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¿Quién secuestró a Richard Boulton?

Fabián Capecchi van Schermbeek
Escritor y publicista
Fabian.capecchi@gmail.com

La cadena ininterrumpida de acontecimientos que se sucedieron a partir del año 2000 cuando el chavismo llegó para imponerse hasta hoy día, sepultaron por completo este misterioso secuestro donde quedaron muchos cabos sueltos y preguntas por responder


Momen­tos después de ater­rizar en la pista de la hacien­da La Trinidad/Haras San Fran­cis­co en Tocuy­i­to, esta­do Carabobo, un grupo de hom­bres arma­dos vesti­dos con uni­formes de la Guardia Nacional le salieron al paso al pilo­to Richard Boul­ton Winck­el­mann y a su esposa, la ex miss Venezuela Mare­na Bencomo. 

En min­u­tos subieron al avión Beech King Air B90C, matrícu­la YV-465CP de Ser­viven­sa, para llevárse­lo secuestra­do hacia un des­ti­no incier­to. Despunt­a­ba el 15 de julio del año 2000.

Boul­ton es lib­er­a­do. En la fotografía de Adobe Stock, el secuestra­do cam­i­na jun­to a su esposa

Los pla­gia­r­ios accedieron a dejar en tier­ra a la esposa de Boul­ton, a peti­ción de él, pero amar­ra­da a un poste con alam­bres de púas. Habían logra­do un golpe impor­tante, pues la víc­ti­ma, pertenecía a una impor­tante famil­ia de empre­sar­ios venezolanos.

De inmedi­a­to se dio la alar­ma y los medios comen­zaron a infor­mar sobre el secue­stro. El pres­i­dente Chávez pidió cal­ma, como es lógi­co, pero des­pertó sus­pi­ca­cias la reac­ción del min­istro del inte­ri­or Luis Alfon­so Dávi­la y del can­ciller José Vicente Rangel, quienes sin siquiera haber comen­za­do la inves­ti­gación descar­taron a pri­ori la respon­s­abil­i­dad de la guer­ril­la colombiana.

Este era el cuar­to inci­dente de apropiación ilíci­ta ocur­ri­do en el año 2000, los tres ante­ri­ores en lugares cer­canos a la frontera.

Si bien se especuló que podían haber sido delin­cuen­cia común, el méto­do uti­liza­do era más pro­pio de la guer­ril­la colom­biana, pero esto ocur­rió en Carabobo, muy den­tro del inte­ri­or del país, cer­ca de la cap­i­tal del esta­do y muy lejos de la fron­tera, obvi­a­mente esto causó gran alarma.

El nue­vo enfoque políti­co del gob­ier­no de Chávez hacia la guer­ril­la colom­biana en la que el pres­i­dente sec­re­ta­mente establecía una alian­za con la guer­ril­la, pues ambos eran ide­ológi­ca­mente afines, bus­can­do afi­an­zarse como líder region­al, mien­tras que la guer­ril­la logra­ba el ansi­a­do reconocimien­to como movimien­to belig­er­ante para deshac­erse del peso que muchos Esta­dos las con­sid­er­aran como un grupo ter­ror­ista ded­i­ca­do al secue­stro y el narcotráfico.

El pres­i­dente Hugo Chávez jura­men­ta a los nuevos miem­bros de su gabi­nete ejec­u­ti­vo, entre ellos Luis Alfon­so Dávi­la y José Vicente Rangel. Foto: Alamy

Mal paga el diablo, 
a quien bien le sirve

Richard Boul­ton es nieto de Hen­ry Lord Boul­ton, quien proviene de una famil­ia de pujantes empre­sar­ios de ori­gen británi­co que des­de 1826 han tra­ba­ja­do por el país. Su abue­lo, Hen­ry Boul­ton fue fun­dador de impor­tantes empre­sas como Mavesa, Seguros la Seguri­dad, Cerámi­cas Carabobo, Inmo­bil­iaria 24, la cade­na de hote­les Hotur­ven­sa y sobreto­do las emblemáti­cas aerolíneas Aven­sa y Servivensa.

A finales del siglo pasa­do, las aerolíneas esta­ban pasan­do por graves prob­le­mas de liq­uidez, Viasa la que­braron, Aero­postal venía arras­tran­do serios prob­le­mas financieros, y en el caso de Aven­sa, la juga­da de la aper­tu­ra de una ruta hacia Europa, siem­pre ries­gosa, se con­vir­tió en un bumerán financiero que ter­minó por aplastarla.

Al igual que gran parte del empre­sari­a­do vene­zolano, Boul­ton vio con bene­plác­i­to la can­di­datu­ra de Hugo Chávez Frías, ponien­do a su dis­posi­ción para la cam­paña pre­cisa­mente aquel mis­mo avión King Air B90 en el que se acaba­ban de lle­var secuestra­do a su hijo. Pero el can­dida­to, aho­ra pres­i­dente, ape­nas llegó al poder, ignoró por com­ple­to a los empre­sar­ios, quedan­do en claro que sim­ple­mente se había servi­do de ellos, desechándolos.

Durante la cam­paña elec­toral de 1998, Seviven­sa puso a dis­posi­ción de Hugo Chávez un avión sim­i­lar que uti­lizaron en el secu­ue­stro de Boul­ton. Foto: Aviación Vene­zolana en Retr­spec­ti­vo. Grupo de Face­boock. 17 sep 1998

Nadie sabe, nadie supo

Con los días, seguían sin saber el paradero de Richard Boul­ton, los secuestradores no se habían comu­ni­ca­do con la famil­ia. El pelo­teo políti­co sigu­ió su cur­so, el gob­ier­no de Andrés Pas­trana en Colom­bia decía que no había indi­cios que el avión hubiese cruza­do la fron­tera, sin embar­go, no descarta­ba que las FARC o el ELN fue­sen los prin­ci­pales sospechosos. 

Mien­tras el pres­i­dente Chávez espec­u­la­ba que un satélite había local­iza­do el avión en Colom­bia y asoma­ba la posi­bil­i­dad que fuese el ham­pa común. 

Por supuesto, los eter­nos inocentes, el grupo guer­rillero Ejérci­to de Lib­eración Nacional, ELN y las FARC negaron ten­er nada que ver con el secuestro.

Un silen­cio atroz rodeó al caso, mien­tras los medios y la población se pre­gunt­a­ban si Richard Boul­ton esta­ba aún con vida.

A los pocos días el King Air fue local­iza­do aban­don­a­do en los llanos ori­en­tales de Colom­bia. Pero ni ras­tro de Boul­ton. Los secuestradores ape­nas se habían comu­ni­ca­do con la famil­ia. Los men­sajes eran muy con­fu­sos, unos enviaron una prue­ba de vida, mien­tras otros se con­tradecían, pero todos pedían dinero.

Guerilleros del ELN

Extraños manejos 

Al año sigu­iente, Radio Cara­col anun­ció que fueron cap­tura­dos en la ciu­dad de Bogotá, Villav­i­cen­cio y Arau­ca, en Colom­bia varias per­sonas rela­cionadas con el caso, entre ellos, un delin­cuente vene­zolano lla­ma­do Fredy Bar­ros Sotil­lo que tenía en su telé­fono el número de la famil­ia Boul­ton. El mal­he­chor sor­pre­si­va­mente ante los medios acusó al pres­i­dente Chávez de estar impli­ca­do, diciéndole:

“Al señor Coman­dante Chávez: si esta es la for­ma de pagar por la mis­ión cumpl­i­da, ofrezco mi renun­cia a la rev­olu­ción boli­var­i­ana”.

Tam­bién fue cap­tura­da una mujer, María Cristi­na Muril­lo quien se reunió en secre­to por orden de Fredy Bar­ros con el her­mano de Richard Boul­ton en Venezuela. 

Se logró estable­cer que los respon­s­ables del secue­stro no sólo fueron inter­me­di­ar­ios en una nego­ciación, sino que se reunieron con la famil­ia del ciu­dadano vene­zolano, poco antes de que se inter­rumpier­an las negociaciones.

El jefe del DAS, la policía políti­ca colom­biana coro­nel Gus­ta­vo Jaramil­lo, ase­guró que se pro­du­jo el pago del rescate por la lib­eración de Boul­ton a manos de un grupo para­mil­i­tar que opera en los depar­ta­men­tos del Meta y Casanare. Pero, no devolvieron a Boul­ton, avi­van­do las sospe­chas que el secuestra­do había fallecido.

Está vivo, pero hay que pagar

En mayo del 2002, cuan­do se pens­a­ba ya que el secuestra­do esta­ba muer­to, los Boul­ton reciben una lla­ma­da donde pedían hablar con Hen­ry Lord Boul­ton, le dijeron que Richard esta­ba vivo y que pron­to recibirían una prue­ba de vida, como ocur­rió días después al recibir una foto del secuestra­do con un per­iódi­co con fecha del 27 de mayo.

Las nego­cia­ciones con­tin­uaron, exigién­dole una cuan­tiosa suma a la famil­ia Boul­ton. Mien­tras hacién­dose pasar por el Sr. Boul­ton, el coro­nel Hugo Car­va­jal (el Pol­lo Car­va­jal), jefe de la División de Inteligen­cia Mil­i­tar del Ejérci­to, entregó los ras­tre­os tele­fóni­cos y la iden­ti­dad de un may­or a las autori­dades colom­bianas para que lo investigaran.

La per­sona que llamó resultó ser el may­or N. Restre­po, un ofi­cial acti­vo del Ejérci­to Nacional de Colom­bia, adscrito al Coman­do Especí­fi­co de Ori­ente, con sede en Puer­to Car­reño en el depar­ta­men­to del Vicha­da. En junio, Richard Boul­ton apare­ció en un video pidi­en­do ser rescatado.

Car­los Cas­taño, líder de las Autode­fen­sas Unidas de Colom­bia. Foto: El Tiempo

El peloteo

Con­tin­uaron las nego­cia­ciones sec­re­tas para lib­er­ar al empre­sario, al tiem­po que le seguían la pista al may­or Restre­po. Cuan­do sor­pre­si­va­mente surgió la ver­sión que Richard Boul­ton había cam­bi­a­do de manos, y esta vez esta­ba en pos­esión de las Autode­fen­sas Unidas de Colom­bia (AUC), un grupo para­mil­i­tar que com­bat­ía a las guer­ril­las, dirigi­do por Car­los Castaño.

El exlíder mil­i­tar y políti­co de las AUC, Car­los Cas­taño, envió una car­ta dirigi­da al pres­i­dente Andrés Pas­trana denun­cian­do que Richard Boul­ton si esta­ba en poder de las AUC, pero sin su autor­ización, pues esta­ba retenido por un grupo disidente al man­do de René Acos­ta, “Coman­dante 101”, quien se comu­nicó con la famil­ia Boul­ton y le exigió una suma cuantiosa. 

Tam­bién afir­mó que en el secue­stro de Boul­ton par­tic­i­paron ofi­ciales de la policía colom­biana y de las Fuerzas Armadas de Venezuela. Debido a esa acción uni­lat­er­al surgió una dis­pu­ta entre los dos jefes paramilitares.

Complicidad y manejos turbios

El DAS con­fron­tó al may­or Restre­po, quien dijo que Boul­ton fue secuestra­do el 15 de julio de 2000 en Venezuela por un grupo de delin­cuentes locales en com­pli­ci­dad con la Guardia Nacional de ese país.

Luego se supo que el empre­sario fue ven­di­do a las Fuerzas Armadas Rev­olu­cionar­ias de Colom­bia (FARC), que plane­a­ban cobrar un mil­lonario rescate. Acos­ta dijo que los para­mil­itares aprovecharon un tiro­teo que se reg­istró después que los secuestradores ater­rizaron en un ter­ri­to­rio colom­biano dom­i­na­do por las FARC para apoder­arse de Boul­ton. “Cuan­do recu­per­amos a Boul­ton, se encon­tra­ba ven­da­do, ata­do de manos y postra­do en una cama”, afir­mó el jefe paramilitar.

Admi­tió que había obtenido infor­ma­ción sobre Boul­ton, y que, al lla­mar a la famil­ia Boul­ton, su úni­co obje­ti­vo era el de con­tribuir a la lib­eración del empre­sario. Sin embar­go, no aclaró por qué pidió 1.5 mil­lones de dólares, o por qué no lo denun­ció a la policía. Al poco tiem­po desa­pare­ció y no pudo volver a ser contactado.

Las autori­dades colom­bianas acud­ieron a la ofic­i­na de la Pres­i­den­cia de la Repúbli­ca para solic­i­tar apoyo y los buenos ofi­cios del coman­dante de las Fuerzas Mil­itares de Colom­bia, gen­er­al Fer­nan­do Tapias, para que facil­i­tara la ubi­cación de Restrepo.


Richard Boul­ton tras su lib­eración el 14 de julio de 2002, luego de dos años de cautiverio

Lo paradóji­co del caso es que el direc­tor de inteligen­cia mil­i­tar vene­zolano, Hugo Car­va­jal, quien iden­ti­ficó a uno de los uni­for­ma­dos impli­ca­dos a Restre­po nun­ca explicó por qué hom­bres adscritos a su ofic­i­na reci­bieron 460 mil dólares de la famil­ia Boul­ton y por qué se los entre­garon a los secuestradores para lograr la lib­eración del empre­sario sin garantías. 

Ese pago lo hicieron a espal­das de las autori­dades de Colom­bia con quien tenían el com­pro­miso de lle­var la inves­ti­gación de man­era conjunta.

Según el líder para­mil­i­tar, el pres­i­dente Chávez y su jefe de inteligen­cia mil­i­tar Hugo Car­va­jal, que nego­cia­ron la lib­eración de Boul­ton, nun­ca expli­caron “a quién le entre­garon el dinero que pagó la familia”.

La liberación

Acos­ta dijo que las Autode­fen­sas del Llano man­tu­vieron en secre­to que ellos tenían en su poder a Boul­ton, hacien­do creer que esta­ba en manos de las FARC, den­tro de una estrate­gia des­ti­na­da a “luchar con­tra el ene­mi­go sin dis­parar un tiro y enfrentar a Chávez con la guerrilla”.

Car­los Cas­taño, tras la dis­pu­ta con el Coman­dante 101 acusó públi­ca­mente a René Acos­ta en julio de 2002, de reten­er con­tra su vol­un­tad al empre­sario venezolano.

Richard Boul­ton en una entre­vista el 22 de mayo de 2022

Tras el enfrentamien­to que surgió con Cas­taño, Acos­ta se defendió argu­men­tan­do que tenía un fin políti­co. Lo que se hizo fue una estrate­gia políti­ca y sicológ­i­ca para obsta­c­ulizar los nex­os entre el pres­i­dente Chávez y la guer­ril­la, explicó en su momento.

Richard Boul­ton, fue lib­er­a­do el día 14 de julio de 2002, y entre­ga­do a una mis­ión human­i­taria del Comité Inter­na­cional de la Cruz Roja (CIRC) en el depar­ta­men­to del Meta, en el este de Colom­bia. El empre­sario per­maneció dos años cau­ti­vo primero de las FARC, y luego de las Autode­fen­sas Unidas de Colom­bia (AUC).

CorreodeLara

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