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Lucio Peraza el pulpero de la bruma viviente de Terepaima

 

Lcdo. José Luis Sotillo J.
Cronista Parroquial de Agua Viva

aguavivajose@hotmail.com
@aguavivajose

En el corazón pleno de las verdes y frías montañas de Terepaima, donde la bruma y las nubes alcanzan el cielo; inconfundible paisaje cordillerano propio de la serranía que ve con mirada silente a la lejana población cabudareña. De rica y fértiles tierras que acogieron tanto al nativo, como aquellos allegados preñados de esperanzas y de pudor; los que en su travesía surcaron no solo sus modestas posesiones, sino también el semillero emocionante del trayecto de sus marcadas vidas


Don Lucio Peraza

De aquel año­ra­do caserío Tere­paima bro­ta den­tro de los anales del tiem­po, la figu­ra hon­rosa de don Lucio Per­aza; recono­ci­do per­son­aje de alta ref­er­en­cia y afec­to para quienes algu­na vez poblaron el com­ple­jo de caseríos cer­canos a la cúspi­de del lugar más ref­er­en­cial de la fila de Terepaima.

 La gama perenne de hechos de aquel ale­ja­do sitio, describen la exis­ten­cia de una bode­ga o pulpería gen­eral­mente con­cur­ri­da por el habi­tante campesino, cuyo nom­bre aún retum­ba en la vig­orosi­dad de la gra­ta memo­ria, ya que con el cal­i­fica­ti­vo de ´Bode­ga los Naran­jos´, era el recin­to fre­cuen­ta­do y coin­ci­dente de una para­da oblig­a­to­ria, que según, el feha­ciente tes­ti­mo­nio de doña Beni­cia Per­aza de González, hija de este, y quien, lle­varía los cuader­nos de con­tabil­i­dad de dicho establec­imien­to, su padre además de expen­der mer­cancía tradi­cional, incluyen­do las escobas de mil­lo, com­er­cia­ba con algunos fru­tos cul­ti­va­dos en su pequeño pre­dio como: “cam­bu­res, café, carao­tas y yuca”; que eran trasporta­dos en arreos de mula has­ta su típi­ca y colo­nial res­i­den­cia ubi­ca­da el cas­co históri­co de Cabu­dare. Además, sus ratos eran de con­stante tra­ba­jo por labrar la tier­ra que lo acogería, cuan­do ape­nas con­ta­ba con 18 años.

En vida don Lucio Per­aza sum­a­ba sus ratos libres por alfa­bet­i­zar a niños del sec­tor, entre los que esta­ban: Dáma­so Sil­va, Anto­nio Segovia, Luis Tor­re­al­ba y Chico Segovia. A pesar de haber alcan­za­do un sex­to gra­do de estu­dio en su natal Vil­la Nue­va, sien­do con­sid­er­a­do por sus coter­rá­neos como un auto­di­dac­ta, y mae­stro de aque­l­los párvulos.

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Nati­vo de la región moran­d­i­na, se asen­tó en Tere­paima jun­to a su her­mano Arnol­do para 1936. Hijo de Elías Per­aza y María Nicomedes Pérez, quienes quedaron atrás en su ori­un­da Vil­la Nueva.

Ante la par­ti­da de estos her­manos, y su establec­imien­to entre la mon­taña de Tere­paima y el pueblo de Cabu­dare, sería en esta últi­ma, donde Lucio Per­aza adquiriría una habit­u­al vivien­da en la cual pro­cre­aría sus cua­tro hijos jun­to a su insep­a­ra­ble María de Jesús Capdev­il­la, la com­pañera de siempre.

 

Sus con­tin­uas labores con el café cul­ti­va­do en Tere­paima, con­ll­e­varían a trasportar­lo has­ta Cabu­dare, donde lo tril­l­a­ban, alma­cen­a­ban y com­er­cia­ban en la paca Río Claro. Pero sus esforzadas respon­s­abil­i­dades eran com­bi­nadas con una pequeña por­ción de gana­do vac­uno el cual aprovecharía sus deriva­dos para hac­er que­so y suero.

La gen­erosi­dad le per­mi­tiría emplear a cier­tas per­sonas en su ranchería, entre quienes esta­ban: Dáma­so Sil­va, Ángel Rodríguez y Luis Tor­re­al­ba. Y en los que­hac­eres de la casa de cam­po se encar­ga­ba su propia esposa, la cual se ocu­pa­ba de vender arepas de maíz pela­do y tra­ba­jar como domes­ti­ca en las casas de las famil­ias Yepes Gil, Felice Car­dot y Duque.

 Su incans­able fae­na tam­bién la com­partía como jar­dinero en las recono­ci­das ´quin­tas´, y a su vez, su impre­sio­n­ante curiosi­dad por las orquídeas lo impul­sarían a propa­gar estas especies e inclu­so expen­der­las en Bar­quisime­to, conc­re­ta­mente en el Mer­ca­do de Altagracia.

La Coromoto como Patrona

Fiel creyente en la Vir­gen del Coro­mo­to, patrona de aque­l­la capil­la que todavía sub­siste den­tro del uni­ver­so boscoso de Tere­paima, se encar­ga­ba de orga­ni­zar las misas que ofi­cia­ba el padre Pedro Rodríguez, para los años 60. Com­par­tien­do tam­bién su fe por el San­to madero o Cruz de Mayo, la cual vestía con roble, cruse­to y orquídeas, has­ta entrante la hora noc­tur­na y dar comien­zo con el velo­rio a la Cruz, donde enton­a­ban las salves y las déci­mas, por lo gen­er­al, Agustín Escalona, Ger­ar­do Segovia, acom­paña­dos de otras personas.

Ansioso y pre­ocu­pa­do por el que­hac­er educa­ti­vo de la zona, le con­ll­e­varía a tratar de fomen­tar una escuela rur­al que ini­cial­mente fun­ciono en un ter­reno o casa rur­al de su propiedad, aten­di­das por unas docentes lla­madas Socor­ro y Jose­fi­na; esto para los años 60.

En la época de los 70 aban­dona Tere­paima con el grat­i­f­i­cante títu­lo de ser el últi­mo pulpero de aque­l­la ser­ranía, sien­do recor­da­do por quienes lle­van a don Lucio en la rem­i­nis­cen­cia viviente y los cora­zones ape­ga­dos en vie­jas andanzas.

Capil­la Vir­gen de Coro­mo­to en la espesura viva del Terepaima

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

4 comentarios en «Lucio Peraza el pulpero de la bruma viviente de Terepaima»

  • Hon­or a quien hon­or merece. Escribir pero escribir bien!!!

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  • Salu­dos ami­go Idmy Leal sus pal­abras me invi­tan y estim­u­lan a seguir ali­men­tan­do su espíritu. Me enorgul­lece su buen comentario.

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  • Espec­tac­u­lar infor­ma­ción, mil gra­cias por compartir.

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