Oscurantismo comunicacional y papel de la radio durante el apagón
Freddy Torrealba Z.
Escritor e investigador
ESTOS NO SON BUENOS TIEMPOS para la comunicación libre, democrática y plural en Venezuela. En los últimos 21 años el panorama se ha tornado oscuro y difícil para el ejercicio de la libertad de pensamiento, expresión y prensa en la totalidad de medios que funcionan en el país. Ello por causa de los progresivos controles jurídicos, económicos y políticos aplicados por el gobierno que ha conllevado a la instauración sutil de un régimen de censura y autocensura con el cierre de medios electrónicos e impresos.
En Venezuela existe un antes y después de Chávez en materia de comunicación de masas. Su llegada al poder en febrero de 1999 partió esa historia en dos: la de la claridad y la oscuridad comunicacional. En los 40 años de democracia liberal disfrutamos de un amplio régimen de libertades de expresión, opinión e información. Es una de las ventajas de las sociedades abiertas cuyo mayor defensor es el filósofo alemán Karl Popper. Con el arribo al poder del Socialismo del Siglo XXI la cosa cambió radicalmente para dar paso a las concepciones del pensamiento único negador de la democracia comunicacional.
El lobo feroz
Chávez Frías instaura en Venezuela la siniestra práctica de desmitificar la profesión del periodismo consistente en colocar a sus oficiantes en situación de minusvalía para facilitar el irrespeto y ataque. Así se hicieron comunes y cotidianos las agresiones de todo tipo a los periodistas al presentarlos como elementos perturbadores y enemigos del proceso de cambio que lideraba. Por ello no fue un hecho nada casual la iniciativa oficial de crear un gremio paralelo de los periodistas que echaría al cesto la Ley de Ejercicio del Periodismo vigente en Venezuela. desde el año 1972. Todo apuntalado en concepciones populistas del poder exaltadoras del empirismo en el ejercicio de la profesión dado que privilegia lo ideológico y no su estudio sistemático que trasciende lo puramente técnico y político.
En el transcurso de los primeros 10 años del actual régimen, ocurre un conjunto de hechos perfiladores de la doctrina de la hegemonía comunicacional con que se ha gestado un lento apagón de los diferentes medios. El cierre de RCTV en mayo de 2007, es tal vez la primera prueba de fuego de ese malévolo plan. La medida la promovió directamente el jefe de Estado visto que en privado llegó a expresar que quería cazar una pelea de ese tipo con los dueños del icónico canal. El pretexto, visto por primera vez en el país, es el del vencimiento de la licencia para operar. Es el mismo que en lo sucesivo se ha venido aplicando a los medios radioeléctrico de línea crítica e independiente ante el gobierno. A esto se añade la negación de divisas para la adquisición de equipos que permitan su necesaria renovación lo cual ha conllevado al inevitable cierre de más de 30 radiodifusoras. Se trata de un maquiavélico mecanismo en que quien decide retirarse es el dueño del medio, pero bajo la presión del todopoderoso Estado que lo lleva aun la asfixia.
Los ataques contra los medios radioeléctricos continuaron con la aplicación de un velado régimen de censura que se convierte en autocensura. En el país era normal la renovación de las licencias para el funcionamiento de las radiodifusoras. El nuevo gobierno implanta su negación para disimuladamente sacar de las ondas a quienes considera molestos o que no comulgan con su ideología. También destacan las sanciones por parte de CONATEL a los supuestos violadores de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión. La misma se aplican a conveniencia y discreción del ente oficial que regula al sector en el país como aconteció con la anterior Globovisión.
Ciertamente, durante el lapso de estos 21 años, no se ha registrado ningún allanamiento por las fuerzas del orden a un medio de comunicación, ni tampoco la instalación en los mismos de los odiados censores. Algo que si ocurrió durante la segunda gestión de Carlos Andrés Pérez. Una de las novedades del Socialismo del Siglo XXI es la de las formalidades en cuanto a observar las apariencias de democrático cuando en realidad es todo lo contrario. Eso forma parte del triste historial de las tradicionales dictaduras fascistas o estalinistas de la Guerra Fría que lo primero que hacían era tomar por asalto los medios de comunicación. Pero, ahora ocurre que los mecanismos de control de las tiranías son más sutiles para así conservar y proyectar una buena imagen mediante el engaño y la mentira. En este aspecto la cúpula gobernante en Venezuela es experta en la técnica de la mentira cuando de atacar a los diversos medios se trata. A esta gente no se le puede creer ni cuando dicen la verdad.
La hegemonía comunicacional
La conquista y preservación del poder sociopolítico es una cuestión de hegemonía bien sea democrática o dictatorial por parte de un grupo social sobre los otros. La democrática tiene la ventaja de basarse en el consenso y la decisión de la mayoría mediante elecciones. La dictatorial por el contrario se fundamenta en la fuerza y el desconocimiento de la mayoría.
La hegemonía comunicacional propugnada por el Socialismo del Siglo XXI tiene su fuente de inspiración en el pensamiento profundamente totalitario del soviético Vladimir I. Lenin. En tal sentido, Lenin sostiene la siguiente tesis: “Un poder no compartido con nadie y apoyado directamente en la fuerza armada de las masas”. De allí que es ideología del régimen la afirmación de que “el poder no se comparte, se impone” escuchada a sus más connotados dirigentes.
En Venezuela hemos venido padeciendo un paulatino apagón en el sistema de las comunicaciones. Pues la hegemonía comunicacional, en consecuencia, deriva en la oscuridad informativa, cultural, científica y educativa visto que subinforma y desinforma con su propaganda cosificante que contamina y confunde la mente de la gente. Una de sus expresiones son las llamadas emisoras comunitarias agrupadas en el eufemístico Sistema Nacional de Medios Públicos. Su origen se ubica en el año 2002 cuando irrumpieron en el espectro radioeléctrico en competencia desleal con las estaciones privadas establecidas legalmente desde el año 1926. En las mismas lo que impera es la ley de la selva propio del ejercicio tiránico de la comunicación, que nos regresa al pensamiento positivista de corte unilateral y excluyente.
El nuevo sector de los medios telemáticos con tecnología digital no escapa a esta arremetida. Se observa un incremento del bloqueo de páginas web. en el año 2018. Estos hechos suman unos 70. Este año se contabilizan unos 40, según datos aportados por el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS). la represiva medida gubernamental perjudica a portales de medios de comunicación y las dedicadas al análisis político.
La radio, el emergente de oro
Así llegamos al 7 de marzo de 2019 cuando se produce el apagón que, por más de cien horas, afectó a por lo menos 22 estados del país con pérdidas calculadas para la economía en más de mil millones de dólares. Un hecho sobre el cual el Presidente de la República Nicolás Maduro habla públicamente casi 48 horas después atribuyéndolo a un ataque cibernético por parte de EEUU.
En ese contexto el país vive la difícil experiencia del apagón informativo más prolongado de su historia al colapsar el sistema comunicacional. De esa forma quedaron desactivados los principales proveedores como Cantv, Inter, Movistar y Movilnet. El cese de actividades abarca también a las plataformas de la radio, las redes entre las cuales tenemos Twitter, Facebook, Youtube, Wikipedia y los portales web de medios impresos y digitales.
En medio de este desconcierto es la radio por la modalidad de la radiodifusión la única en mantenerse con vida a través del tradicional radio transistor. Pero, no fueron todas las que se mantuvieron en el aire sino solo las que disponen de plantas portátiles de energía.
En Barquisimeto se pudieron escuchar al menos quince emisoras por la banda FM, entre estas Onda 104.5, La Mega Estación 103.3 y Latina 101.9. Las otras doce son las estaciones comunitarias del Sistema Nacional de Medios, entre las que sobresalió la nueva Radio Lara. Las 5 emisoras AM, incluyendo la poderosa Cadena Minuto por AM y FM, salieron todas del aire.
De acuerdo con un reportaje del Instituto Prensa y Sociedad publicado en su página web, en Caracas sobrevivieron al apagón: AM Center, Circuito Actualidad de Unión Radio, RCR y la Red Fe y Alegría. Las restantes 13 se identifican con el régimen por integrar el SNMP. Es apreciable la desproporción y número mayoritario de emisoras al servicio del sector oficial en relación a las independientes en franca minoría y desventaja. El eje de su discurso, lejos de la información objetiva, es el propagar la especie de un ciberataque al sistema eléctrico sin prueba alguna y totalmente fuera de la realidad, al igual que una inminente invasión armada por EEUU que no ocurre.
Por sus bandas y frecuencias nuevamente se hizo presente la guerra de las ondas en que cada quien jala para su sardina de acuerdo con sus intereses en juego y concepciones filosóficas y políticas. Fue notable el esfuerzo de las emisoras privadas por informar con la mayor objetividad posible afrontando el obstáculo de la falta de confirmación por fuentes oficiales y confiables debido a la inoperancia de la telefonía fija y móvil. Ello más la carencia de suficiente personal reporteril en la calle propio del periodismo reflejo,
La radio demuestra otra vez que tiene mucha vida todavía pese a los apocalípticos anuncios de su desaparición formulados a lo largo de su historia. El más reciente sucede en 1989 cuando aparece en su versión masiva Internet que antes monopolizaba el sector militar durante los tiempos de la Guerra Fría entre EEUU y la desaparecida Unión soviética.
Un medio que está ante el desafío de transformarse en especializado, interactivo, diversificado, renovado, buscador de mejores contenidos y su propio género periodístico como lo es el temporal. Un proceso que requiere nuevos métodos de trabajo, personal especializado y por supuesto una mayor inversión económica. Solo así se evitará ser arrasados por las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) que ha traído la globalización generada por el capitalismo con su productiva economía de mercado y democracia liberal.