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Los personajes populares, el rostro pintoresco y humano de la radio larense

 

Freddy Torrealba Z.
Investigador y escritor


Una historia de la radio larense estaría incompleta sin la inclusión de estos seres humanos que le han dado vida y fisonomía con su presencia diaria en las emisoras. Con sus vivencias, ocurrencias, curiosidades forman parte del anecdotario del medio. Nos recuerdan además el lado humano de la comunicación. Pues eran portadores de esa especie de feedback o comunicación de retorno más cercana cuando hacían contacto con el locutor, operador y periodistas de guardia.

Estos con­sti­tuían la nota sim­páti­ca y has­ta ale­gre en las doce esta­ciones de onda media que fun­cionaron en el esta­do Lara antes del arri­bo de las FM en 1989, cuan­do decae su traza en los estu­dios a donde accedían sin ningu­na restricción.

Un registro de la realidad

Cuan­do se les anal­iza com­pro­bamos que for­man parte de una eta­pa de la radio local y la sociedad vene­zolana con sus inci­den­cias: sociales, cul­tur­ales, humanas, sicológ­i­cas, económi­cas, téc­ni­cas y políti­cas. Es decir, son el pro­duc­to de una real­i­dad históri­ca de la que como hom­bres son sus pro­tag­o­nistas. Se tra­ta de gente de los bajos estratos sociales de la Venezuela tradi­cional con pre­dom­i­nantes sig­nos de la cul­tura campesina que los for­mó. Por lo que en su total­i­dad pertenecían a la clase tra­ba­jado­ra, los desem­plea­d­os, los buhoneros de la economía infor­mal y la masa de la mar­gin­al­i­dad social. Los de aba­jo que encon­traron en la radio su modo de entreten­imien­to más próx­i­mo. Entonces se tra­ba­ja­ba sin el temor a los peli­gros de la inse­guri­dad. Por lo que el acce­so a las emiso­ras era más fácil y rápido.

Radio Tri­col­or 990 AM

Hechos de la radio pri­maria larense que nos traen a colación una tec­nología y esti­los de tra­ba­jo en la mis­ma. Ese tiem­po lo cubrió la tec­nología analóg­i­ca en que las graba­ciones se hacían una sola vez por la imposi­bil­i­dad de repe­tir­la y la fal­ta de pausa difer­ente a la dig­i­tal que si lo per­mite. En cuan­to a los sis­temas de tra­ba­jo casi todo se efec­tu­a­ba de for­ma impro­visa­da sin may­ores esque­mas o guiones radi­ales que eran la excepción.

Entonces los espa­cios para el recreo de los bar­quisimetanos eran muy pocos. La radio vino a llenar ese vacío con su pro­gra­mación basa­da en las com­pla­cen­cias musi­cales y el entreten­imien­to ligero. Las condi­ciones prop­i­cias para el desar­rol­lo de estos per­son­ajes que se sin­tieron rep­re­sen­ta­dos en su programación.

Con­fir­ma además el poder de cred­i­bil­i­dad de la radio cuan­do el públi­co acud­ía a sus estu­dios para ver en direc­to al locu­tor de guardia cuan­do éste tenía may­ores ribetes de líder con un alto poder de influ­en­cia social en la audi­en­cia. Una situación que se mantiene, pero de otra man­era pues el con­tex­to ha cam­bi­a­do. El detalle pre­sente per­ma­nen­te­mente cuan­do se comu­ni­ca­ban con la radio es que las car­tas siem­pre las dirigían al locu­tor. En su figu­ra siem­pre con­fi­a­ban, admira­ban y respeta­ban. Para ellos era un orgul­lo el tra­to con locu­tores, oper­adores y periodistas.

Rep­re­sen­tan esa amal­ga­ma de la vari­a­da tipología humana. Era gente sin­cera, ser­vi­cial, humilde, nobles, respetu­osa y de tra­to amable. En fin, sin dobles algu­na que facil­ita­ba la inmedi­a­ta empatía sobre todo con el locu­tor a quien observ­a­ban con pro­fun­da admiración cuan­do mod­u­la­ba ante el micró­fono. Nos lo rat­i­fi­ca el mae­stro locu­tor José Martínez Guaidó, quien lo vivió des­de los años 50 en la Radio Cronos cuan­do esta­ba ubi­ca­da en la calle 34 entre 23 y 24 de El Manteco.

Estas per­sonas vis­ita­ban la radio moti­va­dos por la necesi­dad de la comu­ni­cación. Lo hacían para solic­i­tar com­pla­cen­cias musi­cal­mente. felic­ita­ciones a alguien en su cumpleaños o efemérides. salu­dos, ser­vi­cios sociales y denun­cia de prob­le­mas de la colec­tivi­dad. Una activi­dad de índole social y humana que a diario nutría al medio. Con sus aportes le imprimían vida a las cotid­i­anas jor­nadas que dis­cur­rían entre la amplia cab­i­na del locu­tor y la sala téc­ni­ca donde el oper­ador mane­ja­ba la con­so­la. En los 25 años que lab­o­ramos en noti­cia­r­ios radi­ales en la región conoci­mos varias de esas menudas historias.

Desde la Voz de Lara

José Martínez Guaidó en los estu­dios de Radio Juventud

Sus andan­zas empiezan en la pio­nera Voz de Lara ubi­ca­da en 1935 en la car­rera 18 entre 20 y 21. Allí tenían libre acce­so para pos­te­ri­or­mente exten­der­se a las nuevas esta­ciones: Bar­quisime­to, Radio Difu­so­ra Occi­den­tal, Uni­ver­so y Cronos (luego Juventud).

Los com­pos­i­tores Juan Ramón Bar­rios, Félix Morón y los Her­manos Gómez los describen con acier­to en las can­ciones Ah mun­do Bar­quisime­to, La Ver­a­gacha y Pablera. Estos pin­tan a los bohemios y ser­e­nateros del Bar­quisime­to pre­cos­mo­pli­ta. Al igual que a los locos que deam­bu­la­ban por aque­l­la pequeña ciu­dad: Pablera, Richar­di, Hilar­ión, el Zamuro, el Gav­ilán, la Ver­a­gacha, la Yegua, María la Loca, Chirran­go y Guachirongo.

Los mis­mos des­de luego fre­cuenta­ban los estu­dios de las emiso­ras exis­tentes para sor­pre­sa y sus­to de los pre­sentes. En una ciu­dad con ape­nas unos 30 mil habi­tantes sus apo­dos tam­bién son­a­ban por la radio. Siem­pre esta­ban en la primera fila de los even­tos de tal­en­to en vivo, radio teatros y decla­madores que se pre­senta­ban en las estaciones.

Casi todos yacen en el anon­i­ma­to y se les conocía por remo­quetes muy pro­pios de las sociedades rurales. Pero tam­bién una expre­sión del cli­ma de con­fi­an­za reinante en esos aposen­tos de la comu­ni­cación radi­al que se entabla­ba gen­eral­mente entre el locu­tor y dichos per­son­ajes. Fue lo que lle­va a Amíl­car Segu­ra a pon­er­le el alias de Poncheri­ta a Ramón Ramírez con el que se quedó para el resto de su vida. Remo­quete que viene del hecho de que era quien repartía con una ponchera en la mano los números para un con­cur­so en Radio Barquisimeto.

Los del Palacio Radial

La apari­ción del Pala­cio Radi­al en 1971 gen­eró las condi­ciones ide­ales para el accionar de estos per­son­ajes por la con­cen­tración en un solo local de cin­co emiso­ras y la ausen­cia de for­mal­i­dades para el acced­er a la infraestruc­tura. Lo facil­ita­ba su estratég­i­ca ubi­cación en el cen­tro de la ciu­dad cer­ca del Ter­mi­nal de Pasajeros y la con­flu­en­cia de casi todas las rutas del trans­porte colectivo.

Así pues, de los polvorien­tos y xeró­fi­los caseríos de Bobare vino, tras la fun­dación del Pala­cio Radi­al, un intér­prete de la char­ras­ca y vende­dor de suero de muy baja estatu­ra cono­ci­do por el mote de Mar­quito. Porta­ba casi siem­pre un cumu­lo de car­tas envi­adas por la gente para que las com­plac­i­er­an en los espa­cios musi­cales. En Cristal su direc­tor Oscar Cumare Men­doza, a veces, le abría el micró­fono, en su espa­cio Bil­los y algo Más, para que enviara un brevísi­mo salu­do. Ocasión cuan­do lo iden­ti­fi­ca­ba como “Márquito el del suero dulce” a lo que éste respondía “salao”. Su nom­bre real era Tobías Alma­gro Vásquez. A Iván Vil­las­mil, locu­tor de Radio Bar­quisime­to, lo evadía y decía seca­mente “ust­ed es muy serio”.

En el Pala­cio Radi­al por las noches irrumpía una demente: se tra­ta de la loca Auro­ra que a todos asusta­ba con sus ojos des­or­bita­dos y facha en el vestir. Su lengua vipe­ri­na era temi­da por el per­son­al de las cin­co emisoras.

Un anciano de apel­li­do Orel­lana se hizo famosos en el pro­gra­ma “Si se calla el can­tor” dirigi­do por el peri­odista Orlan­do Fer­nán­dez Med­i­na en Radio Cristal. A la 1 en pun­to se hacía pre­sente con su gri­to de guer­ra y salu­do al ex gob­er­nador de Lara.  Éste lo iden­ti­fi­ca­ba al aire como el vieji­to Orellana.

El Pala­cio Radi­al tuvo su jefe de llaves cono­ci­do por todos como Vale Juan quien porta­ba un radio tran­sis­tor en el que escuch­a­ba las emiso­ras. El per­son­al lo apre­cia­ba y respeta­ba por su ancian­idad y seriedad con que se comportaba.

Estos son los mejores pro­gra­mas que escuch­a­ba en las emiso­ras de Pala­cio Radi­al en la déca­da de los ochen­ta y prin­ci­pio de los noventa: 

-Momen­tos (Radio Uni­ver­so, 730 AM)
-Recor­dar es Vivir (Abra­ham Giménez, Radio Cristal, 610 AM)
-Amanecer Campesino (Vic­tor Tor­re­al­ba Leal, Radio Lara)
-Los Vene­zolanos Primero (Ger­ar­do Brito, Radio Lara, YVMP, 880 AM)
-Si se Calla el Can­tor (Orlan­do Fer­nan­dez Med­i­na, Radio Cristal)
-Bar­quisime­to de Ayer (Isaac Del Moral, Radio Barquisimeto)
-De Fies­ta con la Orques­tas (Mario Depool, Radio Uni­ver­so, 730 AM)
-Tran­sis­tor 610 (Radio Cristal, 610 AM)
-Hola Diex­ista (Ulloa Gil, Radio Juven­tud, YVMY, 840 AM)
-Yes­ter­day (Phe­lo Par­tidas, Radio Juven­tud, YVMY, 840AM)

 

En Tricolor

En los años 60 Radio Uni­ver­so era fre­cuen­ta­da por Eleu­terio “Tel­lo” Yépez para que lo com­plac­i­er­an en el pro­gra­ma noc­turno El Club de Julio Jaramil­lo. El caso es que fue allí donde cono­ció a la mujer de toda su vida: Lucía con quien con­tra­jo nup­cias. Yépez se con­vir­tió con el paso del tiem­po en un datero de los prob­le­mas de los tra­ba­jadores del Hos­pi­tal Luis Gómez López y los jue­gos de bolas criol­las de los que era nar­rador. El locu­tor William Giménez Valera en Tri­col­or le puso el alías de “Agu­do” en alusión a su condi­ción de tra­ba­jador de la Unidad de Agu­dos de ese cen­tro de salud.

A Tri­col­or tam­bién acud­ía un anciano iden­ti­fi­ca­do como Ner­io, quien tenía una obsesión con el cobro de la pen­sión por el Con­ce­jo Munic­i­pal.  Sem­anal­mente vis­ita­ba pren­sa denun­cian­do que no le can­ce­la­ban la mis­ma. Lo atendía el jefe de pren­sa Fran­cis­co Miguel González que se lim­ita­ba úni­ca­mente a escuchar­lo. Paradóji­ca­mente nos decía que oía la denun­cia cuan­do era todo lo con­trario. Aque­l­lo era un caso de la más pura imag­i­nación radial.

Otros habit­uales vis­i­tantes de Tri­col­or eran Alber­to, ded­i­ca­do al lava­do de vehícu­los, a quien nun­ca le falta­ba la Gac­eta Hípi­ca o una revista pornográ­fi­ca y Casi Loco dado a los man­da­dos como el cobro de un cheque.

Los informantes y opinantes

En los depar­ta­men­tos de pren­sa nun­ca fal­taron los dateros. Uno de estos fue Elio Jiménez camillero de la morgue del hos­pi­tal Cen­tral Anto­nio María Pine­da. Cuan­do ingresa­ba un cadáver por hechos de vio­len­cia llam­a­ba a Radio Tri­col­or para apor­tar los datos de lo ocur­ri­do. A veces se le con­sulta­ba para efec­tos de con­fir­mar algu­na infor­ma­ción sien­do muy apre­ci­a­da su colab­o­ración. En una opor­tu­nidad que lo atendi­mos nos pasó la infor­ma­ción imi­tan­do a un reportero, evi­den­cia de ese sueño frustra­do por ser comunicador.

En sus primeros tiem­pos Radio Min­u­to tuvo un infor­mante des­de la Coman­dan­cia de Policía. Se tra­ta de Eliseo Alvara­do cono­ci­do como Mano Tacho quien lab­ora­ba en el Depar­ta­men­to de Cul­tura del coman­do de la calle 30. Auna­do al boletín infor­ma­ti­vo del día casi siem­pre ofrecía datos sobre algún suce­so. A veces se aparecía con una bol­sa de empanadas que regal­a­ba al per­son­al de pren­sa, entre éstos su ami­go Lázaro Aranguren, jefe de redac­ción. Mano Tacho tenía una vena poéti­ca lle­gan­do a pub­licar un pequeño libro de poesía cos­tum­brista y rima­da sobre pince­ladas de la vida cotid­i­ana. Recuer­do aquel ejem­plar que me obse­quió en cuya ded­i­ca­to­ria hacía alusión a un mun­do mejor con la expre­sión “cuan­do flo­rez­can las amapolas”.

Tam­bién hubo los más aveza­dos que se aden­traron en la opinión en pro­gra­mas de entre­vis­tas. Uno de estos opinantes de ofi­cio fue Nativi­dad Ramones. Éste emitía comen­tar­ios sobre la actu­al­i­dad políti­ca en Pun­to y Aparte por Radio Bar­quisime­to mod­er­a­do por Rafael Pala­cio López. En Tri­col­or Isaías “Men­doci­ta” Men­doza fue tam­bién un opinante y cono­ce­dor de la tradi­ción de Bar­quisime­to. Tam­poco falta­ban los pan­talleros. vivos criol­los, man­daderos y vagos de ofi­cio que se con­forma­ban con obser­var las fae­nas del locu­tor y el operador.

El Loco de la Pancarta

No podía fal­ta en esta par­cial lista de estos per­son­ajes uno que ha hecho una cele­bri­dad. Se tra­ta de Arge­nis Giménez alías El Loco de la Pan­car­ta. Se le conoce ampli­a­mente en los medios de comu­ni­cación social por su orig­i­nal protes­ta con­tra lo que señala como mal­tratos en los hos­pi­tales siquiátri­cos. Para ello exhibe una pan­car­ta sobre la cabeza.

Le conoci­mos per­sonal­mente en 1992 cuan­do laborábamos en el depar­ta­men­to de pren­sa de Radio Cristal. Allí acud­ía a for­mu­lar sus denun­cias gen­eral­mente por escrito con una pul­cra ortografía y lla­ma­ti­vo esti­lo. En un primer con­tac­to nos aclaró que no era un delin­cuente, vis­to que tuvo un encon­tron­a­zo con nue­stro com­pañero de labores el peri­odista Mario Daboín de la fuente de sucesos.

De ese tiem­po en ade­lante su pres­en­cia en la radio local ha sido muy noto­ria donde se le conoce y tra­ta con con­sid­eración y respeto. El lap­so que hici­mos guardias en pren­sa de Estu­dio 97 FM, en la calle 28, que dirigía Ede­cio González tam­bién se hizo pre­sente con su protes­ta a favor de los dementes. En Brasil ganó un pre­mio lit­er­ario con un ensayo sobre esta temática.

Desplaza­dos por las tec­nologías de punta
Esos per­son­ajes han desa­pare­ci­do tras la irrup­ción de las emiso­ras en FM y las nuevas tec­nologías de la infor­ma­ción y comu­ni­cación. Hoy casi todo se hace pro las redes sociales a las que tiene acce­so todo el mun­do. Bas­ta con poseer un telé­fono celu­lar para comu­ni­carse con el locu­tor o peri­odista sin necesi­dad de con­cur­rir a la radio. For­man parte del recep­tor tradi­cional de la radiod­i­fusión entonces con pocas condi­ciones obje­ti­vas para la inte­gración e inter­ac­ción, pero con ese calor de verse cara a cara. Los tiem­pos han cam­bi­a­do. Unos acon­te­ceres que se recuer­dan con la nos­tal­gia del poeta Jorge Man­rique: como a nue­stro parecer/cualquier tiem­po pasado/fue mejor.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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