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Ramona Pérez en los viejos sentimientos de los Sones de Negro

José Luis Sotillo J.
Cronista Parroquial de Agua Viva
aguavivajose@hotmail.com
twitter: @aguavivajose

Defini­ti­va­mente que en las venas abier­tas de la memo­ria del pueblo agua­viveño, siem­pre se ha expre­sa­do de la trascen­den­cia y el buen nom­bre de Ramona Pérez, un per­son­aje de vie­jas evo­ca­ciones, quizás por ser por­ta­do­ra de un amplio con­jun­to de saberes tradi­cionales que mar­caron el rico tamu­nangue iden­ti­fica­ti­vo de esta zona.

Enraiza­da en la fe pro­fun­da y en el con­move­dor corazón de quienes arrastra­dos por la heren­cia de sus ante­cesores, vivieron la eta­pa dora­da de aquel Agua Viva, movi­dos por la cos­tum­bre por San Anto­nio y sus sones de negro, par­tic­u­lar ele­men­to que bor­daron la cul­tura de este pueblo.

Un recor­ri­do del Tamu­nangue de Agua Viva para 1965. Foto: colec­ción cro­nista de Agua Viva

De allí que, entre los lugareños y paisanos, surge su buen nom­bre; quien sien­do cuer­po medu­lar de recuer­dos eje­cu­ta­dos y rem­i­nis­cen­cias que en algún instante de su tran­si­tar por este espa­cio ter­re­nal vivi­do, siem­pre demostró sus dotes apa­sion­a­dos por su inque­brantable respon­s­abil­i­dad como la cap­i­tana eter­na de un cuer­po de baile típi­co de nues­tra localidad.

Doña Ramona Pérez mucho antes de par­tir del plano terrenal

Iden­ti­ficán­dola en sus debidos años como la cap­i­tana del cuer­po femeni­no de bailes de negro, com­par­tido jun­to a sobra­dos indi­vid­u­os de la tal­la de Miguel Tor­re­al­ba, Car­los Espinoza, Juanci­to Rodríguez, el recor­da­do Pío Rodríguez, Anto­nio Álvarez, Igna­cio Camac­aro, Juan Dáma­so Rodríguez, Gil Camac­aro, José Cor­ne­lio Valera, Eustaquio Gómez, y otros tantos.

Según la apre­ciación de sus más cer­canos famil­iares, dicho cuer­po de baile tam­bién lo con­forma­ban para aquel entonces: la seño­ra Pas­to­ra López, Car­men Daniela Cas­tañe­da, Petra Arrieche, su her­mana Isabel Pérez. Asimis­mo su her­mano Saba Ramón Pérez y su respeta­do padre Juan San­tana Orel­lana; sin descar­tar la gra­cia del pop­u­lar Félix Yépez y la recono­ci­da Maryita.

Ramona Pérez nació en el entonces Dis­tri­to Morán, el 12 de mar­zo de 1938. Hábil bailado­ra des­de sus inicios

Ori­un­da de la lejana tier­ra moran­d­i­na, se dejarían seducir en 1946 por las fecun­das tier­ras del Valle del río Claro, en la veci­na Agua Viva. Pues ya estable­ci­do cer­ca de la hacien­da del mis­mo nom­bre, y muy dis­tan­ci­a­do de su lar nati­vo, donde tomarían la sabía decisión de mar­charse, pre­sun­ta­mente, por los aparentes atro­pel­los que ejer­cían los déspotas hacen­da­dos, quienes pre­tendían pagar mon­e­tari­a­mente con mis­e­ria a todos aque­l­los que por las mar­cadas difer­en­cias de con­cep­ción políti­ca los dis­tan­cia­ban de ellos y, de este modo, ejer­cían pre­sión y mal­tra­to a sus empleados.

Doña Ramona Pérez, cap­i­tana del cuer­po de negros

Una vez estable­ci­dos en estas lat­i­tudes, tan­to Juan San­tana Orel­lana como su cónyuge María Amalia Pérez, se pro­pon­drían a eri­gir un ran­cho con las latas de dinero que traían de sus ori­un­das tier­ras, y de esta man­era garan­ti­zar a sus seis hijos un mejor lugar donde desenvolverse.

Serían garantes en la con­ser­vación de sus nor­males man­i­festa­ciones asim­i­ladas en el lega­do de un hábito enseña­do de gen­eración en gen­eración, como lo era su pasión por el Tamu­nangue o los sones de negro.

Por esta razón doña Ramona Pérez pre­servó la cepa no solo de la diver­si­dad del tamu­nangue agua­viveño, pues fue parte del atrib­u­to de su propia his­to­ria de vida, para quien lle­ga­da del caserío Ospinal muy cer­ca de El Tocuyo, for­mó parte del com­por­tamien­to y con­vic­ción de una devo­ción car­ga­da de pasiones.

La desa­pare­ci­da Cruz de Agua Viva ubi­ca­da diag­o­nal al viejo camino a Tere­paima, cer­ca de la entra­da al viejo caserío. Foto colec­ción José Luis Sotillo

Naci­da el 12 de mar­zo de 1938, se dis­tin­guió des­de muy joven como bailado­ra de negro, sin pre­cis­ar la exac­ti­tud de cuan­do las huel­las de sus movimien­tos se engan­charon por este baile; según decían unos a los 6 años, otros a sus 14; lo cier­to es, que nun­ca dejó la estela que le con­fir­ió el sagra­do lap­so u opor­tuno don de cap­i­tana de cuer­po de baile, esta­tus que con­servó has­ta que años después lo dejó, por acep­tar su respeto en el cris­tian­is­mo, jus­to en su últi­ma eta­pa adul­ta de vida.

Con­vivió en su humilde casa de habitación en el sec­tor El Pedre­gal-Agua Viva, a un costa­do de la que­bra­da El Tomo, jun­to a algunos arbus­tos de flor de ángel y per­sis­ten­te­mente con la cor­dial­i­dad que le definió.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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