Crónicas

El oro, siempre el oro

Omar Gar­men­dia
Cro­nista y escritor

La explotación de oro en Venezuela se inicia a mediados del siglo XVI, con los primeros despojos de ese mineral que hacían los conquistadores españoles a los aborígenes, estimulados por el desmedido deseo de riquezas y la existencia del mítico Dorado, legendario paraje que los primeros cronistas describían como edenes alucinantes


Se decía que las antiguas tribus omaguas habla­ban de un gran lago lla­ma­do Pari­ma, y en el cen­tro de ella se ubi­ca­ba una fas­tu­osa ciu­dad dora­da, con calles, casas y cúpu­las de oro y cuyo rey se hacía cubrir con pol­vo del dora­do min­er­al, hacién­dose apare­cer como un grandioso dios de sol refulgente.

 Luego de un tiem­po, los ini­ciales col­o­nizadores que se atre­vieron a atrav­es­ar el bor­ras­coso océano y las arries­gadas expe­di­ciones por sel­vas incier­tas, hubieron de tro­car las fan­tasías auríferas por el des­en­can­to y la resignación.

Primero fue Cristóbal Colón en agos­to de 1498, ‑dice en su diario- al nave­g­ar por el gol­fo de Paria en su ter­cer via­je, en el des­cubrim­ien­to de las costas ori­en­tales vene­zolanas y el río Orinoco. Vio “unas tier­ras las más her­mosas del mun­do” y sede del “Paraí­so Ter­re­nal”, “Tier­ra de Gra­cia”, según la obser­vación del nave­g­ante. Describe la “ver­du­ra y her­mo­sura” de los paisajes del gol­fo (His­to­ria de Venezuela en imá­genes, p. 30).

Sin embar­go, toda esa esce­na par­adis­ía­ca que­da a un lado cuan­do en su diario el almi­rante pone espe­cial aten­ción en el oro que llev­a­ban los indí­ge­nas en for­ma de abalo­rios y per­las atadas a los bra­zos. Rela­ta el uso amplio del oro por parte de los aborí­genes y apun­ta que “procuré mucho de saber dónde cogían aquel oro” y tam­bién las perlas.

Igual­mente, fray Pedro de Agua­do man­i­fi­es­ta el uso de joyas de oro y per­las por parte de los indios de Cumaná y Cubagua, así como el com­er­cio con sal, cer­ti­ficán­dose así que las primeras explota­ciones de oro por parte de los españoles se hicieron a la par de las per­las en Nue­va Cádiz en 1513 y en la isla de Margarita.

Se acaba­ba de des­per­tar la cod­i­cia por el áureo met­al y las riquezas que se podrían encon­trar con solo exten­der la mano. Para 1499 Alon­so de Oje­da, incen­ti­va­do por las rela­ciones del almi­rante en su Diario, emprende expe­di­ciones para bus­car esas per­las y el oro de sus tormentos.

Aborí­genes y oro

Los aborí­genes nat­u­rales conocían el oro y su uso en nota­bles can­ti­dades recolec­ta­do de las are­nas alu­vionales de algunos ríos en donde lo encon­tra­ban en for­ma de gra­nos y pol­vo y posi­ble­mente en minas excavadas. Lo uti­liz­a­ban en pren­das y obje­tos, así como tam­bién piedras pre­ciosas como adornos y en algunos casos como sím­bo­lo de esta­tus y poder.

Debido a que los aborí­genes que existieron en lo que aho­ra es el ter­ri­to­rio vene­zolano y como comu­nidades ágrafas no poseían escrit­u­ra, no se tiene doc­u­mentación de las difer­entes activi­dades, méto­dos y téc­ni­cas de extrac­ción desar­rol­ladas por ellos para extraer el oro, aunque se entiende que la prác­ti­ca de min­ería por parte de los indí­ge­nas se conoce en base a las nar­ra­ciones de lo obser­va­do por los con­quis­ta­dores y cronistas.

Lle­gan los alemanes

Des­de San­to Domin­go y por Real Cédu­la del 17 de noviem­bre de 1526, se autor­iza a Juan Martínez Ampíes, cono­ci­do como Juan de Ampíes, para estable­cer un pueblo de ranchería en un sitio lla­ma­do Curi­ana por los nat­u­rales en la cos­ta de tier­ra firme, en las tier­ras de Todariqui­ba, asien­to caque­tío del cacique Man­au­re. El 26 de julio de 1527, día de San­ta Ana, que­da así fun­da­do el pobla­do de Coro.

 Durante ese peri­o­do varias fueron las expe­di­ciones orga­ni­zadas por los ade­lan­ta­dos ale­manes, que, par­tien­do de Coro, se internaron en el occi­dente y sur de la provin­cia fun­da­men­tal­mente, de donde extra­jeron piezas dec­o­ra­ti­vas y obje­tos de oro, despo­ja­dos a los indios, aunque no exis­ten reg­istros de las pueb­los o pun­tos de donde pro­cedían tales uten­sil­ios y alha­jas de ese metal.

                           Ambro­sio Alfinger

Al poco tiem­po de ser nom­bra­do Alfin­ger como el primer gob­er­nador alemán de la provin­cia de Venezuela, se da ini­cio a la pen­e­tración con­quis­ta­do­ra des­de Coro hacia la cos­ta occi­den­tal con la expe­di­ción al lago de Mara­cai­bo en agos­to de 1529. En esa y otras expe­di­ciones pos­te­ri­ores, de acuer­do con los cro­nistas y par­tic­i­pantes tes­ti­gos de esa época, Alfin­ger come­tería los may­ores atro­pel­los y mal­dades, pro­duc­to de sus desvaríos por la sed de oro cod­i­ciosa­mente bus­ca­do, lo que al fin y al cabo era lo que a él le interesaba.

El botín de todos esos des­man­es fue lle­va­do a Coro el 6 de enero de 1532 y según acta lev­an­ta­da con­sistía en obje­tos de oro pro­duci­dos por los indios, entre ore­jeras, braza­letes, fig­uras de águilas y de indios de oro fino, diade­mas y otras piezas, con un peso de 110 kilos de oro:

“mil sei­scien­tos vein­titrés car­i­curies, grandes y chiq­ui­tos; mil cien ore­jeras de fil­igrana; dos mil tre­scien­tos trein­taiún canu­tos; mil cua­tro­cien­tas cin­cuen­titrés  manil­las; trein­ta y tres pesos de braza­letes; diez y siete águilas; cua­tro cemies; una cabeza de águila; nueve fig­uras de indios; una figu­ra de mujer de oro fino, grande; diecio­cho ore­jeras de andanas; una cabeza grande de cemi con una diade­ma; vein­ticin­co ore­jeras redondas y otros” (Díaz, 2003, p,p, 67–68).

En fin, una bue­na parte de ese oro, pro­duc­to del despo­jo y la explotación de yacimien­tos del met­al durante unos 160 años, llegó a España entre 1503 y 1660 a engrosar las siem­pre exhaus­tas arcas reales. De acuer­do con Hamil­ton (1975) ingre­saron por el puer­to de San Lúcar de Bar­rame­da 185.000 kilos de oro y 16 mil­lones de kilos de pla­ta des­de las provin­cias de ultramar.


Referencias 
Díaz, Legórburu, Raúl (2003). La aventura pobladora. El siglo XVI venezolano. Caracas: Banco Central de Venezuela.
Earl J. Hamilton (1975) El tesoro americano y la revolución de los precios es España 1511-1650. España: Editorial Ariel.
Fundación Polar /2000) Historia de Venezuela en imágenes. Caracas: Editora El Nacional.

Omar Garmendia

Escritor. Ensayista. Cronista de libre ejercicio. Profesor Titular UCLA, Doctor en Educación y Magister Scientiarum en Lingüística blogculturaomar.blogspot.com

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