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Valencia 1818: Epidemia, niños y vacunas

Luis Heraclio Medina Canelón

Abo­ga­do — Historiador

Una investigación histórica inédita sobre la epidemia de viruela en Venezuela en 1818 y el papel de los niños en la vacunación. 

El estu­dio tradi­cional de nues­tra his­to­ria de los primeros años del siglo XIX se ha reduci­do a los hechos de la guer­ra. Nos han mostra­do la his­to­ria como si la gente que vivió en Venezuela sólo se hubiera ded­i­ca­do a hac­er la guer­ra, sin pre­ocu­parse por su vida social y famil­iar, por su ali­mentación, por su cul­tura o por su salud.; Creemos que lo que vamos a relatar no ha sido trata­do ante­ri­or­mente por los estu­diosos de nue­stro pasado.

Entre las actas archivadas en el Ayun­tamien­to de Valen­cia, figu­ra un doc­u­men­to que lla­mará la aten­ción del inves­ti­gador o lec­tor despre­venido. Se tra­ta de una relación de gas­tos y pagos del año de 1818, en ple­na guer­ra de inde­pen­den­cia que dice textualmente:

“nuebe pesos que se invirtieron en la con­duc­ción de los Niños que fueron remi­ti­dos de orden del señor Teniente de Jus­ti­cia May­or Doc­tor Don Josef Anto­nio Felipe Borges a Puer­to Cabel­lo a con­ducir la semi­l­la de la Vac­u­na, y un Libro que se for­mó para lle­var las apunta­ciones de que se vac­u­naron en esta Ciu­dad, y con­s­ta de com­pro­bantes que pre­sen­to…” (Actas del Ayun­tamien­to de Valen­cia, Tomo 39 años 1818 a 1820)

¿Pero cómo es eso de niños con­ducien­do vac­u­nas en el siglo XIX?

Ten­emos que via­jar en el tiem­po doscien­tos años atrás para enten­der­lo. Las epi­demias de viru­ela caus­a­ban miles de muer­tos, y deja­ban lisi­a­dos a muchos otros. Eran algo ter­ri­ble. Esa era una época cuan­do no había nev­eras, ni con­ge­ladores. Todavía no existían los fár­ma­cos paten­ta­dos, ni las vac­u­nas ni antibióti­cos indus­tri­al­iza­dos. Pero ya se conocía el prin­ci­pio de la vacunación.

A fines del siglo XVIII el médi­co británi­co Edward Jen­ner había des­cu­bier­to que inoc­u­lan­do en per­sonas sanas partícu­las de las pús­tu­las de vacas infes­tadas con viru­ela vac­u­na logra­ba la inmu­nidad ante la viru­ela humana de sus pacientes. Ráp­i­da­mente su des­cubrim­ien­to se extendió por todo el mundo.

Las primeras vac­u­nas en la his­to­ria de Venezuela lle­garon el año de 1804, tiem­pos del reina­do de Car­los IV en el tran­scur­so de la lla­ma­da “Real Expe­di­ción Filantrópi­ca de la Vac­u­na” a bor­do de la cor­be­ta “María Pita”, donde via­ja­ban los médi­cos Fran­cis­co Javier de Balmis, José Sal­vany y la enfer­mera Isabel Zen­dal, su pequeño hijo y 22 niños huér­fanos que sien­do suce­si­va­mente vac­u­na­dos porta­ban el ger­men, pero con su car­ga pató­ge­na aten­u­a­da. A fal­ta de refrig­eración para man­ten­er la cade­na del frío y con­ser­var los gérmenes la úni­ca man­era de ten­er una cade­na de trans­misión era crear una cade­na viva y eso fue el papel de los pequeños recién vac­u­na­dos. Cada niño era un reser­vo­rio de vac­u­nas vivo y ambulante.

Vac­u­nación en el siglo XIX Ima­gen ref­er­en­cial (Cred­i­to: Well­come Library, Lon­don. Well­come Images)

Hoy posi­ble­mente nos resulte rara o antipáti­ca esta man­era de trasladar las vac­u­nas, pero eran otros tiem­pos y otras men­tal­i­dades. Era la úni­ca man­era de traer la vac­u­na a Améri­ca donde la viru­ela caus­a­ba tan­tos estra­gos y tam­bién una man­era de que los niños o sus famil­ias obtu­vier­an un futuro mejor. De hecho, los niños no regre­saron a España y desar­rol­laron sus vidas en América.

La expe­di­ción, que es con­sid­er­a­da la primera mis­ión san­i­taria inter­na­cional llegó a Venezuela luego de hac­er escala en Puer­to Rico.

El primer puer­to en tocar en tier­ra firme fue nue­stro Puer­to Cabel­lo donde fueron muy bien recibidos. Según sostiene el Eumenes Fuguet Bor­re­gales, miem­bro de la Acad­e­mia de His­to­ria del Esta­do Carabobo, el primer vene­zolano en ser vac­u­na­do en la his­to­ria fue el niño porteño Luis Blan­co, de ape­nas dos años, miem­bro de una dis­tin­gui­da famil­ia de criol­los. Este mucha­cho con el tiem­po estudió leyes y llegó a ser pro­fe­sor en la Uni­ver­si­dad de Cara­cas y juez en las ciu­dades de Valen­cia, Ocumare y Cara­cas, con una car­reta hon­or­able y distinguida.

En toda la provin­cia la expe­di­ción fue recibi­da con entu­si­as­mo por las autori­dades, que colab­o­raron con la vac­u­nación de la asom­brosa suma de doce mil per­sonas en un mes, una can­ti­dad extra­or­di­nar­ia para la época.

Aparte de vac­u­nar a la población, la expe­di­ción tam­bién ayudó a las autori­dades a for­mar Jun­tas de Vac­u­nación, para pre­venir la viruela.

En Venezuela la expe­di­ción se dividió en dos: Balmy se embar­caría nue­va­mente y recor­rería Méx­i­co, Améri­ca Cen­tral y pasaría al Pací­fi­co para lle­gar has­ta Fil­ip­inas con su mis­ión human­i­taria. Por su lado Sal­vany se internó en Sur Améri­ca, tier­ra aden­tro, para lle­var su vac­u­na a los con­fines del con­ti­nente. Iróni­ca­mente, este bien­hechor de la humanidad murió muy joven, a los 34 años, en Bolivia, víc­ti­ma de diver­sas enfer­medades trop­i­cales como palud­is­mo y tam­bién de tuberculosis.

Pero la vac­u­nación no era oblig­a­to­ria; con el paso de los años y con la lle­ga­da de la guer­ra con todas sus mis­e­rias y desas­tres vinieron nuevos brotes de viru­ela. La destruc­ción de la estruc­tura de la sociedad colo­nial se llevó tam­bién las orga­ni­za­ciones de salud. No había un solo gob­ier­no. Por tem­po­radas medio gob­ern­a­ban los repub­li­canos y por otro tiem­po eran desa­lo­ja­dos por las fuerzas real­is­tas que monta­ban sus nuevas autori­dades y así alter­na­ti­va­mente. Se extin­guieron las jun­tas de vac­u­nación que habían crea­do a instan­cias de Balmy y Sal­vany y regresó la epi­demia, que se hizo espe­cial­mente grave en 1818.

Como es cos­tum­bre en políti­ca un ban­do acusa al otro de la trage­dia y vicev­er­sa. En ese sen­ti­do podemos ver lo que decía el Correo Del Orinoco en mar­zo de 1819:

“Si Venezuela hubiese sido inde­pen­di­ente y libre des­de 1797 en que forma­ba el proyec­to de su eman­ci­pación y lib­er­tad, ella habría goza­do menos tarde del ben­efi­cio de la vacuna…pero Guayana exper­i­men­tó tam­bién la pri­vación del flu­i­do antivi­ro­len­to por la neg­li­gen­cia o mali­cia de los ene­mi­gos de la felicidad”

La epi­demia había ini­ci­a­do por Guayana en 1818 y de allí se había exten­di­do por todo el país. Se había trata­do de vac­u­nar con vac­u­nas traí­das en vidrio, pero no fun­cionaron. Se volvió al méto­do de Balmy y Sal­vany y sólo así se logró inmu­nizar. Así lo rela­ta el Correo del Orinoco con la ortografía original:

“De aquí pro­cedió la mor­tan­dad exper­i­men­ta­da en Las Misiones y fuera de ellas el año pasa­do: de aquí la propa­gación de la viru­ela y los conatos del gob­ier­no patrióti­co para hac­er venir de las colo­nias extrangeras el medio de la Vac­u­nación. Dos veces había venido de Trinidad en redondil­los de cristal, y no habían sur­tido el efec­to dezea­do estas dili­gen­cias filantrópi­cas, has­ta que llegó de otra isla extrangera propa­ga­do de cuer­po a cuer­po. Se han prac­ti­ca­do tres vac­u­na­ciones en sus respec­tivos perío­dos, y cuan­do más lo exigía el pro­gre­so de la viru­ela, 377 es la suma de todos los vac­u­na­dos” (Correo del Orinoco, Nro. 24, año II, 27 de Mar­zo de 1819)

Pero de acuer­do a lo que hemos encon­tra­do en los archivos valen­cianos, tam­bién las autori­dades real­is­tas esta­ban luchan­do con­tra la epi­demia. Valen­cia y Puer­to Cabel­lo, así como prác­ti­ca­mente toda la región cen­tral del país esta­ba en manos del gen­er­al Pablo Moril­lo y el ejérci­to real­ista. Se evi­den­cia de las actas archivadas en nue­stro ayun­tamien­to que se hizo el pro­ce­so de vac­u­nación con orden lleván­dose un libro con los respec­tivos asien­tos y luego el teniente de jus­ti­cia may­or, don Josef Anto­nio Felipe Borges dispone el trasla­do de un grupo de niños valen­cianos has­ta Puer­to Cabel­lo para lle­var el ger­men aten­u­a­do que sería dis­tribui­do a otros lugares donde caus­a­ba estra­gos la epidemia.

¿Pero quienes eran esos niños?

No hemos con­segui­do may­or infor­ma­ción sobre sus iden­ti­dades, pero con­sideran­do que sus pre­de­ce­sores de 1804 eran niños huér­fanos y que sería muy difí­cil que unos padres per­mi­tier­an que sus hijos pequeños se sep­a­raran de su famil­ia e hicier­an esos lar­gos via­jes, y por cuan­to que en tiem­pos de guer­ras, lo que sobra­ban eran los huér­fanos, creemos que debieron ser niños que habían per­di­do a sus padres en la con­tien­da y que quizás esta­ban bajo el cuida­do del Hos­pi­tal de Cari­dad o alguno de los con­ven­tos de la ciu­dad, donde los ofrecieron para que via­jaran en la filantrópi­ca misión.

Sólo nos cuen­tan la his­to­ria de las batal­las y los guer­reros, pero tam­bién la gente común, has­ta los niños pequeños tienen su lugar impor­tante en la his­to­ria, ellos tam­bién fueron héroes sal­van­do vidas. Val­ga este hom­e­na­je a aque­l­los niños valen­cianos de 1818.

Fuentes

Actas del Ayun­tamien­to de Valen­cia. Vol­u­men I. Tomo 39. Años 1818 a 1820

Correo del Orinoco. Nro. 24. Tomo II. 27 de mar­zo de 1819

Fuguet Bor­re­gales, Eumenes. “Luis Blan­co, el primer vac­u­na­do en Venezuela (1804). His­to­ria y Tradi­ción. El Carabobeño, (sec­ción lec­tura. A 4), febrero 23, 2011

 

Luis Medina Canelón

Abogado, escritor e historiador Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del Estado Carabobo

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