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Para ganar la Guerra de Independencia los pertrechos fueron trascendentes

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisalbertoperozopadua@gmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

Cuan­do el capitán gen­er­al Domin­go de Mon­teverde tomó Cara­cas el 12 de julio de 1812, los patri­o­tas en la resisten­cia como Bolí­var, Ribas, Mar­iño, Piar, Mon­til­la, Sou­blette y otros jefes criol­los, no tenían ningu­na prác­ti­ca de la guer­ra con excep­ción del gen­er­alísi­mo Fran­cis­co de Miran­da y otros con­ta­dos oficiales.

A juicio del peri­odista e his­to­ri­ador Guiller­mo Gar­cía Ponte, los cuadros mil­itares de la Repúbli­ca se for­marían después, en las cam­pañas de 1813, en el año ter­ri­ble de 1814, en la guer­ra a muerte, for­ja­dos en el acero de los inconvenientes.

Batal­la de Carabobo. Martín Tovar y Tovar

Luego de la capit­u­lación de San Mateo, cuyas dis­posi­ciones fueron bru­tal­mente vio­len­tadas por los real­is­tas, encar­ce­lando civiles y mil­itares, con­fis­can­do numerosas propiedades de los repub­li­canos y asesinan­do a todo el que hubiese aten­ta­do con­tra la coro­na, exac­er­bó aún más la vol­un­tad de pros­eguir la lucha para recu­per­ar la Repúbli­ca, para ello era imper­a­ti­vo apertrecharse de armas y muni­ciones que le hicier­an frente al casi inde­tenible ejérci­to español.

Y como los recur­sos con los que con­ta­ban los patri­o­tas eran casi inex­is­tentes, la diri­gen­cia mil­i­tar tomó la deter­mi­nación infran­que­able de par­tir al exte­ri­or a ges­tionar armas y pólvo­ra, toman­do la vía de Nue­va Grana­da, Trinidad y las Antillas. 

Los patri­o­tas ori­en­tales San­ti­a­go Mar­iño, los Bermúdez, los Valdés y otros orga­ni­zaron la expe­di­ción a Güiria, con armas adquiri­das en Trinidad. Com­praron 30 fusiles al ital­iano Susi­ni. Otros 10 fusiles los vendió el alguacil Har­ry Neyes, ambos con­tra­ban­dis­tas ded­i­ca­dos al trá­fi­co de armas entre las costas venezolanas.

En 1811, la Jun­ta de Cumaná estable­ció rela­ciones con traf­i­cantes france­ses de Guadalupe para recibir 130 fusiles, un cañón de bronce y unas car­gas de pólvo­ra. Este mis­mo Lagrave fir­mó con los patri­o­tas de Cumaná un con­tra­to para sur­tir­los de fusiles y pertrechos.

Pena de muerte 

Gar­cía Ponte rev­ela que España había cer­ra­dos todas las costas de sus colo­nias en rebeldía, orde­nan­do la cap­tura de todo bar­co al ser­vi­cio de la insur­gen­cia o sospe­choso de dedi­carse al com­er­cio de armas.

“Las dis­posi­ciones señal­a­ban que toda nave ded­i­ca­da al trá­fi­co de ele­men­tos de guer­ra o bajo ban­dera rebelde sería con­fis­ca­da. El capitán, todos sus ofi­ciales y cin­co de los trip­u­lantes recibirían pena de muerte. El resto, con­de­na­dos a prisión per­pet­ua y tra­ba­jos forza­dos”, remar­ca este peri­odista e his­to­ri­ador en Bolí­var y las armas en la Guer­ra de Independencia.

Trueque por cacao
A cam­bio del cacao, los traf­i­cantes france­ses, holan­deses, ingle­ses y criol­los entre­ga­ban fusiles, pólvo­ra, plo­mo y piedras de chis­pa. Las condi­ciones en las cuales se desar­rol­la­ba este trá­fi­co eran par­tic­u­lar­mente difí­ciles. Para 1813 existían extra­or­di­nar­ios obstácu­los para la adquisi­ción de armas en las Antil­las. Había que burlar el blo­queo de los bar­cos españoles y el con­trol de las autori­dades británicas.

Para salvar la Costa Firme

Después de la der­ro­ta del ter­ri­ble año de 1814, cin­co años de lucha arma­da y dos grandes reveses mil­itares que dieron al traste con los sueños de Inde­pen­den­cia, el Lib­er­ta­dor tenía una visión muy clara del prob­le­ma: «La Cos­ta Firme se sal­vará con seis u ocho mil fusiles, muni­ciones cor­re­spon­di­entes y quinien­tos mil duros para pagar los primeros meses de campaña…».

Seis años después de ini­ci­a­da la Guer­ra de Inde­pen­den­cia en Venezuela, los patri­o­tas obtu­vieron con la expe­di­ción de Los Cayos, los pertre­chos nece­sar­ios entre­ga­dos por Ale­jan­dro Pétion, el pres­i­dente de Haití, 3.500 fusiles, 15.000 libras de pólvo­ra, 10.000 libras de plo­mo y 100 mil pesos, trans­porta­dos por siete gole­tas y 230 hombres.

Simón Bolí­var en 1825

Las armas pro­cedían de un carga­men­to de doce mil fusiles nego­ci­a­dos por el coro­nel J.M. Durán con los ingle­ses, por órdenes del gob­ier­no de la Nue­va Grana­da. Vinieron a bor­do de la cor­be­ta Dar­do, con des­ti­no a Cartagena.

Cuan­do los real­is­tas del Ejérci­to Expe­di­cionario de Moril­lo ocu­paron la ciu­dad, Luis Brión logró sal­var las armas y trasladar­las a Haití, en junio de 1815. Fueron deposi­tadas en los arse­nales de los Cayos de San Luis, bajo el cuida­do del gen­er­al Mar­i­on, coman­dante de la región.

Con estos fusiles y pertre­chos se armaron los ejérci­tos de Aris­men­di en Mar­gari­ta; Mon­a­gas, Zaraza y Cedeño en la Provin­cia de Barcelona; Mar­iño en la Provin­cia de Cumaná y Piar pudo tomar Maturín. Pero la may­or parte fue botín de los real­is­tas en Ocumare cuan­do Bolí­var sucumbió en su inten­to de cam­paña sobre Cara­cas, al ser der­ro­ta­do por Morales en donde se perdieron 3.000 fusiles y has­ta una imprenta don­a­da por Pétion.

Arma deci­si­va

Indud­able­mente el fusil de chis­pa fue el arma deci­si­va en la lucha inde­pen­den­tista. Podía dis­parar una o dos car­gas por min­u­to y tenía un alcance entre 200 a 300 met­ros. La efec­tivi­dad de los viejos mos­quetes era de un 40% a 100 met­ros de dis­tan­cia mien­tras que los rifles sobrepasa­ban 50% a 300 metros.

Las mis­mas de la Independencia

Después de casi medio siglo de inter­mi­tente esta­do de guer­ra, a lo largo y ancho de Venezuela, se podía encon­trar un chopo o una lan­za uti­liza­da en la lucha de inde­pen­den­cia. Aún fres­ca la últi­ma cam­paña con­tra los real­is­tas, estas armas fueron esgrim­i­das por José Tadeo Mon­a­gas a nom­bre de la recon­struc­ción de la Gran Colombia.

En 1835, durante la lla­ma­da “Rev­olu­ción de las Refor­mas”, los adep­tos del gen­er­al San­ti­a­go Mar­iño reci­bieron por Ori­ente fusiles y muni­ciones des­de Trinidad. Al mis­mo tiem­po ingle­ses ofrecían al gen­er­al José Anto­nio Páez vestir y armar has­ta 10.000 hom­bres. La nego­ciación no llegó a realizarse, pero el doc­tor José María Var­gas escribió: «Hemos recibido el 2 de este mes mil quinien­tos fusiles ingle­ses de Jamaica, de los seis mil con­trata­dos, y cada día esper­amos más…»

En 1844, tam­bién en Jamaica, se adquirieron cua­tro mil fusiles. Con estas adquisi­ciones se repusieron las armas per­di­das cuan­do el batal­lón Anzoátegui, después de rebe­larse, evac­uó a Cara­cas marchan­do hacia Valen­cia y Puer­to Cabel­lo. El suce­so, con sus deser­ciones, mar­chas y fugas al exte­ri­or, sig­nificó una con una con­sid­er­able mer­ma en el par­que de armas de la República.

Páez, arma­do has­ta los dientes

Cuan­do Páez fraguó su invasión des­de el exte­ri­or desem­bar­can­do sobre La Vela en julio de 1849, ostenta­ba gran can­ti­dad de fusiles y pertre­chos com­pra­dos en las Antil­las y trans­porta­dos has­ta las playas cori­anas en las gole­tas Laviana y Fígaro, bajo ban­dera holan­desa. Las armas eran de fab­ri­cación inglesa.

Según la Memo­ria del sec­re­tario de Guer­ra y Mari­na, en 1852, esta­ban deposi­tadas en los par­ques de la Repúbli­ca 18.860 fusiles; pero de ellos, 3.160 tenían des­per­fec­tos y 2.740 habían sido declar­a­dos inservibles.

Retra­to del gen­er­al José Anto­nio Páez en 1838-LewisAdams

Con­tra Monagas

En 1858, los ene­mi­gos de José Tadeo Mon­a­gas com­praron en Saint Thomas un arse­nal des­ti­na­do a equipar el movimien­to golpista. El dinero lo reunió Manuel Felipe Tovar y Juan B. M ijares. Cele­bró la nego­ciación Mauri­cio Berres­beitía con la fir­ma J. M. Morón y Cía. bajo la garan­tía de los bienes del gen­er­al Páez. 5.000 mil fusiles deberían intro­ducirse por Puer­to Cabel­lo y 1.000 más por Cumaná.

La memo­ria de la Sec­re­taría de Guer­ra y Mari­na infor­mará que el gob­ier­no adquir­ió ‑durante la Guer­ra Federal‑, 11 800 fusiles, de los cuales 7.372 eran de piedra y 4.500 de pistón, sola­mente en el peri­o­do abril de 1860 has­ta febrero de 1861.

En defen­sa de Barquisimeto

Las fuerzas fed­er­al­is­tas al man­do del gen­er­al Pedro Aranguren asaltaron la plaza de Bar­quisime­to el 5 de mar­zo de 1860 y la sitiaron has­ta el 10, pese a la encar­niza­da defen­sa del Dr. José Espir­i­tu­san­to Gil Gar­cía “el pelón Gil”.

El his­to­ri­ador Lisan­dro Alvara­do, escribe que Aranguren atacó Bar­quisime­to con 600 sol­da­dos bien arma­dos «todos con fusiles», mien­tras en la plaza «todo lo que de guar­ni­ción había eran 80 sol­da­dos tan valientes como su coman­dante: el Dr. José Gil».

Gen­er­al y Dr. José Espir­i­tu­san­to Gil Gar­cía, cono­ci­do como el pelón Gil

Por su parte, el his­to­ri­ador José Gil For­toul, hijo del “pelón Gil” inser­ta: «A los 800 hom­bres, más o menos, de Aranguren, se incor­po­raron unos 200 que mand­a­ba Nicolás Patiño. La guar­ni­ción de Bar­quisime­to era de unos 370 sol­da­dos, con un cuer­po de 200 vol­un­tar­ios sin fusiles (com­er­ciantes, emplea­d­os, veci­nos de la ciu­dad), a quien el pro­pio coman­dante Gil llam­a­ba los cívi­cos. Estos mostraron igual valen­tía que la tropa de línea».

Al amanecer del 10, supieron los rev­olu­cionar­ios que en aux­ilio del “pelón Gil”, venía un con­tin­gente del Gob­ier­no al man­do del gen­er­al Nicolás Brito, por lo que Aranguren y Patiño huyeron pre­cip­i­tada­mente bajo fuego del “pelón Gil”, el leg­en­dario coman­dante que ocupó car­gos de elec­ción como Diputa­do al Con­gre­so y gob­er­nador de la Provin­cia de Barquisimeto.


Fuente:
Guiller­mo Gar­cía Ponce. Las Armas en la Guer­ra Fed­er­al. Edi­to­r­i­al Can­taclaro. Cara­cas 1972.
Luis Alber­to Per­o­zo Pad­ua. Bar­quisime­to fue esce­nario san­gri­en­to de la Guer­ra Fed­er­al. www.CorreodeLara.com. Postea­do el 13 de mayo de 2022

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