Los atentados mortales contra Simón Bolívar
Ramón Urdaneta
Historiador y escritor
El caraqueño don Simón Bolívar no fue un santo de altar desde su propia infancia. Dados los arrestos particulares que en ciertos momentos demostró, y por ser lo que fue, desde luego que iba a tener amigos y enemigos también.
Eso es cosa común en la humanidad. Partiremos pues de la premisa que Bolívar no era inmaculado, que tuvo muchos enemigos en su tránsito vital y aún después de muerto, y que en bastantes ocasiones debió salvar su existencia por cosas fortuitas como el amor.
Como el tema es extenso –y ocupa un libro que he terminado dentro de una síntesis necesaria– me voy a concentrar en los sucesos más resaltantes de estos atentados, dejando para otras ocasiones referirme a lo nimio o bastante subjetivo en estos aconteceres que demuestran desde luego lo difícil que resultaba ocupar el sitial a que llegó Don Simón, porque muchas veces parecía estar muerto.
En el presente escenario no voy sino a referirme de una manera escueta y alejada de términos literarios a tales hechos, en sucesión continua, que ustedes sabrán amalgamar con sus secuelas, y que son los siguientes:
1. El caso de la hacienda en Yare. Ocurrido en septiembre de 1807, frisando los 24 años de edad, en un pleito de linderos cerca de Caracas, donde el furibundo oponente doctor Antonio Nicolás Briceño sacó pistolas a relucir y dispara tres veces contra el caraqueño, sin que en ninguna oportunidad haya tocado el cuerpo del sortario Don Simón. Sobre este hecho lamentable se abrió el juicio penal respectivo, que se detuvo definitivamente por los acontecimientos libertarios de 1810.
2. Intentos de asesinato en Puerto Cabello. Tuvieron ocasión en Puerto Cabello (Venezuela) a principios de julio de 1812 ante el desastre de la caída de ese importante puerto militar en manos españolas, del que se culpa a Bolívar, mientras que el capitán de milicias Domingo de Taborda lleno de ira y con dos asistentes desenvaina su espada “para atentar contra Bolívar”, lo que ofendió muchos de los presentes que impidieron tan bochornoso acto.
3. Complot para asesinarlo del fraile capuchino Pedro Corella. Descubierto este intento veraz en abril de 1813, fue detenido dicho sacerdote navarro, en Las Palmas (Santander de Colombia), y en Tunja permanecerá preso durante 18 meses. Liberado en Bogotá a fines de 1814, sigue arremetiendo contra la vida de Bolívar desde el púlpito, sus sermones, y en todo tiempo y lugar, llamándolo “apóstata” y pidiendo su liquidación, por lo que otra vez detenido “firmó su sentencia de muerte” sin arrepentimiento una vez que se entrevista con el propio Bolívar, siendo pasado por las armas mediante un pelotón que en Honda conduce León Armero, riberas del río Magdalena y mediante órdenes recibidas, el 29 de enero de 1815.
4. Conspiraciones entre sus allegados. Luego de perder la Segunda República (1814), a partir de ese momento histórico se desatan una serie de enemistades solapadas entre sus íntimos oficiales que quieren eliminarlo del mapa del conflicto, alegando, desde luego y por diferentes motivos, que el causante de tales males acaecidos era el propio Bolívar, de donde aspiraban a toda costa y por su incompetencia, don de mando parcializado y testarudez, entre otras opiniones discutidas en corrillos íntimos, que debía desaparecer para siempre, e incluso que se debía dividir el país en dos repúblicas. Entre los agitadores de estas ideas absurdas y extremas se hallaban los insubordinados margariteños Antonio Mariño y Juan Bautista Arismendi, el casi carupanero José Francisco Bermúdez, su pariente Manuel Carlos Piar y el tío político José Félix Ribas, quienes “atentaron en varias oportunidades contra la vida de Bolívar”.
5. Atentados en Carúpano de Venezuela. Acaecieron a principios de septiembre de 1814, cuando Bolívar se escapa de la prisión de ese puerto para abordar un barco salvador, mientras el general Bermúdez y José Félix Ribas indignados lo persiguen con fines aviesos. Se evita finalmente la amenaza al montar presuroso en el velero. Luego, el general Piar también quiso matar al General en el mismo puerto, pero no alcanzó a localizarlo en el lugar señalado.
6. Intentos de Jamaica. Dos intentos previos de asesinato ocurren en Jamaica, reseñados en el periódico “Royal Gazette”, hechos “por algunos de los españoles de la más baja ralea”, según se escribe, por lo que el Libertador resuelve viajar a Haití.
7. Intento grave en Kingston. En la noche del 9 al l0 de diciembre de 1815, el esclavo Pío, alias Beto, en dicha capital de Jamaica y sobornado con dinero caraqueño de Salvador Moxó, atenta contra su amo, donde creyéndole dormido en la hamaca que utilizaba asesta dos puñaladas mortales al venezolano Félix Amestoy, que allí entonces reposa. Cuatro días después de su confesión fue ahorcado.
8. Reto a cruzar espadas en los cayos haitianos. Ocurrido en marzo de 1816, por serias desobediencias hacia el violento e intrigante oficial Mariano Montilla Padrón, quien lo tilda de “cobarde, fracasado e inexperto”, lo que en último momento es impedido por intervención de terceros. También en dicho lugar, y en hora menguada de Bolívar, el corsario Luis Aury en secreto trama un intento de asesinato contra el caraqueño, que por buenas se descubre a tiempo.
9. Intentos ocurridos en Guiria. En el puerto oriental venezolano de Guiria, en agosto de 1816 y azuzado por el general Mariño, el general Bermúdez sintiéndose desairado en su honor, y enfurecido luego de una discusión tremenda, atenta contra la flaca humanidad de Bolívar, sable en mano, para herirle de muerte. Simón aborda sin respiro el barco corsario de José Bianchi, allí surto, “en el último intento de su muerte”.
10. Atentado en Quiamare. Ocurre el 23 de marzo de 1827, al Sur de Barcelona, en Venezuela, cuando el pardo José Alemán y su guerrilla, azuzado por el general Mariño y en cuenta de su situación, trata de atentar contra la vida de Bolívar con los oficiales que le rodean, situación grave que es descubierta minutos antes por el Ayudante de Bolívar coronel Francisco Vicente Parejo, para así mediante las armas eludir este peligro.
11. El rincón de los toros. En dicho sitio del estado Guárico (Venezuela), en la noche del 16 de abril de 1818, nueve realistas dirigidos por Tomás Renovales equivocan al general Francisco de Paula Santander, irrumpen esa madrugada en sitio exacto y disparan contra la hamaca donde dormía Bolívar, perforándola en tres oportunidades. Bolívar se salva entonces semidesnudo y corriendo a campo traviesa, en la oscuridad de la noche.
12. Lo ocurrido en el peruano y norteño Piura. En junio de 1824, en dicha ciudad, Bolívar tuvo conocimiento que desde Lima se había enviado un individuo con la misión de asesinarlo y cuyas señales fisonómicas fueron descritas del siguiente modo: “bocón, algo ñato y picado de viruelas”, al que se consideró chileno. Buscado hasta en Huaraz, donde se le había visto, desapareció repentinamente. Pero pronto en el mismo Piura se detuvo un sujeto con iguales características, de nombre Juan Avilés, llevándosele a juicio, “sin conocer la suerte final corrida por Avilés”, presumiéndose por acasos de la guerra emprendida.
13. Intento de asesinato en Potosí. Ocurrido en aquella altura boliviana a principios de octubre de 1825 y salvado por una confidencia de la amante María Joaquina Costas, madre de su hijo Don Pepe, cuando le susurra en el oído que el oficial español teniente León Gandarias maquina asesinarlo con puñal magnicida mientras duerme en el palacio que habita. Detenido en el intento, y luego de súplicas a favor y provenientes de Maria Joaquina, por ser familiar cercano del detenido, dicho oficial fue expulsado del país, para siempre.
14. El caso de Huamachuco. En el norte del Perú y oriente de Trujillo, donde permanece por un tiempo el caraqueño, al Cuartel General de Bolívar se presentó un Sargento Mayor, oriundo de Chile, de quien se conoce pronto por informes recabados en contrainteligencia que iba a matar a Bolívar (enviado en este caso por un importante Jefe del Ejército). En tal conocimiento, Bolívar se hace el desentendido y sigue tratándolo con un ojo avizor pero “con bondad y dulzura”, para luego usar la diplomacia y destinarlo a un puesto de Comandante de armas bastante alejado y neutralizar así su intención homicida sin llegar al escándalo.
15. Conspiración de Lima. Ocurrida el viernes 28 de julio de 1826, cuando Bolívar va al Teatro de Variedades en el 5º Aniversario de la Jura de Independencia y al momento en que los ánimos andan exaltados por los desmanes del ejército colombiano de ocupación y el mal manejo del Consejo de Gobierno por parte de Bolívar. Debido a alguna razón informativa o temperamental, el caraqueño se retira en aquella ocasión temprano y de manera brusca de aquel sitio, evitando así ser detenido en el palco presidencial, de donde los complotistas lo llevarían a un barco surto en el puerto de El Callao. Una vez frustrado dicho intento en la “gran conspiración” (Bolívar dixit) muchos oficiales fueron detenidos, en mayoría peruanos, chilenos y argentinos, entre los que encontramos cabecillas como el ilustre levita Luna Pizarro, el héroe de Junín argentino Mariano Necochea, el marino Jorge Martín Guise, el guerrillero Quispe Ninavilca, tres generales, ocho coroneles, ministros de estado, y una larga lista de adversarios, siendo muchos ajusticiados, enviados a prisión, expulsados y desterrados, todo lo que cambiará cuando Bolívar abandona el Perú para siempre. En este interregno otros atentados menores ocurrirán, como lo señala el biógrafo Masur y el profesor Bohórquez Casallas, luego de su regreso a Lima en 1826, y en el trayecto del palacio La Magdalena en las afueras de Lima, a su residencia oficial en la ciudad capital.
16. Intento en Fontibón. En su vuelta de las Campañas del Sur y en esta ciudad situada en los aledaños de Bogotá, el 14 de noviembre de 1826, pudo haber ocurrido su muerte cuando un grupo de notables lo reciben con pistolas cargadas para proceder en contra del Libertador si éste se pronunciaba allí con propósitos centralistas autoritarios, lo que por fortuna no ocurrió, salvando así la vida.
17. Informe desde Puerto Cabello. Es lo que hace Bolívar en una carta dirigida al general José Antonio Páez para poner en su conocimiento la existencia de “tramas secretas contra su vida”. Sobre estas tramas para asesinarlo el general Santander el 30 de octubre de 1828, y mediante confesión escrita, expresa que no estuvo de acuerdo con su muerte “el día 6 de enero de dicho año” (1827).
18. Por la convención de Ocaña. Como consecuencia de esta convención se piensa nuevamente en el asesinato del Libertador por obra de un grupo de santanderistas y alumnos en la ciudad de Bucaramanga donde permanece Don Simón. Mediante confidencias recogidas, O’ Leary y Briceño Méndez comunican de ello a Bolívar, quien toma medidas oportunas, pues se planeó enviar desde Ocaña hasta Bucaramanga a un oficial para cometer el magnicidio.
19. El atentado septembrino y algunos menores. Según lo confiesa el propio Santander, a causa de la nueva dictadura bolivariana suceden varios episodios en los que va incluida la muerte del caraqueño Bolívar por muchos aseveran que es el centro de los males de Colombia. Así, el primero sucede el 7 de agosto de 1828, aniversario de la batalla de Boyacá, a la salida del entonces Teatro Coliseo, se registra un ataque con arma blanca pero frustrado por la rápida intervención de doña Manuela Sáenz quien con una mascarada tragicómica que realiza en el lugar impide tan vil asesinato. El segundo, previsto hacia la medianoche del 10 de agosto, en un formal baile de máscaras, por alguien disfrazado de conquistador español, con puñal aleve y l2 comprometidos en la intentona. El tercero, planeado en la casa del representante diplomático mejicano, el 15 de septiembre, pero que queda apenas en proyecto. El cuarto, según escribe el colombiano Gutiérrez, con ocasión de una fiesta organizada en Bosa, cerca de Bogotá, está a punto de darse. El quinto, proyectado cerca de Soacha el 20 de septiembre, en las afueras de la capital, mediante cinco conjurados listos para emprender el atentado, se detiene in extremis por orden de Santander, esperando una mejor oportunidad. El sexto, ideado en el Teatro del Colegio San Bartolomé bogotano por los llamados “bartolinos”, queda en simple ensayo. Y el séptimo, el más grave y consumado, que tuvo en vilo la vida de Bolívar, acaecido en la noche del 25 de septiembre de 1828 con 38 partícipes directos y 59 implicados, con 14 condenados a muerte, enorme complot que lidera el general Santander, principal enemigo de Bolívar en Colombia, y de lo que se salva Don Simón gracias a la valentía de Manuela Sáenz.
20. El final de Santa Marta. Hemos llegado al final de la vida de Bolívar. Causa horror esta cadena de atentados, de lo que puede usted sacar alguna conclusión.
Solo, atormentándose por los recuerdos, rodeado en su mayoría de enemigos, tanto en Colombia como en Venezuela, donde incluso quieren hacerlo preso, fallece en el desierto de su alma llamando a la concordia, al final de los partidos y a la unión, como si aquello pudiera suceder, en ese “nido de alacranes” (frase del general venezolano Müller Rojas) que se había vuelto Colombia.