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Las Troperas de la independencia y las mártires de Carabobo

Luis Heraclio Medina Canelón
Abogado – Historiador

“Sublimes vosotras en vuestro generoso patriotismo, habéis empuñado la lanza; os habéis colocado en las filas, y pedís morir por la patria. Madres, esposas, hermanas, ¿quién podrá seguir vuestras huellas en la carrera del heroísmo?

Simón Bolívar

Cuartel General en El Socorro, a 24 de febrero de 1820



En puer­tas al bicen­te­nario de la batal­la de Carabobo, creemos opor­tuno recor­dar a unos per­son­ajes que han sido prác­ti­ca­mente mar­gin­a­dos e igno­ra­dos de la his­to­ria: las mujeres que lucharon jun­to a los varones como un sol­da­do más en el ejérci­to repub­li­cano y par­tic­u­lar­mente a aque­l­las que murieron empuñan­do las armas en el Cam­po Inmor­tal de Carabobo.

Cuan­do en la his­to­ria tradi­cional se habla de la guer­ra de inde­pen­den­cia el papel de la mujer ha sido lim­i­ta­do a aque­l­las que pasi­va­mente sufrieron las con­se­cuen­cias de pertenecer a una famil­ia repub­li­cana, como es el caso de Luisa Cáceres de Aris­men­di, o a las que cumpli­eron cabal­mente su papel de esposas o madres, pero las mujeres com­bat­ientes son casi descono­ci­das por la mayoría.

Las trop­eras a lo largo de la independencia

Entre las pocas fuentes fidedig­nas que reco­gen la activi­dad de las “trop­eras” o mujeres sol­da­do en el ejérci­to patri­o­ta, ten­emos en primer lugar al gen­er­al Rafael Urdane­ta, quien en sus memo­rias recuer­da a tres damas que se vistieron de uni­forme mil­i­tar y acom­pañaron a sus tropas: fueron la céle­bre Jose­fa Came­jo (quien merece un capí­tu­lo aparte por su extra­or­di­nar­ia par­tic­i­pación), Manuela Tinoco, mujer de un tal Val­bue­na, de quien no ten­emos may­ores datos y la her­mana de los cap­i­tanes Canelón, (Roso, men­ciona­do por Páez en Que­seras del Medio y Rudecin­do caí­do en Pan­tanero-La Vic­to­ria).  Así escribía Urdane­ta cuan­do rela­ta su emi­gración a occi­dente en los tiem­pos en que se perdía la segun­da repúbli­ca,  siete años antes de la batal­la de Carabobo:

Tres mujeres no más salieron, vesti­das de hom­bre y a hur­tadil­las en las filas, estas fueron Jose­fa Came­jo, cuyo mari­do esta­ba allí, la her­mana de los Cap­i­tanes Canelones y la mujer de un tal Val­bue­na, lla­ma­da Manuela Tinoco; sigu­ieron has­ta el reino”

¿Qué movía a estas mujeres a no quedarse en la reta­guardia, en la rel­a­ti­va seguri­dad de una casa, para preferir empren­der las duras mar­chas por aque­l­los para­jes des­o­la­dos por la guer­ra jun­to a la tropa en campaña?

Era común que las mujeres de los sol­da­dos los acom­pañaran en la campaña.

Cualquier cosa que se nos ocur­ra serán puras espec­u­la­ciones, pero segu­ra­mente habrá dis­tin­tas razones: algu­nas quer­rán com­par­tir el des­ti­no de sus seres ama­dos (esposos, hijos, her­manos) como sería el caso de “Manuela Tinoco, mujer de un tal Val­bue­na” que men­ciona Urdaneta. 

Quizás Rosa Canelón tenía la mis­ma san­gre guer­rera de sus her­manos y no quería quedarse atrás.  Otras los habrán per­di­do a todos los seres queri­dos en aque­l­la hor­ro­rosa guer­ra y se sen­tirán sin razón para vivir y sólo quer­rán inmo­larse como lo hicieron sus famil­iares (están reg­istra­dos dramáti­cos casos de madres que perdieron mari­do y numerosos hijos, como el de la seño­ra Buroz) y quizás algu­na fue sim­ple­mente arrastra­da por el tor­belli­no de la guer­ra y se sin­tió más a gus­to y segu­ra con un fusil o una lan­za en las manos rodea­da de com­pañeros antes que sola a merced de algu­na soldadesca. 

Cada cabeza es un mun­do y cada vida es una his­to­ria. Podemos citar a una de esas des­dichadas mujeres, que refir­ió a un mil­i­tar extran­jero las atro­ci­dades de Bóves en Valen­cia el año 1814:

“Yo estuve en el mis­mo cuar­to en que esta hor­ri­ble trage­dia tuvo lugar algún tiem­po después y su his­to­ria me fue relata­da no sola­mente por algunos ofi­ciales de Boves, quienes fueron tes­ti­gos pres­en­ciales, sino tam­bién por una madre, quien perdió a su mari­do y siete niños masacra­dos en esta ocasión” (George Daw­son Flinter, A His­to­ry of the Rev­o­lu­tion of Cara­cas. Lon­don, 1819, print­ed for T. and All­man, p. 170)”

¿Qué podía esper­arse de la vida de esa des­dicha­da mujer? No nos parece extraño que hubiera deci­di­do dedi­carse a la guer­ra.  Este pudo ser el caso de muchas.

El pro­pio Lib­er­ta­dor, el 24 de febrero de 1820 emite una “Procla­ma a las Ilus­tres Matronas del Socor­ro” reconoce que hay mujeres com­bat­ien­do en las filas al expre­sar textualmente:

“habéis empuña­do la
lan­za; os habéis colo­ca­do en las filas”

(Se puede leer la procla­ma com­ple­ta en el Archi­vo del Lib­er­ta­dor: http://www.archivodellibertador.gob.ve/escritos/buscador/spip.php?article8897). 

Resul­ta evi­dente entonces que en más de una opor­tu­nidad hubo mujeres en las filas del ejérci­to republicano.

Otro pro­tag­o­nista de la guer­ra de inde­pen­den­cia que nar­ra la par­tic­i­pación de las  mujeres como sol­da­dos es el edecán del Lib­er­ta­dor Daniel Flo­ren­cio OLeary, quien tran­scribe (sin deses­ti­mar­la) la del­caración de un tal Juan de Dios Queve­do, en el año de 1813, que señala: 

“hubo en San Car­los una rev­olu­ción de mujeres, en que murieron algu­nas y hay como sesen­ta pri­sion­eras en las cárce­les, porque los isleños las atac­aron y der­ro­taron después de haberse apoder­a­do ellas de un cuar­tel,..”. (Memo­rias del Gen­er­al O´Leary, T. XIII, p. 268,269).

Las trop­eras de Carabobo

Pero el caso que nos ocu­pa, es referi­do por otro mil­i­tar menos cono­ci­do. Nos refe­r­i­mos al entonces teniente (luego gen­er­al) Emigdio Briceño.

El gen­er­al Emigdio Briceño, era teniente en el Batal­lón Var­gas de la Segun­da División en Carabobo.

¿Pero quien era Emigdio Briceño?

Tru­jil­lano, de Carache, miem­bro de una de las primeras famil­ias patri­o­tas de Tru­jil­lo, su padre y su tío fueron cap­tura­dos y eje­cu­ta­dos por los real­is­tas estando pri­sioneros en Puer­to Cabel­lo cuan­do el sólo tenía 13 años.  A los 14 se hace sol­da­do y com­bate a los monárquicos en los Andes, donde tiene que per­manecer ocul­to tras la der­ro­ta de los patri­o­tas. Años después, con 21 años, para tiem­pos de la cam­paña de Carabobo es sub­te­niente en el Batal­lón Var­gas y com­bate en la batal­la deci­si­va. Años más tarde se verá impli­ca­do en el golpe de esta­do con­tra el Lib­er­ta­dor del 25 de septiembre.

En Carabobo Briceño, es pro­tag­o­nista de los hechos, en su carác­ter de teniente del Batal­lón Var­gas de la Segun­da División y fue tes­ti­go direc­to de la dis­posi­ción de los cadáveres espar­ci­dos en el cam­po y que debían ser enter­ra­dos o incin­er­a­dos. Es, por lo tan­to, un rela­tor de primer orden de lo ocur­ri­do ese día.

Hay que aclarar que al finalizar una batal­la, gen­eral­mente el vence­dor orde­na unas par­tidas para que reconoz­can y reco­jan a los muer­tos para dar­les sepul­tura y tam­bién para recu­per­ar todo el equipo rescat­able: arma­men­tos, for­ni­turas, calza­dos, gor­ras y uni­formes. Los encar­ga­dos de la desagrad­able mis­ión fueron los tenientes Rafael Men­doza y Vicente Piedrahi­ta. Al desve­stir a los cadáveres para recu­per­ar sus uni­formes se dieron cuen­ta de que entre los fal­l­e­ci­dos había dos damas.

Pues bien, Gon­za­lo Puli­do Ramírez en su mon­u­men­tal obra “De Carabobo al Cer­ro de La Mona” al hablar de las bajas ocur­ri­das en el ban­do repub­li­cano en la batal­la, citan­do  a Emigdio Briceño en “La mem­o­rable batal­la de Carabobo, Recuer­do de esta jor­na­da muy glo­riosa para las armas repub­li­canas” pub­li­ca­do en  “La Ilus­tración”  /Bogotá Nro 100, 24 de junio 1870) nos dice:

“Final­mente la nar­ración de Emigdio Briceño indi­ca 10, entre los muer­tos y heri­dos de cada batal­lón de la Primera División, debido a los tiros de la artillería españo­la así como la pres­en­cia de dos mujeres entre los muer­tos después del com­bate” (Gon­za­lo Puli­do Ramírez “De Carabobo al Cer­ro de La Mona” Edi­to­r­i­al Amol­ca 2014)

En el cam­po de batal­la, al finalizar la con­tien­da, se encon­traron los cadáveres de dos mujeres vesti­das de hombre.

De la iden­ti­dad de estas mujeres no sabe­mos nada. Pero podemos deducir que se trata­ba de mujeres del pueblo, “sol­da­dos descono­ci­dos” ya que si se hubiera trata­do de damas de abolen­go como es el caso de Jose­fa Came­jo o la her­mana de los Canelón sus nom­bres no habrían pasa­do desapercibidos. Esper­e­mos que en estos días del Bicen­te­nario no sal­ga alguno de esos indi­vid­u­os que gus­tan ter­giver­sar la his­to­ria con fines incon­fesables a inven­tar­le un nom­bre a estas mujeres. Su iden­ti­dad es descono­ci­da, y así debe per­manecer engloban­do a todas las que murieron en la guer­ra. No más inventos.

Quizás su caso fue pare­ci­do al nar­ra­do por Urdane­ta, que con o sin la com­pli­ci­dad de los ofi­ciales, se “dis­frazaron” de hom­bres para estar en la línea de batalla.

Otro asun­to a espec­u­lar es cuán­tas mujeres com­bat­ieron en la batal­la.  Hemos leí­do opin­iones que hablan de veinte has­ta doscien­tas mujeres, pero sin may­or fun­da­men­to, pero es lógi­co pre­sumir que si las que cayeron fueron sola­mente dos, un número mucho may­or debió haber esta­do en las filas. Esto por supuesto, sin con­tar el enorme número de fémi­nas que en la reta­guardia acom­paña­ban al ejérci­to jun­to con el gana­do, las coci­nas, hos­pi­tales y la intendencia.

Si apli­camos una regla de tres, con­sideran­do que el número de tropas fue seis mil hom­bres con doscien­tas a tre­scien­tas bajas mas­culi­nas, para dos mujeres muer­tas el número de sol­da­dos femeni­nas pudo alcan­zar a unas sesen­ta. Es una mera especulación.

De cualquier man­era, en Carabobo com­bat­ió y cayó en la línea del frente la mujer vene­zolana. Debe­mos sacar a estas mujeres del anon­i­ma­to y rendirle a estas guer­reras el jus­to hon­or que mere­cen.  Hay que recor­dar­las en la his­to­ria, espe­cial­mente en estas fechas del bicentenario.

Fuentes

Blan­co, José Félix. “Doc­u­men­tos para la vida públi­ca del Lib­er­ta­dor” Tomo VII. Cara­cas. Plaza Bolí­var. 1876

Briceño, Emigdio La mem­o­rable batal­la de Carabobo, Recuer­do de esta jor­na­da muy glo­riosa para las armas repub­li­canas. La Ilus­tración,  Bogotá Nro 100, 24 de junio 1870

Fuguet Bor­re­gales, Eumenes. “Detalles de la Batal­la de Carabobo” (artícu­lo de pren­sa) 2010

Hel­mund Tel­lo, Arturo. “Cum­bres de Glo­ria”. Cara­cas 1957. Imprenta López, Buenos Aires, Argentina

Puli­do Ramírez, Gon­za­lo. “De Carabobo al Cer­ro de La Mona” Edi­to­r­i­al Amol­ca 2014

Urdane­ta, Rafael. “Memo­rias del Gen­er­al”. Imprenta y Litografía del Gob­ier­no Nacional. Cara­cas. 1888

Zuri­ta Bar­ra­da, Fran­cis­co José y Zuri­ta Hernán­dez, Frank Alexan­der. “Carabobo 1821 Caminos a la Glo­ria”. Uni­ver­si­dad Mil­i­tar Boli­var­i­ana de Venezuela. Fon­do Edi­to­r­i­al Hormiguero. Cara­cas 2019

Luis Medina Canelón

Abogado, escritor e historiador Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del Estado Carabobo

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