CrónicasSemblanzas

Ramón Orellana, el admirable periodista con sentido de justicia

Jorge Ramos Guerra
Historiador y escritor
ardive@gmail.com

Carlos Guerra Brandt
Cronista de la fotografía
IG @kikewar

A Juan Páez Ávila,
for­mador de gen­era­ciones de periodistas

Ramón Orel­lana

Naci­do en El Tocuyo en 1911, se ini­cia­ría en el ramo de la tipografía de los her­manos Alcides y Edilio Loza­da, por cuya influ­en­cia adquiriría una cul­tura gen­er­al, que le daría ideas políti­cas para la lucha social, comen­za­do a escribir en el diario El Tocuyo has­ta insta­larse en Bar­quisime­to como tipó­grafo, en la imprenta del far­ma­ceu­ta Miguel Anto­nio Romero, con el  que coin­cidiría en sus luchas con­tra la dic­tadu­ra y en cuyo per­iódi­co escribiría el artic­u­lo La lle­ga­da del jefe civ­il de un gran con­tenido políti­co-social, con­sid­er­a­do por su sen­ti­do satíri­co, insul­tante para el gob­ier­no, que lo lle­varía a la tene­brosa cár­cel de Las Tres Torres.

A par­tir de entonces el nom­bre de Ramón Orel­lana, no solo estará entre los peli­grosos sino de los admi­ra­dos ciu­dadanos por la lib­er­tad y jus­ti­cia se expo­nen a diario, ganán­dose el respeto de los más jóvenes y admiración de los adul­tos. Desa­pare­ci­do el dic­ta­dor muchos de sus com­pañeros de lucha, serán persegui­dos y habrá siem­pre tra­bas para su activi­dad políti­ca y peri­odís­ti­ca. En ese sen­ti­do, fun­da el gremio Sociedad de Artesanos. 

Lame­da Acos­ta da un tes­ti­mo­nio poco cono­ci­do que debe ser refres­ca­do cuan­do se pre­sen­tan cri­sis de valores:

«Ramón Orel­lana, es jus­to decir, ‑aunque fuera un encar­niza­do e irrec­on­cil­i­able adver­sario nue­stro– que cumplió su mis­ión con desin­terés, con­stan­cia y firmeza. Muchas veces se excedió en el ejer­ci­cio de la críti­ca y de su propia defen­sa, traspasan­do en no pocas cir­cun­stan­cias los límites legales y las nor­mas estable­ci­das, has­ta lle­gar a la ofen­sa el odio y el agravio vio­len­tos, sin que él lo tuviera jus­ti­fi­cación algu­na, a no ser la efer­ves­cen­cia políti­ca de la época. Pero no hizo del peri­odis­mo un nego­cio, ni para enrique­cerse, ni para coac­cionar, ni para con­ver­tirse en un chan­ta­jista, como ha sido suce­di­do como otros pre­sun­tos defen­sores del pueblo, de la democ­ra­cia de la pul­cri­tud moral y la decen­cia políti­ca que luego vemos rela­jarse, ser peo­res que nadie y dar la espal­da a los com­pro­misos, consignas de antes y a los mis­mos pre­cep­tos que difundían hundién­dose en la cor­rup­ción y la más des­pre­cia­ble y blan­da incon­se­cuen­cia…. Fue ejem­p­lo de desin­terés que no puede negase».

 

A juicio del cro­nista Car­los Guer­ra Brandt, el solo nom­bre de Ramón Orel­lana, era sinón­i­mo de respeto y ‑porque no- de rebeldía. Tuvo la ini­cia­ti­va de fun­dar dos sem­a­narios: El Com­pone­dor, ya men­ciona­do, y El Pop­u­lar, en donde desnud­a­ba la desidia guber­na­men­tal hacia los sec­tores más pop­u­lares de aquel Bar­quisime­to rural.

Ramón Orel­lana, y Este­ban Tor­res estu­vieron frente a “El Com­pone­dor” toda una resisten­cia, que en tiem­pos de la dic­tadu­ra de Mar­cos Pérez Jiménez sería destroza­da según describe un tes­ti­go: «fueron incau­ta­dos por la Seguri­dad Nacional incau­tan­do los equipos de su tipografía “Pio Tamayo” que serían lan­za­dos al Matadero Munic­i­pal donde fueron tirados.

Allí quedó silen­ci­a­do defin­i­ti­va­mente el rev­olu­cionario “Com­pone­dor” con la mira­da triste y los ojos llorosos de Mén­dez. Corre avis­ar­le a la seño­ra Mer­cedes la suerte de la tipografía y pre­cisa­mente cuan­do esta­ba lle­ga­do al hog­ar de los Orel­lana Linares, el 21 de julio de 1952. Tenía 41 años, obser­va el coche fúne­bre que trae el cadáver de Ramón que había perecido.

El Com­pone­dor primera plana. Sep­tiem­bre de 1945. Foto: Colec­ción Car­los Guer­ra Brandt

La prece­dente sem­blan­za y el sigu­iente sone­to al peri­odista Ramón Orel­lana, debiera de ser anal­iza­do en las Escue­las de Comu­ni­cación Social: 

Pren­sa del pueblo al pueblo electrifica/ pren­sa del pueblo al pueblo lo renueva/ pren­sa del pueblo saca de la cueva/ a peri­odis­tas y los dignifica/ Pren­sa del pueblo pren­sa /picapica/ pren­sa del pueblo sobre mar de leva/ pren­sa del pueblo a su sitia lo eleva/ la pla­ta nada en el pregón a nica/ Pren­sa Ramón Taba­co en la vejiga/ de Guáramo Ramón sin medias tintas/ Peri­odis­mo Ramón de pocas migas/ Tiem­pos dis­tin­tos, mís­ti­cas distintas/ el suel­do cár­cel, lágri­mas la tinta/ la muerte artera, de pasión la espiga.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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