Crónicas

¿Simón Bolívar detective? El Caso Monteagudo

Efraín Jorge Acevedo
Historiador y escritor
efrainjorge@yahoo.es

La vida de Simón Bolí­var tiene episo­dios dig­nos de una nov­ela negra, y el más tru­cu­len­to fue el del asesina­to de Bernar­do de Mon­teagu­do, en el que inclu­so Bolí­var actuó como un “detec­tive”.

Mon­teagu­do fue un diri­gente patri­o­ta o inde­pen­den­tista argenti­no, naci­do en Tucumán, y era mes­ti­zo, pues en su famil­ia había san­gre mez­cla­da españo­la, indí­ge­na y negra. Él par­ticipó en los pro­ce­sos inde­pen­den­tis­tas de Argenti­na, Chile y Perú. 

 

 

 


Bernar­do de Monteagudo

 

 

 

 

 

 

 

En Perú, Mon­teagu­do fue primero min­istro de Guer­ra y Mari­na (agos­to de 1821-octubre de 1821), y después min­istro de Gob­ier­no y Rela­ciones Exte­ri­ores (octubre de 1821-julio de 1822) en el gob­ier­no de José de San Martín, cuan­do San Martín fue Pro­tec­tor del Perú (jefe del Esta­do), e inclu­so ejer­cía en la prác­ti­ca como jefe del Gob­ier­no porque San Martín se con­cen­tra­ba en las cam­pañas militares.

Cuan­do Simón Bolí­var se con­vir­tió en Dic­ta­dor del Perú en 1824, Mon­teagu­do se con­vir­tió en uno de sus prin­ci­pales asesores, ejer­cien­do mucho poder en el rég­i­men boli­var­i­ano en el Perú.

Mon­teagu­do era muy odi­a­do porque en su paso por el gob­ier­no fue respon­s­able de con­fis­car los bienes y dester­rar a miles de españoles, impon­er medi­das despóti­cas y durante la eta­pa de San Martín pro­mover la idea de impon­er la Monar­quía Con­sti­tu­cional como sis­tema de gob­ier­no, así que tenía muchos ene­mi­gos tan­to real­is­tas como republicanos.

El 28 de enero de 1825, entre las 7:30 y las 8 de la noche, Mon­teagu­do cam­ina­ba por la Pla­zo­le­ta de la Micheo, en el extremo norte de la entonces calle Belén, una de las prin­ci­pales calles de Lima en aquel tiem­po. Iba rum­bo a la casa de su amante, Jua­na Salguero, cuan­do de pron­to fue asalta­do y apuñal­a­do has­ta la muerte; su cuer­po fue encon­tra­do boca aba­jo, con las manos afer­radas a un enorme puñal que tenía clava­do en el pecho.

El cuer­po de Mon­teagu­do per­maneció en el lugar del hecho, como una hora, sin que nadie se atre­viera a acer­carse, has­ta que los curas de un con­ven­to cer­cano lo lev­an­taron y lo colo­caron en una de las cel­das. La mis­ma noche del crimen, Bolí­var fue per­sonal­mente al con­ven­to donde tenían el cuer­po de su ínti­mo asesor y exclamó: «¡Mon­teagu­do! ¡Mon­teagu­do! Serás vengado». 

 

Dibu­jo que rep­re­sen­ta el asesina­to de Monteagudo

Dos hom­bres fueron detenidos y con­fe­saron ser los autores mate­ri­ales del crimen: Can­de­lario Espinosa y Ramón Mor­eira, ambos fueron recono­ci­dos por var­ios tes­ti­gos, con­fe­saron su cul­pa y dieron detalles de los hechos. Can­de­lario Espinosa tenía 19 años, había sido sol­da­do del Ejérci­to real­ista y luego del tri­un­fo inde­pen­den­tista se había ded­i­ca­do al ofi­cio de aser­rador. Ramón Mor­eira era escla­vo y cocinero de Fran­cis­co Mor­eira y Matute, uno de los fun­dadores de la Sociedad Patrióti­ca de Lima, jun­to a Monteagudo. 

Can­de­lario Espinosa dijo ini­cial­mente que había sido un robo, pero eso se descartó porque a la víc­ti­ma no le robaron su prende­dor de oro y dia­mantes, su reloj de oro y el dinero que llev­a­ba. Tor­tu­ra­do por la policía, con­fesó que le encar­garon el crimen y que los autores int­elec­tuales fueron Fran­cis­co Mor­eira y Matute, el propi­etario del escla­vo que era el otro autor mate­r­i­al, y miem­bro de la Liga Patrióti­ca de Lima, una orga­ni­zación inde­pen­den­tista lid­er­a­da por Mon­teagu­do; tam­bién José Fran­cis­co Col­menares que era uno de los miem­bros de la Logia sec­re­ta repub­li­cana, lid­er­a­da por Sánchez Car­rión, que había cau­sa­do el der­ro­camien­to de Mon­teagu­do en 1822 (en el final de la eta­pa de San Martín) y José Pérez, un guayaquileño, portero del Cabil­do y panadero.

Simón Bolí­var, el Libertador

Las prue­bas del juicio, sin embar­go, pro­baron que Mor­eira, Col­menares y Pérez no habían esta­do involu­cra­dos en el asesina­to y fueron final­mente absuel­tos. For­mal­mente, entonces, la sen­ten­cia no con­de­na ni iden­ti­fi­ca a ningún autor int­elec­tu­al del asesinato.

Los autores mate­ri­ales si fueron hal­la­dos cul­pa­bles en el juicio y con­de­na­dos a la pena de muerte. Pero entonces ocurre el hecho insól­i­to de que Bolí­var, sien­do jefe del Esta­do del Perú (con títu­lo de Dic­ta­dor), se reúne en la cár­cel con el asesino Can­de­lario Espinosa, que había ofre­ci­do con­tar la ver­dad sola­mente a Bolí­var, a solas, y a cam­bio de sal­var su vida, sí le con­muta­ba la pena de muerte por cárcel.

La reunión tuvo lugar el 23 de abril de 1825, y como si fuera un detec­tive que se apres­ta a inter­rog­ar a un crim­i­nal, el Lib­er­ta­dor acud­ió a la cár­cel; Bolí­var nun­ca con­tó ofi­cial­mente lo que se dijo en esa entre­vista, pero efec­ti­va­mente con­mutó las penas, usan­do su pre­rrog­a­ti­va para indul­tar, como jefe del Esta­do (la úni­ca vez que lo usó en Perú) y la pena de Espinosa quedó en 10 años de cár­cel y la de Mor­eira en 6 años. Pero además después Bolí­var dis­pu­so que fuer­an envi­a­dos a pri­siones en la Gran Colom­bia, sacán­do­los de Perú.

José Fausti­no Sánchez Car­rión, que era min­istro de Gob­ier­no y Rela­ciones Exte­ri­ores del gob­ier­no peru­ano de Bolí­var en el momen­to del asesina­to y era ene­mi­go a muerte de Mon­teagu­do, murió el 2 de junio de 1825, poco más de un mes después de la reunión de Bolí­var con el pre­sidiario; por eso se espec­u­la que el asesino le dijo a Bolí­var que el autor int­elec­tu­al del crimen fue Sánchez Car­rión y Bolí­var lo mandó a enve­ne­nar en venganza.

José Fausti­no Sánchez Car­rión, Min­istro en el gob­ier­no de Bolí­var y pre­sun­to autor int­elec­tu­al del crimen

Esta teoría se basa en lo con­ta­do pos­te­ri­or­mente por el gen­er­al Tomás Cipri­ano de Mos­quera, en ese entonces Jefe del Esta­do May­or de Bolí­var (y futuro Pres­i­dente de Colom­bia) quien con­tó que el sicario le con­fesó a Bolí­var que Sánchez Car­rión le había paga­do 50 doblones de cua­tro pesos en oro por el encar­go crim­i­nal; después de eso Bolí­var habría puesto en mar­cha la operación para liq­uidar a Sánchez Car­rión, e inclu­so después Bolí­var habría man­da­do a asesinar al enve­ne­nador para bor­rar las huel­las. Pero no exis­ten prue­bas con­cluyentes que demuestren esta teoría. 

Antes de reunirse con el asesino, Bolí­var había dicho en una car­ta a Fran­cis­co de Paula San­tander que sospech­a­ba de los real­is­tas y has­ta de las poten­cias euro­peas de la San­ta Alianza.

Sin embar­go, en 1833 (pocos años después de la muerte de Bolí­var), San Martín escribió una car­ta a Mar­i­ano Ale­jo Álvarez (un políti­co y abo­ga­do peru­ano) en la que rela­ta que se esforzó en pre­gun­tar­le a muchas per­son­al­i­dades sobre la ver­dad del crimen, y le con­taron difer­entes ver­siones sobre la autoría int­elec­tu­al, incluyen­do la de que fue Sánchez Car­rión, la de los españoles, la de que fue un coro­nel celoso de su mujer… y la de que fue el pro­pio Bolívar. 

Evi­den­te­mente San Martín no hubiera men­ciona­do estas teorías sí las hubiera con­sid­er­a­do muy desca­bel­ladas o absur­das. Has­ta el día de hoy se mantiene el mis­te­rio y la polémica. 

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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