte y seis de mar­zo del año de 1812”.

Esto indi­ca que la pla­zo­le­ta o explana­da qued­a­ba, “al primer vien­to para for­mar una plaza”, es decir hacia el norte, frente a la igle­sia y con­ven­to. En un artís­ti­co graba­do de 1875 se mues­tra un ter­reno o pla­zo­le­ta con las car­ac­terís­ti­cas geológ­i­cas de un ter­reno que­bra­do, áspero, de super­fi­cie irreg­u­lar y de escindi­das hen­diduras y sur­cos cuar­tea­d­os por la aridez en tiem­pos de sequía, for­ma­dos por los drena­jes nat­u­rales, con veg­etación rala, sin con­struc­ción alguna.

De modo que el ini­cio de la lla­ma­da plaza Lara y antes Bolí­var, era en real­i­dad una “plazuela” o pla­zo­le­ta en un pequeño ter­reno vacío de ter­rosa super­fi­cie y con declive en pen­di­ente hacia el norte. Frente al con­ven­to y la igle­sia ya existía una calle­juela frente a estas.

Es de hac­er notar que para la fecha del graba­do (1875), ya habían pasa­do 6 años des­de que la igle­sia de San Fran­cis­co había sido ele­va­da a la cat­e­goría de cat­e­dral en 1869 y el viejo con­ven­to ya no existía, solo había un pequeño ter­reno vacío al lado este de la iglesia.

El ter­reno de la plaza tenía una fuerte pen­di­ente hacia el norte, en direc­ción a la Calle del Puente, con hon­don­adas de escor­ren­tía de aguas de llu­via o de man­an­tiales nat­u­rales, que desem­bo­ca­ban en un zan­jón trib­u­tario del umbrío zan­jón de Cár­de­nas. Al no ser una plaza empe­dra­da, en época de llu­vias se con­vertía tal para­je en un per­sis­tente, incó­mo­do y eno­joso lodazal que imposi­bil­ita­ba tan­to el trán­si­to de per­sonas como la con­struc­ción de viviendas.

Erigi­da en 1632, luego de su paso por varias eta­pas de refac­ciones y trans­for­ma­ciones, la pequeña ermi­ta de San Fran­cis­co de Asís llegó a ten­er car­ac­terís­ti­cas de tem­p­lo. Durante la visi­ta a Bar­quisime­to en 1764, el obis­po Joseph Luis de Cis­neros lo cal­i­ficó como una her­mosa con­struc­ción y que era de dos naves de medi­ana capaci­dad y for­t­aleza, la describe el obis­po Martí en su visi­ta pas­toral en 1799, has­ta que en 1812 sucumbió ante el ter­re­mo­to del 26 de mar­zo de 1812. Su recon­struc­ción quedó par­al­iza­da has­ta alrede­dor de 1854 luego del asesina­to del gob­er­nador Martín María Aguinagalde.

Por decre­to de Mon­señor Sil­vestre Gue­vara y Lira, arzo­bis­po de Cara­cas, el tem­p­lo de San Fran­cis­co se con­ver­tirá, primero en par­ro­quial, con­sagra­do el sába­do san­to del 15 de abril de 1865, gra­cias al esfuer­zo del gob­er­nador Juan de Dios Ponte, del padre José María Raldíriz y de su her­mano Mar­i­ano, quienes tam­bién tra­ba­jaron en la con­struc­ción del mon­u­men­to de la Cruz Sal­vado­ra en 1856 (hoy plaza Macario Yépez) y de otros nota­bles bar­quisimetanos, has­ta com­ple­tar el tem­p­lo y segun­da par­ro­quia de la ciu­dad. Des­de 1869 sirve este tem­p­lo como igle­sia Cat­e­dral del obis­pa­do de Bar­quisime­to (Per­o­zo, P. 2020: 48). El reloj fue insta­l­a­do en el cam­pa­nario en 1888 y fue el primero en fun­cionar en un espa­cio públi­co (Per­o­zo, P. op. cit, p.315).

¿Dónde esta­ba situ­a­do dicho convento? 

 Para deter­mi­nar históri­ca­mente dónde estu­vo ubi­ca­do el Con­ven­to de San Fran­cis­co, hemos de estable­cer doc­u­men­tal­mente el ori­gen del mis­mo. Un doc­u­men­to esclare­ce­dor que ofrece infor­ma­ción a este respec­to es el del 12 de sep­tiem­bre de 1853 (Acta Capit­u­lar 2 de junio 1819 A.A.C.), rel­a­ti­vo al solar donde esta­ba situ­a­do el Con­ven­to Fran­cis­cano. Este brin­da datos sobre la situación de la plaza cuan­do Agustín Agüero, pro­pone a la Jun­ta de Rentas del Cole­gio Nacional de Bar­quisime­to que se hagan los trámites judi­ciales, reg­istro, avalúo y demás for­mal­i­dades para recono­cer a cen­so “la can­ti­dad a que ascendiese el solar donde esta­ba situ­a­do el Con­ven­to Fran­cis­cano, en la parte que cor­re­sponde al Cole­gio”, para la seguri­dad del cap­i­tal que pro­du­jere el área donde está ubi­ca­do el insti­tu­to educacional.

Este doc­u­men­to se hace impor­tante pues en él se describen los lin­deros del antiguo Con­ven­to, el cual ya había desa­pare­ci­do durante el ter­re­mo­to de 1812 y del que solo qued­a­ban acha­cosos ves­ti­gios y escom­bros. Además, se sitúa la ubi­cación de la plaza (la que después sería la futu­ra plaza Lara) frente a la igle­sia de San Francisco:

Por el ori­ente (este) con zan­jón sobre el cual está con­stru­i­do el Puente Bolí­var (…); por el poniente (oeste) con parte de la plaza de la igle­sia de San Fran­cis­co y los escom­bros donde esta­ba situ­a­do el antiguo con­ven­to de los Padres Rev­eren­dos; por el norte con un zan­jón que desem­bo­ca en el primero, y solar de la casa de Manuel Aré­va­lo; y por el sur con tier­ras de la seño­ra Nico­lasa Fuentes (en Querales, 2010, p. p. 32–33).

En el Dic­cionario históri­co, geográ­fi­co, estadís­ti­co y biográ­fi­co del esta­do Lara de Telas­co A. Mac-Pher­son pub­li­ca­do en 1883, refir­ién­dose a Bar­quisime­to, en el artícu­lo “Con­ven­to de San Fran­cis­co” (p. 131), ofrece datos sobre el año en que se edi­ficó el con­ven­to de la Purifi­cación de Nues­tra Seño­ra del Car­men o con­ven­to de San Fran­cis­co y por ende la plaza, e inclu­so indi­ca el cos­to de la con­struc­ción. El cita­do autor deter­mi­na, en base a viejos y amar­il­len­tos lega­jos cron­i­cales, que:

El 12 de enero de 1632 fac­ultó el Capitán jen­er­al de Nimez de Med­i­na á los alcaldes de la ciu­dad de Bar­quisime­to, para lev­an­tar el con­ven­to de la orden de San Fran­cis­co. Se com­pro­metió á fab­ri­car­lo en el tér­mi­no de tres años el alguacil may­or Don Fer­nan­do Tri­tan­go, dán­dole todos los mate­ri­ales y 3.200 duca­dos castel­lanos por su tra­ba­jo. Este con­ven­to se fab­ricó en el área que hoi ocu­pa la casa del Dr. Agustín Agüero, en la ” Plaza Bolí­var ” de la ciu­dad de Barquisimeto 

(Mac Pher­son, 1883. p. 131).

Sin embar­go, para sub­sa­nar cier­tas impre­ci­siones de Mac-Pher­son en cuan­to a los nom­bres allí pre­sentes, en el doc­u­men­to orig­i­nal de donde tomó el autor tales datos, ten­emos que Nimez de Med­i­na es en real­i­dad Fran­cis­co Núñez Melián, gob­er­nador y capitán gen­er­al de la provin­cia para ese entonces y el alguacil may­or no es Tri­tan­go, sino don Fer­nan­do Trischan­cho (folio 10 del ya cita­do doc­u­men­to de fray Anto­nio de Herrera).

De modo que la plaza o explana­da del con­ven­to que años después sería la plaza Bolí­var y luego Lara se orig­inó entre los años 1632–1634 des­de que se for­mó a oril­las del obstácu­lo nat­ur­al que rep­re­senta­ba el lla­ma­do zan­jón de Cár­de­nas. Durante unos 200 años sirvió a su propósi­to, esto es el de uti­lizar parte de esos espa­cios para actos aso­ci­a­dos a activi­dades ecle­siás­ti­cas, pro­ce­siones, cel­e­bra­ciones y diver­siones de tipo social u otras final­i­dades cuan­do la ocasión y el buen tiem­po lo permitieran.

De acuer­do con las tradi­ciones con­struc­ti­vas que venían de la colo­nia por medio de las Leyes de Indias, se dic­t­a­m­ina­ba que a las igle­sias, tem­p­los y cat­e­drales que se con­struy­er­an en las ciu­dades habría de dejar frente a la facha­da un ter­reno para el uso de los fieles en cuan­to a las usan­zas par­ro­quiales, reuniones y fes­tivi­dades. Tal plaza no tenía, por supuesto, las dimen­siones de la Plaza May­or, en cuyo inte­ri­or se encon­tra­ba la igle­sia de la Inmac­u­la­da Concepción.

El cro­nista Eli­gio Macías Muji­ca (1995, p. 83) agre­ga que, edi­fi­ca­dos el con­ven­to e igle­sia entre 1632 y 1635, esos 3.200 duca­dos castel­lanos de a 11 reales cada uno fueron apor­ta­dos tan­to por el Tesoro Real, los veci­nos de la ciu­dad y los nat­u­rales e indios del cam­po. Fue paga­do en tres por­ciones, la primera al ini­ciar la obra, la segun­da en la mitad y la últi­ma al finalizar los tra­ba­jos. 177 años después igle­sia y con­ven­to quedaron destru­i­dos por el fatal ter­re­mo­to de 1812.

El doc­u­men­to de fray Anto­nio de Her­rera, de donde tomó Macías Muji­ca esos datos, apor­ta detalles más pre­cisos en relación a los pla­zos de pago:

(…) El primero luego questen abier­tos los simien­tos de la Igle­sia y se rajen en el sue­lo para comen­zar la plan­ta sobre ellos y las tapias y raf­fas de mam­postería piedras y lajas cal y lo demás y el otro ter­cio cuan­do esté empeza­da para poder­se enmader­ar y el otro ter­cio, acaba­da de todo pun­to la dha Igle­sia y Convento (…)

                                           (De Her­rera, Fray Anto­nio 1819).

Una polémi­ca en torno a la ver­dadera ubi­cación del convento

His­to­ri­adores y cro­nistas locales han afir­ma­do que tal casa a la que alude Mac-Pher­son es donde en la actu­al­i­dad se ubi­ca el Cen­tro de His­to­ria Larense, con­struc­ción de dos pisos de bal­austra­dos bal­c­on­cil­los al esti­lo repub­li­cano y donde el 19 de mayo de 1811 se había fir­ma­do el pro­nun­ci­amien­to del ayun­tamien­to de Bar­quisime­to a favor de la inde­pen­den­cia abso­lu­ta de Venezuela. Pos­te­ri­or al ter­re­mo­to del 26 de mar­zo de 1812 dicha casona fue recon­stru­i­da y en 1830, tras la sep­a­ración de Venezuela de la Gran Colom­bia había pasa­do por var­ios propi­etar­ios y para 1883 pertenecía al nom­bra­do Agustín Agüero.

Agre­ga Mac-Pher­son (op.cit. p. 27) que la capil­la del Con­ven­to de San Fran­cis­co fue ele­va­da a la cat­e­goría de igle­sia par­ro­quial en el sitio que ocu­pa­ba, para 1853, la casa del Dr. Agustín Agüero en la “Plaza Bolí­var” de ese entonces. El ter­reno donde dicho inmue­ble esta­ba edi­fi­ca­do, ante­ri­or­mente, en la época colo­nial, cor­re­spondía a los pre­dios solar­ie­gos cer­canos al Con­ven­to y que este “se fab­ricó en el área que hoi (sic) ocu­pa la casa del Dr. Agustín Agüero, en la ” Plaza Bolí­var” de la ciu­dad de Bar­quisime­to” (recuérdese que Mac-Pher­son pub­li­ca su obra en 1883).

El pres­i­dente José Anto­nio Páez había impuesto la extin­ción de los con­ven­tos y estas propiedades pasan a ser parte del Esta­do. El gen­er­al Páez dec­re­ta en varias ciu­dades los Cole­gios Nacionales, hoy cono­ci­dos como liceos y para 1835 se estable­ció en tal casona el primer Cole­gio Nacional de Bar­quisime­to, el cual comen­zó a fun­cionar tres años después, en 1838.

El caso es que el 12 de sep­tiem­bre de 1853, Agustín Agüero, propi­etario de la casa, plantea a la Jun­ta de Rentas del Cole­gio Nacional de Bar­quisime­to recono­cer a cen­so “la can­ti­dad a que ascendiese el solar donde esta­ba situ­a­do el con­ven­to fran­cis­cano en la parte que cor­re­sponde al indi­ca­do Cole­gio”, para lo cual solici­ta que se hagan los trámites judi­ciales, reg­istro, avalúo y demás for­mal­i­dades del caso para tal.es acciones.

Los “cen­sos” con­sistían en un mecan­is­mo de crédi­to orig­i­na­dos en la colo­nia con garan­tía de inmue­bles por lo gen­er­al y cuyos cap­i­tales provenían casi siem­pre de los fon­dos de la igle­sia. Prob­a­ble­mente el cen­so adju­di­ca­do a Agustín Agüero era del tipo “no red­im­i­ble”, con pago de intere­ses o rédi­tos anuales del 5% para la época a per­pe­tu­idad a favor de una insti­tu­ción que bien podía ser una insti­tu­ción hos­pi­ta­lar­ia o, como en este caso al Cole­gio Nacional como insti­tu­ción educa­ti­va. Para garan­ti­zar el pago a futuro el propi­etario hipote­ca­ba un bien inmue­ble de su propiedad con el com­pro­miso de proveer al Cole­gio Nacional durante todos los años pos­te­ri­ores, colo­can­do como garan­tía la casa obje­to de la nego­ciación (Moli­na, J. 2014:28).

Y aquí es donde viene la dis­crep­an­cia. El cro­nista Ramón Querales expone en su libro Prin­ci­pio y fin de Colom­bia (2014: 106–110) que la his­to­ri­ado­ra Nieves Avel­lán de Tamayo en el tomo I de la obra La Nue­va Segovia de Bar­quisime­to (1992), mues­tra un impor­tante doc­u­men­to de 1632. El mis­mo fue local­iza­do en el Reg­istro Prin­ci­pal de Bar­quisime­to, Sec­ción Escrib­anías, donde se describe la plan­ta de la igle­sia y con­ven­to de la orden de los fran­cis­canos, donde se mues­tra la capil­la del con­ven­to a la derecha de este, en el ter­reno que ocu­pa­ban ambos has­ta 1812 al frente de la hoy Plaza Lara.

Pero el doc­u­men­to del 12 de sep­tiem­bre de 1853, de acuer­do con Querales, establece clara­mente que por el poniente (oeste) de la casa de Agustín Agüero se encon­tra­ba “parte de la plaza de la igle­sia de San Fran­cis­co y los escom­bros donde esta­ba situ­a­do el antiguo con­ven­to de los Padres Rev­eren­dos”. Sien­do así, es imposi­ble que en el ter­reno que hoy ocu­pa el Cen­tro de His­to­ria Larense haya esta­do dicho Convento.

Esto se puede cor­rob­o­rar con evi­den­cias grá­fi­cas y fotográ­fi­cas, donde se mues­tra el tem­p­lo de San Fran­cis­co a cuyo costa­do este se mues­tra un ter­reno entera­mente vacío, en el lugar que hoy ocu­pa el actu­al Cole­gio Dioce­sano, sin ningu­na otra con­struc­ción adyacente.


Ref­er­en­cias
Car­dot, Car­los Felice (1964). Noti­cias para la his­to­ria de la dióce­sis de Bar­quisime­to. Barcelona: Ariel S.A.
De Her­rera, Anto­nio Fray y otros (2002). Mate­ri­ales de 1788, 1819, y 1822–23 sobre el con­ven­to de Bar­quisime­to. Bar­quisime­to: Con­ce­jo Munic­i­pal de Irib­ar­ren. Unidad del Cro­nista Municipal.
Faroh R. Iván J. (1996). Par­ques, plazas y mon­u­men­tos de Bar­quisime­to. Ponen­cia. Bar­quisime­to: Fun­dación ami­gos del Pat­ri­mo­nio Cul­tur­al de Barquisimeto.
Macías Muji­ca, Eli­gio (1995). Sol en las bar­das. Bar­quisime­to: Edi­ciones del Gob­ier­no del esta­do Lara Fundacultura.
Mac-Pher­son, Telas­co (1883). Dic­cionario históri­co, geográ­fi­co, estadís­ti­co y biográ­fi­co: Puer­to Cabel­lo: Imprenta y libr­ería de J. A. Seg­restá A.
Moli­na, Juan Alon­so (2014). Vida y mila­gros de una casa solar­ie­ga. Bar­quisime­to: Edi­to­r­i­al Horizonte.
Per­o­zo Pad­ua, Luis Alber­to (2020). Entre cróni­cas. Via­je a la Venezuela históri­ca. Bloom­ing­ton, EE.UU.: Palibrio.
Querales, Ramón (2002). Mate­ri­ales de 1788, 1819 y 1822–23 sobre el con­ven­to de san Fran­cis­co. Bar­quisime­to: Con­ce­jo Munic­i­pal de Irib­ar­ren. Unidad del Cro­nista Municipal.
Querales, Ramón (2014). Prin­ci­pio y fin de Colombia.

Omar Garmendia

Escritor. Ensayista. Cronista de libre ejercicio. Profesor Titular UCLA, Doctor en Educación y Magister Scientiarum en Lingüística blogculturaomar.blogspot.com

2 comentarios en «La plaza del convento de San Francisco y el origen de la Plaza Lara»

  • Felic­ita­ciones Don Omar por la cal­i­dad inves­tiga­ti­va y orig­i­nal­i­dad de este trabajo
    No es una repeti­ción de lo dicho anteriormente
    Vale por Correo de Lara

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