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“La sampablera” no ocurrió en San Francisco y nació un nuevo vocablo popular

 

Juan José Peralta
Periodista

A Luis Alber­to Per­o­zo Pad­ua, dedico

Cuando el general José Tadeo Monagas promovió el asalto al Congreso en enero de 1848 para controlarlo, las cámaras legislativas se reunían en espacios del convento de San Francisco y fue allí donde se produjeron aquellos sucesos contra el parlamento. Para algunos aquel motín y asalto fue llamado “la sampablera”, pero este choque en la capital merece su debida y oportuna aclaratoria, porque ni fue en San Francisco ni en aquella época.

 “La sam­pablera” ocur­rió var­ios años después, el 2 de agos­to de 1859, en el ini­cio de la Guer­ra Fed­er­al, frente a la pla­zo­le­ta de la ermi­ta de San Pablo, donde se ven­er­a­ba al Nazareno, históri­ca ima­gen que todos los años encabeza la litur­gia cap­i­tali­na el Miér­coles Santo.

La ermi­ta de San Pablo que da nom­bre a la ado­ración del Nazareno caraque­ño fue demol­i­da por Anto­nio Guzmán Blan­co después, para con­stru­ir allí el teatro que en sus debil­i­dades vanidosas, de ambi­ción y ego­la­tría bau­tizó con su nombre.



En la vigési­ma segun­da edi­ción del Dic­cionario de la Lengua Españo­la se define a “sam­pablera” como pleito o dis­pu­ta, tam­bién alboro­to o des­or­den, pal­abra naci­da por el enfrentamien­to de agos­to de 1859 y la con­fusión por una ines­per­a­da batal­la que vale la pena con­tar des­de un principio.

Luego del asalto al Con­gre­so, Mon­a­gas se entron­izó en el poder y tras su primer gob­ier­no hizo nom­brar para el sigu­iente perío­do a su her­mano José Gre­go­rio y luego volvió a ele­girse. Su prop­ues­ta de cam­biar de cua­tro a seis años el perío­do de gob­ier­no y la reelec­ción pres­i­den­cial indefini­da, gen­eró el rec­ha­zo de lib­erales y conservadores.

Hubo varias sampableras

En 1858, un grupo de con­ser­vadores con­ven­ció en Valen­cia al gen­er­al Julián Cas­tro de encabezar la Rev­olu­ción de Mar­zo y dar un golpe con­tra Mon­a­gas quien se asiló en la Legación de Fran­cia y sal­ió al exilio. Por 17 meses y has­ta el 2 de agos­to de 1859 Cas­tro pre­sidió un gob­ier­no des­or­de­na­do y mediocre, pero seis meses antes explotó la guer­ra civ­il: el 20 de febrero de 1859 cuan­do lib­erales o fed­er­al­is­tas  declararon la guer­ra de la Fed­eración o de los cin­co años frente a con­ser­vadores o centralistas.

Cas­tro coqueteó con los fed­er­al­is­tas que avan­zan y crece el respal­do a ellos. El coman­dante de armas de Cara­cas Manuel Vicente de las Casas lo hace pre­so por traidor pero después él mis­mo reúne a sus tropas en la plaza prin­ci­pal y se pasa a los fed­er­al­is­tas. Los con­ser­vadores esta­bi­lizaron al gob­ier­no sin Cas­tro, al no obten­er apoyo, descon­cer­ta­do Casas se devuelve a las fuerzas gubernamentales.



Con­tó Aquiles Nazoa en su libro Cara­cas físi­ca y espir­i­tu­al que al saber de los primeros suce­sos en la cap­i­tal, sin cono­cer el desen­lace que habían tenido, el jefe fed­er­al­ista Pedro Vicente Agua­do, que dom­ina­ba en La Guaira, marchó con sus tropas sobre Cara­cas, donde esper­a­ba ser jubilosa­mente recibido.

Al con­trario tuvo una ingra­ta sor­pre­sa al encon­trarse con que las fuerzas de Casas, que ya él creía sus ali­adas, lo reci­bieron a fuego cer­ra­do “en una fiera batal­la que tuvo como esce­nario la plaza de San Pablo, (ima­gen) donde hoy se lev­an­ta el Teatro Municipal”.

El com­bate de San Pablo, uno de los más aspaven­tosos que ha pres­en­ci­a­do la ciu­dad, se libró en la tarde del 2 de agos­to de 1859. De aquel suce­so mem­o­rable se orig­inó la caraque­ña pal­abra sam­pablera, que en el  habla pop­u­lar des­igna “una alteración masi­va del orden”.

No fue en San Fran­cis­co, sino frente a la pla­zo­le­ta de la ermi­ta de San Pablo, aque­l­la demol­i­da por Guzmán para moles­tias de su esposa Ana Tere­sa Blan­co, quien se lo recrim­inó agri­a­mente y éste para cal­mar­la con­struyó la igle­sia de San­ta Tere­sa, pero esa es otra crónica.

CorreodeLara

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