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El piloto venezolano asesinado por talibanes

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
En Twitter: @LuisPerozoPadua

A Yuyi­ta de Chiossone, 
cuyo espíritu de lucha es una for­t­aleza para Bar­quisime­to entero 
y para mí, mucho más. Dedico

 

“Hoy jueves 8 de febrero de 2018 a las 5.30 pm despegó el avión Piper Séneca YV2672 cap­i­tanea­do por José Gre­go­rio Ramírez, acom­paña­do por los cap­i­tanes Alber­to Urbano, Luis Béc­quer Valero, y yo, Yuyi­ta, lle­van­do las cenizas del capitán Pablo Ernesto Chios­sone Ríos, asesina­do por el ter­ror­is­mo tal­ibán en Kab­ul el pasa­do 20/1/2018. El avión fue escolta­do en for­ma­ción por el Aero­co­man­der 500 YV1586 pilotea­do por el capitán Jesús Infante, y por el C‑310 YV2894 pilotea­do por el gen­er­al Ángel Fre­ites. El 4to pilo­to fue el espíritu del capitán Pablo Ernesto Chios­sone Ríos. El vue­lo se real­izó en el espa­cio aéreo del aerop­uer­to Jac­in­to Lara, y en un pase ras­ante el Cap. Béc­quer espar­ció las cenizas. Ater­rizamos a las 6pm. La cer­e­mo­nia fue coor­di­na­da por Judith, los com­pañeros pilo­tos de Pablo Ernesto, y el per­son­al del Aero­club de Bar­quisime­to. Sal­vo en el vue­lo, estuve acom­paña­da y con­for­t­a­da por mi pri­ma her­mana Car­men Ali­cia Car­mona de Gar­cía Añez.”

Con estas líneas Yuyi­ta Ríos Car­mona de Chios­sone, madre de Pablo Ernesto Chios­sone Ríos, describió el últi­mo adiós trib­u­ta­do al capitán, aña­di­en­do como nota mar­gin­al: ¡¡¡MISIÓN CUMPLIDA CAPITÁN!!!


Funer­al del pilo­to Pablo Chios­sone Ríos, asesina­do en Kab­ul, Afa­gan­istán, tras un ataque ter­ror­ista el 20 de enero de 2018. Foto Ángel Zambrano

20 de enero de 2018
8:45 pm

Una explosión arrebató la paz de los hués­pedes del Hotel Inter­con­ti­nen­tal Kab­ul, situ­a­do en la cima de una col­i­na con una pres­ti­giosa vista inau­gu­ra­do en 1969. Alar­i­dos, voces fero­ces, dis­paros de fusil, ráfa­gas y nuevas explo­siones, alar­maron al recin­to entero. Des­de los bal­cones se podía apre­ciar la bar­barie en toda su expresión.

Aquel fatídi­co día, un grupo de tal­ibanes arma­dos irrumpieron en el hotel, det­o­nan­do explo­sivos, lan­zan­do granadas en el vestíbu­lo, restau­rant, los pasil­los y en cada habitación, en donde entra­ban luego de destrozar las cer­raduras, y a fuerza de ráfa­gas de AK-47, iban liq­uidan­do a los hués­pedes extran­jeros alo­ja­dos entre los pisos 1 al 5.

En un primer informe, los medios de comu­ni­cación anun­cia­ron al mun­do que, durante el ataque ter­ror­ista, habían fal­l­e­ci­do al menos a 40 per­sonas. El ase­dio tal­ibán duró 17 horas y la con­frontación con las fuerzas inter­na­cionales fue encar­niza­da, así como la masacre.

Según rela­to del pilo­to griego Vasileios Vasileiou, que tra­ba­ja­ba en ese momen­to para la línea aérea afgana Kam Air, los tal­ibanes entraron a todas las habita­ciones bus­can­do a hués­pedes extran­jeros, a los que sin com­pasión les dis­para­ban o les lan­z­a­ban granadas. “Oía los gri­tos, oía el dis­paro (solo una bala), y luego oía como caían los cuer­pos al sue­lo. Los ata­cantes se reían todas las veces, como si estu­vier­an jugan­do, o como si fuera una gran fies­ta o algo así”, describió el pilo­to griego.

A las tres de la madru­ga­da, los ata­cantes, que tenían su cen­tro de opera­ciones en el piso 5 (últi­mo piso) propi­a­mente en la habitación 521, cuan­do ya no hubo más a quien acribil­lar, deci­dieron eje­cu­tar el pun­to final de su plan: un gran incendio.

Fueron eje­cu­ta­dos

Entre el grupo de pilo­tos hospeda­dos en el hotel de Kab­ul, fig­ura­ban dos vene­zolanos: los cap­i­tanes Adel­sis Ramos y Pablo Ernesto Chios­sone Ríos, ambos tra­ba­ja­ban para la men­ciona­da aerolínea afgana (Kam Air KA), la cual real­iz­a­ba opera­ciones des­de agos­to de 2003 con seis aviones. Antes de emi­grar oblig­a­dos por los con­flic­tos del país, los pilo­tos prestaron ser­vi­cios en Aven­sa, Viasa luego Aero­postal y final­mente Aserca.

Pablo Ernesto había naci­do en Bar­quisime­to, el 17 de mayo de 1968. Yuyi­ta, relató que su hijo sal­ió de Venezuela en mayo de 2017. Antes de esa fecha, estu­vo muchos días frente a la com­puta­do­ra, bus­can­do opor­tu­nidades de tra­ba­jo para su pro­fe­sión. Empezó a volar aviones a los 17 años, pero esa pasión nació des­de los cin­co años. Lava­ba y pulía los aviones y a todo el que despe­ga­ba, roga­ba lo lle­vara. Muchas fueron las veces que se oculta­ba den­tro de las avione­tas por despe­gar con des­ti­no cer­cano. Ape­nas con­cluyó el bachiller­a­to, se marchó a Acarigua a perseguir sus sueños de ser un pilo­to. Esta­ba casa­do con Marie­le­na con quien tuvo un hijo: Juan Pablo.

Pablo Ernesto par­tió a Johan­nes­bur­go, Sudáfrica, en bus­ca de un mejor mañana. Estu­vo ahí ocho meses volan­do. Cal­i­fi­ca­do como uno de los mejores pilo­tos de la aviación civ­il. En sus ratos libres, ofrecía pequeños cur­sos gra­tu­itos a otros pilo­tos en Kab­ul, de cómo burlar los radares y las baterías anti­aéreas de los tal­ibanes en vue­lo sin luces.

El cuer­po del capitán Pablo Ernesto fue encon­tra­do en los jar­dines del Hotel Inter­con­ti­nen­tal, en donde esta­ban muchos cadáveres api­la­dos. Murió prob­a­ble­mente a las 9:00 de aque­l­la fatídi­ca noche. Según su madre, quien luego de abrazar­lo, besar­lo y revis­ar su cuer­po, este desve­la­ba un úni­co ori­fi­cio de bala en el esternón, los pómu­los amorata­dos y los nudil­los de los puños hin­cha­dos, por lo que médi­cos espe­cial­is­tas que reci­bieron el cadáver, ase­gu­ran que luchó con ímpetu antes de morir. Era cin­turón negro en artes marciales.

Capitán Adel­sis Ramos, asesina­do por el Tal­ibá en Kabul

Su com­pañero de vue­lo, Adel­sis Ramos, de 59 años, casa­do con dos hijos estu­di­antes uni­ver­si­tar­ios, había nar­ra­do a sus famil­iares que: “Los pilo­tos viv­en como en una cár­cel pro­duc­to de toda la cus­to­dia que rodea el edi­fi­cio”. Fue eje­cu­ta­do de rodil­las en el baño de su habitación del piso 4, tras una ráfa­ga de ametralladora.

En el aten­ta­do ter­ror­ista per­pe­tra­do por los tal­ibanes, asesinaron a 14 extran­jeros de los 18 con­fir­ma­dos, mien­tras que 41 se sal­varon. A juicio de Yuyi­ta, “Ellos sabían en donde se hosped­a­ban los extran­jeros. Fueron direc­ta­mente por ellos”, y denun­ció que hubo com­pli­ci­dad inter­na del hotel. La aerolínea emi­tió un sen­ti­do comu­ni­ca­do sobre el dan­tesco episo­dio, en donde señal­a­ban las vir­tudes y el pro­fe­sion­al­is­mo del Capitán Chios­sone, “Pero para ellos fue una baja colat­er­al y para el gob­ier­no de Venezuela también”.

“Lo bendi­je y me despedí de él”

Sobre la pista del Aero­club de Bar­quisime­to, que fue la casa del capitán Pablo Ernesto, pues fue fun­da­do por su abue­lo pater­no, Yuyi­ta se afer­ró a su retra­to, enmar­ca­do y rodea­do de flo­res blan­cas por el per­son­al de Aero­postal en afec­ti­vo trib­u­to al capitán barquisimetano. 

“Esa noche bendi­je a mi hijo, me despedí de él, y por primera vez vi su cuer­po y lo lloré. “Como avi­ador fue impeca­ble. Esta­ba por cumplir 50 años”

Pablo Ernesto Chios­sone Ríos

Los cuer­pos de ambos pilo­tos fueron repa­tri­a­dos en solo 12 horas. El avión que tra­jo los restos mor­tales llegó por la Ram­pa 4. Allí, los féret­ros fueron envuel­tos con la enseña tri­col­or de Venezuela.

A los seis meses del abom­inable suce­so ter­ror­ista del Hotel Inter­con­ti­nen­tal de Kab­ul, Yuyi­ta tuvo un sueño con su hijo Pablo Ernesto, en donde él lle­ga­ba a la cocina. 

Fue un sueño muy real, “tan­to así, que yo me sor­prendí al ver­lo y le pre­gun­té qué hacía él allí, si esta­ba muer­to. Y él me respondió: ´Volví´. Lo abracé y lo besé. Era el abra­zo que no le di para des­pedir­lo en la muerte. Al des­per­tar, sen­tí paz. Acep­té la real­i­dad. A los días leí en el per­iódi­co que los amer­i­canos habían mata­do en Kab­ul, al jefe del ter­ror­is­mo afgano respon­s­able de los aten­ta­dos des­de enero has­ta julio de 2018. “Sí hay jus­ti­cia div­ina”, pensé.

Pablo Ernesto y Juan Pablo, en un retra­to juntos

CorreodeLara

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2 comentarios en «El piloto venezolano asesinado por talibanes»

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