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La proeza del primer vuelo de avión en Venezuela

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisperozop@hotmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

Hace 110 años, el 29 de septiembre de 1912, un aeroplano surcó el cielo de la Caracas de los techos rojos, conmocionando a los testigos escépticos


Aquel­la solea­da tarde del 29 de sep­tiem­bre de 1912, luego de una nerviosa espera, el ensor­de­ce­dor rui­do que pro­du­jo el apara­to del avi­ador norteam­er­i­cano Frank Boland, des­pertó aun más la curiosi­dad de la exal­ta­da muchedumbre.

En los espa­cios del Hipó­dro­mo Nacional emplaza­do en el sec­tor El Paraí­so, en Cara­cas, se lev­an­taron varias tri­bunas y un pal­co de hon­or. Allí sen­ta­do, rodea­do de sus min­istros y lugarte­nientes, se encon­tra­ba el gen­er­al Juan Vicente Gómez para ser tes­ti­gos de un espec­tácu­lo sin prece­dentes: el primer vue­lo de un avión en Venezuela.

El pilo­to norteam­er­i­cano Frank Boland sobre­vuela Cara­cas en 1912. Foto: colec­ción Fabián Capecchi

Escriben Schael y Capec­chi, en un magis­tral artícu­lo inser­to en el libro Sobre­vue­lo 1785–2021, que cer­cano a las cua­tro de la tarde, des­filó por una sec­ción del óva­lo de la pista de car­reras de cabal­los ‑impro­visa­da como cam­po de despegue‑, el afama­do pilo­to esta­dounidense quien se detu­vo frente a su avión esta­ciona­do frente a la tri­buna donde lo esper­a­ba su com­pañero de vue­lo Charles Hoe­flich y otros mecánicos.

Con agili­dad Boland trepó el avión para realizar la ruti­nar­ia inspec­ción, giró la llave de igni­ción y gritó: ¡Con­tac­to!, señal para que uno de los mecáni­cos girara la hélice con varias vueltas.

Frank Edward Boland (Julio 1873 – Enero 1913)

Y ante un expec­tante públi­co que per­manece en silen­cio, el avi­ador acel­era lenta­mente la aeron­ave, desplazán­dose por la pista has­ta alcan­zar la veloci­dad de despegue. Atóni­tos, la con­cur­ren­cia aplaude y el gen­er­al pres­i­dente obser­va sin deslizar un hilo de asom­bro, pero aplaude también.

“El avi­ador ha despe­ga­do en sen­ti­do Oeste, pasa por La Vega y dobla sigu­ien­do el cauce de río Guaire has­ta lle­gar a lo que hoy es La Flori­da, gira a la izquier­da de regre­so para sobrevolar el cen­tro de la ciu­dad; con­tinúa rum­bo a El Cal­vario, prosigue nue­va­mente has­ta La Vega para retornar a El Paraí­so; real­iza un pasaje ras­ante delante de la tri­buna que con fre­nesí lo vitorea. Final­mente ater­riza luego de haber vola­do unos 27 min­u­tos”, describen los inves­ti­gadores Schael y Capecchi.

Boland desciende del Sin Cola, ‑curioso apo­do impuesto por el público‑, al son de las notas inter­pre­tadas por una ban­da mar­cial dirigi­da por el mae­stro Pedro Elías Gutiér­rez. Al salu­dar al públi­co, una ovación gigante pror­rumpió todo el lugar al tiem­po que el avi­ador cam­ina­ba hacia el pal­co de hon­or donde lo esper­a­ba el Ben­eméri­to pres­i­dente, que lo toma por los bra­zos con ambas manos y lo felici­ta por la increíble proeza “Venezuela había entra­do a la Era de la Aviación”.

Aspec­to del acto donde se reg­istró el primer vue­lo de un avión en Venezuela. Foto: colec­ción Fabián Capecchi

Llegó en el tren

Para el vue­lo del primer avión en Venezuela se creó una empre­sa denom­i­na­da Comité de Aviación, que se encar­gó de hac­er los prepar­a­tivos cor­re­spon­di­entes, con­tratan­do en Esta­dos Unidos al pilo­to y con­struc­tor de aero­planos Frank Boland, invi­ta­dos por el gen­er­al Román Del­ga­do Chal­baud, com­padre y socio en nego­cios con el pres­i­dente Gómez, y una de las fig­uras más promi­nentes del régimen.

Cuan­do Boland arribó al puer­to de La Guaira el 26 de sep­tiem­bre de 1912, a bor­do del vapor Mara­cai­bo, venía acom­paña­do de Charles Hoe­flich, Fred Snif­f­en y dos mecáni­cos. Traían con ellos dos aviones biplanos, fab­ri­ca­dos por la fir­ma Boland Air­plane & Motor Com­pa­ny, reg­istra­da en Rah­way, New Jer­sey, Esta­dos Unidos.

Tan­to la mis­ión esta­dounidense como los aero­planos en piezas fueron traslada­dos de La Guaira a Cara­cas por fer­ro­car­ril y luego en camiones has­ta el Hipó­dro­mo Nacional de El Paraí­so donde los aviones fueron ensamblados.

En las fae­nas pre­lim­inares al espec­tácu­lo aéreo, Boland tuvo la estrecha colab­o­ración para el ensam­bla­je de sus aviones de Edgar Anzo­la, un aragüeño que con ape­nas 16 años de edad fue con­trata­do por el empre­sario William H. Phelps, quien lo envió a los Esta­dos Unidos, para que realizara estu­dios de mecáni­ca auto­motriz, logran­do espe­cializarse en el dis­eño y fun­cionamien­to de los automóviles Ford. Adquir­ió tam­bién sóli­dos conocimien­tos de elec­tróni­ca, lo que le per­mi­tió fun­dar a su regre­so a Venezuela, la radio emiso­ra Broad­cast­ing Caracas.

El equipo de Boland en Venezuela. Fila supe­ri­or, de izquier­da a derecha: El vene­zolano Edgar Anzo­la, el inven­tor y avi­ador Frank Boland, mecáni­co sin iden­ti­ficar. Fila infe­ri­or: Mecáni­co sin iden­ti­ficar, pilo­to Charles Hoelflich (con su habit­u­al cor­ba­ta) Foto: Colec­ción Ale­jan­dro Irausquín

El primero en Barquisimeto

El Diario EL IMPULSO pub­licó en su por­ta­da del 4 de noviem­bre de 1912, un intere­sante tit­u­lar sobre el primer vue­lo real­iza­do en la ciu­dad: “Vue­lo de Boland sobre Bar­quisime­to se real­izó con éxi­to”. Sin duda un acon­tec­imien­to histórico. 

Ini­cial­mente Bar­quisime­to no forma­ba parte de los planes en las pre­senta­ciones del afama­do avi­ador norteam­er­i­cano Frank Boland y com­pañía, más dados los éxi­tos en Cara­cas, y Valen­cia, estando Boland en Puer­to Cabel­lo fue invi­ta­do por el pres­i­dente del esta­do Lara, doc­tor Rafael Gar­men­dia Rodríguez y patroci­na­do por insti­tu­ciones pri­vadas a pros­eguir has­ta Bar­quisime­to, en donde se acordó, bajo con­tra­to fir­ma­do, efec­tu­ar tres vuelos.

Frank E. Boland, y Charles Hoelflich miem­bros de la Boland Aero­plane Motor Co, invi­ta­dos por el gen­er­al Román Del­ga­do Chal­baud a vis­i­tar Venezuela, realizaron vue­lo en Bar­quisime­to, con duración de 26 min­u­tos, des­de un aeró­dro­mo impro­visa­do en una por­ción de la sabana al norte de la estación del Fer­ro­car­ril Bolí­var. De este even­to se dispone de una úni­ca foto en tierra

Reseñó EL IMPULSO que des­de muy tem­pra­no se deja­ba escuchar en la ciu­dad las vibra­ciones de la cam­pana may­or del tem­p­lo de la Inmac­u­la­da Con­cep­ción y el sonoro reloj de la igle­sia Cat­e­dral de San Fran­cis­co, anun­cian­do el mag­no even­to en una urbe despro­vista de automóviles.

El cro­nista Sil­va Uzcátegui ates­tiguó que, des­de Cara­cas despacharon el avión a través del fer­ro­car­ril has­ta Puer­to Cabel­lo en donde lo colo­caron en un vapor has­ta Tuca­cas, y de allí en el Fer­ro­car­ril Bolí­var has­ta Barquisimeto.

Al norte de la ciu­dad se impro­visó un pequeño cam­po de ater­riza­je, veci­no a la Estación del Fer­ro­car­ril Bolí­var, en el sitio que ocupó el esta­dio del Cen­tro Atléti­co Améri­ca, área que en la actu­al­i­dad está ubi­ca­do el Cuar­tel de la Policía.

26 min­u­tos con 60 caballos

Des­de la mañana de ese 3 de noviem­bre, los veci­nos de Bar­quisime­to, ávi­dos de ver el históri­co acon­tec­imien­to, comen­zaron a trasladarse en masas al sitio dis­puesto para a través del Tran­vía de Cabal­li­tos y gran parte caminando.

Por su parte, la primera autori­dad estadal llegó al sitio en car­ru­a­je de cua­tro ruedas tira­do por bel­la caballería.

Sim­i­lar trans­porte uti­lizó los invi­ta­dos espe­ciales: doc­tor Anto­nio María Pine­da, Jesús María Rodríguez Gar­men­dia, don Roseliano Irib­ar­ren Alvizu y don Elías Agüero, úni­cos propi­etar­ios de ese medio de mov­i­lización. De igual man­era se desplazaron los que alquilaron los coches de José Saso o de Lino Piña, dueños de las cocheras existentes.

En la impro­visa­da pista se situ­aron sil­las para quienes pagaron los cómo­d­os asien­tos en posi­ción priv­i­le­gia­da para con­tem­plar el despegue y ater­riza­je del espec­tac­u­lar apara­to. La ciu­dad entera se aglom­eró en aquel lugar para curiosear las temer­arias man­io­bras del pilo­to norteam­er­i­cano a bor­do del “Blue­bird”, que había sido arma­da en el mis­mo para­je de la exhibición.

El biplano pesa­ba alrede­dor de 300 kilo­gramos. En el cen­tro del fuse­la­je, fab­ri­ca­do de madera y lona, tenía un pequeño motor de 60 cabal­los de fuerza.

En las cróni­cas de Azpar­ren con­seguimos que, durante la fasci­nante man­io­bra aérea de 26 min­u­tos, Boland se elevó tres veces a una altura de 500 met­ros, con excur­sión por el ámbito de la ciu­dad y los verdes cuadriláteros que con­fec­ciona­ban la ampli­tud del Valle del Turbio. 

El primer vue­lo en Cara­cas se pro­gramó y efec­tuó para el domin­go 29 de Sep­tiem­bre de 1912. Frank Boland fue el úni­co en volar ese día, usan­do para ello el “sin-cola” de 1912, bau­ti­za­do como “Blue­bird”, sobre las 4 de la tarde con­forme a lo anun­ci­a­do, despe­gan­do luego de recor­rer más de cien met­ros dirigién­dose a La Vega, en un vue­lo que tuvo una duración de 27 min­u­tos, ater­rizan­do de vuelta al pun­to de par­ti­da en El Hipó­dro­mo del Paraí­so. El Cojo Ilustra­do No. 499 pág. 525


Fuentes: Alfre­do Schael y Fabián Capec­chi. Sobre­vue­lo 1785–2021. Rivero Blan­co Edi­tores. Vol. 1 y 2. Mid­dlen­town, Delaware. USA.
Luis Alber­to Per­o­zo Pad­ua. Llegó a Bar­quisime­to el primer aero­plano. www.CorreodeLara.com. 29 de abril de 2019.

CorreodeLara

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