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Lancaster en Venezuela

Luis Heraclio Medina Canelon
M.C. de la Academia de Historia del Estado Carabobo

Un día de mayo, pero de 1824 lle­ga a Venezuela el edu­cador Joseph Lan­cast­er, aten­di­en­do una invitación del Lib­er­ta­dor Simón Bolí­var. El políti­co y el docente se habían cono­ci­do muchos años antes, en sep­tiem­bre de 1810, cuan­do Bolí­var, jun­to a Luis López Mén­dez y Andrés Bel­lo es envi­a­do a Lon­dres en mis­ión diplomáti­ca por la provin­cia que todavía ni siquiera se había declar­a­do inde­pen­di­ente de España


En la cap­i­tal británi­ca el joven Bolí­var se intere­sa por el nue­vo mod­e­lo educa­ti­vo que Lan­cast­er está imponien­do en Inglater­ra, lla­ma­do “méto­do mutuo”, que es des­ti­na­do espe­cial­mente a los niños pobres y que es pare­ci­do a un sis­tema que se ha uti­liza­do con éxi­to en La India, la más grande y pobre de las colo­nias británi­cas (intro­duci­do por el pro­fe­sor Bell). 

Las condi­ciones de los bar­rios pobres de Inglater­ra y la depau­per­a­da India, en cier­to modo podían coin­cidir con la recién inde­pen­diza­da His­panoaméri­ca, que esta­ba salien­do de la cru­el y larga guer­ra de inde­pen­den­cia que dejó el sub­con­ti­nente arru­ina­do, sin casi mae­stros y sin dinero para escue­las y pago de profesores.

La lle­ga­da de Lan­cast­er fue salu­da­da con mucho opti­mis­mo por los próceres. Páez cuen­ta en su auto­bi­ografía: …acud­ieron muchos extran­jeros, sobre todo ingle­ses y france­ses, quienes enam­ora­dos de las riquezas del país fijaron en él su res­i­den­cia y dieron a cono­cer a sus com­pa­tri­o­tas los recur­sos que allí encon­tra­ban. Entre las per­sonas emi­nentes que tuvi­mos entre nosotros debe men­cionarse el céle­bre Sr. Jose Lan­cast­er, que fue a difundir los ben­efi­cios de su sis­tema de educación…

Por su parte Bolí­var, des­de Lima, al enter­arse que el edu­cador británi­co ha lle­ga­do a Cara­cas le escribe: “…Aho­ra ten­go el may­or plac­er sabi­en­do la deter­mi­nación que ha toma­do de per­manecer entre nosotros con el laud­able obje­to de propa­gar y per­fec­cionar la enseñan­za mutua, que tan­to bien ha hecho y hará a la cul­tura del espíritu humano…Reciba Ud. La expre­sión de mi admiración, de mi respeto y de mi grat­i­tud por la pref­er­en­cia que ha dado a mi país natal  para estable­cerse en él. “

 

Un alum­no aven­ta­ja­do (mon­i­tor) sirve de pre­cep­tor para diez de sus com­pañeros segun el meto­do Lancaster

¿Pero qué es el método de “enseñanza mutua”?

Era un mod­e­lo de edu­cación que trata­ba de que el mae­stro se mul­ti­plicara, lo que era indis­pens­able ante la escasez de docentes. Era muy bara­to ya que no requería de gran can­ti­dad de pro­fe­sores. Con­sistían en que un mae­stro selec­ciona­ba a sus alum­nos más ade­lan­ta­dos o mejores, los lla­ma­dos “mon­i­tores”, los cuales se encar­garían de enseñar a diez de sus com­pañeros, bajo la super­visión del maestro. 

Sólo los mon­i­tores se comu­ni­ca­ban con el mae­stro, quien los dirigía y super­vis­a­ba y les trans­mitía los con­tenidos y las nor­mas para el tra­ba­jo en la escuela. Los mon­i­tores eran pre­mi­a­dos por el avance de sus com­pañeros y por el orden en la escuela, pero de suced­er lo con­trario, eran castigados. 

Con este méto­do se logra­ba que con un reduci­do número de mae­stros se pudiera esco­larizar a un gran número de niños, tute­la­dos por los monitores. 

El méto­do tam­bién traía novedades en cuan­to a la economía de mate­ri­ales; eran tiem­pos en que libros, cuader­nos, plumas, tin­ta y papel eran caros y esca­sos, entonces se uti­liz­a­ban plie­gos de papel pega­dos en las pare­des, algo pare­ci­do a las cartel­eras de hoy, y los alum­nos se senta­ban alrede­dor del mon­i­tor para apren­der la lec­ción. Tam­bién se acud­ía al uso de la pizarra, igual­mente económi­ca, con lo que aprendían lec­tura y escritura.

Las ideas de avan­za­da de Lan­cast­er se ponen de man­i­fiesto al cono­cer sus exi­gen­cias: un ter­reno en las inmedia­ciones de la ciu­dad para estable­cer un jardín botáni­co para hac­er una colec­ción de las plan­tas autóc­tonas, una bib­liote­ca para los mon­i­tores, y her­ramien­tas de ópti­ca, físi­ca y matemáti­cas para sus clases.

Bolí­var des­tinó para el proyec­to una impor­tante suma de dinero, parte del rega­lo que le hizo el gob­ier­no de Perú, que no se pudo cobrar. Luego, lo pudo apor­tar de sus pro­pios bienes (las minas de Aroa).

Pero antes de que el pro­pio Lan­cast­er lle­gara a Nue­vo Mun­do, uno de sus dis­cípu­los esta­ba ya apli­can­do el méto­do lan­cas­t­e­ri­ano: en 1820 el sac­er­dote Sebastián de Mora había estable­ci­do una escueli­ta con el méto­do lan­cas­t­e­ri­ano en Capa­cho, de allí va a Bogotá a hac­er lo mis­mo, de donde sigue al Sur con su propósito. 

Por su parte, José Rafael Reven­ga, par­tidario del méto­do lan­cas­t­e­ri­ano, y quien había trata­do de implan­tar­lo en Angos­tu­ra sin éxi­to en 1818,  trae de Europa el primer lote de mate­r­i­al para dotar a las escuelas:

“600 pizarras con mar­cos, 400 sin mar­cos, 40.000 láapices, una doce­na de cam­panil­las, una doce­na de pitos, 100 tin­teros de plo­mo, 800 lapiceros de cobre (Archi­vo Históri­co Nacional de Bogotá, Sec­ción Instruc­ción Públi­ca, vol 108, folios 251 y 252)

Las escue­las del méto­do Lan­cast­er se hicieron oblig­a­to­rias por ley. Así el Decre­to de Plan de Estu­dios de la Repúbli­ca de Colom­bia del 3 de octubre de 1826 establece:

“Se obser­vará exclu­si­va­mente en todas las escuelas…el méto­do com­bi­na­do de Bell y Lancaster…se remi­tirá el número cor­re­spon­di­ente de tablas de lec­tura, de mues­tras para escribir y de los libros que hayan de servir a las clases más aprovechadas. Todas estas tablas y libros podrán reim­prim­irse en los depar­ta­men­tos según lo exi­ja la necesi­dad. Dicho méto­do debe obser­varse igual­mente en la instruc­ción de los cuer­pos armados”

El decre­to tam­bién especi­fi­ca­ba las car­ac­terís­ti­cas y equipamien­to de los salones de clases, todo según el man­u­al de Lan­cast­er.  Pero como ocurre fre­cuente­mente, este ambi­cioso decre­to no fue apli­ca­do en toda la exten­sión que orden­a­ba, pero donde se implan­tó dio exce­lentes resultados. 

Fue el primer inten­to de las jóvenes repúbli­cas de una edu­cación social dirigi­da al pueblo, espe­cial­mente a las clases más pobres que no tenían dinero para una edu­cación pri­va­da, antes del decre­to de Instruc­ción Públi­ca Gra­tui­ta y Oblig­a­to­ria de Guzmán Blanco.

Para ten­er una idea de los resul­ta­dos del decre­to leamos la Gac­eta de Colom­bia, Nro. 198 del 31 de julio de 1825:

“los alum­nos de la escuela lan­cas­t­e­ri­ana ofrecieron un exa­m­en públi­co sobre los dere­chos del hom­bre en sociedad, máx­i­mas repub­li­canas, cate­cis­mo políti­co con­sti­tu­cional, arit­méti­ca, ortografía, doc­t­ri­na de Fleuri, lec­tura y escrit­u­ra, en la cual man­i­fes­taron mucho aprovechamiento.”

Pero el cabil­do caraque­ño en 1825 le nie­ga a Lan­cast­er el apoyo que pre­vi­a­mente se le había ofre­ci­do, negán­dole los equipos, des­ti­tuyén­do­lo y negán­dole su suel­do. Pro­gre­si­va­mente Lan­cast­er fue per­di­en­do apoyo, aunque en su propia casa estable­ció una escueli­ta para niños huér­fanos.  Se enfren­tó con el cón­sul Kerr Porter, con la colo­nia británi­ca, la igle­sia y los políti­cos.  Se endeudó y luego de la muerte de Bolí­var se fue de Venezuela. 

Murió trági­ca­mente en 1838 al ser atro­pel­la­do por un coche de cabal­los. En San Diego, Esta­do Carabobo, existe un exce­lente cole­gio que hon­ra al edu­cador favorito de Simón Bolívar. 


Fuentes:

Páez, José Antonio. Autobiografía. Editorial del Maestro. 1961
Polar, Fundación. Diccionario de Historia de Venezuela. 2ª. Edición
Rojas, Armando. Ideas Educativas de Simón Bolivar. Plaza y Janés Editores. 1972

Luis Medina Canelón

Abogado, escritor e historiador Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del Estado Carabobo

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